Durante los
primeros días de su gestión como entrenador del Fútbol Club Barcelona, Ernesto
Valverde recién pudo tranquilizarse cuando recibió el mejor consejo para
relacionarse con el mejor jugador del mundo, Lionel Messi. “No le digas nada,
ya se le va a pasar”, le dijo Pepe Costa en el campo deportivo del club en San
Joan Despí.
Valverde estaba
preocupado porque veía enojado a Messi porque no le salían las cosas como
quería y no sabía cómo acercársele. “Hazme caso, es mejor así, se cabrea, pero
se le pasa rápido”, le insistió Costa, tal vez, desde hace unos años, quien
mejor lo conoce y más trata al crack argentino en el ambiente del fútbol.
Algunos lo
llaman “el conseguidor” del Barcelona, porque es el encargado de encontrar
soluciones para los jugadores del plantel futbolístico, aunque todos saben que
hoy por hoy cumple, especialmente, las funciones de vocero, acompañante, gestor
y si hace falta, guardaespaldas de Messi. Lo que se dice, un amigo inseparable
del diez azulgrana.
A Pepe Costa
Moix, alto, fornido, casi siempre sonriendo y mostrando casi toda su dentadura,
se lo puede ver al lado de Messi al llegar o salir de un aeropuerto, observando
un partido en el palco, en un entrenamiento del Barcelona o la selección
argentina, en el túnel que conduce a la cancha en cualquier partido, junto al
resto de jugadores azulgranas, o en cualquier foto de “La Pulga” relacionada
con temas futbolísticos.
Marcador
central, salido de las divisiones inferiores del Barcelona en La Masía, Costa
terminó jugando en el Murcia y en el Sabadell (otro equipo catalán), y el
permanecer en el ambiente futbolístico le permitió relacionarse con Sandro
Rosell, entonces ejecutivo de la empresa Nike en Brasil, y allí vivió varios
años.
Cuando Rosell
asumió como vicepresidente del Barcelona en la gestión de Joan Laporta, en
2003, se llevó a Pepe Costa para gestionar la oficina de atención al jugador,
aunque terminó mucho más cerca de Messi que del resto de sus compañeros por una
cuestión de afinidad.
Cuando se
produjo el conflicto con Laporta y Rosell salió de la vicepresidencia del
Barcelona, se creyó que la suerte de Costa estaba jugada, pero no sólo resistió
y continuó ya con su amigo en la presidencia, sino que pudo seguir incluso con
Josep María Bartomeu, el actual mandatario, aunque vivió también algunas
zozobras.
Costa lo pasó
mal a fines de 2014, cuando hubo movimientos políticos internos cuando Luis
Enrique Martínez era el director técnico del equipo en su primera de las tres
temporadas y la relación con Messi y otros de sus compañeros era muy tirante.
Luis Enrique,
ahora entrenador de la selección española, no tenía buena relación ni con Costa
ni con Marcelo “Daddy” D’Andrea, fisioterapeuta de la selección argentina y otro
de los mejores amigos de Messi, y además, el vestuario tampoco se llevaba bien
con el entonces team manager del equipo, Emili Sabadell, quien respondía al
director general del club, Antoni Rossich.
El plantel
endilgaba a Sabadell que por sus acciones había sido despedido del club el
legendario utilero Txema Corbella, el primer día de la pretemporada y que
Costa, en ese tiempo, estaba apartado del vestuario.
En medio de ese
tenso clima, el viernes 2 de enero de 2015, el plantel del Barcelona debía regresar
de un mini descanso por Navidad, que había sido otorgado a regañadientes por
Luis Enrique. En la primera sesión del entrenamiento vespertino, el DT dividió
al grupo en tres equipos para un mini torneo. Estaban 4-4 en la final cuando
Messi gambeteó a algunos rivales y Javier Mascherano fue con todo abajo, a
barrer y se llevó jugador y pelota, pero el entrenador, árbitro del partidito,
no cobró nada. Además, en el desconcierto, el equipo rival del de Messi marcó
el 5-4.
“Nunca cobrás nada, eso es un foul clarísimo”,
le dijo Messi, con mala cara, pero Luis Enrique le respondió que “no fue nada,
no te quejes más” y el crack remató “lo que pasa es que me tenés ganas desde
hace tiempo”, según contó un testigo privilegiado de los hechos. La
conversación fue subiendo de tono, y entonces apareció Xavi Hernández para
llevarse al DT fuera del campo y el entrenamiento finalizó abruptamente.
Tras no
dirigirse la palabra el sábado, Messi descubrió que no estaba entre los
titulares para el domingo en Anoeta ante la Real Sociedad. Desde el
departamento de Prensa se optó por disfrazar la situación por “un cuadro de
gastroenteritis”, y aunque entró en el segundo tiempo por Munir, el Barcelona
perdió 1-0 con gol en contra de Jordi Alba. El lunes 5 de enero, horas previas
al Día de Reyes, unos diez mil niños concurrieron al Miniestadi para ver en
acción a los jugadores, aunque en especial a Messi, pero éste no aparecería por
el entrenamiento.
Tras todo tipo
de llamados y whatsapps a Messi, y a su pareja Antonella y a Costa, sin ninguna
respuesta, Luis Enrique fue agrandando la idea de expedientar al crack, sin que
nada pudiera hacer siquiera el director deportivo, Andoni Zubizarreta, quien
pendía de un hilo y a los pocos días sería destituido.
Recién hay un
contacto al final del día, a través de Xavi y siempre por intermedio de Costa,
y en el que el amigo de Messi le reitera la receta para que se la traslade al
DT. “Hay que dejarlo tranquilo”. A lo que Xavi le agrega de su propia
experiencia: “esto ya lo viví otras veces, él es así”. Todo se zanja el
miércoles con un diálogo a solas entre jugador y entrenador, de casi una hora,
previo al entrenamiento. Entre los mayores reclamos de Messi aparecieron las
distantes relaciones con Costa, por parte del cuerpo técnico, y lo ocurrido con
el utilero Corbella. Como corolario, Costa –apartado de los viajes del plantel-
ocupó el lugar de Sabadell como team manager del club de allí en adelante.
Si bien la
función de Costa es asistir a los jugadores en su integración a la ciudad y al
club, puede decirse que está mucho más abocado a solucionar los problemas de
Messi que del resto. Tiene vía libre para viajar con él a la Argentina en cada
convocatoria de la selección (función en la que reemplazó al fisioterapeuta del
club, Juanjo Brau) y fue reemplazando al padre, Jorge Messi, en algunos
trámites y representaciones.
Para Messi, es
más que un amigo, una especie de segundo padre. En determinadas ocasiones
suelen hablar en código (“¿me trajiste aquello?”, “¿vas a hacer lo que me
decías?”) y se suele ir de vacaciones con la familia, además de haber estado,
lógicamente, en su casamiento. Después, se quedó en Rosario, en unas mini
vacaciones, con las familias de Luis Suárez y Cesc Fábregas, dos de los mejores
amigos del crack argentino. También suele viajar con Messi a los distintos
acontecimientos, como las promociones publicitarias o las entregas de premios
por todo el mundo.
Algunos
prefieren definirlo como “guardia de seguridad” de su acompañante y suele ser
muy estricto resguardando la privacidad del futbolista. Le ha llegado a decir
que no a Gerard Piqué en grabaciones caseras en aviones para que “La Pulga”
descanse y hasta puede llegar a exagerar como cierta vez cuando unas niñas se
le acercaron a Messi para sacarse una foto con él. Eran las sobrinas de Tamara
Gorro, presentadora de TV y pareja de Ezequiel Garay. Pero atrás de ellas
estaba Pepe, con su ceño fruncido, y él también salió en la imagen, al fondo,
atrás del astro.
También es capaz
de generar reacciones adversas, pese a su habitual sonrisa, como el día de la
goleada de la selección española a la argentina por 6-1 en el Wanda
Metropolitano de Madrid poco antes del Mundial de Rusia, cuando se unicó en un
palco privado junto con Messi, quien no jugó ese partido. La prensa española
destacó que Costa se lamentaba en cada gol de “La Roja” pese a que en este
equipo participaron tres jugadores del Barcelona, y festejó el gol albiceleste
en pleno primer plano de las cámaras de TV tomando a su estrella amiga.
En noviembre de
2017, justo cuando Messi se aliviaba por la clasificación para el Mundial,
Costa tuvo un accidente con su bicicleta, con una fractura de pelvis que lo
mantuvo alejado del vestuario azulgrana por varios meses y no pudo estar cuando
le dieron a Messi el Botín de Oro.
El hijo de Pepe
Costa, Álvaro, también vivió en Brasil y resultó muy importante para el
Barcelona por su muy buen dominio del portugués y su heredada capacidad para
relacionarse con los jugadores y el ambiente del fútbol, como por ejemplo, en
la adaptación de Neymar al Barcelona, cuando llegó en 2012 procedente del
Santos.
Álvaro también
fue muy importante para el acercamiento del agente André Cury al Barcelona a
partir de la amistad que hicieron en los tiempos de Nike Brasil. Costa acercó a Cury a Rosell
y de hecho, se le atribuye haber sido el autor de la foto de Rosell con
Ronaldinho de 2003 durante la campaña electoral que le dio el triunfo a
Laporta, así como fue el responsable de traer jugadores brasileños
sin éxito como Keirrison en 2009- costó 14 millones de euros y no jugó ni
siquiera amistosos- o Henrique en 2008 - 10 millones, no jugó ningún partido
oficial-.
Lo más
trascendente de Cury fue haber transformado en nada el acuerdo de Neymar y su
padre con el Real Madrid en 2012 para que recalara en el Barcelona. En 2017, el
club catalán intentó retener a Neymar ante las presiones del PSG pero no pudo
hacer nada, aunque luego, el agente participó en el fichaje de Arthur. Hoy, es
el representante de la entidad en Brasil.
Alvaro Costa
acabó sumándose, en tiempos de Neymar, a lo que el jugador y sus amigos llaman
“Los Toiss”, que empezó siendo “Nois”, por “nosotros”, y fue derivando hacia
reemplazar la “n” por la T”, que de hecho, es el símbolo que mostraban sus
amigos uniendo los brazos, en un gesto que define una canción que Neymar
bailaba muchas veces. Se popularizó con esta canción, “Eh tudo toiss”, que es
como Neymar y sus amigos se llaman cuando están de buen humor.
Varios de estos
amigos terminaron viviendo en Barcelona con Neymar, cobrando desde 4000 a 6000
euros por distintos servicios al jugador, disfrutando de fiestas o jugando al
póker hasta altas horas de la noche, con croupieres facilitados por el casino,
que por distintas normativas no podía mandarle una mesa directamente. En esas
mesas jugaba el hijo de Pepe Costa, que luego acabó marchándose con Neymar al
PSG, cumpliendo una función muy similar a la de su padre con Messi.
Si bien el
Barcelona negó pago alguno del club a Cury, el amigo de Álvaro Costa, por el pase de Neymar al PSG, no puso el
mismo énfasis en cuanto a un posible acuerdo desde los tiempos de Rosell para
que el agente se llevara un tres por ciento de un futuro pase del
brasileño (6,6 millones de euros, en
este caso).