Estimados lectores: Hemos recibido un interesantísimo artículo sobre el partido de anoche entre Lanús y San Lorenzo por parte del amigo y colega Octavio Palazzo. Consideramos que vale la pena publicarlo y cotejarlo con el nuestro, para que haya dos puntos de vista y esto los ayude a sacar conclusiones desde una mirada distinta a la habitual de los medios.
Lanús y este extraño momento
Si hablamos estrictamente de fútbol, no quedan muchas dudas sobre el muy buen equipo que posee, y el excelente trabajo realizado en sus divisiones inferiores en los últimos años. El hecho de que se encuentre entre los privilegiados en las posiciones en el Torneo Clausura no significa, en este sentido, ninguna casualidad. Desde hace tiempo que el equipo del joven Zubeldía está donde está por su coherencia, inscripto en el contexto de un club en constante crecimiento.
También se sabe que hasta hace pocos años, Lanús, junto a Vélez Sársfield, integraba el minoritario grupo de los díscolos en cuanto a la relación con la AFA. Justamente esto es lo que, desde hace unos meses, comenzó a ponerse en una inquietante duda. ¿Algo pasó entre la dirigencia de Lanús y la AFA? ¿Hubo algún cambio, antes imperceptible y ahora cada vez más visible, por lo que desde la calle Viamonte se vería con buenos ojos que, en comparación con sus dos contrincantes al título de campeón del Clausura, se prefiera a los granates?
El puntapié inicial lo dio, acaso voluntaria y directamente, Julio César Falcioni, el director técnico de Bánfield el día del clásico del sur, hace sólo una semana. Ese día, aún perdiendo Bánfield ante los granates, Falcioni no se refirió, como suelen hacerlo los técnicos perdedores, a una mala tarea del árbitro en su contra, sino directamente a que "últimamente, a Lanús lo están beneficiando mucho". Como siempre, en nuestro periodismo mediocre y pelotizado, poco se hurgó desde medios que están imposibilitados de hacerlo, en la mayor parte de los casos, por sus intereses. Pero a nosotros, al pequeño grupo de periodistas independientes, nos quedó la espina. ¿Por qué Falcioni dijo lo que dijo y no se refirió a lo mal que dirigió el árbitro en su contra, o sólo diciendo que se equivocó, como pudo haber dicho? si nos remontamos a una semana antes del clásico, en el partido Newells-Bánfield, se produjo la extraña expulsión del goleador uruguayo Santiago Silva, el delantero de más peso en el "Taladro", cuando se pudo comprobar que fue a todas luces injusta. Esa expulsión, casualmente, privaba a Silva del clásico, en el que apenas comenzado, también resultó expulsado un jugador de Bánfield (Maxi Bustos) a los 29 minutos del primer tiempo.
Como si esto fuera poco, en la jornada 16, ante un San Lorenzo de extraña actitud, con jugadores displicentes, que tardaban años en llegar al arco rival y que luego no remataban, o lo hacían a metros del travesaño con una sorprendente ineficacia (hay que recordar que Lanús pelea por el campeonato junto a dos rivales históricos de San Lorenzo, como Vélez y Huracán, y que en la semana, el plantel de Simeone fue visitado por "El Gordo Ito", uno de los jefes de la "barra brava"), Lanús se benefició con un raro penal cobrado por el árbitro Gustavo Bassi, por agarrón (evidente, sí) de la camiseta de Christian Ledesma a Matías Fritzler, cuando el partido no se destrababa y estaba 1-1 por un imprevisto gol de San Lorenzo por desviarse la pelota en el defensor Faccioli.
Recomendamos no perderse el comentario del contexto del partido que publica hoy "Clarín" en su página 57 porque no tiene desperdicio. Con todos los intereses en juego, por los que el diario viene haciendo la vista gorda, otorgando más lugar a los que divagan sobre bares de la ciudad, bastante se dice en esta nota sobre el partido. Por ejemplo, que Bassi jamás otorga este tipo de penales, porque no es su característica (como sí lo hacía Castrilli, por ejemplo), o que Bassi le advirtió a un defensor de San Lorenzo que "sigan marcando, que ahora viene el gol" minutos antes del penal, o, más sugestivo aún es lo que el propio Bassi dijo lacónicamente sobre el penal, por el que un sector de la prensa dudó: ""¿Eso dijo Bottinelli? Me parece que el que no quiso ganar fue él. ¿Vieron cómo rechazó en el primer gol?". Para no ser menos, el diario de mayor tiraje en el país pone en la boca de un dirigente de San Lorenzo la siguiente frase: "Sabíamos que nos iba a cagar. Ustedes deberían hablar del peso que tiene Lanús en la AFA".
Lo cierto es que hasta el propio Fritzler reconoce que en el momento del penal, miró hacia otros sectores "para ver qué habían cobrado" al admitir que "esos penales a veces se cobran y otras, no".
En un país serio, la AFA debería investigar la actitud de San Lorenzo ante Lanús y el periodismo debería seguir el tema del extraño cambio de la AFA hacia Lanús. En este mismo blog, el colega y amigo Octavio Palazzo ensaya una explicación posible desde un lugar más relacionado con la política nacional y su entronque con el fútbol. Nosotros vemos, en cambio, una veta de estricta política futbolera, de los eternos premios y castigos de la AFA a los dirigentes de los clubes.
Haciendo memoria, nos viene a la mente el recuerdo de cuando, por fin, Lanús fue campeón en 2007 y lo que dijo Alejandro Marón, el presidente de Lanús. "Julio Grondona me había dicho cuando estábamos cerca y no ganábamos que el título ya iba a llegar, que ya iba a llegar....y por suerte llegó". Y sí, algo parece que cambió en la AFA con Lanús......el tema es el por qué.
El campeón ya está decretado (Octavio Palazzo)
El sábado por la noche, todos pudimos ver cómo se perpetraba un nuevo robo en las instancias finales del campeonato de fútbol de la Argentina. Desde ya, anticipamos que TODOS los medios, deportivos o no, hablarán, como siempre, de "equivocación","error", y otros eufemismos, para tratar de explicar lo inexplicable. O explicable, desde estas líneas. Ya fue expresado en artículos anteriores. No es un ejercicio de vanidad. Solo es decir lo que los demás callan. Anoche tenía que ganar Lanús. Y, todo iba tranquilamente hacia ese rumbo, como sucede en nuestro fútbol cuando el resultado ya está puesto de antemano. La secuencia es harto conocida: el equipo que tiene que ganar convierte un gol tempranero, el que tiene que perder (además por pedido de su hinchada) sigue el juego con una pasmosa tibieza, mientras se consumen los minutos de un partido al que los comentaristas llamarán "frío como la noche" , anodino, lejos de los arcos, y cientos de calificativos que se usan en casos como estos. Pero, como la pelota(por ahora) no se maneja por control remoto, un accidente, o sea un gol en contra fortuito, hizo que San Lorenzo empatara el partido. Y faltaba poco. ¿Qué hacemos ahora, dirían los autores intelectuales del acuerdo? Unos, los de San Lorenzo, que deseaban su propia derrota para no dejarles el campo abierto a Huracán, nada menos. Seguramente, son los mismos que en la semana denunciarán todos los males del país, dirán que estamos está lleno de corruptos, y hasta capaz que se animan a criticar las "testimoniales", ¡¡¡y más tambien!!! Pero, hay otros actores interesados en que Lanún gane el campeonato. Con intereses ajenos a los del hincha. No se si más perversos, pero seguramente más estratégicos: Es el poder político, que como ya digimos en este sitio, digita los resultados fundamentales de los torneos. Hagamos un ejercicio: Hay solo 3 equipos en condiciones de pelear el título: Lanús, Huracán y Vélez. Ninguno de los llamados "grandes". ¿Qué busca, más que el oro (que ya tienen), la Armada Brancaleone que gobierna sin verguenza a la Argentina?Adivinaron: Votos en la conurbano bonaerense. Ya no importa el resto del país. El gobierno, ya resignó su suerte en el resto del país.¿De dónde son los otros 2 equipos en lucha? De la Capital Federal. Es más, de 2 barrios de la Capital. ¿Cuantos votantes tiene Parque Patricios? ¿Cuantos tiene Liniers y Villa Luro?Lanús tiene , más o menos, 500 mil habitantes. Y no sumamos toda el área de influencia. Manuel Quindimil no está más. Pero su estructura clientelística está intacta. A cambio de votos, se pueden regalar colchones, chapas, puestos públicos, etc etc etc. Y también, un título de campeón, o bien estar en la cima al momento de votar,cuando faltaría una fecha. Ahora.....¿los triunfos deportivos aseguran apoyo popular al gobierno de turno? Es obvio que si. Hay una extensa bibliografía al respecto. Desde el tricampeonato y el estadio de Racing con Cereijo como mano derecha de Perón, hasta el Mundial 78(no en votos, sí en botas), atravesando todo el siglo 20, y lo que va del 21( ver nota más abajo "El fútbol y el poder"). Hasta el día de hoy, TODOS los periodistas de TODOS los medios, por desconocimiento o complicidad, se quedan aferrados a los reiterados "errores arbitrales". A la gente se la subestima, y se la intenta engañar, llegando el nivel de la crítica hasta " la falta de idoneidad del referato". ¿No habrá algo más que eso?
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
El ejemplo del Barcelona (Yahoo)
El triunfo del Barcelona en la Champions League, que completa una extraordinaria temporada con los éxitos en la Liga Española y en la Copa del Rey, no sólo debería ser tomado como ejemplo por parte de la mayoría de los equipos en el mundo –al menos, los que cuentan con presupuestos a su misma altura- sino también significa, al mismo tiempo, mucho más una victoria contra aquellos que defienden el resultadismo a ultranza.
Durante las últimas cuatro décadas habíamos asistido en muchos ámbitos en todo el mundo, a un discurso maquiavélico por el cual cualquier fin (eso sí, dentro del reglamento) justificaba el triunfo. Así es que aparecieron en los años sesenta los Helenio Herrera (Inter), Osvaldo Zubeldía (Estudiantes de La Plata), y en especial, el “Catenaccio”, exponente de un cerrojo defensivo para ganar con un contraataque aislado, sin importar en lo más mínimo el espectáculo.
Incluso, se llegó a festejar estos éxitos de algunos equipos poco generosos, como el triunfo del “trabajo” de la semana, del “sacrificio” de los atletas, matándose en los gimnasios, aún sin importar que en muchos entrenamientos desaparecieran hasta las pelotas de fútbol.
Lo que pasó a importar era el resultado, y lentamente, los entrenadores pasaron a ser más importantes que muchos de los jugadores, y fueron los que se llevaron los mejores salarios. Los Trappatoni, Capello, Mourinho, fueron ganando la batalla a los defensores de un fútbol lírico, ofensivo, dinámico.
El primer gran cambio en Europa lo introdujo Arrigo Sacchi en el Milan fantástico de fines de los ochenta hasta mediados de los noventa, con prodigiosos partidos y desde ya, con un excepcional plantel. Aquel fútbol de los Gullit, Van Basten, Rikjaard, Baresi o Donadoni dejó imborrables recuerdos y estableció un imperio en Europa que apenas Boca Juniors pudo igualar una década después en Sudamérica, aunque luciendo mucho menos.
Recién ahora, y aprovechando una decantación del plantel que ya había ofrecido muy buenas producciones en los años precedentes (ganando incluso una Champions League en París en 2006), un joven entrenador procedente del Barcelona B, como Josep Guardiola, consigue maravillar al mundo con un notable fútbol y un andamiaje pocas veces visto, en el que se resume la estética y el rendimiento colectivo, y en el que los jugadores con su talento potencian al conjunto, pero a su vez el conjunto potencia aún más los rendimientos individuales.
Es cierto que el Barcelona pudo no haber ganado esta Champions, si Andrés Iniesta no convierte en gol aquel dramático remate desde fuera del área ante el Chelsea en semifinales. Pero poco hubiera cambiado el concepto desde lo estrictamente estético. Tal vez, sí, los defensores del resultadismo podrían agitar su eterna bandera al decir que “no ganó” y terminó sucumbiendo ante otros estilos, más tradicionales y basados en mucho en la resistencia física.
Pero al ganar, el Barcelona se convierte en campeón de todo lo que ha jugado, con una sorprendente eficacia, con un juego casi insuperable, y con una proyección incalculable.
Por lo tanto, al ganar de manera tan contundente hasta convertirse en el mejor equipo del mundo (que formalmente deberá ratificar ahora en el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes en diciembre), no queda mucho por discutir. Si se puede ganar y de manera tan rotunda jugando estéticamente y agradando al mundo entero, no queda espacio, ni justificación, para volver a un fútbol defensivista para obtener un resultado.
En todo caso, esto podría ser mínimamente aceptado cuando un equipo de recursos muy inferiores al otro, toma recaudos para defenderse y contragolpear. Pero entre equipos con presupuestos parejos, debería ser casi una obligación buscar variantes para tratar de encontrar un sistema propio que supere al del Barcelona, algo que asoma como realmente complejo.
El Barcelona no sólo ya ha sacado amplia ventaja y torna creíble su juego, sino que al haber apostado a una determinada filosofía de respeto al espectador y a una estética del fútbol, para sus profesionales, en muchos casos formados en su cantera de “La Masía”, resulta casi una obviedad poder cumplirlo.
Por ejemplo, la triangulación que vemos en toques cortos en muchos sectores del terreno de juego, es algo que fue aprendido y practicado con creces por los jugadores durante años, hasta que hoy se lo hace casi automáticamente.
Y mientras equipos como el Inter, con el mismo presupuesto o más que el Barcelona, apuestan a dos líneas de cuatro y apenas dos atacantes para que el sueco Zlatan Ibrahimovic pueda encontrar una pelota en cualquier lugar para convertirla en gol, o “redondee” un balón que le suele llegar cuadrado, o el Liverpool apuesta a un fútbol absolutamente vertical para llegar a la red, el Barcelona toca y toca, volviendo locos a todos, rivales y público, aunque por diversas causas.
Este Barcelona no sólo es triple campeón de la temporada, sino que se ha convertido en el abanderado del fútbol total, en el exponente de la mayor belleza de este hermoso juego. Y Guardiola es el encargado de armar este equipo a partir de una frase brillante, dicha, además, en una conferencia de prensa inmediatamente posterior a su mejor día en Roma: “no arriesgar en fútbol es demasiado arriesgado”.
Durante las últimas cuatro décadas habíamos asistido en muchos ámbitos en todo el mundo, a un discurso maquiavélico por el cual cualquier fin (eso sí, dentro del reglamento) justificaba el triunfo. Así es que aparecieron en los años sesenta los Helenio Herrera (Inter), Osvaldo Zubeldía (Estudiantes de La Plata), y en especial, el “Catenaccio”, exponente de un cerrojo defensivo para ganar con un contraataque aislado, sin importar en lo más mínimo el espectáculo.
Incluso, se llegó a festejar estos éxitos de algunos equipos poco generosos, como el triunfo del “trabajo” de la semana, del “sacrificio” de los atletas, matándose en los gimnasios, aún sin importar que en muchos entrenamientos desaparecieran hasta las pelotas de fútbol.
Lo que pasó a importar era el resultado, y lentamente, los entrenadores pasaron a ser más importantes que muchos de los jugadores, y fueron los que se llevaron los mejores salarios. Los Trappatoni, Capello, Mourinho, fueron ganando la batalla a los defensores de un fútbol lírico, ofensivo, dinámico.
El primer gran cambio en Europa lo introdujo Arrigo Sacchi en el Milan fantástico de fines de los ochenta hasta mediados de los noventa, con prodigiosos partidos y desde ya, con un excepcional plantel. Aquel fútbol de los Gullit, Van Basten, Rikjaard, Baresi o Donadoni dejó imborrables recuerdos y estableció un imperio en Europa que apenas Boca Juniors pudo igualar una década después en Sudamérica, aunque luciendo mucho menos.
Recién ahora, y aprovechando una decantación del plantel que ya había ofrecido muy buenas producciones en los años precedentes (ganando incluso una Champions League en París en 2006), un joven entrenador procedente del Barcelona B, como Josep Guardiola, consigue maravillar al mundo con un notable fútbol y un andamiaje pocas veces visto, en el que se resume la estética y el rendimiento colectivo, y en el que los jugadores con su talento potencian al conjunto, pero a su vez el conjunto potencia aún más los rendimientos individuales.
Es cierto que el Barcelona pudo no haber ganado esta Champions, si Andrés Iniesta no convierte en gol aquel dramático remate desde fuera del área ante el Chelsea en semifinales. Pero poco hubiera cambiado el concepto desde lo estrictamente estético. Tal vez, sí, los defensores del resultadismo podrían agitar su eterna bandera al decir que “no ganó” y terminó sucumbiendo ante otros estilos, más tradicionales y basados en mucho en la resistencia física.
Pero al ganar, el Barcelona se convierte en campeón de todo lo que ha jugado, con una sorprendente eficacia, con un juego casi insuperable, y con una proyección incalculable.
Por lo tanto, al ganar de manera tan contundente hasta convertirse en el mejor equipo del mundo (que formalmente deberá ratificar ahora en el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes en diciembre), no queda mucho por discutir. Si se puede ganar y de manera tan rotunda jugando estéticamente y agradando al mundo entero, no queda espacio, ni justificación, para volver a un fútbol defensivista para obtener un resultado.
En todo caso, esto podría ser mínimamente aceptado cuando un equipo de recursos muy inferiores al otro, toma recaudos para defenderse y contragolpear. Pero entre equipos con presupuestos parejos, debería ser casi una obligación buscar variantes para tratar de encontrar un sistema propio que supere al del Barcelona, algo que asoma como realmente complejo.
El Barcelona no sólo ya ha sacado amplia ventaja y torna creíble su juego, sino que al haber apostado a una determinada filosofía de respeto al espectador y a una estética del fútbol, para sus profesionales, en muchos casos formados en su cantera de “La Masía”, resulta casi una obviedad poder cumplirlo.
Por ejemplo, la triangulación que vemos en toques cortos en muchos sectores del terreno de juego, es algo que fue aprendido y practicado con creces por los jugadores durante años, hasta que hoy se lo hace casi automáticamente.
Y mientras equipos como el Inter, con el mismo presupuesto o más que el Barcelona, apuestan a dos líneas de cuatro y apenas dos atacantes para que el sueco Zlatan Ibrahimovic pueda encontrar una pelota en cualquier lugar para convertirla en gol, o “redondee” un balón que le suele llegar cuadrado, o el Liverpool apuesta a un fútbol absolutamente vertical para llegar a la red, el Barcelona toca y toca, volviendo locos a todos, rivales y público, aunque por diversas causas.
Este Barcelona no sólo es triple campeón de la temporada, sino que se ha convertido en el abanderado del fútbol total, en el exponente de la mayor belleza de este hermoso juego. Y Guardiola es el encargado de armar este equipo a partir de una frase brillante, dicha, además, en una conferencia de prensa inmediatamente posterior a su mejor día en Roma: “no arriesgar en fútbol es demasiado arriesgado”.
miércoles, 27 de mayo de 2009
El Barcelona se lleva la Champions y pulveriza la polémica (Jornada)
Se acabó. Basta de polémicas absurdas en el fútbol. El Barcelona, dirigido por un humilde joven que apenas está llegando a los cuarenta años, Josep Guardiola, decidió abrir el manual del buen juego a principios de la temporada, jugó todas sus fichas a la estética y al sentido común, y demostró con creces y desde todos los ángulos posibles, que se puede ganar de esta forma, y no sólo eso: dio cuenta de que es posible arrasar con todo sin renunciar al ataque, a conservar la pelota y no meterse atrás ni defender. Eso, aunque parezca de Perogrullo, es sólo un recurso al que se apela cuando no queda otro remedio.
Y esta receta que aplicó el Bacelona, con eximios ejecutantes como Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Samuel Eto’o, Touré Yaya o el genio de nuestro compatriota Lionel Messi, autor de 41 goles en lo que va de la temporada, camino al indiscutible Balón de Oro, fue generando adeptos en todo el mundo, sin distinción de credos, ni banderas ni clases sociales, simplemente porque este es el principal motivo por el que ahora mismo usted lee este artículo y este periodista lo escribe. Porque nos apasiona el fútbol por lo hermoso que puede ser cuando se lo juega tan bien.
Y si hacemos hincapié en los artistas que ganaron el triplete con la camiseta azulgrana del Barcelona (Liga, Copa y Champions en la misma temporada, en un hecho infrecuente en Europa) es también para destacar que en el Viejo Continente, hay muchos clubes con un presupuesto igual o mayor que el Barcelona, pero que por distintas razones, han apostado por otra clase de jugadores, entrenadores o filosofías futboleras.
Esto para nada significa que la final haya sido fácil en el estadio Olímpico de Roma. Al contrario. El Barcelona debió enfrentarse a un fuertísimo equipo, de excelentes jugadores, muy ganador y que era el anterior campeón y actual ganador del Mundial de Clubes en Japón, y que ejerció un férreo dominio en los primeros diez minutos, hasta que en su primer avance, los catalanes se pusieron en ventaja por intermedio de Samuel Eto’o. Desde allí, fue otro partido porque otra vez el Barcelona sacó el manual de cómo se retiene el balón, de cómo se maneja, jugando bien, un resultado favorable hasta con el rival más exigente, y lo fue horadando hasta rematarlo con el cabezazo de Messi en el segundo tiempo.
Pero hasta esta esperadísima final de Roma no deja de ser un partido más, como la brillante definición de la Copa del Rey de hace semanas ante el Athletic de Bilbao en Valencia, o aquel tremendo y magnífico 2-6 de paliza ante el Real Madrid en el Santiago Bernabeu por la Liga. Son todos eslabones de una impresionante cadena en la que el Barcelona superó ampliamente a todos, con ciento sesenta goles en una temporada.
Volvemos al inicio: todo esto que contamos, sumado a lo hermoso de ver jugar a un equipo estético, honesto, con una propuesta de fútbol asociado, en equipo y hasta caballeresco, no hace más que enterrar el estéril debate que un sector quiso imponer por años, basado en el facilismo de un tiempo más cercano a los intereses comerciales, y que se basaba en el resultadismo para tratar de imponer una determinada manera de ver el fútbol.
Este sector tildaba de romántico, de idealista, de irreal, de fantasista, al que sostenía que el fútbol, además de lo obvio de ser un deporte competitivo, necesita de un hecho estético y que no sólo se puede ganar también de otra forma, sino que es muchísimo más fácil ganar jugando así. Ahora, quedó demostrado que hay otra vía para ganar, infinitamente mejor, y que no admite dudas, y que vale la pena apostar por este sistema y no por los otros, especulativos, que atentan contra el espectáculo y contra el sentido común.
Nada de esto inhibe la elección de otras vías, pero a partir de ahora, utilizar un sistema defensivo será como si este artículo se escribiera a máquina, o si decidiéramos mirar fútbol en una TV blanco y negro. Se puede, pero hay opciones mejores. Mucho mejores. El Barcelona es el mejor ejemplo de ello.
Y esta receta que aplicó el Bacelona, con eximios ejecutantes como Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Samuel Eto’o, Touré Yaya o el genio de nuestro compatriota Lionel Messi, autor de 41 goles en lo que va de la temporada, camino al indiscutible Balón de Oro, fue generando adeptos en todo el mundo, sin distinción de credos, ni banderas ni clases sociales, simplemente porque este es el principal motivo por el que ahora mismo usted lee este artículo y este periodista lo escribe. Porque nos apasiona el fútbol por lo hermoso que puede ser cuando se lo juega tan bien.
Y si hacemos hincapié en los artistas que ganaron el triplete con la camiseta azulgrana del Barcelona (Liga, Copa y Champions en la misma temporada, en un hecho infrecuente en Europa) es también para destacar que en el Viejo Continente, hay muchos clubes con un presupuesto igual o mayor que el Barcelona, pero que por distintas razones, han apostado por otra clase de jugadores, entrenadores o filosofías futboleras.
Esto para nada significa que la final haya sido fácil en el estadio Olímpico de Roma. Al contrario. El Barcelona debió enfrentarse a un fuertísimo equipo, de excelentes jugadores, muy ganador y que era el anterior campeón y actual ganador del Mundial de Clubes en Japón, y que ejerció un férreo dominio en los primeros diez minutos, hasta que en su primer avance, los catalanes se pusieron en ventaja por intermedio de Samuel Eto’o. Desde allí, fue otro partido porque otra vez el Barcelona sacó el manual de cómo se retiene el balón, de cómo se maneja, jugando bien, un resultado favorable hasta con el rival más exigente, y lo fue horadando hasta rematarlo con el cabezazo de Messi en el segundo tiempo.
Pero hasta esta esperadísima final de Roma no deja de ser un partido más, como la brillante definición de la Copa del Rey de hace semanas ante el Athletic de Bilbao en Valencia, o aquel tremendo y magnífico 2-6 de paliza ante el Real Madrid en el Santiago Bernabeu por la Liga. Son todos eslabones de una impresionante cadena en la que el Barcelona superó ampliamente a todos, con ciento sesenta goles en una temporada.
Volvemos al inicio: todo esto que contamos, sumado a lo hermoso de ver jugar a un equipo estético, honesto, con una propuesta de fútbol asociado, en equipo y hasta caballeresco, no hace más que enterrar el estéril debate que un sector quiso imponer por años, basado en el facilismo de un tiempo más cercano a los intereses comerciales, y que se basaba en el resultadismo para tratar de imponer una determinada manera de ver el fútbol.
Este sector tildaba de romántico, de idealista, de irreal, de fantasista, al que sostenía que el fútbol, además de lo obvio de ser un deporte competitivo, necesita de un hecho estético y que no sólo se puede ganar también de otra forma, sino que es muchísimo más fácil ganar jugando así. Ahora, quedó demostrado que hay otra vía para ganar, infinitamente mejor, y que no admite dudas, y que vale la pena apostar por este sistema y no por los otros, especulativos, que atentan contra el espectáculo y contra el sentido común.
Nada de esto inhibe la elección de otras vías, pero a partir de ahora, utilizar un sistema defensivo será como si este artículo se escribiera a máquina, o si decidiéramos mirar fútbol en una TV blanco y negro. Se puede, pero hay opciones mejores. Mucho mejores. El Barcelona es el mejor ejemplo de ello.
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Como homenaje al triunfo del Barcelona, qué mejor que una poesía, que ama tanto Guardiola, y que musicalizó un gran culé como el admirado cantautor Joan Manuel Serrat.Defensa de la alegria
Defender la alegria como una trinchera
Defender la alegria como una trinchera
defenderla del caos y de las pesadillas
de la ajada miseria y de los miserables
de las ausencias breves y las definitivas
defender la alegria como un atributo
defender la alegria como un atributo
defenderla del pasmo y de las anestesias
de los pocos neutrales y los muchos neutrones
de los graves diagnosticos y de las escopetas
defender la alegria como un estandarte
defender la alegria como un estandarte
defenderla del rayo y la melancolia
de los males endemicos y de los academicos
del rufian caballero y del oportunista
defender la alegria como una certidumbre
defender la alegria como una certidumbre
defenderla a pesar de dios y de la muerte
de los parcos suicidas y de los homicidas
y de dolor de estar absurdamente alegres
defender la alegria como algo inevitable
defender la alegria como algo inevitable
defenderla del mar y las lagrimas tibias
de las buenas costumbres y de los apellidos
del azar y tambien de la alegria
Mario Benedetti (Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,Uruguay, 14 de septiembre del 1920)
Bianchi abandonará Boca (Por Octavio Palazzo)
Amigos lectores: ustedes ya lo conocen. Octavio Palazzo, agudísimo periodista, es un amigo de la casa. Y como tal, nos ha enviado su nueva columna, con una visión distinta de la que suelen tener los medios sobre lo que sucede en Boca Juniors.
Bianchi abandonará Boca
Carlos Bianchi siempre fue un hombre de palabra. Pero, sabedor del valor que la PALABRA tiene en la Argentina, al momento de firmar su contrato como "manager" de Boca Juniors , la encuadró con marco de oro, haciendo constar expresamente en su acuerdo con la institución, una cláusula inédita: que NI PENSARAN en él como sustituto directo de Carlos Ischia. Nadie imaginaba que el conflicto se desataría tan pronto. Producto de que a mediados de año venían recortes en los salarios de los jugadores, bajo el eufemismo de "pesificación", a la vez que se contrataba un "manager" con salario del primer mundo, "los players" resolvieron voluntariamente bajarse, no sólo del torneo local, sino también de la Copa Libertadores. No hay que ser un genio para darse cuenta. Aún el Boca decadente y ausente de figuras, como el de Carmelo Faraone, con el Gallego Vázquez, Berta, Sotelo, Scotta, Lúquez y Compañía, metía al rival de turno en un área de la Bombonera a fuerza de pelotazos.y se forzaban penales,reales o inventados.¿Alguien vio actitud semejante, en un Boca con jugadores de selección como no tenía desde la década del 60, en el escándalo del jueves??? Cualquier ojo futbolero se da cuenta que la respuesta es "NO". Ante tamaño panorama, los jugadores, y el mundo del futbol todo, sabía que la suerte de Ischia estaba echada. Y sobre Boca, llegó otro terremoto: cómo seguir. Como Ischia no quiso renunciar, lo dejaron como técnico "testimonial" hasta finalizar el torneo. Como una forma de ganar tiempo ante el desconcierto generalizado. Y, mientras se tiraban sobre la mesa nombres de otros técnicos también "testimoniales", comenzó una despiadada presión hacia Carlos Bianchi, para que borre con el codo lo que firmó con la mano. ¡¡¡¡Justo a Carlos Bianchi!!!! quien no tuvo empacho en dejar hablando sólo al "Berlusconi de las pampas", en una conferencia de prensa en vivo, con imágenes que dieron la vuelta al mundo. Y a Bianchi comenzaron a presionarlo todos, en una confluencia de intereses notable. Desde una tira deportiva del mediodía, un veterano conductor le pide a gritos que asuma como técnico. Acostumbrado a militar en las filas de la impunidad y el todo vale, el vocero del indulto a los genocidas,le dice que no tenga miedo. A su vez, lo presionan los dirigentes, sabedores de que asumiendo el Virrey, es la única forma que tienen de salir del laberinto en el que están metidos. Entonces, asi como el agua busca su curso natural, el domingo, con cánticos y carteles por doquier, lo presionará el hincha de Boca. ¿Nadie sabe tampoco que Bianchi no es de Boca? ¿Y no está demasiado grande el hijo de Amor,para dejarse presionar por su hijo y su esposa, como cándidamente dice cierta prensa ? Ante tamañas muestras de indignidad hacia él ...¿Alguien puede pensar que un hombre de palabra, al que se le caen los pergaminos de los bolsillos, ,puede quedarse un segundo semestre más en Boca, desde el cargo que fuere? Ni "manager" ni mucho menos técnico. Quizá antes de que termine el campeonato, lo veremos de nuevo en la cancha del club de sus amores. Que no es la Bombonera, justamente.
Bianchi abandonará Boca
Carlos Bianchi siempre fue un hombre de palabra. Pero, sabedor del valor que la PALABRA tiene en la Argentina, al momento de firmar su contrato como "manager" de Boca Juniors , la encuadró con marco de oro, haciendo constar expresamente en su acuerdo con la institución, una cláusula inédita: que NI PENSARAN en él como sustituto directo de Carlos Ischia. Nadie imaginaba que el conflicto se desataría tan pronto. Producto de que a mediados de año venían recortes en los salarios de los jugadores, bajo el eufemismo de "pesificación", a la vez que se contrataba un "manager" con salario del primer mundo, "los players" resolvieron voluntariamente bajarse, no sólo del torneo local, sino también de la Copa Libertadores. No hay que ser un genio para darse cuenta. Aún el Boca decadente y ausente de figuras, como el de Carmelo Faraone, con el Gallego Vázquez, Berta, Sotelo, Scotta, Lúquez y Compañía, metía al rival de turno en un área de la Bombonera a fuerza de pelotazos.y se forzaban penales,reales o inventados.¿Alguien vio actitud semejante, en un Boca con jugadores de selección como no tenía desde la década del 60, en el escándalo del jueves??? Cualquier ojo futbolero se da cuenta que la respuesta es "NO". Ante tamaño panorama, los jugadores, y el mundo del futbol todo, sabía que la suerte de Ischia estaba echada. Y sobre Boca, llegó otro terremoto: cómo seguir. Como Ischia no quiso renunciar, lo dejaron como técnico "testimonial" hasta finalizar el torneo. Como una forma de ganar tiempo ante el desconcierto generalizado. Y, mientras se tiraban sobre la mesa nombres de otros técnicos también "testimoniales", comenzó una despiadada presión hacia Carlos Bianchi, para que borre con el codo lo que firmó con la mano. ¡¡¡¡Justo a Carlos Bianchi!!!! quien no tuvo empacho en dejar hablando sólo al "Berlusconi de las pampas", en una conferencia de prensa en vivo, con imágenes que dieron la vuelta al mundo. Y a Bianchi comenzaron a presionarlo todos, en una confluencia de intereses notable. Desde una tira deportiva del mediodía, un veterano conductor le pide a gritos que asuma como técnico. Acostumbrado a militar en las filas de la impunidad y el todo vale, el vocero del indulto a los genocidas,le dice que no tenga miedo. A su vez, lo presionan los dirigentes, sabedores de que asumiendo el Virrey, es la única forma que tienen de salir del laberinto en el que están metidos. Entonces, asi como el agua busca su curso natural, el domingo, con cánticos y carteles por doquier, lo presionará el hincha de Boca. ¿Nadie sabe tampoco que Bianchi no es de Boca? ¿Y no está demasiado grande el hijo de Amor,para dejarse presionar por su hijo y su esposa, como cándidamente dice cierta prensa ? Ante tamañas muestras de indignidad hacia él ...¿Alguien puede pensar que un hombre de palabra, al que se le caen los pergaminos de los bolsillos, ,puede quedarse un segundo semestre más en Boca, desde el cargo que fuere? Ni "manager" ni mucho menos técnico. Quizá antes de que termine el campeonato, lo veremos de nuevo en la cancha del club de sus amores. Que no es la Bombonera, justamente.
lunes, 25 de mayo de 2009
El despropósito de Ischia
Carlos Ischia se irá de Boca Juniors. Algo que debió ocurrir mucho antes y que parece que sucederá demasiado después. Los resultados, que a veces son los que mandan porque condicionan económicamente a los clubes y porque generan tontas reglas del capitalismo por las cuales, en el contexto deportivo, un entrenador termina siendo "exitoso" si gana, generaron que Ischia continuara en el cargo en 2009 cuando ya debía irse en diciembre. Pero aquel angustioso título del Apertura, conseguido a duras penas y por apenas un gol ante Tigre, con un penoso andar durante las diecinueve fechas para lograr alcanzar un triangular más que todo por la propia caída de San Lorebzo, lo venían disimulando. Muchos ya se olvidan de que en la última fecha, en la Bombonera y ante Colón, la distancia de 3-0 pasó a ser de 3-2 cuando quedaba cerca de media hora para el final. Nunca Boca dio garantías de solvencia y con un director técnico que fue encargándose de tirar por la borda cada uno de los beneficios con los que en los últimos años se encontraba cualquiera que ocupara el banquillo en el club de la ribera. El activo de contar con el mejor plantel de América fue derivando en la aparición de dos grupos claramente diferenciados. Uno, mayoritario, detrás del líder positivo, Martín Palermo. Y otro, minoritario, junto a Juan Román Riquelme, que comenzó a parecerse a aquel de los últimos tiempos en el Villarreal, creyéndose dueño de todo. Y ese Riquelme fue perdiendo fuerza, y ganando terreno debido a que contó siempre con los favores de Ischia, que pensó que tendiéndole la alfombra roja, se aseguraría el control del problema del juego, al fin y al cabo, lo único que interesaba. Pero no fue así y hasta un entrenador tuerto y caprichoso como Diego Maradona, en la selección, llegó a ver que el rendimiento del diez boquense distaba de ser el que debía y generó un problema por falta de códigos. Pero Ischia seguía sin verlo. Tal vez, incapacitado para hacerlo.
Tampoco pudo Ischia ir llevando como correspondía a los excelentes jugadores surgidos de las divisiones inferiores. Porque se dice que los partidos los ganan los chicos, pero los campeonatos, los grandes. Esto significa que a los valores jóvenes hay que irlos llevando de a poco. Pero se llegó a la definición del Apertura, y Javier García casi nunca se había puesto la camiseta titular en el arco. Y no sólo lo pagó caro, sino que con la llegada del veteranísimo Roberto Abbondanzieri, Ischia repitió el esquema con Josué Ayala, al que sigue sin darle partidos, ni siquiera los de menor cuantía, mientras que en la zaga central llegó a plantar a dos juveniles juntos.
Tanmpoco hubo coherencia en el ataque. Pocos técnicos en el continente cuentan con seis delanteros del nivel de los que tiene Boca. Tres extremos (en tiempos de carencia de esta clase de jugadotres en el mundo) y tres centrodelanteros. Sin embargo, ischia varió hasta confundir a todos. Incluso, en partidos de clara necesidad de dominio, ingresó el rapidito Noir, cuando tenía que entrar Mouche, y en partidos de contragolpe, llegó a jugar con Mouche cuando debía jugar Noir.
En todo ese desconcierto, en el que los jugadores fueron perdiendo también su nivel individual a falta de un sistema colectivo mínimo que los sostuviera, la dirigencia optó por su continuidad sólo porque en el Apertura, San Lorenzo se cayó. Y ya en el Clausura y la Copa Libertadores, la realidad fue contundente y aquello que estaba resquebrajado a fines de 2008, se rompió en todo sentido en 2009.
La dirigencia de Boca, es cierto, tuvo dos golpes en poco tiempo: la salida de Mauricio Macri a la Ciudad de Buenos Aires como jefe de gobierno la dejó sin su líder (aunque también, sin explicar algunos tantos negociados), y la muerte inesperada de Pedro Pompilio, sin su dirigente principal en el post-macrismo. Esto es cierto, como también, que la contratación de Carlos Bianchi como manager, sólo discutida por cierta prensa que lo odia por su absoluta y total coherencia, poco habitual en estos tiempos, fue lo mejor que la comisión directiva pudo haber hecho en lo que va de la temporada.
Pero Boca, con la enorme diferencia de plantel, economía y poderío de estos años, debió proyectar en convertirse en el Barcelona sudamericano, en el equipo de mejor fútbol, el que genere los mejores espectáculos, e ir renovando su plantel de a poco, subiendo los excelentes juveniles que posee como derivación del gran trabajo del maestro Jorge Bernardo Griffa en tantos años.
Pero no fue así. Pasó Ischia, quien sigue hasta el final del Clausura aunque lo más probable es que esto genere, por descreimiento en los jugadores y en el vacío de un mensaje sin sentido de alguien que se va, que Boca termine último, algo inédito para su riquísima historia. Pero los dirigentes siguen sin verlo, como tampoco, que renovar el contrato a Palermo y a Riquelme al mismo tiempo, significa prolongar el conflicto, cuando pocos entrenadores están capacitados para destrabarlo, evidentemente la dirigencia misma no puede hacerlo, y Bianchi no quiere.
Párrafo aparte para el Virrey: pocas veces en el ambiente del fútbol, se puede encontrar a alguien con tanta palabra y lealtad como la de Bianchi hacia Ischia. Hasta hizo colocar una cláusula en el contrato para no asumir cuando su amigo se fuera, y se mantiene firme.
Pocos lo pueden ver. Pero es lógico: en esta Argentina de los tiempos mediocres y la abundancia de grises, un buen gesto es visto con sospecha.
Tampoco pudo Ischia ir llevando como correspondía a los excelentes jugadores surgidos de las divisiones inferiores. Porque se dice que los partidos los ganan los chicos, pero los campeonatos, los grandes. Esto significa que a los valores jóvenes hay que irlos llevando de a poco. Pero se llegó a la definición del Apertura, y Javier García casi nunca se había puesto la camiseta titular en el arco. Y no sólo lo pagó caro, sino que con la llegada del veteranísimo Roberto Abbondanzieri, Ischia repitió el esquema con Josué Ayala, al que sigue sin darle partidos, ni siquiera los de menor cuantía, mientras que en la zaga central llegó a plantar a dos juveniles juntos.
Tanmpoco hubo coherencia en el ataque. Pocos técnicos en el continente cuentan con seis delanteros del nivel de los que tiene Boca. Tres extremos (en tiempos de carencia de esta clase de jugadotres en el mundo) y tres centrodelanteros. Sin embargo, ischia varió hasta confundir a todos. Incluso, en partidos de clara necesidad de dominio, ingresó el rapidito Noir, cuando tenía que entrar Mouche, y en partidos de contragolpe, llegó a jugar con Mouche cuando debía jugar Noir.
En todo ese desconcierto, en el que los jugadores fueron perdiendo también su nivel individual a falta de un sistema colectivo mínimo que los sostuviera, la dirigencia optó por su continuidad sólo porque en el Apertura, San Lorenzo se cayó. Y ya en el Clausura y la Copa Libertadores, la realidad fue contundente y aquello que estaba resquebrajado a fines de 2008, se rompió en todo sentido en 2009.
La dirigencia de Boca, es cierto, tuvo dos golpes en poco tiempo: la salida de Mauricio Macri a la Ciudad de Buenos Aires como jefe de gobierno la dejó sin su líder (aunque también, sin explicar algunos tantos negociados), y la muerte inesperada de Pedro Pompilio, sin su dirigente principal en el post-macrismo. Esto es cierto, como también, que la contratación de Carlos Bianchi como manager, sólo discutida por cierta prensa que lo odia por su absoluta y total coherencia, poco habitual en estos tiempos, fue lo mejor que la comisión directiva pudo haber hecho en lo que va de la temporada.
Pero Boca, con la enorme diferencia de plantel, economía y poderío de estos años, debió proyectar en convertirse en el Barcelona sudamericano, en el equipo de mejor fútbol, el que genere los mejores espectáculos, e ir renovando su plantel de a poco, subiendo los excelentes juveniles que posee como derivación del gran trabajo del maestro Jorge Bernardo Griffa en tantos años.
Pero no fue así. Pasó Ischia, quien sigue hasta el final del Clausura aunque lo más probable es que esto genere, por descreimiento en los jugadores y en el vacío de un mensaje sin sentido de alguien que se va, que Boca termine último, algo inédito para su riquísima historia. Pero los dirigentes siguen sin verlo, como tampoco, que renovar el contrato a Palermo y a Riquelme al mismo tiempo, significa prolongar el conflicto, cuando pocos entrenadores están capacitados para destrabarlo, evidentemente la dirigencia misma no puede hacerlo, y Bianchi no quiere.
Párrafo aparte para el Virrey: pocas veces en el ambiente del fútbol, se puede encontrar a alguien con tanta palabra y lealtad como la de Bianchi hacia Ischia. Hasta hizo colocar una cláusula en el contrato para no asumir cuando su amigo se fuera, y se mantiene firme.
Pocos lo pueden ver. Pero es lógico: en esta Argentina de los tiempos mediocres y la abundancia de grises, un buen gesto es visto con sospecha.
El mejor partido del mundo (Yahoo)
No hay mejor partido en el mundo entero, que el que jugarán este miércoles en Roma el Manchester United y el Fútbol Club Barcelona. Por el poderío de sus clubes, por ser los ingleses los actuales campeones de Europa y del mundo, y porque los catalanes tienen actualmente el juego más brillante. La Champions League, el torneo más prestigioso del planeta, tendrá la gala que se merece y tal vez la mejor de los últimos tiempos.
En cuanto a los antecedentes de ambos equipos, no hay dudas de que se trata de dos conjuntos coperos, con vasta experiencia en disputas de torneos continentales y ya habiendo sido campeones de la Champions (Manchester United en 1968, 1999 y 2008, y el Barcelona en 1992 y 2006), mientras que los dos han tenido tradicionalmente protagonismo en sus propias ligas y copas.
De hecho, ambos son los actuales ganadores en sus ligas, que, además, hoy son indiscutiblemente las dos mejores ligas del mundo. El Manchester United ha sido perseguido por el Liverpool hasta el final, obligándolo a un gran esfuerzo, mientras que el Barcelona pudo haber sido campeón de España mucho antes, de no ser por la excelente segunda rueda del Real Madrid, que desde la llegada de Juande Ramos como entrenador, sólo había cedido un empate hasta volver a enfrentar al mismísimo Barcelona y recién allí, caer categóricamente 2-6 en el estadio Santiago Bernabeu.
Si hablamos de ambos entrenadores, la diferencia está dada en la enorme experiencia del escocés sir Alex Fergusson, quien accedió al cargo en el lejano 1986 para ir acercándose tanto al Liverpool en títulos, que ya ha empatado el palmarés a nivel local (18) y se ha acercado a nivel internacional (si gana el miércoles la Champions, obtendrá la cuarta contra cinco de los “reds”). Todo lo contrario ocurre con Josep Guardiola, surgido como jugador en la cantera del Barcelona, y quien accedió al plantel profesional al inicio de esta temporada, luego de haber dirigido solamente al equipo B en la categoría Segunda B (Tercera división española).
Si de jugadores se trata, la cita no puede ser mejor. Podremos observar in situ el mejor duelo individual posible entre los dos mejores jugadores del mundo de la actualidad. El portugués Cristiano Ronaldo, ya consagrado como FIFA World Player y Balón de Oro en la temporada pasada, en el Manchester United y tal vez en su partido despedida, si se confirma su tan polémico pase al Real Madrid, y el argentino Lionel Messi, acaso el jugador más brillante de este momento, con una cuarentena de goles en la temporada y claro conductor de un conjunto de estrellas como es el Barcelona.
Pero ninguno de los dos equipos se queda en sus máximos exponentes. El Manchester United posee un plantel sólido y de probados jugadores en cada posición, aún cuando no podrá contar con el volante escocés Fletcher, suspendido, y desde ya con otro volante de contención, Owen Heargraves, lesionado durante toda la temporada. Todo esto puede hacer mermar demasiado el sistema de marcaje y justo ante un rival que se caracteriza por monopolizar la pelota. Pero más allá de estas ausencias, también hay mucha riqueza para contar en el ataque, algo de lo que no muchos equipos pueden presumir, y así es que además de Cristiano Ronaldo, Fergusson puede contar con Rooney, Tévez, Berbatov, Macheda, o Giggs y su experiencia. El Barcelona, por su parte, tendrá dos ausencias claves, como sus dos laterales habitualmente titulares, Eric Abidal y Daniel Alves, en especial éste último, acostumbrado a pasar al ataque por la derecha para sumarse a Messi y así generar superioridad sobre la marca por parte del rival de turno.
Sin embargo, también el Barcelona cuenta con riqueza para reemplazarlos, como Silvinho, y la posibilidad de volcar a la punta a Cáceres o Puyol, pero evidentemente, la falta de estos defensores y la lesión para toda la temporada de Gabriel Milito, termina por dejar al Barcelona una cierta debilidad en ese sector, y máxime teniendo que enfrentar a una potente delantera como la inglesa.
El otro punto será si el extremo izquierdo Thierry Henry podrá estar presente superando la lesión que lo alejó de las canchas en las últimas semanas. El francés es clave para abrir el juego, porque el Barcelona notó su ausencia en los últimos partidos, especialmente ante el Chelsea en semifinales. Paradójicamente, Henry disputó la final de la Champions de 2006 en París ante el Barcelona, jugando para el Arsenal, así como Gerard Piqué, el marcador central del Barcelona, tuvo un paso por el United hasta la pasada temporada.
El otro interrogante es lo que ocurrirá si el partido finaliza empatado, desde el aspecto físico, en el que ambos aparecen con una gran paridad, y en la seguridad de sus arqueros. En este sentido, el holandés Van der Sar saca una luz de diferencia sobre Víctor Valdez por su experiencia en este tipo de finales, y por ser un gran especialista en atajar penales.
Van der Sar fue considerado como el mejor jugador de la final de 2008, en Moscú, cuando el Manchester United se impuso al Chelsea por penales.
Manchester United y Barcelona se conocen bien: en 2008 tuvieron que enfrentarse en semifinales y la serie se definió de manera cerrada: fue 0-0 en el Camp Nou, donde Cristiano Ronaldo tuvo un penal a su favor al inicio, y lo desperdició, y los ingleses se impusieron 1-0 en la revancha en Old Trafford.
Ahora deben verse las caras el miércoles en Roma, en uno de los partidos más esperados de los últimos años, y que define nada menos que al próximo campeón europeo, y representante de Europa en el próximo Mundial de Clubes en Emiratos Arabes.
La mesa está servida.
En cuanto a los antecedentes de ambos equipos, no hay dudas de que se trata de dos conjuntos coperos, con vasta experiencia en disputas de torneos continentales y ya habiendo sido campeones de la Champions (Manchester United en 1968, 1999 y 2008, y el Barcelona en 1992 y 2006), mientras que los dos han tenido tradicionalmente protagonismo en sus propias ligas y copas.
De hecho, ambos son los actuales ganadores en sus ligas, que, además, hoy son indiscutiblemente las dos mejores ligas del mundo. El Manchester United ha sido perseguido por el Liverpool hasta el final, obligándolo a un gran esfuerzo, mientras que el Barcelona pudo haber sido campeón de España mucho antes, de no ser por la excelente segunda rueda del Real Madrid, que desde la llegada de Juande Ramos como entrenador, sólo había cedido un empate hasta volver a enfrentar al mismísimo Barcelona y recién allí, caer categóricamente 2-6 en el estadio Santiago Bernabeu.
Si hablamos de ambos entrenadores, la diferencia está dada en la enorme experiencia del escocés sir Alex Fergusson, quien accedió al cargo en el lejano 1986 para ir acercándose tanto al Liverpool en títulos, que ya ha empatado el palmarés a nivel local (18) y se ha acercado a nivel internacional (si gana el miércoles la Champions, obtendrá la cuarta contra cinco de los “reds”). Todo lo contrario ocurre con Josep Guardiola, surgido como jugador en la cantera del Barcelona, y quien accedió al plantel profesional al inicio de esta temporada, luego de haber dirigido solamente al equipo B en la categoría Segunda B (Tercera división española).
Si de jugadores se trata, la cita no puede ser mejor. Podremos observar in situ el mejor duelo individual posible entre los dos mejores jugadores del mundo de la actualidad. El portugués Cristiano Ronaldo, ya consagrado como FIFA World Player y Balón de Oro en la temporada pasada, en el Manchester United y tal vez en su partido despedida, si se confirma su tan polémico pase al Real Madrid, y el argentino Lionel Messi, acaso el jugador más brillante de este momento, con una cuarentena de goles en la temporada y claro conductor de un conjunto de estrellas como es el Barcelona.
Pero ninguno de los dos equipos se queda en sus máximos exponentes. El Manchester United posee un plantel sólido y de probados jugadores en cada posición, aún cuando no podrá contar con el volante escocés Fletcher, suspendido, y desde ya con otro volante de contención, Owen Heargraves, lesionado durante toda la temporada. Todo esto puede hacer mermar demasiado el sistema de marcaje y justo ante un rival que se caracteriza por monopolizar la pelota. Pero más allá de estas ausencias, también hay mucha riqueza para contar en el ataque, algo de lo que no muchos equipos pueden presumir, y así es que además de Cristiano Ronaldo, Fergusson puede contar con Rooney, Tévez, Berbatov, Macheda, o Giggs y su experiencia. El Barcelona, por su parte, tendrá dos ausencias claves, como sus dos laterales habitualmente titulares, Eric Abidal y Daniel Alves, en especial éste último, acostumbrado a pasar al ataque por la derecha para sumarse a Messi y así generar superioridad sobre la marca por parte del rival de turno.
Sin embargo, también el Barcelona cuenta con riqueza para reemplazarlos, como Silvinho, y la posibilidad de volcar a la punta a Cáceres o Puyol, pero evidentemente, la falta de estos defensores y la lesión para toda la temporada de Gabriel Milito, termina por dejar al Barcelona una cierta debilidad en ese sector, y máxime teniendo que enfrentar a una potente delantera como la inglesa.
El otro punto será si el extremo izquierdo Thierry Henry podrá estar presente superando la lesión que lo alejó de las canchas en las últimas semanas. El francés es clave para abrir el juego, porque el Barcelona notó su ausencia en los últimos partidos, especialmente ante el Chelsea en semifinales. Paradójicamente, Henry disputó la final de la Champions de 2006 en París ante el Barcelona, jugando para el Arsenal, así como Gerard Piqué, el marcador central del Barcelona, tuvo un paso por el United hasta la pasada temporada.
El otro interrogante es lo que ocurrirá si el partido finaliza empatado, desde el aspecto físico, en el que ambos aparecen con una gran paridad, y en la seguridad de sus arqueros. En este sentido, el holandés Van der Sar saca una luz de diferencia sobre Víctor Valdez por su experiencia en este tipo de finales, y por ser un gran especialista en atajar penales.
Van der Sar fue considerado como el mejor jugador de la final de 2008, en Moscú, cuando el Manchester United se impuso al Chelsea por penales.
Manchester United y Barcelona se conocen bien: en 2008 tuvieron que enfrentarse en semifinales y la serie se definió de manera cerrada: fue 0-0 en el Camp Nou, donde Cristiano Ronaldo tuvo un penal a su favor al inicio, y lo desperdició, y los ingleses se impusieron 1-0 en la revancha en Old Trafford.
Ahora deben verse las caras el miércoles en Roma, en uno de los partidos más esperados de los últimos años, y que define nada menos que al próximo campeón europeo, y representante de Europa en el próximo Mundial de Clubes en Emiratos Arabes.
La mesa está servida.
viernes, 22 de mayo de 2009
Real Madrid deposita todas sus esperanzas en Florentino Pérez (Yahoo)
Sólo la tan anunciada conferencia de prensa de un dirigente de la talla de Florentino Pérez, como candidato a presidente en las próximas elecciones del Real Madrid, podía generar tanta expectación y una revolución en el mundo futbolístico que consiguieran tapar, o al menos competir en protagonismo, a los grandes éxitos del mejor equipo del mundo de la actualidad, el Fútbol Club Barcelona.
Es que para el Real Madrid, la cuestión era Florentino Pérez, o la nada misma. El presidente de una de las más grandes constructoras del mundo, Aceros y Dragados (ACS), cuenta con el gran antecedente de haber sido quien, por fin, había logrado emprolijar las cuentas de la siempre inabordable economía blanca, pero no sólo eso: inyectó de glamour a un equipo que llevaba años navegando sin un proyecto sólido.
Cuando Pérez llegó en el 2000, pocos creían en él. Real Madrid venía de ganar nada menos que la Champions League semanas antes en París y vapuleando al Valencia de Héctor Cúper, con un 3-0 inapelable, y eso mismo dio motivos para que el entonces presidente, Lorenzo Sanz, adelantara los comicios pensando en que el resultado de la final europea lo beneficiaría. Sin embargo, para sorpresa de muchos, ocurrió todo lo contrario: el entonces ignoto Pérez, con el anuncio del fichaje de una de las estrellas del momento, el portugués Luis Figo en caso de ganar, se quedaba con el poder debido a la ilusión que generó esta promesa, porque el delantero a contratar provenía del archirival, el Barcelona, y porque los socios castigaron los irregulares movimientos del anterior mandatario. Se había llegado a difundir que Sanz hasta había sacado dinero de la caja del club para apostar a las cartas con su colega del Atlético Madrid, el ahora fallecido Jesús Gil y Gil, también siempre muy cuestionado.
Pero Pérez, al vencer, no se quedó en lo de Figo, que representó a su vez un duro golpe al Barcelona, al pagar enteramente su cláusula de rescisión. Desde ese momento, ya bajo el nuevo mandato, se estableció por primera vez en años, con la dirección deportiva del ex jugador y entrenador argentino Jorge Valdano, una clara política que se llamó de “Zidanes y Pavones” en referencia a que el plantel blanco tendría como prioridades a los jugadores surgidos de las divisiones inferiores o directamente la contratación de los llamados “galácticos”, como comenzó siendo Figo, y luego pasó con Ronaldo, Zidane, Beckham y hasta Cannavaro.
El Real Madrid brilló como nunca y ordenó sus cuentas de manera impensada, hasta llegar a no tener deudas, pero allí comenzaron los problemas de otra índole. Los contactos de Pérez con la clase política y empresaria, pero especialmente con el gobierno español de turno (el de José María Aznar), fue generando un glamour tan particular que muchos concurrían al. Palco del estadio Santiago Bernabeu para cerrar negocios y no para ver partidos.
El proyecto deportivo se fue desdibujando, y Pérez comenzó a pensar sólo en el glamour y lentamente, los fichajes fueron apuntando más a vender camisetas y a obtener beneficios de marketing, que a ganar campeonatos. Se fue por esto un jugador fundamental en el mediocampo, como el francés Claude Makelele (que pasó a llevar sus éxitos al Chelsea de José Mourinho) y en cambio llegaron otros como Beckham y vinieron los tiempos de sequía y por tanto, la renuncia del presidente,
Muchos pensaron que allí, por 2004, volverían los éxitos deportivos con un proyecto que acercara al Real Madrid a su tradición, pero el club jamás encontró solidez en estos años, a los que ahora pueden ser llamados como de transición, con presidentes que no pudieron ejercer con lineamientos claros, y hasta en el último caso, el de Ramón Calderón, su etapa comenzó mal desde el procedimiento mismo de la votación, y terminó peor, cuando como resultado de la escandalosa asamblea de asociados, aparecieron miembros de los ultras y hasta algunos que ni siquiera tenían carnet ni habilitación para votar, lo que motivó la renuncia inmediata del presidente.
Todo esto, aún con dos ligas ganadas en estos últimos años (una con Fabio Capello, in extremis, y la otra, algo más holgada, con Bern Schuster), fue generando que un clamor general pidiera el regreso de Pérez, tan criticado en su momento por haberse ido y haber torcido su proyecto original.
En días de gloria del Barcelona, en Madrid saben ue no hay muchas opciones. Era Pérez o la nada misma. La posibilidad de grandes fichajes, de inyectar un proyecto sólido para que otra vez los jugadores que siempre saca la cantera., no engrosen las filas de otros equipos (como Negredo, Mata, en su momento De la Red, Parejo, Soldado y tantos más), y ya se habla de Kaká, de Ribery, de Cristiano Ronaldo y muchos otros cracks, que todos saben que Florentino Pérez es capaz de concretar.
Es la única forma, tal vez, de tapar tantos éxitos del Barcelona, que terminó de convencer a su rival de este camino, cuando hace tan sólo dos semanas lo destrozó en el mismísimo Santiago Bernabeu con una exhibición de fútbol y un 2-6 para el recuerdo. Tan duro fue este resultado, que pese a haber empatado un solo partido en una rueda entera, y haber ganado todos los demás, nada sirvió para que el entrenador Juande Ramos fuera ratificado en su cargo. Se habla ahora de Manuel Pellegrini (Villarreal) o de Arsene Wenger (Arsenal), ambos ingenieros, y con el mismo perfil de defensa del juego bonito.
Por todo esto, Pérez representa hoy la gran ilusión del madridismo para las próximas elecciones del 14 de junio.
Es que para el Real Madrid, la cuestión era Florentino Pérez, o la nada misma. El presidente de una de las más grandes constructoras del mundo, Aceros y Dragados (ACS), cuenta con el gran antecedente de haber sido quien, por fin, había logrado emprolijar las cuentas de la siempre inabordable economía blanca, pero no sólo eso: inyectó de glamour a un equipo que llevaba años navegando sin un proyecto sólido.
Cuando Pérez llegó en el 2000, pocos creían en él. Real Madrid venía de ganar nada menos que la Champions League semanas antes en París y vapuleando al Valencia de Héctor Cúper, con un 3-0 inapelable, y eso mismo dio motivos para que el entonces presidente, Lorenzo Sanz, adelantara los comicios pensando en que el resultado de la final europea lo beneficiaría. Sin embargo, para sorpresa de muchos, ocurrió todo lo contrario: el entonces ignoto Pérez, con el anuncio del fichaje de una de las estrellas del momento, el portugués Luis Figo en caso de ganar, se quedaba con el poder debido a la ilusión que generó esta promesa, porque el delantero a contratar provenía del archirival, el Barcelona, y porque los socios castigaron los irregulares movimientos del anterior mandatario. Se había llegado a difundir que Sanz hasta había sacado dinero de la caja del club para apostar a las cartas con su colega del Atlético Madrid, el ahora fallecido Jesús Gil y Gil, también siempre muy cuestionado.
Pero Pérez, al vencer, no se quedó en lo de Figo, que representó a su vez un duro golpe al Barcelona, al pagar enteramente su cláusula de rescisión. Desde ese momento, ya bajo el nuevo mandato, se estableció por primera vez en años, con la dirección deportiva del ex jugador y entrenador argentino Jorge Valdano, una clara política que se llamó de “Zidanes y Pavones” en referencia a que el plantel blanco tendría como prioridades a los jugadores surgidos de las divisiones inferiores o directamente la contratación de los llamados “galácticos”, como comenzó siendo Figo, y luego pasó con Ronaldo, Zidane, Beckham y hasta Cannavaro.
El Real Madrid brilló como nunca y ordenó sus cuentas de manera impensada, hasta llegar a no tener deudas, pero allí comenzaron los problemas de otra índole. Los contactos de Pérez con la clase política y empresaria, pero especialmente con el gobierno español de turno (el de José María Aznar), fue generando un glamour tan particular que muchos concurrían al. Palco del estadio Santiago Bernabeu para cerrar negocios y no para ver partidos.
El proyecto deportivo se fue desdibujando, y Pérez comenzó a pensar sólo en el glamour y lentamente, los fichajes fueron apuntando más a vender camisetas y a obtener beneficios de marketing, que a ganar campeonatos. Se fue por esto un jugador fundamental en el mediocampo, como el francés Claude Makelele (que pasó a llevar sus éxitos al Chelsea de José Mourinho) y en cambio llegaron otros como Beckham y vinieron los tiempos de sequía y por tanto, la renuncia del presidente,
Muchos pensaron que allí, por 2004, volverían los éxitos deportivos con un proyecto que acercara al Real Madrid a su tradición, pero el club jamás encontró solidez en estos años, a los que ahora pueden ser llamados como de transición, con presidentes que no pudieron ejercer con lineamientos claros, y hasta en el último caso, el de Ramón Calderón, su etapa comenzó mal desde el procedimiento mismo de la votación, y terminó peor, cuando como resultado de la escandalosa asamblea de asociados, aparecieron miembros de los ultras y hasta algunos que ni siquiera tenían carnet ni habilitación para votar, lo que motivó la renuncia inmediata del presidente.
Todo esto, aún con dos ligas ganadas en estos últimos años (una con Fabio Capello, in extremis, y la otra, algo más holgada, con Bern Schuster), fue generando que un clamor general pidiera el regreso de Pérez, tan criticado en su momento por haberse ido y haber torcido su proyecto original.
En días de gloria del Barcelona, en Madrid saben ue no hay muchas opciones. Era Pérez o la nada misma. La posibilidad de grandes fichajes, de inyectar un proyecto sólido para que otra vez los jugadores que siempre saca la cantera., no engrosen las filas de otros equipos (como Negredo, Mata, en su momento De la Red, Parejo, Soldado y tantos más), y ya se habla de Kaká, de Ribery, de Cristiano Ronaldo y muchos otros cracks, que todos saben que Florentino Pérez es capaz de concretar.
Es la única forma, tal vez, de tapar tantos éxitos del Barcelona, que terminó de convencer a su rival de este camino, cuando hace tan sólo dos semanas lo destrozó en el mismísimo Santiago Bernabeu con una exhibición de fútbol y un 2-6 para el recuerdo. Tan duro fue este resultado, que pese a haber empatado un solo partido en una rueda entera, y haber ganado todos los demás, nada sirvió para que el entrenador Juande Ramos fuera ratificado en su cargo. Se habla ahora de Manuel Pellegrini (Villarreal) o de Arsene Wenger (Arsenal), ambos ingenieros, y con el mismo perfil de defensa del juego bonito.
Por todo esto, Pérez representa hoy la gran ilusión del madridismo para las próximas elecciones del 14 de junio.
El fútbol-maravilla del Barcelona comienza desde muy abajo (Jornada)
Para encontrar lo más hondo de la explicación del actual fenómeno mundial del Fútbol Club Barcelona, no hace falta viajar muy lejos. Basta, para quienes tienen la chance de visitar Buenos Aires, con hacerse una escapada a la ciudad de Luján y pasar por el Club Atlético Luján y observar cómo se preparan para la vida unos doscientos chicos preseleccionados, becados por el Barcelona Juniors, como se hizo llamar el club catalán en la Argentina, como homenaje a Boca Juniors, debido a que este predio anteriormente pertenecía a lo que fue La Candela, una institución como concentración de equipos xeneizes es el pasado.
Desde 2007, el Barcelona se inscribió jurídicamente en el país e invirtió cerca de dos millones de dólares para acondicionar el predio, que hace años explotaba el ex jugador de Boca de los años ochenta Jorge Raffo, y estableció su propio sistema de coaching para que los chicos se formen con una filosofía propia, la misma que hoy lleva a aquellos canteranos a los primeros planos internacionales. Jugadores como Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Carles Puyol, Víctor Valdez, y en gran medida nuestro Lionel Messi y hasta Cesc Fábregas, hoy indiscutida figura del Arsenal, se han formado como personas en este sistema.
Hoy, el Barcelona argentino ya tiene cuarenta pedidos de chicos por parte de nueve equipos nacionales para ingresarlos a sus filas. De estos doscientos jovencitos seleccionados en todo el país, sesenta son residentes y el resto, venidos desde todas las provincias y cuentan con cuatro pasajes anuales para visitar a sus familias y un pasaje de los familiares para visitarlos en Luján.
¿Por qué el Barcelona recurre a su propio sistema de formación de los chicos que selecciona, en vez de permitirles crecer en una estructura de equipo nacional? Porque sus dirigentes consideran que el fútbol argentino transmite valores devaluados, especialmente en tópicos como violencia en el deporte, solidaridad y principios democráticos. Todo un llamado de atención para el trabajo de divisiones inferiores, cuyo resultante vemos cada domingo en primera división.
“¡La pedagogía!”, dice con orgullo Joaquín Hernández al ser consultado sobre qué destaca del trabajo del Barcelona tan exitoso con sus juveniles, en el predio catalán ubicado detrás de la tribuna norte del mismísimo estadio Camp Nou, en la estación “Badal” del metro. “La llave se llama pedagogía, porque no se puede enseñar a ganar, sino a jugar”, dice nada menos que el papá de Xavi. Por su parte, el ex coordinador del fútbol base Jaume Olivé, sostiene con claridad que si el Real Madrid siempre abrevó de la fuente latinoamericana, el Barcelona lo hizo con la misma Europa central, de equipos que marcaron época como el MTK de Budapest, el Austria de Viena, el Sparta Praga, el Honved o el Ferencvaros de Hungría, y ha tenido en sus filas a los mejores exponentes del gran fútbol en todos los tiempos, desde Ladislao Kubala, pasando por Johan Cruyff, Johan Neeskens, Diego Maradona, Bernd Schuster, hasta brasileños de la talla de Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y hoy, a Lionel Messi. Y no fueron distintos, a excepción del más tacticista Helenio Herrera en los sesenta, los entrenadores como Rinus Michels, el propio Cruyff, Rikjaard y hoy, alguien formado en la casa, como Josep Guardiola.
La fábrica de cracks azulgrana se llama “La Masía” y el actual coordinador del fútbol-base, Albert Benaiges, insiste en que el factor más importante “es la doble pedagogía”, en el sentido de que los entrenadores de los distintos equipos son ex futbolistas y licenciados en educación física u otras disciplinas, como magisterio. “Buscamos a niños inteligentes y con buena técnica. La clave es la calidad y después se incide en la fortaleza y la rapidez”.
En vista del brillante fútbol que despliega en cada partido, y del comportamiento de sus jugadores, está claro que el sistema funciona y que lo institucional incide en mucho en los resultados finales.
Lo insólito es que pocos, en la Argentina, parecen ser proclives a estudiar los procedimientos de los que consiguen resultados asombrosos como el Barcelona, uno de los grandes ejemplos de consolidación de una filosofía futbolística.
La maravilla del fútbol que podemos ver hoy, había comenzado mucho antes, casi desde el cerebro de los dirigentes, para irse transmitiendo con coherencia a los demás. ¿Será posible que alguna vez se entienda esto entre los nuestros?.
Desde 2007, el Barcelona se inscribió jurídicamente en el país e invirtió cerca de dos millones de dólares para acondicionar el predio, que hace años explotaba el ex jugador de Boca de los años ochenta Jorge Raffo, y estableció su propio sistema de coaching para que los chicos se formen con una filosofía propia, la misma que hoy lleva a aquellos canteranos a los primeros planos internacionales. Jugadores como Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Carles Puyol, Víctor Valdez, y en gran medida nuestro Lionel Messi y hasta Cesc Fábregas, hoy indiscutida figura del Arsenal, se han formado como personas en este sistema.
Hoy, el Barcelona argentino ya tiene cuarenta pedidos de chicos por parte de nueve equipos nacionales para ingresarlos a sus filas. De estos doscientos jovencitos seleccionados en todo el país, sesenta son residentes y el resto, venidos desde todas las provincias y cuentan con cuatro pasajes anuales para visitar a sus familias y un pasaje de los familiares para visitarlos en Luján.
¿Por qué el Barcelona recurre a su propio sistema de formación de los chicos que selecciona, en vez de permitirles crecer en una estructura de equipo nacional? Porque sus dirigentes consideran que el fútbol argentino transmite valores devaluados, especialmente en tópicos como violencia en el deporte, solidaridad y principios democráticos. Todo un llamado de atención para el trabajo de divisiones inferiores, cuyo resultante vemos cada domingo en primera división.
“¡La pedagogía!”, dice con orgullo Joaquín Hernández al ser consultado sobre qué destaca del trabajo del Barcelona tan exitoso con sus juveniles, en el predio catalán ubicado detrás de la tribuna norte del mismísimo estadio Camp Nou, en la estación “Badal” del metro. “La llave se llama pedagogía, porque no se puede enseñar a ganar, sino a jugar”, dice nada menos que el papá de Xavi. Por su parte, el ex coordinador del fútbol base Jaume Olivé, sostiene con claridad que si el Real Madrid siempre abrevó de la fuente latinoamericana, el Barcelona lo hizo con la misma Europa central, de equipos que marcaron época como el MTK de Budapest, el Austria de Viena, el Sparta Praga, el Honved o el Ferencvaros de Hungría, y ha tenido en sus filas a los mejores exponentes del gran fútbol en todos los tiempos, desde Ladislao Kubala, pasando por Johan Cruyff, Johan Neeskens, Diego Maradona, Bernd Schuster, hasta brasileños de la talla de Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y hoy, a Lionel Messi. Y no fueron distintos, a excepción del más tacticista Helenio Herrera en los sesenta, los entrenadores como Rinus Michels, el propio Cruyff, Rikjaard y hoy, alguien formado en la casa, como Josep Guardiola.
La fábrica de cracks azulgrana se llama “La Masía” y el actual coordinador del fútbol-base, Albert Benaiges, insiste en que el factor más importante “es la doble pedagogía”, en el sentido de que los entrenadores de los distintos equipos son ex futbolistas y licenciados en educación física u otras disciplinas, como magisterio. “Buscamos a niños inteligentes y con buena técnica. La clave es la calidad y después se incide en la fortaleza y la rapidez”.
En vista del brillante fútbol que despliega en cada partido, y del comportamiento de sus jugadores, está claro que el sistema funciona y que lo institucional incide en mucho en los resultados finales.
Lo insólito es que pocos, en la Argentina, parecen ser proclives a estudiar los procedimientos de los que consiguen resultados asombrosos como el Barcelona, uno de los grandes ejemplos de consolidación de una filosofía futbolística.
La maravilla del fútbol que podemos ver hoy, había comenzado mucho antes, casi desde el cerebro de los dirigentes, para irse transmitiendo con coherencia a los demás. ¿Será posible que alguna vez se entienda esto entre los nuestros?.
jueves, 21 de mayo de 2009
La pelota y el poder (Por Octavio Palazzo)
Amigos lectores:
Les ofrezco aquí este articulo de uno de los mejores periodistas argentinos, además amigo, Octavio Palazzo, sobre las relaciones de muchos de los equipos argentinos y el poder político de turno en la Argentina.
La pelota y el poder
El ex presidente Néstor kirchner le paga a Alperovich su infinita lealtad con la posible llegada de los dos equipos tucumanos a la máxima división. Asimismo, Godoy Cruz está en Primera por la lealtad de Celso Jaque, rival de Cobos en Mendoza. Cuando en Rosario el Partido Justicialista perdió el municipio, vino la debacle de Newells y Rosario Central, que rozaron y rozan la promoción. Cuando Kirchner era presidente, en un acto junto a Gioja en San Juan, manifestó su expectativa porque la provincia tuviera un equipo en primera división. Al año siguiente, lo consiguió, en extrañas condiciones ante Huracán, cuando San Martín consiguió llegar del Nacional B. Todo esto hce que el poder muestre su cara en el fútbol: en la segunda provincia argentina, Córdoba, ninguno de sus cuatro principales equipos juegan en Primera. Cuando Kirchner y Marcelo Tinelli fueron socios, San Lorenzo, el club de los amores del conductor televisivo, salió campeón. Cuando el "cabezón" se fue al grupo Clarín, el "Ciclón" comenzó a perder todo lo que jugaba. Cuando Sergio Massa era el jefe de la Ansés e incondicional de los Kirchner,Tigre, el equipo de sus amores, fue subcampeón. Cuando se fue de la Ansés, Tigre cayó. Cuando lo nombran jefe de gabinete, lo premiaron con otro campañón. Y ahora que se quiere cortar solo, lo castigan con otra campaña deplorable. Mientras Alberto Fernández se mantuvo leal, Argentinos Juniors hizo una campaña bárbara, llegando a jugar la Copa Sudamericana, y fue liberado hasta hoy de los promedios del descenso. Ahora que Fernández rompió con el kirchnerismo, Argentinos se encuentra último. Cuando Yabrán y Menem tuvieron el poder, River se cansó de ganar todo. Cuando Yabrán se tuvo que exiliar en Miami,y Menem debió abandonar el poder en 1999, River empezó a vivir de esos recuerdos. Cuando Macri lanza su campaña política con apoyo del narcotráfico sudamericano, Boca ganó todo lo que se le puso por delante. Una vez que Macri logró su objetivo político, Boca gana y pierde como cualquiera. Cuando Duhalde tenía el poder (por él o por sus títeres), Banfield era sensación (con camiseta naranja, Bilos, Palacio, Paletta y Dátolo)....sin Duhalde, Banfield está a poquitos puntos de la promoción. Premios y castigos de la dictadura (y de muchos gobiernos anteriores). Guarda con el futbol!!!!!!! Es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente. Y qué decir del ascenso...y con los tradicionales clubes de la Capital Federal, con historia de Primera División, que fueron barridos en la era del narco (Platense, Ferro, Atlanta, Chacarita (volvió por Luis Barrionuevo), el mismo Huracán, All Boys, Nueva Chicago, etc). En cambio, clubes con la misma o menor tradición, pero de clientela narco-caudillesca, como los del Gran Buenos Aires, siguen sin problemas en la máxima división. Así es esto del poder......
Les ofrezco aquí este articulo de uno de los mejores periodistas argentinos, además amigo, Octavio Palazzo, sobre las relaciones de muchos de los equipos argentinos y el poder político de turno en la Argentina.
La pelota y el poder
El ex presidente Néstor kirchner le paga a Alperovich su infinita lealtad con la posible llegada de los dos equipos tucumanos a la máxima división. Asimismo, Godoy Cruz está en Primera por la lealtad de Celso Jaque, rival de Cobos en Mendoza. Cuando en Rosario el Partido Justicialista perdió el municipio, vino la debacle de Newells y Rosario Central, que rozaron y rozan la promoción. Cuando Kirchner era presidente, en un acto junto a Gioja en San Juan, manifestó su expectativa porque la provincia tuviera un equipo en primera división. Al año siguiente, lo consiguió, en extrañas condiciones ante Huracán, cuando San Martín consiguió llegar del Nacional B. Todo esto hce que el poder muestre su cara en el fútbol: en la segunda provincia argentina, Córdoba, ninguno de sus cuatro principales equipos juegan en Primera. Cuando Kirchner y Marcelo Tinelli fueron socios, San Lorenzo, el club de los amores del conductor televisivo, salió campeón. Cuando el "cabezón" se fue al grupo Clarín, el "Ciclón" comenzó a perder todo lo que jugaba. Cuando Sergio Massa era el jefe de la Ansés e incondicional de los Kirchner,Tigre, el equipo de sus amores, fue subcampeón. Cuando se fue de la Ansés, Tigre cayó. Cuando lo nombran jefe de gabinete, lo premiaron con otro campañón. Y ahora que se quiere cortar solo, lo castigan con otra campaña deplorable. Mientras Alberto Fernández se mantuvo leal, Argentinos Juniors hizo una campaña bárbara, llegando a jugar la Copa Sudamericana, y fue liberado hasta hoy de los promedios del descenso. Ahora que Fernández rompió con el kirchnerismo, Argentinos se encuentra último. Cuando Yabrán y Menem tuvieron el poder, River se cansó de ganar todo. Cuando Yabrán se tuvo que exiliar en Miami,y Menem debió abandonar el poder en 1999, River empezó a vivir de esos recuerdos. Cuando Macri lanza su campaña política con apoyo del narcotráfico sudamericano, Boca ganó todo lo que se le puso por delante. Una vez que Macri logró su objetivo político, Boca gana y pierde como cualquiera. Cuando Duhalde tenía el poder (por él o por sus títeres), Banfield era sensación (con camiseta naranja, Bilos, Palacio, Paletta y Dátolo)....sin Duhalde, Banfield está a poquitos puntos de la promoción. Premios y castigos de la dictadura (y de muchos gobiernos anteriores). Guarda con el futbol!!!!!!! Es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente. Y qué decir del ascenso...y con los tradicionales clubes de la Capital Federal, con historia de Primera División, que fueron barridos en la era del narco (Platense, Ferro, Atlanta, Chacarita (volvió por Luis Barrionuevo), el mismo Huracán, All Boys, Nueva Chicago, etc). En cambio, clubes con la misma o menor tradición, pero de clientela narco-caudillesca, como los del Gran Buenos Aires, siguen sin problemas en la máxima división. Así es esto del poder......
lunes, 18 de mayo de 2009
Jugar o chocar al fútbol
Termina una nueva fecha del Torneo Clausura, y nos deja varios elementos para el análisis, pero nos detenemos, una vez más, en este soplo de aire fresco que significa el fútbol de Huracán, luego de vapulear y bailar a este recurrentemente triste River Plate por 4-0, al que le terminan los partidos antes acaso para evitarle males mayores.
Huracán tiene un plantel hecho con muy poco presupuesto, en el contexto de un club con serios problemas económicos, y que en sus años de últimas posiciones en Primera o peleando el ascenso en la B, ha dejado su lugar de privilegio que le daba su rica historia, para ser lentamente ocupado por Vélez Sársfield y sus éxitos internacionales.
¿Hablamos de Huracán porque anda bien en el campeonato y porque tiene chances de salir campeón? apenas un poco. Lo que interesa, más allá de los números, es que Huracán ha rescatado la esencia de un fútbol argentino que fue perdiéndose por absolutos despropósitos, principalmente los técnicos y tácticos, pero también los organizativos y los institucionales.
Huracán, como lo decimos cada vez más reiteradamente, ha decidido salir a jugar cada partido. Puede ganar o perder, aunque generalmente gana, con menos dinero que el rival en cuanto a los jugadores de los que dispone. Pero lo más importante es que tiene un sistema de juego al que no renuncia, y que este sistema permite agradar a los espectadores, disfrutar y sonreir un rato, no trasmitir que la vida se va en cada pelota, porque no está en juego la vida, sino apenas un resultado, y que tampoco hace falta aclarar que se juega para ganar, tratándose de un deporte.
Huracán sale jugando desde abajo, algo de Perogrullo hasta hace algunas décadas pero que hoy se fue olvidando. Si la pelota la tiene el arquero, y la lanza con el pie en forma potente hacia adelante, pasa a dividirla cuando antes de hacerlo, su equipo (en sus pies o manos) la tenía en su totalidad. Lo lógico es no jugar a perder el balón sino a tratarde mantenerlo, y salir jugando con las manos. Pocos lo hacen, porque se ha perdido el sentido común. Huracán no necesita, ni piensa, en apelar al inconcebible "doble cinco" por el que dos jugadores cumplen la función que antes podía realizar uno solo, y hasta con físico más pesado, y para el que (como siempre) se le resta un jugador al ataque, jamás a la defensa. Huracán apela a la mayoría de jugadores con buen pie, y entonces no teme si sus dos marcadores centrales titulares no pueden jugar, y recurre entonces a dos juveniles, como Cura o Filipetto, sin que se resienta la estructura. Huracán no ve con malos ojos recurrir tampoco al "uno a uno" con un recurso perdido en el fútbol argentino, en el que casi nadie lo puede conseguir ya: la gambeta. Ni tampoco aparecen los retos de Angel Cappa, su DT, a ningún jugador que ose tirar un caño, una rabona, como en todo partido insiste (y lo bien que hace) Javier Pastore en realizar. Ah, y algo fundamental: Huracán está a sólo dos puntos de Lanús, el puntero (al que bailó con un memorable 3-0 hace pocas fechas), y no corre. No sólo no corre, sino que Cappa se jacta de haber hecho una pretemporada sin aparatos, sin esfuerzo físico grande, sólo con pelota, porque aunque muchos se hayan olvidado, esto sigue siendo fútbol y lo que interesa en el fútbol, como dice nada menos que don Alfredo Di Stéfano (que supo pasar por el Globito en 1946) es "la pelotita".
Es cierto, a veces a Huracán le cuesta algunos minutos acomodarse a los partidos. Hasta que sus jugadores comienzan a tocar, a motivarse, y a ejercitar la memoria futbolística que los lleva a volver a su juego de siempre.
Y a este paupérrimo River, que corre y que mete, pero que no juega, Huracán le hizo pasar un profundo ridículo. Porque River corría como loco, pero la pelota la tenía Huracán que, paradojicamente, no corría nada. Era la pelota la que corría, el ABC del fútbol. Correr en el fútbol (ya lo decía otro jugador que algo supo, como Johan Cruyff) no es importante. Lo que importa es que sea la pelota la que corra. Y River se la pasó corriendo en vano a Huracán. Y así le fue.
Sucede que River no es la excepción. Los medios se cansan de alabar "cómo corrió fulano o mengano", y Ricardo Caruso Lombardi no necesita de muchos buenos resultados ni de que su equipo, Racing Club, juegue demasiado bien para aparecer en primeras planas o ser reporteado por el programa central y monopólico del fútbol argentino por la TV. En cambio, si Huracán gana por paliza y a River, será transmitido a las 23,45, en los últimos quince minutos, y la explicación científica entre aparatos sofisticados que miden una velocidad de remate que nada agrega a casi nadie, será que fue River quien facilitó el juego a Huracán. Y desde ya que Cappa no tendrá posibilidades de explicar su ideario.
Hace tiempo que el fútbol argentino perdió la brújula. Partidos que cada semana son "inolvidables" porque sus equipos por fin pasaron de la media de dos goles, o que se prometen como soberanos espectáculos porque hubo expulsados, muchos goles, penales dudosos e incidentes en las tribunas. Los "buenos partidos" se miden en goles y no en calidad o estética, y las grandes atajadas en muchos casos provienen de remates al cuerpo de los arqueros. Todo vale. Observábamos imágenes del Newells-Bánfield sin entender. Para no confundir a los televidentes, los jugadores del "Taladro" estaban vestidos con una camiseta negra con vivos verdes, mientras los rosarinos, con una blanca. Si es así, ¿por qué no jugar los de Newells con la rojinegra y los sureños con la blanca y verde, al fin y al cabo, sus dos camisetas tradicionales? porque el desconcierto ya le ganó por goleada al sentido común, por lo que River juega a veces con la negra con la banda roja, Boca con la amarilla, y Racing cada día con una distinta.
En esta situación insólita que vive el fútbol argentino, en el que la mayoría sale a "chocar al fútbol" en vez de jugarlo, con jugadores vendados de tantas lesiones, con tantos actores que se revuelcan al suelo ante cada caída, y con dirigentes que aceptan que sus clubes cobren apenas cien millones de dólares de los dos mil de mínima que deberían cobrar al año por ser televisados, al menos Huracán viene a poner una mínima dosis de cordura. Pero Cappa no aparece en los medios, parece que no tienen su teléfono. O no quieren que Cappa les diga lo que ya saben que van a escuchar.
Huracán tiene un plantel hecho con muy poco presupuesto, en el contexto de un club con serios problemas económicos, y que en sus años de últimas posiciones en Primera o peleando el ascenso en la B, ha dejado su lugar de privilegio que le daba su rica historia, para ser lentamente ocupado por Vélez Sársfield y sus éxitos internacionales.
¿Hablamos de Huracán porque anda bien en el campeonato y porque tiene chances de salir campeón? apenas un poco. Lo que interesa, más allá de los números, es que Huracán ha rescatado la esencia de un fútbol argentino que fue perdiéndose por absolutos despropósitos, principalmente los técnicos y tácticos, pero también los organizativos y los institucionales.
Huracán, como lo decimos cada vez más reiteradamente, ha decidido salir a jugar cada partido. Puede ganar o perder, aunque generalmente gana, con menos dinero que el rival en cuanto a los jugadores de los que dispone. Pero lo más importante es que tiene un sistema de juego al que no renuncia, y que este sistema permite agradar a los espectadores, disfrutar y sonreir un rato, no trasmitir que la vida se va en cada pelota, porque no está en juego la vida, sino apenas un resultado, y que tampoco hace falta aclarar que se juega para ganar, tratándose de un deporte.
Huracán sale jugando desde abajo, algo de Perogrullo hasta hace algunas décadas pero que hoy se fue olvidando. Si la pelota la tiene el arquero, y la lanza con el pie en forma potente hacia adelante, pasa a dividirla cuando antes de hacerlo, su equipo (en sus pies o manos) la tenía en su totalidad. Lo lógico es no jugar a perder el balón sino a tratarde mantenerlo, y salir jugando con las manos. Pocos lo hacen, porque se ha perdido el sentido común. Huracán no necesita, ni piensa, en apelar al inconcebible "doble cinco" por el que dos jugadores cumplen la función que antes podía realizar uno solo, y hasta con físico más pesado, y para el que (como siempre) se le resta un jugador al ataque, jamás a la defensa. Huracán apela a la mayoría de jugadores con buen pie, y entonces no teme si sus dos marcadores centrales titulares no pueden jugar, y recurre entonces a dos juveniles, como Cura o Filipetto, sin que se resienta la estructura. Huracán no ve con malos ojos recurrir tampoco al "uno a uno" con un recurso perdido en el fútbol argentino, en el que casi nadie lo puede conseguir ya: la gambeta. Ni tampoco aparecen los retos de Angel Cappa, su DT, a ningún jugador que ose tirar un caño, una rabona, como en todo partido insiste (y lo bien que hace) Javier Pastore en realizar. Ah, y algo fundamental: Huracán está a sólo dos puntos de Lanús, el puntero (al que bailó con un memorable 3-0 hace pocas fechas), y no corre. No sólo no corre, sino que Cappa se jacta de haber hecho una pretemporada sin aparatos, sin esfuerzo físico grande, sólo con pelota, porque aunque muchos se hayan olvidado, esto sigue siendo fútbol y lo que interesa en el fútbol, como dice nada menos que don Alfredo Di Stéfano (que supo pasar por el Globito en 1946) es "la pelotita".
Es cierto, a veces a Huracán le cuesta algunos minutos acomodarse a los partidos. Hasta que sus jugadores comienzan a tocar, a motivarse, y a ejercitar la memoria futbolística que los lleva a volver a su juego de siempre.
Y a este paupérrimo River, que corre y que mete, pero que no juega, Huracán le hizo pasar un profundo ridículo. Porque River corría como loco, pero la pelota la tenía Huracán que, paradojicamente, no corría nada. Era la pelota la que corría, el ABC del fútbol. Correr en el fútbol (ya lo decía otro jugador que algo supo, como Johan Cruyff) no es importante. Lo que importa es que sea la pelota la que corra. Y River se la pasó corriendo en vano a Huracán. Y así le fue.
Sucede que River no es la excepción. Los medios se cansan de alabar "cómo corrió fulano o mengano", y Ricardo Caruso Lombardi no necesita de muchos buenos resultados ni de que su equipo, Racing Club, juegue demasiado bien para aparecer en primeras planas o ser reporteado por el programa central y monopólico del fútbol argentino por la TV. En cambio, si Huracán gana por paliza y a River, será transmitido a las 23,45, en los últimos quince minutos, y la explicación científica entre aparatos sofisticados que miden una velocidad de remate que nada agrega a casi nadie, será que fue River quien facilitó el juego a Huracán. Y desde ya que Cappa no tendrá posibilidades de explicar su ideario.
Hace tiempo que el fútbol argentino perdió la brújula. Partidos que cada semana son "inolvidables" porque sus equipos por fin pasaron de la media de dos goles, o que se prometen como soberanos espectáculos porque hubo expulsados, muchos goles, penales dudosos e incidentes en las tribunas. Los "buenos partidos" se miden en goles y no en calidad o estética, y las grandes atajadas en muchos casos provienen de remates al cuerpo de los arqueros. Todo vale. Observábamos imágenes del Newells-Bánfield sin entender. Para no confundir a los televidentes, los jugadores del "Taladro" estaban vestidos con una camiseta negra con vivos verdes, mientras los rosarinos, con una blanca. Si es así, ¿por qué no jugar los de Newells con la rojinegra y los sureños con la blanca y verde, al fin y al cabo, sus dos camisetas tradicionales? porque el desconcierto ya le ganó por goleada al sentido común, por lo que River juega a veces con la negra con la banda roja, Boca con la amarilla, y Racing cada día con una distinta.
En esta situación insólita que vive el fútbol argentino, en el que la mayoría sale a "chocar al fútbol" en vez de jugarlo, con jugadores vendados de tantas lesiones, con tantos actores que se revuelcan al suelo ante cada caída, y con dirigentes que aceptan que sus clubes cobren apenas cien millones de dólares de los dos mil de mínima que deberían cobrar al año por ser televisados, al menos Huracán viene a poner una mínima dosis de cordura. Pero Cappa no aparece en los medios, parece que no tienen su teléfono. O no quieren que Cappa les diga lo que ya saben que van a escuchar.
Puntero izquierdo (Mario Benedetti, 1954)
Como tributo al gran poeta Mario Benedetti, recientemente fallecido, reproducimos este relato:
Vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá de Propios. Y si no acordate del campito del Astral, donde mataron a la vieja Ulpiana. Los años que estuvo hinchándola desde el alambrado y, la fatalidad, justo esa tarde no pudo disparar por la uña encarnada. Y si no acordate de aquella canchita de mala muerte, creo que la del Torricelli, donde le movieron el esqueleto al pobre Cabeza, un negro de mano armada, puro pamento, que ese día le dio la loca de escupir cuando ellos pasaban con la bandera. Y si no acordate de los menores de Cuchilla Grande, que mandaron al nosocomio al back derecho del Catamarca, y todo porque le había hecho al capitán de ellos la mejor jugada recia de la tarde. No es que me arrepienta ¿sabés? de estar aquí en el hospital, se lo podés decir con todas las letras a la barra del Wilson. Pero para jugar más allá de Propios hay que tenerlas bien puestas. ¿O qué te parece haber ganado aquella final contra el Corrales, jugando nada menos que nueve contra once? Hace ya dos años y me parece ver al Pampa, que todavía no había cometido el afane pero lo estaba germinando, correrse por la punta y escupir el centro, justo a los cuarenta y cuatro de la segunda etapa, y yo que la veo venir y la coloca tan al ángulo que el golerito no la pudo ni pellizcar y ahí quedó despatarrado, mandándose la parte porque los de Progreso le habían echado el ojo. ¿O qué te parece haber aguantado hasta el final en la cancha del Deportivo Yi, donde ellos tenían el juez, los línema, y una hinchada piojosa que te escupían hasta en los minutos adicionales por suspensiones de juego, y eso cuando no entraban al fiel y te gritaban: "¡Yi! ¡Yi! ¡Yi!" como si estuvieran llorando, pero refregándote de paso el puño por la trompa? Y uno haciéndose el etcétera porque si no te tapaban. Lo que yo digo es que así no podemos seguir. O somos amater o somos profesional. Y si somos profesional que vengan los fasules. Aquí no es el Estadio, con protección policial y con esos mamitas que se revuelcan en el área sin que nadie los toque. Aquí si te hacen un penal no te despertás hasta el jueves a más tardar. Lo que está bien. Pero no podés pretender que te maten y después ni se acuerden de vos. Yo sé que para todos estuve horrible y no precisa que me pongas esa cara de Rosigna y Moretti. Pero ni vos ni don Amílcar entienden ni entenderán nunca lo que pasa. Claro, para ustedes es fácil ver la cosa desde el alambrado. Pero hay que estar sobre el pastito, allí te olvidás de todo, de las instrucciones del entrenador y de lo que te paga algún mafioso. Te viene una cosa de adentro y tenés que llevar la redonda. Lo ves venir al jalva con su carita de rompehueso y sin embargo no podés dejársela. Tenés que pasarlo, tenés que pasarlo siempre, como si te estuvieran dirigiendo por control remoto. Si te digo que yo sabía que esto no iba a resultar, pero don Amílcar que empieza a inflar y todos los días a buscarme a la fábrica. Que yo era un puntero de condiciones, que era una lástima que ganara tan poco, y que aunque perdiéramos la final él me iba a arreglar el pase para el Everton. Ahora vos calculá lo que representa un pase para el Everton, donde además de don Amílcar, que después de todo no es más que un cafisho de putas pobres, está nada menos que el doctor Urrutia, que ése sí es Director de Ente Autónomo y ya colocó en Talleres al entreala de ellos. Especialmente por la vieja, sabés, otra seguridad, porque en la fábrica ya estoy viendo que en la próxima huelga me dejan con dos manos atrás y una adelante. Y era pensando en esto que fui al café Industria a hablar con don Amílcar. Te aseguro que me habló como un padre, pensando, claro, que yo no iba a aceptar. A mí me daba risa tanta delicadeza. Que si ganábamos nosotros iba a ascender un club demasiado díscolo, te juro que dijo díscolo, y eso no convenía a los sagrados intereses del deporte nacional. Que en cambio el Everton hacía dos años que ganaba el premio a la corrección deportiva y era justo que ascendiera otro escalón. En la duda, atenti, pensé para mi entretela. Entonces le dije el asunto es grave y el coso supo con quién trataba. Me miró que parecía una lupa y yo le aguanté a pie firme y le repetí que el asunto es grave. Ahí no tuvo más remedio que reírse y me hizo una bruta guiñada y que era una barbaridad que una inteligencia como yo trabajase a lo bestia en esa fábrica. Yo pensé te clavaste la foja y le hice una entradita sobre Urrutia y el Ente Autónomo. Después, para ponerlo nervioso, le dije que uno también tiene su condición social. Pero el hombre se dio cuenta que yo estaba blando y desembuchó las cifras. Graso error. Allí nomás le saqué sesenta. El reglamento era éste: todos sabían que yo era el hombre-gol, así que los pases vendrían a mí como un solo hombre. Yo tenía que eludir a dos o tres y tirar apenas desviado o pegar en la tierra y mandarme la parte de la bronca. El coso decía que nadie se iba a dar cuenta que yo corría pa los italianos. Dijo que también iban a tocar a Murias, porque era un tipo macanudo y no lo tomaba a mal. Le pregunté solapadamente si también Murias iba a entrar en Talleres y me contestó que no, que ese puesto era diametralmente mío. Pero después, en la cancha, lo de Murias fue una vergüenza. El pardo no disimuló ni medio; se tiraba como una mula y siempre lo dejaban en el suelo. A los veintiocho minutos ya lo habían expulsado porque en un escrimaye le dio al entreala de ellos un codazo en el hígado. Yo veía de lejos tirándose de palo a palo al meyado Valverde, que es de esos idiotas que rechazan muy pitucos cualquier oferta como la gente, y te juro por la vieja que es un amater de órdago, porque hasta la mujer, que es una milonguita, le mete cuernos en todo sector. Pero la cosa es que el meyado se rompía y se le tiraba a los pies nada menos que a Bademian, ese armenio con patada de burro que hace tres años casi mata de un tiro libre al golero del Cardona. Y pasa que te contagiás y sentís algo adentro y empezás a eludir y seguís haciendo dribles en la línea del córner como cualquier mandrake y no puede ser que con dos hombres de menos (porque al Tito también lo echaron, pero por bruto) nos perdiéramos el ascenso. Dos o tres veces me la dejé quitar pero ¿sabés? me daba un calor bárbaro porque el jalva que me marcaba era más malo que tomar agua sudando y los otros iban a pensar que yo había disminuido mi estándar de juego. Allí el entrenador me ordenó que jugara atrasado para ayudar a la defensa y yo pensé que eso me venía al trome porque jugando atrás ya no era el hombre-gol y no se notaría tanto si tiraba como la mona. Así y todo me mandé dos boleos que pasaron arañando el palo y estaba quedando bien con todos. Pero cuando me corrí y se la pasé al Ñato Silveira para que entrara él y ese tarado me la pasó de nuevo, a mí que estaba solo, no tuve más remedio que pegar en la tierra porque si no iba a ser muy bravo no meter el gol. Entonces, mientras yo hacía que me arreglaba los zapatos, el entrenador me gritó a lo Tittaruffo: "¿Qué tenés en la cabeza? ¿Moco?". Eso, te juro, me tocó aquí dentro, porque yo no tengo moco y si no preguntale a don Amílcar, él siempre dijo que soy un puntero inteligente porque juego con la cabeza levantada. Entonces ya no vi más, se me subió la calabresa y le quise demostrar al coso ése que cuando quiero sé mover la guinda y me saqué de encima a cuatro o cinco y cuando estuve solo frente al golero le mandé un zapatillazo que te lo boliodire y el tipo quedó haciendo sapitos pero exclusivamente a cuatro patas. Miré hacia el entrenador y lo encontré sonriente como aviso de Rider y recién entonces me di cuenta que me había enterrado hasta el ovario Los otros me abrazaban y gritaban: " jPa los contras!", y yo no quería dirigir la visual hacia donde estaba don Amílcar con el doctor Urrutia o sea justo en la banderita de mi córner, pero en seguida empezó a llegarme un kilo de putiadas, en la que reconocí el tono mezzosoprano del delegado y la ronquera con bitter de mi fuente de recursos. Allí el partido se volvió de trámite intenso porque entró la hinchada de ellos y le llenaron la cara de dedos a más de cuatro. A mí no me tocaron porque me reservaban de postre. Después quise recuperar puntos y pasé a colaborar con la defensa, pero no marcaba a nadie y me pasaban la globa entre las piernas como a cualquier gilberto. Pero el meyado estaba en su día y sacaba al córner tiros imposibles. Una vuelta se la chingué con efecto y todo, y ese bestia la bajó con una sola mano. Miré a don Amílcar y al delegado, a ver si se daban cuenta que contra el destino no se puede, pero don Amílcar ya no estaba y el doctor Urrutia seguía moviendo los labios como un bagre. Allí nomás terminó uno a cero y los muchachos me llevaron en andas porque había hecho el gol de la victoria y además iba a la cabeza en la tabla de los escores. Los periodistas escribieron que mi gol, ese magnífico puntillazo, había dado el más rotundo mentís a los infames rumores circulantes. Yo ni siquiera me di la ducha porque quería contarle a la vieja que ascendíamos a Intermedia. Así que salí todo sudado, con la camiseta que era un mar de lágrimas, en dirección al primer teléfono. Pero allí nomás me agarraron del brazo y por el movado de oro le di la cana a la bruta manaza de don Amílcar. Te juro que creía que me iba a felicitar por el triunfo, pero está clavado que esos tipos no saben perderla. Todo el partido me la paso chingándola y tirando desviado o sea hipotecando mis prestigios, y eso no vale nada. Después me viene el sarampión y hago un gol de apuro y eso está mal. Pero ¿y lo otro? Para mí había cumplido con los sesenta que le había sacado de anticipo, así que me hice el gallito y le pregunté con gran serenidad y altura si le había hablado al delegado sobre mi puesto en Talleres. El coso ni mosquió y casi sin mover los labios, porque estábamos entre la gente, me fue diciendo podrido, mamarracho, tramposo, andá a joder a Gardel, y otros apelativos que te omito por respeto a la enfermera que me cuida como una madre. Dimos vuelta una esquina y allí estaba el delegado. Yo como un caballero le pregunté por la señora, y el tipo, como si nada, me dijo en otro orden la misma sarta de piropos, adicionando los de pata sucia, maricón y carajito. Yo pensé la boca se te haga un lago, pero la primera torta me la dio el Piraña, aparecido de golpe y porrazo, como el ave fénix, y atrás de él reconocí al Gallego y al Chiche, todos manyaorejas de Urrutia, el cual en ningún momento se ensució las manos y sólo mordía una boquilla muy pituca, de ésas de contrabando. La segunda piña me la obsequió el Canilla, pero a partir de la tercera perdí el orden cronológico y me siguieron dando hasta las calandrias griegas. Cuando quise hacerme una composición de lugar, ya estaba medio muerto. Ahí me dejaron hecho una pulpa y con un solo ojo los vi alejarse por la sombra. Dios nos libre y se los guarde, pensé con cierta amargura y flor de gusto a sangre. Miré a diestro y siniestro en busca de S.O.S. pero aquello era el desierto de Zárate. Tuve que arrastrarme más o menos hasta el bar de Seoane, donde el rengo me acomodó en el camión y me trajo como un solo hombre al hospital. Y aquí me tenés. Te miro con este ojo, pero voy a ver si puedo abrir el otro. Difícil, dijo Cañete. La enfermera, que me trata como al rey Farú y que tiene, como ya lo habrás jalviado, su bruta plataforma electoral, dice que tengo para un semestre. Por ahora no está mal, porque ella me sube a upa para lavarme ciertas ocasiones y yo voy disfrutando con vistas al futuro. Pero la cosa va a ser después: el período de pases ya se acaba. Sintetizando, que estoy colgado. En la fábrica ya le dijeron a la vieja que ni sueñe que me vayan a esperar. Así que no tendré más remedio que bajar el cogote y apersonarme con ese chitrulo de Urrutia, a ver si me da el puesto en Talleres como me habían prometido.
(Tomado de "Montevideanos" Primera Parte, Tomo 9, Mario Benedetti. Obras Fundamentales, Ediciones La República, Montevideo - Uruguay, julio de 1991)
Vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá de Propios. Y si no acordate del campito del Astral, donde mataron a la vieja Ulpiana. Los años que estuvo hinchándola desde el alambrado y, la fatalidad, justo esa tarde no pudo disparar por la uña encarnada. Y si no acordate de aquella canchita de mala muerte, creo que la del Torricelli, donde le movieron el esqueleto al pobre Cabeza, un negro de mano armada, puro pamento, que ese día le dio la loca de escupir cuando ellos pasaban con la bandera. Y si no acordate de los menores de Cuchilla Grande, que mandaron al nosocomio al back derecho del Catamarca, y todo porque le había hecho al capitán de ellos la mejor jugada recia de la tarde. No es que me arrepienta ¿sabés? de estar aquí en el hospital, se lo podés decir con todas las letras a la barra del Wilson. Pero para jugar más allá de Propios hay que tenerlas bien puestas. ¿O qué te parece haber ganado aquella final contra el Corrales, jugando nada menos que nueve contra once? Hace ya dos años y me parece ver al Pampa, que todavía no había cometido el afane pero lo estaba germinando, correrse por la punta y escupir el centro, justo a los cuarenta y cuatro de la segunda etapa, y yo que la veo venir y la coloca tan al ángulo que el golerito no la pudo ni pellizcar y ahí quedó despatarrado, mandándose la parte porque los de Progreso le habían echado el ojo. ¿O qué te parece haber aguantado hasta el final en la cancha del Deportivo Yi, donde ellos tenían el juez, los línema, y una hinchada piojosa que te escupían hasta en los minutos adicionales por suspensiones de juego, y eso cuando no entraban al fiel y te gritaban: "¡Yi! ¡Yi! ¡Yi!" como si estuvieran llorando, pero refregándote de paso el puño por la trompa? Y uno haciéndose el etcétera porque si no te tapaban. Lo que yo digo es que así no podemos seguir. O somos amater o somos profesional. Y si somos profesional que vengan los fasules. Aquí no es el Estadio, con protección policial y con esos mamitas que se revuelcan en el área sin que nadie los toque. Aquí si te hacen un penal no te despertás hasta el jueves a más tardar. Lo que está bien. Pero no podés pretender que te maten y después ni se acuerden de vos. Yo sé que para todos estuve horrible y no precisa que me pongas esa cara de Rosigna y Moretti. Pero ni vos ni don Amílcar entienden ni entenderán nunca lo que pasa. Claro, para ustedes es fácil ver la cosa desde el alambrado. Pero hay que estar sobre el pastito, allí te olvidás de todo, de las instrucciones del entrenador y de lo que te paga algún mafioso. Te viene una cosa de adentro y tenés que llevar la redonda. Lo ves venir al jalva con su carita de rompehueso y sin embargo no podés dejársela. Tenés que pasarlo, tenés que pasarlo siempre, como si te estuvieran dirigiendo por control remoto. Si te digo que yo sabía que esto no iba a resultar, pero don Amílcar que empieza a inflar y todos los días a buscarme a la fábrica. Que yo era un puntero de condiciones, que era una lástima que ganara tan poco, y que aunque perdiéramos la final él me iba a arreglar el pase para el Everton. Ahora vos calculá lo que representa un pase para el Everton, donde además de don Amílcar, que después de todo no es más que un cafisho de putas pobres, está nada menos que el doctor Urrutia, que ése sí es Director de Ente Autónomo y ya colocó en Talleres al entreala de ellos. Especialmente por la vieja, sabés, otra seguridad, porque en la fábrica ya estoy viendo que en la próxima huelga me dejan con dos manos atrás y una adelante. Y era pensando en esto que fui al café Industria a hablar con don Amílcar. Te aseguro que me habló como un padre, pensando, claro, que yo no iba a aceptar. A mí me daba risa tanta delicadeza. Que si ganábamos nosotros iba a ascender un club demasiado díscolo, te juro que dijo díscolo, y eso no convenía a los sagrados intereses del deporte nacional. Que en cambio el Everton hacía dos años que ganaba el premio a la corrección deportiva y era justo que ascendiera otro escalón. En la duda, atenti, pensé para mi entretela. Entonces le dije el asunto es grave y el coso supo con quién trataba. Me miró que parecía una lupa y yo le aguanté a pie firme y le repetí que el asunto es grave. Ahí no tuvo más remedio que reírse y me hizo una bruta guiñada y que era una barbaridad que una inteligencia como yo trabajase a lo bestia en esa fábrica. Yo pensé te clavaste la foja y le hice una entradita sobre Urrutia y el Ente Autónomo. Después, para ponerlo nervioso, le dije que uno también tiene su condición social. Pero el hombre se dio cuenta que yo estaba blando y desembuchó las cifras. Graso error. Allí nomás le saqué sesenta. El reglamento era éste: todos sabían que yo era el hombre-gol, así que los pases vendrían a mí como un solo hombre. Yo tenía que eludir a dos o tres y tirar apenas desviado o pegar en la tierra y mandarme la parte de la bronca. El coso decía que nadie se iba a dar cuenta que yo corría pa los italianos. Dijo que también iban a tocar a Murias, porque era un tipo macanudo y no lo tomaba a mal. Le pregunté solapadamente si también Murias iba a entrar en Talleres y me contestó que no, que ese puesto era diametralmente mío. Pero después, en la cancha, lo de Murias fue una vergüenza. El pardo no disimuló ni medio; se tiraba como una mula y siempre lo dejaban en el suelo. A los veintiocho minutos ya lo habían expulsado porque en un escrimaye le dio al entreala de ellos un codazo en el hígado. Yo veía de lejos tirándose de palo a palo al meyado Valverde, que es de esos idiotas que rechazan muy pitucos cualquier oferta como la gente, y te juro por la vieja que es un amater de órdago, porque hasta la mujer, que es una milonguita, le mete cuernos en todo sector. Pero la cosa es que el meyado se rompía y se le tiraba a los pies nada menos que a Bademian, ese armenio con patada de burro que hace tres años casi mata de un tiro libre al golero del Cardona. Y pasa que te contagiás y sentís algo adentro y empezás a eludir y seguís haciendo dribles en la línea del córner como cualquier mandrake y no puede ser que con dos hombres de menos (porque al Tito también lo echaron, pero por bruto) nos perdiéramos el ascenso. Dos o tres veces me la dejé quitar pero ¿sabés? me daba un calor bárbaro porque el jalva que me marcaba era más malo que tomar agua sudando y los otros iban a pensar que yo había disminuido mi estándar de juego. Allí el entrenador me ordenó que jugara atrasado para ayudar a la defensa y yo pensé que eso me venía al trome porque jugando atrás ya no era el hombre-gol y no se notaría tanto si tiraba como la mona. Así y todo me mandé dos boleos que pasaron arañando el palo y estaba quedando bien con todos. Pero cuando me corrí y se la pasé al Ñato Silveira para que entrara él y ese tarado me la pasó de nuevo, a mí que estaba solo, no tuve más remedio que pegar en la tierra porque si no iba a ser muy bravo no meter el gol. Entonces, mientras yo hacía que me arreglaba los zapatos, el entrenador me gritó a lo Tittaruffo: "¿Qué tenés en la cabeza? ¿Moco?". Eso, te juro, me tocó aquí dentro, porque yo no tengo moco y si no preguntale a don Amílcar, él siempre dijo que soy un puntero inteligente porque juego con la cabeza levantada. Entonces ya no vi más, se me subió la calabresa y le quise demostrar al coso ése que cuando quiero sé mover la guinda y me saqué de encima a cuatro o cinco y cuando estuve solo frente al golero le mandé un zapatillazo que te lo boliodire y el tipo quedó haciendo sapitos pero exclusivamente a cuatro patas. Miré hacia el entrenador y lo encontré sonriente como aviso de Rider y recién entonces me di cuenta que me había enterrado hasta el ovario Los otros me abrazaban y gritaban: " jPa los contras!", y yo no quería dirigir la visual hacia donde estaba don Amílcar con el doctor Urrutia o sea justo en la banderita de mi córner, pero en seguida empezó a llegarme un kilo de putiadas, en la que reconocí el tono mezzosoprano del delegado y la ronquera con bitter de mi fuente de recursos. Allí el partido se volvió de trámite intenso porque entró la hinchada de ellos y le llenaron la cara de dedos a más de cuatro. A mí no me tocaron porque me reservaban de postre. Después quise recuperar puntos y pasé a colaborar con la defensa, pero no marcaba a nadie y me pasaban la globa entre las piernas como a cualquier gilberto. Pero el meyado estaba en su día y sacaba al córner tiros imposibles. Una vuelta se la chingué con efecto y todo, y ese bestia la bajó con una sola mano. Miré a don Amílcar y al delegado, a ver si se daban cuenta que contra el destino no se puede, pero don Amílcar ya no estaba y el doctor Urrutia seguía moviendo los labios como un bagre. Allí nomás terminó uno a cero y los muchachos me llevaron en andas porque había hecho el gol de la victoria y además iba a la cabeza en la tabla de los escores. Los periodistas escribieron que mi gol, ese magnífico puntillazo, había dado el más rotundo mentís a los infames rumores circulantes. Yo ni siquiera me di la ducha porque quería contarle a la vieja que ascendíamos a Intermedia. Así que salí todo sudado, con la camiseta que era un mar de lágrimas, en dirección al primer teléfono. Pero allí nomás me agarraron del brazo y por el movado de oro le di la cana a la bruta manaza de don Amílcar. Te juro que creía que me iba a felicitar por el triunfo, pero está clavado que esos tipos no saben perderla. Todo el partido me la paso chingándola y tirando desviado o sea hipotecando mis prestigios, y eso no vale nada. Después me viene el sarampión y hago un gol de apuro y eso está mal. Pero ¿y lo otro? Para mí había cumplido con los sesenta que le había sacado de anticipo, así que me hice el gallito y le pregunté con gran serenidad y altura si le había hablado al delegado sobre mi puesto en Talleres. El coso ni mosquió y casi sin mover los labios, porque estábamos entre la gente, me fue diciendo podrido, mamarracho, tramposo, andá a joder a Gardel, y otros apelativos que te omito por respeto a la enfermera que me cuida como una madre. Dimos vuelta una esquina y allí estaba el delegado. Yo como un caballero le pregunté por la señora, y el tipo, como si nada, me dijo en otro orden la misma sarta de piropos, adicionando los de pata sucia, maricón y carajito. Yo pensé la boca se te haga un lago, pero la primera torta me la dio el Piraña, aparecido de golpe y porrazo, como el ave fénix, y atrás de él reconocí al Gallego y al Chiche, todos manyaorejas de Urrutia, el cual en ningún momento se ensució las manos y sólo mordía una boquilla muy pituca, de ésas de contrabando. La segunda piña me la obsequió el Canilla, pero a partir de la tercera perdí el orden cronológico y me siguieron dando hasta las calandrias griegas. Cuando quise hacerme una composición de lugar, ya estaba medio muerto. Ahí me dejaron hecho una pulpa y con un solo ojo los vi alejarse por la sombra. Dios nos libre y se los guarde, pensé con cierta amargura y flor de gusto a sangre. Miré a diestro y siniestro en busca de S.O.S. pero aquello era el desierto de Zárate. Tuve que arrastrarme más o menos hasta el bar de Seoane, donde el rengo me acomodó en el camión y me trajo como un solo hombre al hospital. Y aquí me tenés. Te miro con este ojo, pero voy a ver si puedo abrir el otro. Difícil, dijo Cañete. La enfermera, que me trata como al rey Farú y que tiene, como ya lo habrás jalviado, su bruta plataforma electoral, dice que tengo para un semestre. Por ahora no está mal, porque ella me sube a upa para lavarme ciertas ocasiones y yo voy disfrutando con vistas al futuro. Pero la cosa va a ser después: el período de pases ya se acaba. Sintetizando, que estoy colgado. En la fábrica ya le dijeron a la vieja que ni sueñe que me vayan a esperar. Así que no tendré más remedio que bajar el cogote y apersonarme con ese chitrulo de Urrutia, a ver si me da el puesto en Talleres como me habían prometido.
(Tomado de "Montevideanos" Primera Parte, Tomo 9, Mario Benedetti. Obras Fundamentales, Ediciones La República, Montevideo - Uruguay, julio de 1991)
miércoles, 13 de mayo de 2009
Mientras el Barcelona festeja, el Real Madrid sueña (Jornada)
El fútbol español vive a través de sus dos máximos exponentes, un contrapunto entre la alegría del presente, y la quimera del futuro. El Barcelona es el hoy, una actualidad mágica, única, pocas veces repetible. No hay dudas de que se trata de un equipo llamado a hacer historia y que paso a paso va cumpliendo con todas las propuestas iniciales.
La obtención, de manera contundente, de la Copa del Rey anoche en Valencia, al golear por el inapelable 4-1 al Athletic de Bilbao, es apenas el primer paso de una serie de festejos previstos para este mes, que podrían continuar este fin de semana cuando por la Liga enfrente al Mallorca en la isla, y hasta podría ser campeón sin jugar, si el día anterior el Real Madrid no logra vencer al siempre difícil Villarreal. Y para el 27 queda todavía el plato fuerte de la temporada, la final de la Champions League ante el Manchester United en Roma. El Barcelona está a muy poco de conseguir el triplete, un hecho sin dudas histórico para su institución y para el fútbol español en general, y su camino no pudo ser más brillante, tal como lo venimos comentando en estas columnas durante toda la temporada.
Hasta el momento, el equipo dirigido por Josep Guardiola ha convertido 154 goles en la temporada (103 en liga, 17 en Copa del Rey y 34 en Champions League), lo que significa, en 56 partidos jugados, un impresionante promedio de gol de 2,75 por partido, una cifra increíble para este fútbol-calculadora de estos tiempos en casi todo el mundo.
Los catalanes, que venían de borrar al Real Madrid, ridiculizándolo en el mismo estadio Santiago Bernabeu por la liga (2-6), ahora no dejaron mejor a sus rivales vascos de final de la Copa, que en algunos casos se retiraron del estadio entre llantos porque si bien se conocía de la superioridad del Barcelona, ni el más pesimista preveía un 4-1 tan lapidario como fue el segundo tiempo, en el que la diferencia pudo haber sido infinitamente superior y el trofeo ya estaba ganado a más de media hora de la finalización del partido, algo poco usual en este tipo de definiciones. Y cabe destacar que el Barcelona jugó este partido sin su arquero titular, Víctor Valdez; con Yaya Touré, volante central, como marcador central; con Puyol en su rara posición de lateral izquierdo, a falta de Eric Abidal. Con Keita reemplazando en el medio a Touré, y con el chico Bojan Krkic reemplazando al lesionado Thierry Henry, y hasta Sergio Busquets, en lugar de Andrés Iniesta. Y aunque lo niegue, el genio del equipo, nuestro compatriota Lionel Messi, si bien convirtió un gol, como casi siempre, ingresó pensando en cuidar su físico (de allí su posición de centrodelantero retrasado) con miras a la final de la Champions League. Pero al Barcelona le alcanza y le sobra y sólo sorprendió que antes de los primeros diez minutos quedara en desventaja con un bonito gol de Toquero para el Athletic. Cuando Touré logró empatar con un excelente remate de media distancia, veinte minutos después, todos sabían que el partido iba a decantarse por los catalanes, tal como ocurrió.
Todo este presente tan feliz en juego y resultados del Barcelona, encuentra su contrapeso en un atónito Real Madrid, que sueña con la mañana de hoy, el tan esperado “Día D” en el que el empresario Florentino Pérez anunciará que se presenta como candidato a las próximas elecciones del club. El imaginario colectivo del club blanco ha depositado todo en manos de Pérez, que no parece tener contra alguna, pero que esperaba regresar al trono madridista tal como está ocurriendo: que se lo pidieran todos por favor, y casi de rodillas. Pérez se había llamado a silencio de radio desde que dejó su cargo en 2004, cuando aquella política original de “Zidanes y Pavones”, de “galácticos” y juveniles formados en la cantera, se desmoronaba por los escasos resultados conseguidos cuando se decidió la venta del volante negro Claude Makelele, para contratar al inglés David Beckham, porque el primero no vendía suficientes camisetas. No correspondía a los planes de marketing previstos.
Pérez, para el imaginario madridista, significa la vuelta a pensar en grande, a los fichajes que repercutan en toda Europa con la poderosa chequera del magnate de ACS, la empresa de aceros y dragados que hasta tuvo a su cargo parte de la reconstrucción edilicia de Irak. Aparecen en la mira nuevamente Cristiano Ronaldo, junto a Kaká, Ibrahimovic, Ribery y tantos otros, sumados a la vuelta de Zinedine Zidane, ahora con un cargo dirigencial., y Jorge Valdano, nuevamente como director deportivo, aunque con más poder que en el ciclo anterior. También, la vuelta al glamour, con los grandes negocios concretados en el palco del Bernabeu, entre puros y cava, y por empresarios que sólo acuden al estadio con estos fines, sin importar el partido de turno.
La gran diferencia está en el momento que cada uno vive. El Barcelona es un magnífico presente, un proyecto claro, que funciona de maravillas, y el mejor fútbol visto en años. El Real Madrid, en cambio, por ahora es un sueño, que depende de la voluntad de un hombre, de su chequera, su estado de ánimo, y un nuevo proyecto ilusionante.
¿Y si el Barcelona pierde la final de la Champions? Puede ser. Pero habrá sido ante otro grande, el actual campeón del mundo, y luego de una temporada memorable e inmerso en un proyecto de gran fútbol, con eximios ejecutantes. ¿Y si Pérez dice que no se presenta? Mejor no promover este tipo de reflexiones. Pueden ocasionar pesadillas y un vacío imposible de llenar en la capital española.
La obtención, de manera contundente, de la Copa del Rey anoche en Valencia, al golear por el inapelable 4-1 al Athletic de Bilbao, es apenas el primer paso de una serie de festejos previstos para este mes, que podrían continuar este fin de semana cuando por la Liga enfrente al Mallorca en la isla, y hasta podría ser campeón sin jugar, si el día anterior el Real Madrid no logra vencer al siempre difícil Villarreal. Y para el 27 queda todavía el plato fuerte de la temporada, la final de la Champions League ante el Manchester United en Roma. El Barcelona está a muy poco de conseguir el triplete, un hecho sin dudas histórico para su institución y para el fútbol español en general, y su camino no pudo ser más brillante, tal como lo venimos comentando en estas columnas durante toda la temporada.
Hasta el momento, el equipo dirigido por Josep Guardiola ha convertido 154 goles en la temporada (103 en liga, 17 en Copa del Rey y 34 en Champions League), lo que significa, en 56 partidos jugados, un impresionante promedio de gol de 2,75 por partido, una cifra increíble para este fútbol-calculadora de estos tiempos en casi todo el mundo.
Los catalanes, que venían de borrar al Real Madrid, ridiculizándolo en el mismo estadio Santiago Bernabeu por la liga (2-6), ahora no dejaron mejor a sus rivales vascos de final de la Copa, que en algunos casos se retiraron del estadio entre llantos porque si bien se conocía de la superioridad del Barcelona, ni el más pesimista preveía un 4-1 tan lapidario como fue el segundo tiempo, en el que la diferencia pudo haber sido infinitamente superior y el trofeo ya estaba ganado a más de media hora de la finalización del partido, algo poco usual en este tipo de definiciones. Y cabe destacar que el Barcelona jugó este partido sin su arquero titular, Víctor Valdez; con Yaya Touré, volante central, como marcador central; con Puyol en su rara posición de lateral izquierdo, a falta de Eric Abidal. Con Keita reemplazando en el medio a Touré, y con el chico Bojan Krkic reemplazando al lesionado Thierry Henry, y hasta Sergio Busquets, en lugar de Andrés Iniesta. Y aunque lo niegue, el genio del equipo, nuestro compatriota Lionel Messi, si bien convirtió un gol, como casi siempre, ingresó pensando en cuidar su físico (de allí su posición de centrodelantero retrasado) con miras a la final de la Champions League. Pero al Barcelona le alcanza y le sobra y sólo sorprendió que antes de los primeros diez minutos quedara en desventaja con un bonito gol de Toquero para el Athletic. Cuando Touré logró empatar con un excelente remate de media distancia, veinte minutos después, todos sabían que el partido iba a decantarse por los catalanes, tal como ocurrió.
Todo este presente tan feliz en juego y resultados del Barcelona, encuentra su contrapeso en un atónito Real Madrid, que sueña con la mañana de hoy, el tan esperado “Día D” en el que el empresario Florentino Pérez anunciará que se presenta como candidato a las próximas elecciones del club. El imaginario colectivo del club blanco ha depositado todo en manos de Pérez, que no parece tener contra alguna, pero que esperaba regresar al trono madridista tal como está ocurriendo: que se lo pidieran todos por favor, y casi de rodillas. Pérez se había llamado a silencio de radio desde que dejó su cargo en 2004, cuando aquella política original de “Zidanes y Pavones”, de “galácticos” y juveniles formados en la cantera, se desmoronaba por los escasos resultados conseguidos cuando se decidió la venta del volante negro Claude Makelele, para contratar al inglés David Beckham, porque el primero no vendía suficientes camisetas. No correspondía a los planes de marketing previstos.
Pérez, para el imaginario madridista, significa la vuelta a pensar en grande, a los fichajes que repercutan en toda Europa con la poderosa chequera del magnate de ACS, la empresa de aceros y dragados que hasta tuvo a su cargo parte de la reconstrucción edilicia de Irak. Aparecen en la mira nuevamente Cristiano Ronaldo, junto a Kaká, Ibrahimovic, Ribery y tantos otros, sumados a la vuelta de Zinedine Zidane, ahora con un cargo dirigencial., y Jorge Valdano, nuevamente como director deportivo, aunque con más poder que en el ciclo anterior. También, la vuelta al glamour, con los grandes negocios concretados en el palco del Bernabeu, entre puros y cava, y por empresarios que sólo acuden al estadio con estos fines, sin importar el partido de turno.
La gran diferencia está en el momento que cada uno vive. El Barcelona es un magnífico presente, un proyecto claro, que funciona de maravillas, y el mejor fútbol visto en años. El Real Madrid, en cambio, por ahora es un sueño, que depende de la voluntad de un hombre, de su chequera, su estado de ánimo, y un nuevo proyecto ilusionante.
¿Y si el Barcelona pierde la final de la Champions? Puede ser. Pero habrá sido ante otro grande, el actual campeón del mundo, y luego de una temporada memorable e inmerso en un proyecto de gran fútbol, con eximios ejecutantes. ¿Y si Pérez dice que no se presenta? Mejor no promover este tipo de reflexiones. Pueden ocasionar pesadillas y un vacío imposible de llenar en la capital española.
lunes, 11 de mayo de 2009
Defendiendo a Angel Cappa de si mismo
Estimado Angel: lo conozco mucho y usted también me conoce. Hemos hablado muchas veces. Algunas más largas, como en Lima o en Madrid, otras, nos hemos saludado con amigos en común. Sé muy bien lo que siente por el fútbol, cómo le gusta el fútbol que amamos los que creemos en él como hecho estético, y cómo no se puede aislar al fenómeno deportivo de lo que ocurre en la sociedad. Como en todo en la vida, uno adopta posiciones aunque, como bien sabe usted, apareció ya hace tiempo un enorme grupo de individuos que dice sostener banderas de "progresismo" aunque sólo sea de pico, y luego en los hechos es todo lo contrario. Eso, Angel, usted lo sabe bien, ocurre en el fútbol, como en el periodismo, o en otros ámbitos.
Entiendo también su pasión. Me pasa lo mismo que a usted y no tiene que ver con aquella canción del autodidacta tucumano Palito Ortega. Entiendo que usted haya dejado tantas ocupaciones en Madrid, y hasta una interesante columna en un diario deportivo, por regresar a su país, el mismo que hace tres décadas lo persiguió, para dirigir un equipo (Huracán), al que usted ama, y seguro que cobrando mucho menos dinero del que percibía en España.
Usted me preguntará, o el lector se interrogará, entonces, para qué escribir esta columna. Lo hago, si usted Angel pudiera leerme, para pedirle, en nombre de los que seguimos el mismo fútbol que usted defiende, el de Huracán, el que ha vuelto a utilizar el sentido común en torneos sin sentido, como los argentinos, el que ha vuelto a poner la silla al lado de la mesa, el velador al lado de la cama, el inodoro en el baño, que por favor no se justifique.
No necesita usted, Angel, decir en ninguna entrevista que juega para ganar. Ya lo sabemos y usted también sabe que eso es de Perogrullo. Que no se hace deporte de competencia y menos que menos profesional, si no es para ganar.
Espero, Angel, que usted no sienta que necesita decirlo para que lo dejen trabajar en paz. Para que no le caiga encima el monopolio, que busca desesperadamente y a cada instante a Ricardo Carusso Lombardi (que desde ya que está realizando un buen trabajo ordenando a un Racing muy complejo y pobre de recursos), pero que la única forma que tiene de darle un espacio a usted, es tratando de llevarlo a su molino, como cuando usted dice que "allá otros con sus ideas, a mí no me molesta el debate".
Angel, no hace falta que usted venda que es democrático, que acepta otros discursos. Lo es, siempre lo fue. No hace falta declamar lo que ya se es, salvo que sea para que otros nos crean que somos así. Pero no tiene por qué aclarar lo que usted piensa cuando sostiene, con absoluta razón, que el fútbol argentino siempre tuvo un estilo, y que éste fue quebrado con el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía en 1967, y que ahí terminó de comenzar el "fútbol-trampa" que ya se avecinaba cuando regresamos de aquella derrota en el Mundial de Suecia en 1958, cuando pocos repararon en que no habíamos llevado a aquel torneo nada menos que a Maschio, Angelillo, Sívori y Di Stéfano y la industria del espectáculo encontró el resquicio justo para comenzar a tratar de copiar a los europeos y su disciplina industrial. Qué lejos llegaron.....y usted, como pocos, sabe bien que ese no es un debate serio, Angel. La línea trazada por aquel Estudiantes no pasa por "cómo ganar" solamente, sino que coloca a los que no ganan en una posición de "tontos" o "perdedores" ante la viveza criolla del "todo vale" que tanto dañó a los argentinos. Hoy, y usted lo sabe bien porque vivió años en Europa, el mismo jugador que en Buenos Aires, Rosario o Córdoba se revuelca por minutos en el suelo quejándose, es el mismo que luego se incorpora inmediatamente en Londres, Madrid o París luego de recibir una falta. Hoy, se utiliza el miserable "doble cinco" en el medio, tan sólo para seguir alimentando el verso del defensivismo en detrimento del espectáculo y para seguir generando esquemas conservadores insólitamente apoyados por el monopolio que sigue sin darse cuenta de que un día perderá la gallina de los huevos de oro. Y usted, que juega con un solo cinco (Bolati), como siempre se jugó en la Argentina, lo sabe bien. Y sabe que en todo caso, el debate pasa por "cómo jugar mejor" o, le aumento la apuesta, estimado Angel, "cómo brillar más aún que el adversario", como se plantean Manuel Pellegrini, Arsene Wenger, Alex Fergusson, Pep Guardiola, y hasta Redknapp, si me deja.
Las vías para llegar al gol son todas válidas si se plantean honestamente, Angel. El tema es qué queremos para el fútbol. ¿Es sólo ganar y con eso contentaremos a los espectadores?, ¿o es que también hay que agradarlos con buen juego, con todo el arte posible? ¿Por dónde pasa nuestro respeto por ellos?
Sé que es difícil, Angel. Claro que es difícil. Sostener un fútbol ofensivo, de toque, con un esquema "antiguo", que tanto esplendor le dio al fútbol argentino, y con un bajo presupuesto en su club, es complicado porque si no gana, todo se le vendrá encima y usted lo sabe, en esta mediocre argentina, en la que el mejor comentarista televisivo es un ex jugador (Diego Latorre), en la que se ha perdido la noción de juego, no habrá muchos dispuestos a defenderlo y se lo defenestrará a la primera de cambio. A menos, como noto preocupado que comienza a ocurrir, usted trate de decirle al monopolio que no está en la vereda de enfrente para preservarse.
Le pido que recapacite, que no lo haga. Que se juegue. Seguro, Angel, que usted leyó aquel poema de Mario Benedetti. Por eso, yo también le pido que no se salve, y que no se justifique ante quien no debe. Usted, créame Angel, no lo necesita.
Entiendo también su pasión. Me pasa lo mismo que a usted y no tiene que ver con aquella canción del autodidacta tucumano Palito Ortega. Entiendo que usted haya dejado tantas ocupaciones en Madrid, y hasta una interesante columna en un diario deportivo, por regresar a su país, el mismo que hace tres décadas lo persiguió, para dirigir un equipo (Huracán), al que usted ama, y seguro que cobrando mucho menos dinero del que percibía en España.
Usted me preguntará, o el lector se interrogará, entonces, para qué escribir esta columna. Lo hago, si usted Angel pudiera leerme, para pedirle, en nombre de los que seguimos el mismo fútbol que usted defiende, el de Huracán, el que ha vuelto a utilizar el sentido común en torneos sin sentido, como los argentinos, el que ha vuelto a poner la silla al lado de la mesa, el velador al lado de la cama, el inodoro en el baño, que por favor no se justifique.
No necesita usted, Angel, decir en ninguna entrevista que juega para ganar. Ya lo sabemos y usted también sabe que eso es de Perogrullo. Que no se hace deporte de competencia y menos que menos profesional, si no es para ganar.
Espero, Angel, que usted no sienta que necesita decirlo para que lo dejen trabajar en paz. Para que no le caiga encima el monopolio, que busca desesperadamente y a cada instante a Ricardo Carusso Lombardi (que desde ya que está realizando un buen trabajo ordenando a un Racing muy complejo y pobre de recursos), pero que la única forma que tiene de darle un espacio a usted, es tratando de llevarlo a su molino, como cuando usted dice que "allá otros con sus ideas, a mí no me molesta el debate".
Angel, no hace falta que usted venda que es democrático, que acepta otros discursos. Lo es, siempre lo fue. No hace falta declamar lo que ya se es, salvo que sea para que otros nos crean que somos así. Pero no tiene por qué aclarar lo que usted piensa cuando sostiene, con absoluta razón, que el fútbol argentino siempre tuvo un estilo, y que éste fue quebrado con el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía en 1967, y que ahí terminó de comenzar el "fútbol-trampa" que ya se avecinaba cuando regresamos de aquella derrota en el Mundial de Suecia en 1958, cuando pocos repararon en que no habíamos llevado a aquel torneo nada menos que a Maschio, Angelillo, Sívori y Di Stéfano y la industria del espectáculo encontró el resquicio justo para comenzar a tratar de copiar a los europeos y su disciplina industrial. Qué lejos llegaron.....y usted, como pocos, sabe bien que ese no es un debate serio, Angel. La línea trazada por aquel Estudiantes no pasa por "cómo ganar" solamente, sino que coloca a los que no ganan en una posición de "tontos" o "perdedores" ante la viveza criolla del "todo vale" que tanto dañó a los argentinos. Hoy, y usted lo sabe bien porque vivió años en Europa, el mismo jugador que en Buenos Aires, Rosario o Córdoba se revuelca por minutos en el suelo quejándose, es el mismo que luego se incorpora inmediatamente en Londres, Madrid o París luego de recibir una falta. Hoy, se utiliza el miserable "doble cinco" en el medio, tan sólo para seguir alimentando el verso del defensivismo en detrimento del espectáculo y para seguir generando esquemas conservadores insólitamente apoyados por el monopolio que sigue sin darse cuenta de que un día perderá la gallina de los huevos de oro. Y usted, que juega con un solo cinco (Bolati), como siempre se jugó en la Argentina, lo sabe bien. Y sabe que en todo caso, el debate pasa por "cómo jugar mejor" o, le aumento la apuesta, estimado Angel, "cómo brillar más aún que el adversario", como se plantean Manuel Pellegrini, Arsene Wenger, Alex Fergusson, Pep Guardiola, y hasta Redknapp, si me deja.
Las vías para llegar al gol son todas válidas si se plantean honestamente, Angel. El tema es qué queremos para el fútbol. ¿Es sólo ganar y con eso contentaremos a los espectadores?, ¿o es que también hay que agradarlos con buen juego, con todo el arte posible? ¿Por dónde pasa nuestro respeto por ellos?
Sé que es difícil, Angel. Claro que es difícil. Sostener un fútbol ofensivo, de toque, con un esquema "antiguo", que tanto esplendor le dio al fútbol argentino, y con un bajo presupuesto en su club, es complicado porque si no gana, todo se le vendrá encima y usted lo sabe, en esta mediocre argentina, en la que el mejor comentarista televisivo es un ex jugador (Diego Latorre), en la que se ha perdido la noción de juego, no habrá muchos dispuestos a defenderlo y se lo defenestrará a la primera de cambio. A menos, como noto preocupado que comienza a ocurrir, usted trate de decirle al monopolio que no está en la vereda de enfrente para preservarse.
Le pido que recapacite, que no lo haga. Que se juegue. Seguro, Angel, que usted leyó aquel poema de Mario Benedetti. Por eso, yo también le pido que no se salve, y que no se justifique ante quien no debe. Usted, créame Angel, no lo necesita.
Una final anunciada, un camino diferente (Yahoo)
El mundo del fútbol esperaba que ocurriera, y sucedió. Los dos mejores equipos del planeta, el Manchester United y el Barcelona, dirimirán el título de campeón de Europa de la temporada el próximo 27 de mayo en Roma, aunque los caminos para llegar no fueron los mismos. Unos prácticamente no tuvieron inconvenientes (los ingleses) y los otros sufrieron más de la cuenta, y pasaron con un gol en el último minuto (los catalanes).
Las paradojas del fútbol aparecieron una vez más en esta Champions League. Porque si hay un equipo que atravesó con justicia y contundencia todas las fases hasta la semifinal, éste había sido el Barcelona. Hasta uno de los tradicionales animadores del torneo, como el Bayern Munich, sucumbió en cuartos de manera absoluta ante la superioridad rival. Pero todo lo fácil que había sido el camino hasta allí, se complicó luego, con un Chelsea que de la mano del gran entrenador holandés Guus Hiddink, le planteó muy bien el primer partido en el Camp Nou, en el que resistió el 0-0, y en Stamford Brigde se encontró con un golazo de Essien muy pronto, que facilitó el trabajo, muy parecido al del cotejo de ida, de soportar con estoicismo y punzantes contraataques, la infinitamente mayor posesión de pelota de los catalanes.
El Barcelona necesitó entonces de un aprovechamiento total del único tiro real al arco en todo el segundo tiempo, ya en el descuento y por parte de Andrés Iniesta –gran jugador al que ahora de manera elitista la prensa española exalta y pide para él el Balón de Oro que claramente correspondería a Lionel Messi-, para encontrar la clasificació cuando ya se esfumaba, y que ahora deja en lo más alto el ánimo de un equipo que llegaba de la fiesta de haberle metido seis goles al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabeu.
Es cierto: el Barcelona cuenta, además de su excelso fútbol, con la dosis necesaria de fortuna que requiere todo campeón, tal como le ocurriera en 1992 con aquel fortuito cabezazo de Jose Mari Bakero en Kaiserlautern, en tiempos del “Dream Team” de Johan Cruyff, para llegar a aquella recordada final de Wembley con aquel tiro libre tantas veces repetido de Ronald Koeman a la Sampdoria de Gianluca Vialli.
Y por si quedara poco, al partido le cargó mayor dramatismo el polémico arbitraje del noruego Tom Henning Ovrebo, al que los jugadores y la afición del Chelsea le reclaman cuatro penales no cobrados, de los que realmente creemos que sólo hay uno realmente posible. En los casos de balones rebotados en la mano de los defensores, se toma en cuenta la intencionalidad y no creemos que haya habido en ningún caso.
En cambio del Barcelona, el Manchester United no había mostrado, en esta Champions League, la misma regularidad de la temporada anterior, si bien siempre se ha mostrado como un conjunto sólido y capaz de desequilibrar en cualquier momento por la contundencia de su ataque.
Por eso, y tras el antecedente de cuartos de final, cuando tuvo que imponerse al Porto en Portugal tras el sorpresivo 2-2 de la ida en Old Trafford, pocos pensaron en una semifinal tan descansada ante un rival conocido y clásicamente complicado como el Arsenal de Arsène Wenger.
Pero el abrumador dominio que los “diablos rojos” ejercieron en el primer partido, en Old Trafford, hizo que la diferencia de 1-0 resultara escasa de acuerdo a lo que se había visto, aunque aún así, la imagen dejada por el actual campeón europeo era que difícilmente en Londres podían esperarse cambios.
Y en Londres, los dos goles de entrada para el Manchester fueron determinantes para que la eliminatoria se definiera a falta de ochenta minutos, porque el Arsenal estaba obligado a marcar cuatro tantos, y esto constituía una empresa casi imposible, que su público sabía bien, al punto de iniciar la retirada del estadio con mucha antelación.
¿Significa algo, para la final, que uno llegue con tanta claridad y el otro, con tanto sufrimiento? Poco y nada. Un partido decisivo como el de Roma encierra otros primeros interrogantes, como cuál de los dos estilos se impondrá, si el del control del balón con mucha gente en ataque (Barcelona) o el de la potencia ofensiva con enorme capacidad de gol, pero con un mediocampo combativo (Manchester United).
También es bueno preguntarse si le alcanzará al Barcelona con una defensa de la que apenas si dispone de cuatro titulares, ausentes como estarán Gabriel Milito y Rafa Márquez (lesionados), Abidal y Alves (suspendidos), y si esto obligará a Pep Guardiola a retrasar una vez más a Yaya Touré como central para ayudar a Piqué, mientras Puyol probablemente pueda ir a la derecha y Silvinho, a la izquierda como laterales, o si apostará al uruguayo Cáceres como segundo central junto a Piqué, dejando a Touré en el medio.
Por el lado del Manchester, habrá que ver qué decide Fergusson ante la más que probable ausencia de Fletcher. Si se decanta por un juego más ofensivo, o más defensivo en ese sector.
Más allá de estas disquisiciones, no hay dudas de que tendremos, por fin, una final poco polémica en cuanto a quiénes merecen estar. Uno, el Manchester, es el campeón europeo y mundial, acaso el equipo más regular del planeta. El otro, el mejor equipo de la actual temporada en el mundo entero. La mesa está servida.
Las paradojas del fútbol aparecieron una vez más en esta Champions League. Porque si hay un equipo que atravesó con justicia y contundencia todas las fases hasta la semifinal, éste había sido el Barcelona. Hasta uno de los tradicionales animadores del torneo, como el Bayern Munich, sucumbió en cuartos de manera absoluta ante la superioridad rival. Pero todo lo fácil que había sido el camino hasta allí, se complicó luego, con un Chelsea que de la mano del gran entrenador holandés Guus Hiddink, le planteó muy bien el primer partido en el Camp Nou, en el que resistió el 0-0, y en Stamford Brigde se encontró con un golazo de Essien muy pronto, que facilitó el trabajo, muy parecido al del cotejo de ida, de soportar con estoicismo y punzantes contraataques, la infinitamente mayor posesión de pelota de los catalanes.
El Barcelona necesitó entonces de un aprovechamiento total del único tiro real al arco en todo el segundo tiempo, ya en el descuento y por parte de Andrés Iniesta –gran jugador al que ahora de manera elitista la prensa española exalta y pide para él el Balón de Oro que claramente correspondería a Lionel Messi-, para encontrar la clasificació cuando ya se esfumaba, y que ahora deja en lo más alto el ánimo de un equipo que llegaba de la fiesta de haberle metido seis goles al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabeu.
Es cierto: el Barcelona cuenta, además de su excelso fútbol, con la dosis necesaria de fortuna que requiere todo campeón, tal como le ocurriera en 1992 con aquel fortuito cabezazo de Jose Mari Bakero en Kaiserlautern, en tiempos del “Dream Team” de Johan Cruyff, para llegar a aquella recordada final de Wembley con aquel tiro libre tantas veces repetido de Ronald Koeman a la Sampdoria de Gianluca Vialli.
Y por si quedara poco, al partido le cargó mayor dramatismo el polémico arbitraje del noruego Tom Henning Ovrebo, al que los jugadores y la afición del Chelsea le reclaman cuatro penales no cobrados, de los que realmente creemos que sólo hay uno realmente posible. En los casos de balones rebotados en la mano de los defensores, se toma en cuenta la intencionalidad y no creemos que haya habido en ningún caso.
En cambio del Barcelona, el Manchester United no había mostrado, en esta Champions League, la misma regularidad de la temporada anterior, si bien siempre se ha mostrado como un conjunto sólido y capaz de desequilibrar en cualquier momento por la contundencia de su ataque.
Por eso, y tras el antecedente de cuartos de final, cuando tuvo que imponerse al Porto en Portugal tras el sorpresivo 2-2 de la ida en Old Trafford, pocos pensaron en una semifinal tan descansada ante un rival conocido y clásicamente complicado como el Arsenal de Arsène Wenger.
Pero el abrumador dominio que los “diablos rojos” ejercieron en el primer partido, en Old Trafford, hizo que la diferencia de 1-0 resultara escasa de acuerdo a lo que se había visto, aunque aún así, la imagen dejada por el actual campeón europeo era que difícilmente en Londres podían esperarse cambios.
Y en Londres, los dos goles de entrada para el Manchester fueron determinantes para que la eliminatoria se definiera a falta de ochenta minutos, porque el Arsenal estaba obligado a marcar cuatro tantos, y esto constituía una empresa casi imposible, que su público sabía bien, al punto de iniciar la retirada del estadio con mucha antelación.
¿Significa algo, para la final, que uno llegue con tanta claridad y el otro, con tanto sufrimiento? Poco y nada. Un partido decisivo como el de Roma encierra otros primeros interrogantes, como cuál de los dos estilos se impondrá, si el del control del balón con mucha gente en ataque (Barcelona) o el de la potencia ofensiva con enorme capacidad de gol, pero con un mediocampo combativo (Manchester United).
También es bueno preguntarse si le alcanzará al Barcelona con una defensa de la que apenas si dispone de cuatro titulares, ausentes como estarán Gabriel Milito y Rafa Márquez (lesionados), Abidal y Alves (suspendidos), y si esto obligará a Pep Guardiola a retrasar una vez más a Yaya Touré como central para ayudar a Piqué, mientras Puyol probablemente pueda ir a la derecha y Silvinho, a la izquierda como laterales, o si apostará al uruguayo Cáceres como segundo central junto a Piqué, dejando a Touré en el medio.
Por el lado del Manchester, habrá que ver qué decide Fergusson ante la más que probable ausencia de Fletcher. Si se decanta por un juego más ofensivo, o más defensivo en ese sector.
Más allá de estas disquisiciones, no hay dudas de que tendremos, por fin, una final poco polémica en cuanto a quiénes merecen estar. Uno, el Manchester, es el campeón europeo y mundial, acaso el equipo más regular del planeta. El otro, el mejor equipo de la actual temporada en el mundo entero. La mesa está servida.
miércoles, 6 de mayo de 2009
El Barcelona llega a la final más por lo general que por esta eliminatoria (Jornada)
Los amantes del fútbol suspiraron con alivio con el golazo de Andrés Iniesta a un minuto de que se acabara la semifinal ante el Chelsea en Stamford Bridge. El Barcelona se quedaba irremediablemente afuera de la gran final de la Champions League porque no había forma de encontrarle la vuelta al tremendo vallado defensivo colocado por el gran entrenador holandés Guus Hiddink, y llegó el milagro cuando ya casi nadie lo imaginaba, pero así es el destino, que decidió premiar más al que viene ofreciéndonos una temporada de esplendor, que al que realmente mereció llegar a Roma.
No es la primera vez que al Barcelona le ocurre algo así, y seguramente muchísimos aficionados culés mayores de treinta años habrán apelado a la magia de aquel día de 1992 en Kaiserlautern, cuando a poco de la final de Wembley, el “Dream Team”de Johan Cruyff parecía ya eliminado cuando un cabezazo salvador de José Mari Bakero lo metió otra vez en la Champions, que luego ganó con aquel tantas veces repetido tiro libre de Ronald Koeman ante la Sampdoria de Gianluca Vialli. En ese equipo catalán jugaba Josep Guardiola, el hoy entrenador azulgrana, que festejó el tanto de Iniesta corriendo por todo el lateral, loco de contento.
Todos los caminos del Barcelona conducían a la final de Roma del próximo 27 ante el Manchester United, pero parecía que el equipo catalán se estrellaba en el último paso, y de hecho, no mereció avanzar, aún cuando siempre impone un porcentaje altísimo de posesión de pelota, que tampoco varió en los dos partidos ante el Chelsea.
Sin embargo, no es casual que en tres horas de fútbol, el Barcelona sólo haya marcado un tanto a los tres minutos de alargue del segundo partido. Se encontró por una de las pocas oportunidades en la temporada, con un equipo que le jugó “a la italiana”, con dos líneas de defensores muy bien posicionados, con un excelente estado físico, y con un gran manejo del contragolpe, además, con un enorme sentido de la verticalidad conseguido en los tiempos ganadores del portugués José Mourinho, y ahora continuados por el maestro Hiddink.
Así, el Chelsea se llevó un enigmático empate a cero en el Camp Nou pero que nada se sabía de las consecuencias que podía acarrear ayer en Stamford Bridge. Y el fútbol tenía preparado un golazo de Essien, antes de los diez minutos, que condicionó la eliminatoria, porque lo que parecía al revés, en el sentido de que el equipo inglés iba a tener que salir y dejaría espacios para el ataque rival, generó que el partido volviera a parecerse al primero, con los locales ahora defendiendo la ventaja, y un Barcelona desconocido y muy marcado, tuviera que salir a buscar el empate.
Más allá del pase milagroso del Barcelona a la final, algunos apuntes que no deben soslayarse. Los catalanes llegan ante el anterior campeón de Europa, el Manchester United, sin cuatro defensores claves: dos de los centrales, lesionados (Rafa Márquez y Gabriel Milito), y los dos laterales suspendidos (Daniel Alves por acumulación de tarjetas) y Abidal por expulsión. Guardiola sólo dispone del regreso de Carles Puyol, y deberá estructurar un nuevo sistema ante uno de los ataques más poderosos del mundo.
Y el joven entrenador catalán también deberá afinar su búsqueda de equilibrio cuando le falta algún titular desde el medio hacia arriba. Samuel Eto’o ya no funcionó del todo por la derecha ante Real Madrid, y menos que menos por la izquierda en Londres, mientras que Keita y Sergio Busquets son mucho más lentos en el andar, que los titulares Yaya Touré e Iniesta, ayer el primero como marcador central, y el segundo, como falso puntero derecho.
Al Chelsea se le escapa por un minuto una enorme chance de vengar aquella derrota de hace un año por penales en Moscú ante el Manchester United por la final de la Champions League, y debe ser, sin dudas, muy frustrante para su plantel, especialmente porque mereció jugar la final, pero tal vez con el paso de los días compruebe que ha sido mucho más que un digno rival. Ha logrado anular, y hasta superar al Barcelona. Y eso no es para cualquiera.
En cuanto al fútbol en general, no hay mejor final que la de Roma. Los dos mejores estarán allí en tres semanas. Cara a cara, dos estilos completamente distintos, ambos agradables, con excepcionales jugadores, y a partido único. El Nadal-Federer del fútbol. Y para nosotros, Carlos Tévez contra Lionel Messi. No podemos pedir más, el fútbol nos otorga este privilegio.
No es la primera vez que al Barcelona le ocurre algo así, y seguramente muchísimos aficionados culés mayores de treinta años habrán apelado a la magia de aquel día de 1992 en Kaiserlautern, cuando a poco de la final de Wembley, el “Dream Team”de Johan Cruyff parecía ya eliminado cuando un cabezazo salvador de José Mari Bakero lo metió otra vez en la Champions, que luego ganó con aquel tantas veces repetido tiro libre de Ronald Koeman ante la Sampdoria de Gianluca Vialli. En ese equipo catalán jugaba Josep Guardiola, el hoy entrenador azulgrana, que festejó el tanto de Iniesta corriendo por todo el lateral, loco de contento.
Todos los caminos del Barcelona conducían a la final de Roma del próximo 27 ante el Manchester United, pero parecía que el equipo catalán se estrellaba en el último paso, y de hecho, no mereció avanzar, aún cuando siempre impone un porcentaje altísimo de posesión de pelota, que tampoco varió en los dos partidos ante el Chelsea.
Sin embargo, no es casual que en tres horas de fútbol, el Barcelona sólo haya marcado un tanto a los tres minutos de alargue del segundo partido. Se encontró por una de las pocas oportunidades en la temporada, con un equipo que le jugó “a la italiana”, con dos líneas de defensores muy bien posicionados, con un excelente estado físico, y con un gran manejo del contragolpe, además, con un enorme sentido de la verticalidad conseguido en los tiempos ganadores del portugués José Mourinho, y ahora continuados por el maestro Hiddink.
Así, el Chelsea se llevó un enigmático empate a cero en el Camp Nou pero que nada se sabía de las consecuencias que podía acarrear ayer en Stamford Bridge. Y el fútbol tenía preparado un golazo de Essien, antes de los diez minutos, que condicionó la eliminatoria, porque lo que parecía al revés, en el sentido de que el equipo inglés iba a tener que salir y dejaría espacios para el ataque rival, generó que el partido volviera a parecerse al primero, con los locales ahora defendiendo la ventaja, y un Barcelona desconocido y muy marcado, tuviera que salir a buscar el empate.
Más allá del pase milagroso del Barcelona a la final, algunos apuntes que no deben soslayarse. Los catalanes llegan ante el anterior campeón de Europa, el Manchester United, sin cuatro defensores claves: dos de los centrales, lesionados (Rafa Márquez y Gabriel Milito), y los dos laterales suspendidos (Daniel Alves por acumulación de tarjetas) y Abidal por expulsión. Guardiola sólo dispone del regreso de Carles Puyol, y deberá estructurar un nuevo sistema ante uno de los ataques más poderosos del mundo.
Y el joven entrenador catalán también deberá afinar su búsqueda de equilibrio cuando le falta algún titular desde el medio hacia arriba. Samuel Eto’o ya no funcionó del todo por la derecha ante Real Madrid, y menos que menos por la izquierda en Londres, mientras que Keita y Sergio Busquets son mucho más lentos en el andar, que los titulares Yaya Touré e Iniesta, ayer el primero como marcador central, y el segundo, como falso puntero derecho.
Al Chelsea se le escapa por un minuto una enorme chance de vengar aquella derrota de hace un año por penales en Moscú ante el Manchester United por la final de la Champions League, y debe ser, sin dudas, muy frustrante para su plantel, especialmente porque mereció jugar la final, pero tal vez con el paso de los días compruebe que ha sido mucho más que un digno rival. Ha logrado anular, y hasta superar al Barcelona. Y eso no es para cualquiera.
En cuanto al fútbol en general, no hay mejor final que la de Roma. Los dos mejores estarán allí en tres semanas. Cara a cara, dos estilos completamente distintos, ambos agradables, con excepcionales jugadores, y a partido único. El Nadal-Federer del fútbol. Y para nosotros, Carlos Tévez contra Lionel Messi. No podemos pedir más, el fútbol nos otorga este privilegio.
martes, 5 de mayo de 2009
La solidez del Manchester United lo proyecta a otra final (Jornada)
El recordado periodista Dante Panzeri decía hasta su muerte en abril de 1978 que el fútbol es “la dinámica de lo impensado” y sin dudas lo sigue siendo en el rectángulo de juego, por más previsiones que los entrenadores cientificistas quieran tomar. Pero también es claro que la lógica institucional va generando ciertas situaciones que van conduciendo a resultados esperados.
Esto puede ser ejemplarizado en este más que sólido Manchester United, campeón europeo de 2008, y ayer consagrado nuevamente finalista en Roma, para el 27 de mayo, a la espera de que hoy el Chelsea y el Barcelona definan su rival.
El Manchester United, conocido también como “los diablos rojos”, no llega para nada de casualidad a esta nueva final. No pierde un solo partido desde 2007, es decir, hace dos temporadas de Champions League, con veintisiete encuentros invicto. Su entrenador, el escocés sir Alex Fergusson, asumió el cargo en 1986, y tardó cuatro años en obtener su primer título. Ni pensar con la actualidad del fútbol argentino, en el que una campaña sin buenos resultados en dos meses genera una crisis casi terminal. En el Manchester United, decidieron esperar a Fergusson, hasta que consolidara un sistema que terminó arrasando primero en Inglaterra, y luego en Europa, desde los tiempos fabulosos de uno de los grandes ídolos de la modernidad, como el francés Eric Cantoná, hasta el imperio creado con jugadores de una generación brillante que están llegando al final de un ciclo: David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Gary Neville, acompañados de otros figurones como el tremendo volante central Roy Keane, o un excepcional y veterano arquero como lo fue el danés Peter Smeichel.. La inolvidable final de la Champions League de 1999 en Barcelona ante el Bayern Munich, cuando a un minuto del cierre del partido perdía 1-0 y terminó ganando 2-1 (con tantos de los dos suplentes ingresados, Solkjaer y Sheringham), fue la cereza de la torta que permitió vivir de felicidad en felicidad y que con los lógicos cambios por fichajes y ventas, terminó por imponerse en el mundo entero.
Hoy el Manchester es el campeón europeo y mundial, luego de imponerse primero en una durísima final en Moscú al Chelsea por penales, y luego en Japón, ante el duro escollo que fue la Liga Deportiva de Ecuador en diciembre pasado, proyectando al galardonado como mejor jugador del planeta en 2008, el portugués Cristiano Ronaldo. El mismo que por el momento, no está consiguiendo que su seleccionado se clasifique para el próximo Mundial de Sudáfrica, por lo que tira a la borda aquel justificante de que el Manchester gana tan sólo por el portugués. Nada de eso. Gana porque desde hace muchos años que tiene una coherencia, porque se posicionó como el club más rico del mundo en base al trabajo, a una estrategia de marketing, e inmerso en la Premier League, la mejor liga por mantener un orden, una prolijidad y una muy buena dirigencia.
En 2008, los “diablos rojos” ganaron la Premier League, la Copa de la Federación Inglesa, la Champions League y el Mundial de Clubes, y aunque en esta temporada no pudo hacerse otra vez de la FA Cup (eliminado en semifinales por penales ante el Everton en Wembley, y jugando con su equipo B), tiene casi ganada otra vez la Premier, en una durísima lucha con el Liverpool, y se encuentra en la final de Roma por la Champions. Nada de esto es casualidad. Todo lo contrario. Cuando se esperaba una tremenda semifinal ante el Arsenal, por la rivalidad que siempre hubo entre ambos equipos, el Manchester se impuso hasta con cierta comodidad y como se preveía, el 1-0 conseguido en el partido de ida en su estadio, el “Teatro de los sueños” de Old Trafford, fue decisivo y a los 11 minutos, en Londres, ya se imponía 0-2, obligando al local a tener que llegar a los cuatro goles para eliminarlo. Una quimera, tratándose de uno de los equipos más serios. Y efectivamente, terminó imponiéndose casi en un entrenamiento, por 1-3 y con la mitad del público local ya retirado tiempo antes del estadio, sabiendo que no existía la más mínima posibilidad de llegar a la final.
Lo supo también el Porto de Portugal, que en los cuartos de final había conseguido un gran 2-2 en Old Trafford. Sin embargo, en la vuelta en tierras lusas, el Manchester sacó a relucir su tradición, su personalidad, y terminó imponiéndose 0-1.
Será interesante ver cómo resuelve el Manchester la segunda final consecutiva de la Champions League, ya sea ante el Chelsea (su vencido en 2008) o ante el Barcelona, en el que muchos consideran “el” partido del mundo del fútbol, el Nadal-Federer de los equipos de 2009.
Pero este nuevo acceso a una final, por parte del Manchester, está lejos de ser una casualidad. Más bien es producto de la causalidad.
Esto puede ser ejemplarizado en este más que sólido Manchester United, campeón europeo de 2008, y ayer consagrado nuevamente finalista en Roma, para el 27 de mayo, a la espera de que hoy el Chelsea y el Barcelona definan su rival.
El Manchester United, conocido también como “los diablos rojos”, no llega para nada de casualidad a esta nueva final. No pierde un solo partido desde 2007, es decir, hace dos temporadas de Champions League, con veintisiete encuentros invicto. Su entrenador, el escocés sir Alex Fergusson, asumió el cargo en 1986, y tardó cuatro años en obtener su primer título. Ni pensar con la actualidad del fútbol argentino, en el que una campaña sin buenos resultados en dos meses genera una crisis casi terminal. En el Manchester United, decidieron esperar a Fergusson, hasta que consolidara un sistema que terminó arrasando primero en Inglaterra, y luego en Europa, desde los tiempos fabulosos de uno de los grandes ídolos de la modernidad, como el francés Eric Cantoná, hasta el imperio creado con jugadores de una generación brillante que están llegando al final de un ciclo: David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Gary Neville, acompañados de otros figurones como el tremendo volante central Roy Keane, o un excepcional y veterano arquero como lo fue el danés Peter Smeichel.. La inolvidable final de la Champions League de 1999 en Barcelona ante el Bayern Munich, cuando a un minuto del cierre del partido perdía 1-0 y terminó ganando 2-1 (con tantos de los dos suplentes ingresados, Solkjaer y Sheringham), fue la cereza de la torta que permitió vivir de felicidad en felicidad y que con los lógicos cambios por fichajes y ventas, terminó por imponerse en el mundo entero.
Hoy el Manchester es el campeón europeo y mundial, luego de imponerse primero en una durísima final en Moscú al Chelsea por penales, y luego en Japón, ante el duro escollo que fue la Liga Deportiva de Ecuador en diciembre pasado, proyectando al galardonado como mejor jugador del planeta en 2008, el portugués Cristiano Ronaldo. El mismo que por el momento, no está consiguiendo que su seleccionado se clasifique para el próximo Mundial de Sudáfrica, por lo que tira a la borda aquel justificante de que el Manchester gana tan sólo por el portugués. Nada de eso. Gana porque desde hace muchos años que tiene una coherencia, porque se posicionó como el club más rico del mundo en base al trabajo, a una estrategia de marketing, e inmerso en la Premier League, la mejor liga por mantener un orden, una prolijidad y una muy buena dirigencia.
En 2008, los “diablos rojos” ganaron la Premier League, la Copa de la Federación Inglesa, la Champions League y el Mundial de Clubes, y aunque en esta temporada no pudo hacerse otra vez de la FA Cup (eliminado en semifinales por penales ante el Everton en Wembley, y jugando con su equipo B), tiene casi ganada otra vez la Premier, en una durísima lucha con el Liverpool, y se encuentra en la final de Roma por la Champions. Nada de esto es casualidad. Todo lo contrario. Cuando se esperaba una tremenda semifinal ante el Arsenal, por la rivalidad que siempre hubo entre ambos equipos, el Manchester se impuso hasta con cierta comodidad y como se preveía, el 1-0 conseguido en el partido de ida en su estadio, el “Teatro de los sueños” de Old Trafford, fue decisivo y a los 11 minutos, en Londres, ya se imponía 0-2, obligando al local a tener que llegar a los cuatro goles para eliminarlo. Una quimera, tratándose de uno de los equipos más serios. Y efectivamente, terminó imponiéndose casi en un entrenamiento, por 1-3 y con la mitad del público local ya retirado tiempo antes del estadio, sabiendo que no existía la más mínima posibilidad de llegar a la final.
Lo supo también el Porto de Portugal, que en los cuartos de final había conseguido un gran 2-2 en Old Trafford. Sin embargo, en la vuelta en tierras lusas, el Manchester sacó a relucir su tradición, su personalidad, y terminó imponiéndose 0-1.
Será interesante ver cómo resuelve el Manchester la segunda final consecutiva de la Champions League, ya sea ante el Chelsea (su vencido en 2008) o ante el Barcelona, en el que muchos consideran “el” partido del mundo del fútbol, el Nadal-Federer de los equipos de 2009.
Pero este nuevo acceso a una final, por parte del Manchester, está lejos de ser una casualidad. Más bien es producto de la causalidad.
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