Tras 39 partidos invicto y cuando pocos lo preveían,
porque llegaba en el mejor de sus momentos y en condición de local y con el
antecedente de un 0-4 rotundo en el Santiago Bernabeu en la ida de esta misma
Liga Española, el Barcelona acabó perdiendo el Clásico ante el Real Madrid 1-2
y a falta de siete jornadas y a punto de jugarse los cuartos de final de la
Champions League, este resultado puede afectar a ambos equipos de una manera clave.
No era fácil apostar por un Real Madrid que se
pudiera imponer desde lo estratégico en un partido con el público en contra, un
clima especial de homenaje al fallecido Johan Cruyff y con la enorme ventaja
que llevaba el Barcelona (diez puntos y el average), y que le permitía a los
azulgranas jugar con mucha tranquilidad y hasta manejar el empate.
Sin embargo, el entrenador del Real Madrid, Zinedine
Zidane, logró utilizar muy bien los
tiempos del partido, dividido en dos etapas: la primera y más larga, esperando,
jugando al error del rival (algo poco ligado a su brillante tiempo de jugador)
para lo cual planteó un encuentro corto, muy interrumpido por faltas, y sin
permitir que el Barcelona pudiera asociarse para crear.
La segunda, más corta de duración, no más de
veinticinco minutos, y en buena parte
relacionada con que el Barcelona se puso en ventaja con un cabezazo de Gerard
Piqué, fue la de la aceleración y especialmente desde el empate de Karim
Benzema, ocurrió cuando el Real Madrid apretó el acelerador, comenzó a
incursionar en el campo rival, y no sólo ganó bien el partido con el gol de
Cristiano Ronaldo, sino que aún no se entiende qué fue lo que generó la
anulación de otro gol de Gareth Bale.
Para el Real Madrid, más allá de que sigue lejos del
Barcelona en la Liga aún ganando, este triunfo tiene un sabor especial porque
prueba dos hechos fundamentales: uno, es que va por el buen camino táctico
desde que Zidane realizó el cambio más importante, el de quitar de la
titularidad tanto a Isco como a James Rodríguez para colocar a Casemiro como
mediocentro y liberar, de esta forma, a Toni Kroos. Y el otro, que anímicamente
fortalece a la plantilla para la lucha final por llegar a la Undécima Champions
League, en la que cuenta con una llave accesible de cuartos de final ante el
Wolfsburgo y en la que define en su estadio en la revancha.
Por el lado del Barcelona, otra vez Anoeta se
transforma en fundamental, como en la temporada pasada (tras la cual comenzó el
cambio que dio lugar a los títulos), porque será en donde el equipo de Luis
Enrique deberá refrendar si sigue siendo el candidato firme a ganar la Liga o
si todo se desmoronará como un castillo de naipes, especialmente si no obtiene
un buen resultado en la ida de la Champions ante el Atlético Madrid.
En Anoeta no podrá jugar Luis Suárez, quien llegó al
límite de tarjetas amarillas y pende el recuerdo de la derrota en la temporada
pasada, aunque antes, el Barcelona tiene un muy complicado compromiso de
cuartos de final de Champions ante el Atlético de Diego Simeone, que llega al
Camp Nou luego de recortarle tres puntos la distancia en la Liga, ahora a seis,
y de vencer al Betis 5-1, terminando con la polémica de su escasez de gol.
Pero también será interesante constatar si Simeone
tomó nota del planteo realizado por Zidane en el Campo Nou, encerrando a Messi
entre la defensa (hacia adelante) y Casemiro (hacia atrás), ayudado por Luka
Modric y por Toni Kroos, más retrasado
que en los partidos anteriores.
El genio argentino del Barcelona, aún con la
motivación de convertirle a los blancos su gol número 500 de su carrera, no
logró molestar demasiado en el ataque, teniendo que retrasarse y con algunos
remates desde fuera del área o algunos libres directos, bien controlado por un
sistema muy bien diseñado.
A diferencia de lo señalado acerca del planteo de
Zidane, Luis Enrique Martínez no ha demostrado, más allá de la brillantez de
muchos de sus jugadores, el armado de un sistema que pueda variar o encontrar
salidas ante planteos inesperados, no sólo por lo realizado el Real Madrid el
pasado sábado en el Camp Nou sino también otros rivales en otros tiempos.
El hecho de que la BBC haya tenido la misma
efectividad que la MSN del Barcelona prueba cabalmente que no se trata de un
acierto particular de Luis Enrique la contundencia del Barcelona, sino el hecho
natural de contar, como el Real Madrid, con jugadores extraordinarios en los
tres puestos ofensivos.
El Clásico pudo haber obrado entonces como
despertador definitivo de la plantilla del Real Madrid para tomar consciencia
de su valía y relanzarlo justo cuando parecía que si no fuera por lo favorecido
que a priori parece que resultó con el sorteo de Champions, la temporada se
acababa.
Y al mismo tiempo, el Clásico deja planteada la
duda, por extraño que parezca, sobre si el Barcelona, que parecía que se
encaminaba a repetir los éxitos de la temporada pasada, será capaz de olvidar
pronto lo ocurrido y volver a jugar como en varios de los partidos de la
temporada.
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