Para encontrar lo más hondo de la explicación del actual fenómeno mundial del Fútbol Club Barcelona, no hace falta viajar muy lejos. Basta, para quienes tienen la chance de visitar Buenos Aires, con hacerse una escapada a la ciudad de Luján y pasar por el Club Atlético Luján y observar cómo se preparan para la vida unos doscientos chicos preseleccionados, becados por el Barcelona Juniors, como se hizo llamar el club catalán en la Argentina, como homenaje a Boca Juniors, debido a que este predio anteriormente pertenecía a lo que fue La Candela, una institución como concentración de equipos xeneizes es el pasado.
Desde 2007, el Barcelona se inscribió jurídicamente en el país e invirtió cerca de dos millones de dólares para acondicionar el predio, que hace años explotaba el ex jugador de Boca de los años ochenta Jorge Raffo, y estableció su propio sistema de coaching para que los chicos se formen con una filosofía propia, la misma que hoy lleva a aquellos canteranos a los primeros planos internacionales. Jugadores como Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Carles Puyol, Víctor Valdez, y en gran medida nuestro Lionel Messi y hasta Cesc Fábregas, hoy indiscutida figura del Arsenal, se han formado como personas en este sistema.
Hoy, el Barcelona argentino ya tiene cuarenta pedidos de chicos por parte de nueve equipos nacionales para ingresarlos a sus filas. De estos doscientos jovencitos seleccionados en todo el país, sesenta son residentes y el resto, venidos desde todas las provincias y cuentan con cuatro pasajes anuales para visitar a sus familias y un pasaje de los familiares para visitarlos en Luján.
¿Por qué el Barcelona recurre a su propio sistema de formación de los chicos que selecciona, en vez de permitirles crecer en una estructura de equipo nacional? Porque sus dirigentes consideran que el fútbol argentino transmite valores devaluados, especialmente en tópicos como violencia en el deporte, solidaridad y principios democráticos. Todo un llamado de atención para el trabajo de divisiones inferiores, cuyo resultante vemos cada domingo en primera división.
“¡La pedagogía!”, dice con orgullo Joaquín Hernández al ser consultado sobre qué destaca del trabajo del Barcelona tan exitoso con sus juveniles, en el predio catalán ubicado detrás de la tribuna norte del mismísimo estadio Camp Nou, en la estación “Badal” del metro. “La llave se llama pedagogía, porque no se puede enseñar a ganar, sino a jugar”, dice nada menos que el papá de Xavi. Por su parte, el ex coordinador del fútbol base Jaume Olivé, sostiene con claridad que si el Real Madrid siempre abrevó de la fuente latinoamericana, el Barcelona lo hizo con la misma Europa central, de equipos que marcaron época como el MTK de Budapest, el Austria de Viena, el Sparta Praga, el Honved o el Ferencvaros de Hungría, y ha tenido en sus filas a los mejores exponentes del gran fútbol en todos los tiempos, desde Ladislao Kubala, pasando por Johan Cruyff, Johan Neeskens, Diego Maradona, Bernd Schuster, hasta brasileños de la talla de Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y hoy, a Lionel Messi. Y no fueron distintos, a excepción del más tacticista Helenio Herrera en los sesenta, los entrenadores como Rinus Michels, el propio Cruyff, Rikjaard y hoy, alguien formado en la casa, como Josep Guardiola.
La fábrica de cracks azulgrana se llama “La Masía” y el actual coordinador del fútbol-base, Albert Benaiges, insiste en que el factor más importante “es la doble pedagogía”, en el sentido de que los entrenadores de los distintos equipos son ex futbolistas y licenciados en educación física u otras disciplinas, como magisterio. “Buscamos a niños inteligentes y con buena técnica. La clave es la calidad y después se incide en la fortaleza y la rapidez”.
En vista del brillante fútbol que despliega en cada partido, y del comportamiento de sus jugadores, está claro que el sistema funciona y que lo institucional incide en mucho en los resultados finales.
Lo insólito es que pocos, en la Argentina, parecen ser proclives a estudiar los procedimientos de los que consiguen resultados asombrosos como el Barcelona, uno de los grandes ejemplos de consolidación de una filosofía futbolística.
La maravilla del fútbol que podemos ver hoy, había comenzado mucho antes, casi desde el cerebro de los dirigentes, para irse transmitiendo con coherencia a los demás. ¿Será posible que alguna vez se entienda esto entre los nuestros?.
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