viernes, 11 de septiembre de 2015

Misceláneas (Un cuento de Marcelo Wio)



El entomólogo Vilkas Zujus refería en su Historia Universal de los ritos y los juegos, que el fútbol – tal y como lo conocemos hoy en día (acaso con alguna variación, matizaba el científico lituano); no en sus diversas manifestaciones primitivas – surgió espontáneamente antes de que fuera pensado, imaginado, en cualquier otro lugar.

Zujus afirma que varias canciones dan cuenta de este hecho. Un estudio lingüístico de dichos cantares, ubica el hecho en una fecha no posterior al 1000 a.C. Las canciones hablan del suceso como de algo divino, explica el entomólogo.

Pero, así como apareció, una tarde – las canciones dicen “antes del amanecer del día que sigue al presente” -, el fútbol desapareció. Los hombres fueron incapaces de recordar reglas, de interpretar habilidades. En poco tiempo olvidaron el hecho, que pasó a formar parte del catálogo de mitologías, el acervo de hechos inconcebibles, enigmáticos, que alguna intuición (o temeroso respeto), aconsejaba recordar místicamente.


Ni los polinesios ni Zujus supieron nunca que los dioses llevaban tiempo probando su invento. Un cierto celo, y un cierto egoísmo divino – por qué no decirlo -, los llevaba a postergar la entrega de su creación más acabada. En algún punto de estos… ensayos, hubo un hombre que sí recordó trazas de lo elemental; lo suficiente para recrear los rudimentos necesarios que habrían de conducir, con el tiempo, al invento tal cual fue creado por las divinidades.

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