La Champions
League ya parece un karma para el Paris Saint Germain. Sus poderosos dirigentes
cambian de entrenador, fichan jugadores más allá de lo que el reglamento les
permite, parece que por fin consiguieron todo para apuntar al gran objetivo de
la temporada, el título europeo, pero otra vez tuvieron que vivir, desde el
Palco de Honor del estadio del Parque de los Príncipes, cómo su equipo quedaba
eliminado muy lejos de una final, en los octavos, en el último minuto y ante un
rival que casi no hizo nada para merecerlo, el Manchester United.
En 2018, el PSG
se había gastado 400 millones de euros solo en los fichajes del brasileño
Neymar y de la joven estrella francesa Kyllian Mbappé, y tras un 4-0 al
Barcelona en París, aún con un rival complicado, la vuelta de los octavos de
final parecía un trámite. Más aún cuando tras estar 3-0 abajo, pudo marcar un
gol y los catalanes entonces necesitarían llegar a seis. Sin embargo, el
“milagro” ocurrió y todas las críticas apuntaron a un club sin alma y con
demasiado dinero, con jugadores acomodados y sin espíritu de lucha. Desde ya
que su entrenador, el español Unai Emery (ahora en el Arsenal) fue despedido,
aunque ganara el resto de los torneos en disputa.
El dueño del
PSG, el catarí Nasser Al Khelaiffi, poderoso dirigente a partir de las empresas
Qatar Sports Investments y de BeIn Sports (consorcio mediático que forma parte
de Al Jazeera), decidió redoblar esfuerzos, reforzar algunas zonas del campo
(lo más resonante fue la llegada del portero italiano Gianluiggi Buffon) y por
si fuera poco, ingresó hace escasos días al Comité Ejecutivo de la UEFA junto a
Andrea Agnelli (Juventus) como representante de la Asociación de Clubes
Europeos (ECA) justo cuando la entidad europea investiga a su club por
incumplir las normas del Fair Play Financiero (no se puede superar un techo de
gastos por cada club).
Lo que investiga
la UEFA cada vez con lupa más grande es si los fondos con que ficha jugadores
el PSG no provienen directamente desde Catar, camuflado en empresas estatales.
En la jerga del fútbol eso se dio en llamar “doping financiero”. En el caso del
PSG, según cifras de principios de 2018, facturaba alrededor de 540 millones de
euros anuales, cuya mayor parte provenía de Qatar Airways y de Bein Sports, que
posee los derechos de TV de las competencias europeas.
Mientras tanto,
y con todos esos fondos, lo único que parece importarle al PSG es el salto
hacia la Champions League, para tratar de colocarse definitivamente entre las
potencias, y el club decidió fichar como entrenador al alemán Thomas Tuchel, de
gran trabajo anterior en el Borussia Dortmund.
Pero de poco le
sirve al club haber ganado la Supercopa francesa (4-0 al Mónaco) a principios
de temporada, o haber llegado a la semifinal de la Copa de Francia (enfrentará
al Nantes el 3 de abril), o marchar como líder de la Liga a 17 puntos del
segundo, el Lille, a falta de 11 jornadas, lo que significa que tiene el título
prácticamente ganado.
Esta vez, por
los octavos de final, había que asegurarse el pase ante un Manchester United en
recomposición, dirigido por un ex futbolista de sus tiempos de gloria cuando
era dirigido por sir Alex Ferguson hace dos décadas, el noruego Oleg Gunnar
Solskjaer, tras el estrepitoso fracaso del portugués José Mourinho.
Parecía que
ahora sí, con Tuchel en el banquillo, las cosas no serían como en la temporada
pasada y el PSG se impuso 0-2 en Old Trafford cortando una seguidilla de
triunfos de los “Red Devils”. La vuelta
en el Parque de los Príncipes de París parecía aún más llevadera que la
revancha ante el Barcelona de 2018 por los mismos octavos de final y por si
fuera poco, los ingleses llegaban con un equipo diezmado por las ausencias por
lesiones y suspensiones, de Paul Pogba, Anthony Martial, Ander Herrera, Alexis
Sánchez, Juan Mata, Jesse Lingard, Nemanja Matic y Antonio Valencia.
A cambio, el
entrenador Solskjaer tuvo que apelar a lo que le quedaba, con Victor Lindelöf
(habitual defensa central) en el lateral derecho, a Ashley Young, junto a Fred,
Scott Mc Tominay y Andreas Pereira, en un mediocampo improvisado, dejando
arriba a Romelu Lukaku y a Marcus Rashford. Demasiado poco para remontar un 0-2
en contra en la ida.
Pero el
Manchester United se encontró, desde el inicio, con un inesperado regalo. Un
muy mal pase atrás del lateral Kehrer dejó a Lukaku solo ante Buffon y el 0-1
llegó pronto. El PSG pareció absorber enseguida el error, dominó completamente
el partido, y lo empató con un centro desde la derecha de Mbappé para que
definiera por la izquierda su lateral Bernat.
La diferencia
era enorme entre uno y otro. El PSG llevaba todo el peso del partido, y el
United soportaba como podía, a la espera de una nueva posibilidad, aunque fuera
aislada. Y llegó el segundo regalo, cuando un remate de Rashford no pudo ser
retenido por Buffon y Lukaku aprovechó el rebote. Era el 1-2 y los ingleses,
otra vez a un gol de la clasificación.
Lo extraño llegó
en la segunda parte. Porque el PSG seguía perdiendo pese a que tuvo el 69 por
ciento de la posesión del balón y ante un United que ni siquiera en los últimos
minutos salió a buscar el tercer gol que necesitaba, aunque más no fuera, por
la tradición de este club tan ganador y con un entrenador que supo ser el autor
del tanto que en 1999 le dio un título de Champions en la última jugada de la
final.
Incluso,
ingresaron en el United dos jóvenes de la cantera como Mason Greenwood y Tahith
Chong en los últimos diez minutos, reforzando la idea de que sólo un milagro
podría darle la clasificación. Y en la última jugada, un disparo de otro de los
suplentes, Diogo Dalot, pareció rebotar en el cuerpo de Kimpembe hacia el
córner, pero el árbitro esloveno Damir Skomina (compatriota del presidente de
la UEFA, Aleksander Ceferin), fue convocado por el VAR y se comprobó que la
pelota, en verdad había rebotado en el codo del defensor francés. Penal, y la
tranquilidad de Rashford para marcar el gol que le dio la inesperada
clasificación a los ingleses en medio de un silencio sepulcral.
Otra vez el PSG
quedaba eliminado en los octavos de final de la Champions en la última jugada y
cuando parecía que en la ida tenía todo atado. Una vez más, se quedaba sin su
principal objetivo. Y otra vez, Buffon, a los 41 años, se quedaba sin ganar una
Champions.
Si la
eliminación del tricampeón consecutivo de Europa, Real Madrid, había sido
noticia de impacto, la del PSG también lo es, por lo inesperada y porque habrá
que estudiar en profundidad un caso como este, con tantas estrellas y todo a
favor, otra vez eliminado en el último minuto.
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