En silencio, con un muy bajo perfil, humilde, con
muchísimo estudio y una enorme capacidad de trabajo, el mendocino Ciro Vargas
llegó a la selección uruguaya y formó parte del cuerpo técnico del Maestro
Oscar Tabárez en el pasado Mundial de Rusia, y ya se encuentra planificando el
ciclo próximo.
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Cómo fue el camino desde su provincia
hasta llegar al fútbol de élite como el de la selección uruguaya?
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Yo soy de Rivadavia, a 80 kilómetros de
Mendoza capital. Me fui a los 18 años y ya no regresé más a vivir allí porque
comencé a estudiar en Rosario y de allí seguí a Madrid para realizar allí un
máster en Ciencias del Deporte en la Universidad Autónoma, donde nos dedicamos
a valorar la carga fisiológica de un jugador durante un partido, la fatiga. Lo
que se hace es medir el espacio recorrido por un jugador durante un partido, la
intensidad del esfuerzo.
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¿Pudo tener experiencias de trabajo en
la Argentina, antes de partir para Europa?
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Sí, en Mendoza había trabajado en San
Martín, en el Nacional B. Luego, ya arrancamos en el Huracán de Osvaldo Piazza
en la temporada 2001/02, haciendo un seguimiento de los jugadores rivales, y ya
luego seguí en el Boca de Carlos Ischia, en el Vélez de Ricardo Gareca, hasta
que en 2011 me vino a buscar el profesor José Herrera, el preparador físico de
Tabárez en la selección uruguaya, para sumarme a su cuerpo técnico. Ellos dos
trabajan juntos desde hace años y se entienden con solo mirarse. Son excelentes
personas y profesionales, de perfil muy bajo. Sucede que en ese año, la
selección uruguaya pasó por Mendoza por la Copa América y allí pudimos tomar
conversar en profundidad.
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¿Qué es lo que mejor pudo rescatar de
esos estudios que realizó?
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La variable más interesante que descubrí
es lo que se llama la “alta intensidad” durante un partido que es algo para
destacar porque para dar un ejemplo, correr 13 kilómetros, pero a baja
intensidad, no sirve, aunque muchas veces uno escucha o lee que los medios han
destacado a tal o cual jugador por lo que corre, y correr sin sentido, no tiene
un valor en sí mismo en el fútbol. Entonces la alta intensidad sirve como un
instrumento de medición porque no todos tenemos la misma velocidad o
resistencia.
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¿Cómo comenzó a trabajar en esto?
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Tuve la inquietud de llevar adelante un
laboratorio móvil, con instrumentos de medición a partir de haber conocido a un
argentino que trabaja en Italia, De Lellis, gracias a una pasantía que hice en
el Comité Olímpico Italiano (CONI). Él fue un visionario, que consiguió que no
haga falta esperar a que un futbolista venga a un determinado lugar a ser
medido en sus desplazamientos, sino nosotros acercarnos con el móvil hacia
donde él está para hacerle una batería de tests.
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Con ese laboratorio que me cuenta,
seguramente varios equipos lo deben estar buscando…
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Así es. Tenemos una pequeña empresa
llamada “Sport-Test”, y somos cuatro o cinco personas que trabajamos en él y
nos suelen llamar de varios clubes al mismo tiempo. Por ejemplo, en estos meses
venimos trabajando con Pedro Troglio en Gimnasia y Esgrima La Plata.
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Es interesante lo que usted plantea
sobre la intensidad de los desplazamientos porque en la Argentina siempre se
critica mucho a los que no corren demasiado.
¿Entonces no es tan importante correr mucho como sí correr bien?
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Mire, un jugador que fue extremadamente
brillante en apreciar cuándo correr y cuándo no, fue Juan Román Riquelme,
además de que tenía un mapa del partido en la cabeza. Recuerdo un título de un
diario que decía “Riquelme no corre. Vuela”. Siempre solía destacarlo un
preparador físico que tenía Boca, Juan Manuel Alfano. Otro fue Juan Sebastián
Verón, por los datos que me confirmaron. Cada vez hay que dosificar más para no
gastarse sin sentido, y el jugador lo va aprendiendo.
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¿Y hacia dónde se va con los
desplazamientos de los jugadores por partido en el futuro?
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Creo que es cada vez más importante el
valor de “la calidad de la alta intensidad”. Los desplazamientos totales han
ido cambiando con el tiempo y de los 13 kilómetros se ha pasado a los 9-10
kilómetros de promedio.
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Pero parece que, al revés, en las
pantallas durante las transmisiones de partidos por TV, se suele ensalzar cuántos
kilómetros corrió un jugador..
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Sí, cuando lo veo me doy cuenta de la
confusión que transmiten con ese concepto. Correr en sí mismo no sirve de nada.
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¿Y cómo trabaja la selección uruguaya?
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La mayoría de los jugadores forma parte
de equipos europeos y entonces ya están acostumbrados a la mejor tecnología.
Uno lo que hace es mantener la alta calidad de la preparación física porque
ellos son de élite, tienen un nivel extraordinario.
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¿Cuál es la diferencia de trabajo con
las potencias europeas?
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Ellos han sido los mentores de los
seguimientos a los rivales, y por contexto socioeconómico, nos toca ir por
detrás. En Uruguay se hace un gran esfuerzo por achicar esas diferencias. Se
trata de buscar por todos lados lo que haga sumar. Se busca optimizar el rendimiento
de los jugadores y el método de trabajo ya está instalado y funciona por
ósmosis porque todo está ordenado, planificado. Tabárez y su cuerpo técnico
creen excesivamente en la planificación y en el orden, entonces yo tengo que
tener a su disposición entre 24 y 36 horas después de que me piden el informe
si alguien nos consulta algo y jamás hemos sugerido algo que no nos
corresponde. Están muy claros los roles de cada uno. Lo bueno es que pudimos
ver en el Mundial es que estuvimos a la altura de las circunstancias.
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¿Notó cambios tecnológicos en este
pasado Mundial de Rusia, en lo que respecta a su trabajo?
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Fue la primera vez que se permitió el
uso del GPS pero hasta donde yo sé, ninguno lo utilizó. Lo que fue una
innovación es un sistema nuevo de análisis táctico. En los bancos de suplentes,
la FIFA colocaba unas tabletas internas para análisis en tiempo real. Lo bueno
es que los que nos dedicamos a la misma especialidad estamos en contacto.
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¿Algo para destacar en el rendimiento de
los equipos durante el Mundial, en su área?
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Me llamó la atención el rendimiento
físico de Croacia. Fue la mejor selección, físicamente hablando. Durante el
Mundial no crecieron los desplazamientos totales recorridos y hasta han caído,
pero mejoró la intensidad de los desplazamientos. El segundo mejor fue Bélgica
y fíjese que son los dos equipos de promedio de edad más alto, lo que ratifica
que lo importante es la calidad, no la cantidad. En el caso de Croacia, jugó
tres alargues seguidos (Dinamarca, Rusia e Inglaterra).
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¿Qué balance hace de la actuación de
Uruguay en Rusia 2018?
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En el caso de Uruguay, estuvimos a la
altura y hasta se superaron algunos valores anteriores. Creo que nos dimos
cuenta del lugar en donde queremos estar. Siempre uno quiere más, es natural,
pero no estamos en la misma dimensión que equipos como Francia por diversas
razones, desde demográficas hasta económicas.
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Algo que fue motivo de debate en la
Argentina es el rendimiento de Lionel Messi en el Mundial. ¿Qué rendimiento
tuvo en lo físico?
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Debo decir que no lo vi mal físicamente.
Al contrario, su rendimiento fue bastante intenso. Tampoco vi mal físicamente a
la selección argentina. No creo que su problema haya sido físico. Se topó con
la mejor selección en este aspecto, Croacia, y contra Francia, el equipo más
joven, fue un partido de altísima
intensidad.
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También se criticó mucho la llegada de
Enzo Pérez sobre el final, cuando llegó apenas días antes del Mundial para
reemplazar al lesionado Manuel Lanzini. ¿Fue contraproducente?
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En jugadores de ese nivel, en términos
fisiológicos. Para que un futbolista se desentrene tiene que estar de 21 a 25
días sin entrenarse.
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¿Jugadores que le hayan sorprendido?
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Eden Hazard y Luka Modric, ambos muy
gratamente. Y Kylian Mbappé, por la altísima velocidad. Pero Hazard y Modric
son dos jugadores integrales, de un Mundial descomunal.
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¿Cómo se ve desde el otro lado del Río
de la Plata lo que le ocurre a la selección argentina, que con tantos cracks,
no logra un título de mayores desde 1993 o un Mundial desde 1986?
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Lo que se palpa es un gran exitismo.
Todo es de vida o muerte y a veces hay que admitir que el otro te puede ganar.
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Hace pocos días, Tabárez rechazó la
posibilidad de que se erigiera una estatua en su homenaje…
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Yo tengo una admiración profundísima por
Tabárez y se lo dije durante el Mundial pasado y me emocioné en ese momento.
Trabajar con él es como hacer un doctorado. A veces mis amigos me preguntan o
me dicen algo sobre mi trabajo y recién allí caigo porque no siempre me doy
cuenta de donde estoy.
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¿En la selección argentina hay alguien
que tenga un rol similar al suyo en Uruguay?
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No me consta. Al menos hasta donde
conozco, no tienen a nadie haciendo esto y creo que algo podríamos aportar.
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¿Y nunca lo llamaron para la selección
argentina?
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No, nunca me llamaron, y realmente sería
un placer. Alguna vez, el profesor que trabajaba con Alejandro Sabella se
acercó, pero fue todo. A nosotros nos preguntan mucho sobre esto, y la verdad
es que no.
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¿No extraña el país?
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Claro que sí, pero viajo bastante y
destaco en esto el enorme esfuerzo de mi familia. Mi esposa es sanjuanina,
aunque estudió en Mendoza, y es licenciada en Nutrición e Investigación de
Alimentos.
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