lunes, 1 de octubre de 2018

Los sub-40 del fútbol argentino: las causas de la vigencia de tantos veteranos en la máxima categoría (Infobae)




Nada menos que el 21,79 por ciento de los 668 jugadores que participan en los 26 equipos de la Superliga argentina supera los 30 años, acaso todo un indicador de cómo cambiaron los tiempos desde que hace varias décadas los tangos exaltaban al “purrete” que soñaba con jugar en Primera y a un fútbol esencialmente joven y prometedor.

Si el tango “El Sueño del Pibe”, de Francisco Canaro, un joven ilusionado le prometía a la madre que jugará en Primera y que será como los cracks de entonces, Emilio Baldonedo, Rinaldo Martino o un Mario Boyé, en 1945, hoy los tiempos cambiaron y la mayor proyección de cualquier chico es llegar a tierras europeas y triunfar con las camisetas que puede ver por la TV disputando la Champions League.



Acaso sea por eso que en la Superliga, el porcentaje de jugadores en la edad central, entre los 24 y los 30 años, no pase del 43,68 por ciento del total sumando todos los planteles y que de los 82 extranjeros contratados, el promedio de edad sea menor que el de los nacionales (25,13 contra 26,80), seguramente por la necesidad de reemplazar a la inmensa cantidad de emigrantes argentinos, que en su plenitud emigran hacia los diversos destinos del planeta.

¿Cuál es la causa por la que 36 jugadores mayores de 35 años siguen participando en el máximo nivel profesional del fútbol argentino? Uno de ellos, sin dudas, está relacionado con los progresos en los cuidados y la preparación física, o la consecuencia de una vida metódica respecto a la práctica del fútbol, pero también aparecen otras cuestiones que pesan desde lo psicológico como la madurez o el hecho de que los entrenadores pueden equilibrar planteles repletos de jóvenes debido a las permanentes transferencias de jugadores.

Tampoco parece casualidad que los jugadores más veteranos ocupen puestos en la medular de sus equipos. Abundan los arqueros (cinco de ellos tienen 38 años o más), los marcadores centrales, los volantes centrales y los goleadores, esto significa que juegan en posiciones mucho más centrales que laterales, que son las que requieren mayor velocidad.

El puesto de arquero es el más factible de permanencia porque requiere de menos constancia en el despliegue (salvo escasos partidos en los que puede haber peloteos y dominio sostenido de un equipo sobre otro), y habitualmente, la mayoría de los equipos suele jugar en este tiempo con doble volante central, lo que permite que uno de ellos pueda utilizar su mayor experiencia para una mejor colocación o para correr mejor la cancha (como es el caso de Rodrigo Braña o Pablo Guiñazú) o elegir mejor al receptor en base a su técnica de pase (Leonardo Ponzio) o para la ubicación en la jugada (Juan Mercier).



En el ataque, además, abundan los goleadores. Salvo Mariano González (Colón) (37), más acostumbrado a la banda, o el despliegue de Pablo Lugüercio (36) (Estudiantes) o de Fernando Tellechea (36) (Aldosivi), en el resto de los casos, se trata de jugadores emparentados con la definición, como Mariano Pavone (36) (Estudiantes), el uruguayo Santiago Silva (37) (Gimnasia), Mauro Matos (36) (Atlético Tucumán), o Carlos “Chino” Luna (36) (Tigre).

Podrían armarse dos equipos completos con jugadores mayores de 35 años:
 Uno, compuesto por Mauricio Caranta (Talleres de Córdoba) (40); Fabián Cubero (Vélez Sársfield) (39), Javier Gandolfi (Talleres) (37), Fabricio Coloccini (San Lorenzo) (36), Clemente Rodríguez (Colón de Santa Fe) (37); Juan Mercier (Atlético Tucumán) (38), Pablo Guiñazú (Talleres) (40), Adrián Bastía (Colón) (39), Patricio Toranzo (Huracán) (36);  Santiago Silva (Gimnasia) (37), Mariano González (Colón) (37).

Otro, con Cristian Lucchetti (Atlético Tucumán) (40);  Carlos Araujo (Huracán) (36), Federico Mancinelli (Huracán) (36), Javier Pinola (River Plate) (35), Lucas Licht (Gimnasia) (37); Leonardo Ponzio (River) (36), Rodrigo Braña (Estudiantes) (39), Marcos Gelabert (San Martín de San Juan) (36), Israel Damonte (Huracán) (36); Mariano Pavone (Estudiantes) (36),  Carlos Luna (Tigre) (36).

Se puede agregar a los arqueros Sebastián Bértoli (Patronato) (40), Nereo Fernández (Unión) (39), Sebastián Torrico (San Lorenzo) (38) y Luis Ardente (San Martín de San Juan) (37), los defensores Juan Quiroga (Belgrano de Córdoba) (36) y Facundo Oreja (Gimnasia) (36), y los mencionados delanteros Pablo Lugüercio (Estudiantes) (36), Mauro Matos (Atlético Tucumán) (36) y Fernando Tellechea (Aldosivi) (36).

Puede observarse también que los planteles de los clubes más poderosos suelen tener escasa cantidad de jugadores en las edades más altas, aunque puedan conservar grupos homogéneos en edad. River sólo cuenta con Ponzio entre los mayores de 35 años, mientras que ni Boca, ni Racing ni Independiente cuentan con jugadores de edades tan avanzadas.


Si River es el segundo equipo en promedio de edad (29,1), sólo detrás de Patronato de Entre Ríos (29,2), los más jóvenes son Argentinos Juniors y Godoy Cruz de Mendoza (24,5).

Otro hecho para destacar es que la mayoría de los jugadores más veteranos regresó del exterior para finalizar sus carreras en la Argentina, lo que se considera como un “segundo amateurismo”, porque en la mayoría de los casos, se trata de carreras ya consolidadas y situaciones económicas más acomodadas.

En estos casos, logran adaptarse al fútbol actual debido a que si bien en estos años se acentuaron los trabajos tácticos en los equipos, no ocurrió lo mismo con la técnica individual, que les permite sacar una ventaja que reemplaza, muchas veces, el despliegue en tiempos en los que abundan las estadísticas de kilómetros recorridos por partido o la TV muestra los mapas de calor.


En tiempos en los que los planteles duran. En el mejor de los casos, dos temporadas, y lo mismo sucede con los directores técnicos, los jugadores veteranos se fueron transformando en referentes dentro y fuera de la cancha, como guías de los más jóvenes y como fuentes de consulta ante temas personales y sindicales.
Sin dudas, los tiempos de los futbolistas profesionales se van estirando.



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