Fue en el lejano
23 de diciembre de 2007, en el Camp Nou, cuando se jugó, hace casi once años,
el último Clásico sin Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Aquella vez se impuso
el Real Madrid por 0-1 con gol de “La Bestia”, el brasileño Julio Baptista. El
próximo fin de semana, en el mismo escenario, volverá a ocurrir que ninguna de
las dos grandes estrellas de la década en el fútbol mundial estarán en el
césped, lo que acaso vaya marcando una tendencia.
Esta vez, como
aquella de 2007, Messi está lesionado, y tal como en aquella oportunidad,
Cristiano Ronaldo no forma parte de la plantilla del Real Madrid. Si hace once
años integraba el equipo del Manchester United, ahora forma parte de la
Juventus.
La gran pregunta
es cuál de los dos equipos se perjudica más y todo indica que el Barcelona, por
la sencilla razón de que el Real Madrid no tiene posibilidades de modificar la
ausencia de su gran goleador durante todas las temporadas pasadas.
Cristiano
Ronaldo se marchó tras la tercera final de Champions League ganada
consecutivamente, y tras esa decisión dada a conocer a sus compañeros tras el
triunfo ante el Liverpool en Kiev, también acabó yéndose nada menos que el
entrenador Zinedine Zidane, generando un cataclismo en el club.
De hecho, a
Florentino Pérez le costó mucho digerir ambas salidas y no les encontró grandes
soluciones y el problema está a la vista: una pérdida total de confianza en la
plantilla, rendimientos muy por debajo del nivel de los últimos años (Sergio
Ramos muy lento, Raphael Varane que parece que sigue viviendo las mieles del
título mundial, Isco Alarcón irregular. Luka Modric, tratando de concentrarse
tras su fracasado intento de marcharse al Inter, Keylor Navas, resignado a la
inexplicable llegada de Thibaut Courtois luego de ganar tres Copas de Europa
consecutivas siendo gran figura en la última, Mariano que no está teniendo
suerte con el gol, llegado a último momento como retorno desde el fútbol
francés).
Y por si fuera
poco, la muy complicada situación del entrenador Julen Lopetegui, quien no
comenzó de la mejor manera, desde aquella desafiante presentación ante los
medios de Florentino Pérez a dos días de comenzar la participación española en
el Mundial de Rusia, lo que descalibró completamente a La Roja, y que ahora
pende de un hilo tras el desastroso inicio de Liga y tampoco demasiado buen pie
en la Champions, y con los rumores instalados de que podría ser reemplazado en
cualquier momento por Santiago Solari, el entrenador argentino de los juveniles
del club, más identificado con la línea de juego y de pensamiento de Zidane.
Pero pierde más
el Barcelona, señalamos, porque Messi no sólo sigue en la plantilla y en
activo, sino que se lo ve con la nueva motivación post-mundialista en la
búsqueda de la quinta Champions de su carrera y de estos años, y la sexta para
el club, y justo cuando venía encontrando su ritmo perfecto, con siete goles en
los nueve partidos, y con algunas notables producciones como las del pasado fin
de semana en el Camp Nou ante el Sevilla, o la de Wembley ante el Tottenham por
la Champions, le ocurrió esta lesión que lo marginará, por lo menos, por tres
semanas de las canchas.
¿Cómo puede el
Barcelona reemplazar a Messi justo cuando en partidos tan importantes como los
que se juega en esta semana? No parece una pregunta fácil. Sustituir al genio
resulta imposible, en ese nivel, porque ningún jugador llega a esa producción
pero sí se puede buscar algún rumbo, como el entrenador Ernesto Valverde hizo cuando
supo que ya no contaría con Andrés Iniesta para esta temporada y el único
posible organizador real, además por la lesión de Carles Aleñá, el otro que
podía cumplir esta función.
Valverde optó
entonces por quitar un delantero y reforzar el mediocampo y rodearlo más a
Messi. Se las arregló muchas veces con Luis Suárez en el ataque, ayudado por
Ousmane Dembélé en algunas ocasiones, pero privilegió a Philippe Coutinho,
mucho más mediapunta, manteniendo la estructura del medio con Sergio Busquets e
Iván Rakitic, y en los últimos partidos, el brasileño Arthur fue desplazando a
Sergi Roberto.
Pero con la
salida de Messi, durante estas tres semanas, acaso haya lugar para Malcom o
para la continuidad de Dembélé en el ataque, junto a Suárez, y lo más probable
es que la función creativa quede en Coutinho, siempre reforzado por los tres
volantes mencionados.
La situación del
Real Madrid aparece mucho más complicada desde la posición en la tabla y desde
la crisis mediática por la falta de gol y de resultados inmediatos, que desde
la realidad. La temporada aún no llegó siquiera a la mitad y la distancia que
hoy existe con el Barcelona, líder en solitario de la Liga, es de cuatro
puntos, por lo que ganando y dando un golpe de autoridad en el Camp Nou, ya lo
colocaría muy cerca.
Lo que sucede en
el Real Madrid es que tanto tiempo sin marcar un gol y que lo haga Marcelo,
finalmente, en el contexto de una derrota ante el Levante en el Santiago
Bernabeu, no parece muy alentador, y más aún si se agrega que la séptima colocación
en la tabla coloca a los blancos, hoy, fuera de Europa para 2019/20.
Pero todo esto
no es más que una fotografía en una larga película, en la que quedan demasiados
capítulos como para dramatizar tanto en octubre, a siete meses del veredicto.
En el medio, aún quedan las campanadas, las uvas y el receso invernal, y mucho
recorrido en Copa del Rey, Liga y Champions.
De cualquier
modo, el Clásico sin Messi y Cristiano, nunca será lo mismo que con ellos. Se
los extrañará pase lo que pase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario