Mientras
Mauricio Pochettino dice que es “inviable” ir a la selección argentina, con un
contrato renovado por cinco años con el Tottenham, Diego Simeone recibe una
oferta del Atlético Madrid para extender su contrato que finaliza en 2020
aunque él ya prometió a Javier Zanetti ir al Inter aunque sea dos años, y
Marcelo Gallardo sostuvo esta semana que sólo piensa “en River”, los medios
dieron cuenta, en estas horas, que el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui”
Tapia, asumió interinamente uno de los puestos de representación de la Conmebol
ante la FIFA.
La AFA tuvo un
enorme peso en la FIFA desde la década de los ochenta, cuando Julio Grondona,
que se preciaba de no hablar idiomas “porque el fútbol es un lenguaje
universal”, fue escalando posiciones durante la presidencia del brasileño Joao
Havelange (1974-1998), hasta llegar a ser el vicepresidente senior, el número
dos del organismo internacional con sede en Zurich, o, como él mismo dijo, “el
vicepresidente del mundo”.
“Ustedes me
tienen envidia porque ningún argentino llegó tan lejos como yo”, sostuvo ante
este periodista, en 2010, en Zurich, a los pocos minutos de que el suizo Joseph
Blatter fuera reelecto una vez más como presidente de la FIFA.
Cuando Blatter
fue electo presidente por primera vez, durante el Congreso Internacional de la
FIFA que finalizó un día antes de comenzar el Mundial de Francia 1998,
venciendo en la votación al camerunés Issa Hayatou –que en aquel tiempo lo
acusó de corrupción para luego llegar a reemplazarlo en 2015 de manera interina
cuando el suizo salió por la ventana, justamente por hechos de corrupción-,
quien le levantó la mano como si fuera un boxeador que acaba de ganar su título
mundial, fue Grondona.
Ya el entonces
veterano dirigente argentino era acusado por los medios ingleses de toda laya
de ser el responsable de la gran caja de los cheques de la FIFA y quien, con un
guiño de un ojo, era capaz de incidir en las decisiones de Blatter. “Me bastaba
una mirada de Julio para entenderlo”, llegó a confesar más tarde el suizo.
Grondona iba al baño siempre antes de los congresos importantes porque sabía
que luego sería imposible moverse de la silla. No había que perderse nada.
Sin embargo,
Grondona llegó a los cargos más altos de la FIFA por una casualidad, casi de
contragolpe, aprovechando un error adversario. Cuando en 1985 estaba por terminar su mandato
como presidente de la Conmebol el peruano Teófilo Salinas, quien llegó a ocupar
el sillón principal durante exactos veinte años, un Grondona ya en ascenso se
había ilusionado para ocupar algún cargo dejado por éste, o al menos, tener la
posibilidad de incidir en algún puesto para aumentar su poder en el fútbol
sudamericano.
El fallecido
dirigente argentino se comunicó entonces con Havelange, a Río de Janeiro, y el
brasileño le aconsejó que visitara personalmente a Salinas en Lima, cosa que
Grondona aceptó y de hecho, regresó ilusionado de su charla con el peruano. Sin
embargo, a los pocos días recibió una pésima noticia: Salinas le informaba que
quien ascendería al cargo de vicepresidente de la FIFA sería el uruguayo
Eduardo Rocca Couture, de amistad personal con Havelange.
Grondona
enfureció tanto, que en el congreso siguiente de la Conmebol, en 1985, en
Chile, cuando se dio a conocer la designación de Rocca Couture, lanzó junto a
su amigo Eduardo Deluca (que provenía del ascenso, igual que él) durísimas
diatribas contra Havelange, que hoy sorprenderían a más de uno visto el
derrotero que siguieron juntos años más tarde.
Pero esta furia
duraría muy poco. Rocca Couture y un Salinas en retirada cometerían un grave
error cuando aceptaron que por la penetración de la Coca Cola en la URSS, la
dirigencia chilena aceptara que el Mundial sub-20 cambiara de manos hacia otro
continente, y de esta forma, Havelange llamaría a Grondona para que se
reunieran a solas en México DF en diciembre de 1985 durante el sorteo del
Mundial.
Allí, cuando
Grondona menos se lo hubiera imaginado, la perinola caería de su lado y se encontraba
con la posibilidad de reinsertarse en la FIFA, al punto de acceder meses
después a la vicepresidencia, mientras que en la Conmebol asumía el paraguayo
Nicolás Leoz, y como secretario general, su amigo Deluca.
Con la muerte de
Grondona, fue su sucesor interino en la AFA, Luis Segura, quien ocupó una de
las representaciones de la Conmebol ante la FIFA aunque ya la fuerza argentina
se había desmoronado, especialmente cuando un año más tarde, en 2015, explotó
el FIFA-Gate y cayó toda la plana mayor de la entidad sudamericana con sede en
Paraguay.
Argentina cayó
definitivamente en desgracia y mucho peor aún luego del vergonzoso 38-38 de
diciembre de 2015 para elegir presidente de la AFA. Wilmar Valdez, el entonces
presidente de la Asociación Uruguaya (AUF) tomaba entonces el lugar dejado por
Argentina, que se había quedado sin representación importante en Zurich, más
allá de algunas pocas comisiones de segundo orden, sin peso general en las
decisiones.
Pero, como en
1985, Tapia tuvo la suerte necesaria, más allá de todos los lobbies que pudo
haber hecho ante Gianni Infantino, presidente de la FIFA desde 2016. Porque por
más asados y reuniones que le haya armado en sus visitas a Buenos Aires y de
arrancarle una promesa de vuelta a los primeros planos en cuanto algún hueco se
produjera, durante el Mundial de Rusia, se produjo de la manera más inesperada.
Valdez estaba a
días de ser reelecto para otro período en la AUF cuando aparecieron unas
escuchas telefónicas que lo involucraron en negociados con dinero para sistema
de iluminación de estadios en Uruguay y entonces decidió no volver a
presentarse, desatando un huracán en su país que terminó con un extraño pedido
de la Conmebol para que la FIFA interviniera la AUF (así será hasta febrero de
2019), que suena mucho a bloquear desde el organismo sudamericano cualquier
intento del empresario uruguayo Francisco “Paco” Casal de acceder a los
derechos de TV de las copas internacionales.
Y al renunciar
Valdez, su lugar como representante de Conmebol ante la FIFA quedó vacante y
fue tomado, interinamente ahora, por Tapia. Lo llamativo es que la entidad
sudamericana nunca comunicara si se trataba formalmente de un congreso,
asamblea, o lo que fuere. Todo allí se hace a puertas cerradas y apenas, luego,
aparece un escueto comunicado, como si hubiera mucho que esconder.
Lo cierto es que
Tapia, el yerno del poderoso sindicalista Hugo Moyano (presidente de
Independiente, acusado por un fiscal de defraudar al club por 30 millones de
dólares), hincha de Boca, y presidente de Barracas Central, ahora llega a la
FIFA cuando sigue sin poder definir quién será el DT de la selección
argentina…pero que nadie se entere, por las dudas.
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