miércoles, 6 de mayo de 2009

El Barcelona llega a la final más por lo general que por esta eliminatoria (Jornada)

Los amantes del fútbol suspiraron con alivio con el golazo de Andrés Iniesta a un minuto de que se acabara la semifinal ante el Chelsea en Stamford Bridge. El Barcelona se quedaba irremediablemente afuera de la gran final de la Champions League porque no había forma de encontrarle la vuelta al tremendo vallado defensivo colocado por el gran entrenador holandés Guus Hiddink, y llegó el milagro cuando ya casi nadie lo imaginaba, pero así es el destino, que decidió premiar más al que viene ofreciéndonos una temporada de esplendor, que al que realmente mereció llegar a Roma.

No es la primera vez que al Barcelona le ocurre algo así, y seguramente muchísimos aficionados culés mayores de treinta años habrán apelado a la magia de aquel día de 1992 en Kaiserlautern, cuando a poco de la final de Wembley, el “Dream Team”de Johan Cruyff parecía ya eliminado cuando un cabezazo salvador de José Mari Bakero lo metió otra vez en la Champions, que luego ganó con aquel tantas veces repetido tiro libre de Ronald Koeman ante la Sampdoria de Gianluca Vialli. En ese equipo catalán jugaba Josep Guardiola, el hoy entrenador azulgrana, que festejó el tanto de Iniesta corriendo por todo el lateral, loco de contento.

Todos los caminos del Barcelona conducían a la final de Roma del próximo 27 ante el Manchester United, pero parecía que el equipo catalán se estrellaba en el último paso, y de hecho, no mereció avanzar, aún cuando siempre impone un porcentaje altísimo de posesión de pelota, que tampoco varió en los dos partidos ante el Chelsea.

Sin embargo, no es casual que en tres horas de fútbol, el Barcelona sólo haya marcado un tanto a los tres minutos de alargue del segundo partido. Se encontró por una de las pocas oportunidades en la temporada, con un equipo que le jugó “a la italiana”, con dos líneas de defensores muy bien posicionados, con un excelente estado físico, y con un gran manejo del contragolpe, además, con un enorme sentido de la verticalidad conseguido en los tiempos ganadores del portugués José Mourinho, y ahora continuados por el maestro Hiddink.

Así, el Chelsea se llevó un enigmático empate a cero en el Camp Nou pero que nada se sabía de las consecuencias que podía acarrear ayer en Stamford Bridge. Y el fútbol tenía preparado un golazo de Essien, antes de los diez minutos, que condicionó la eliminatoria, porque lo que parecía al revés, en el sentido de que el equipo inglés iba a tener que salir y dejaría espacios para el ataque rival, generó que el partido volviera a parecerse al primero, con los locales ahora defendiendo la ventaja, y un Barcelona desconocido y muy marcado, tuviera que salir a buscar el empate.

Más allá del pase milagroso del Barcelona a la final, algunos apuntes que no deben soslayarse. Los catalanes llegan ante el anterior campeón de Europa, el Manchester United, sin cuatro defensores claves: dos de los centrales, lesionados (Rafa Márquez y Gabriel Milito), y los dos laterales suspendidos (Daniel Alves por acumulación de tarjetas) y Abidal por expulsión. Guardiola sólo dispone del regreso de Carles Puyol, y deberá estructurar un nuevo sistema ante uno de los ataques más poderosos del mundo.

Y el joven entrenador catalán también deberá afinar su búsqueda de equilibrio cuando le falta algún titular desde el medio hacia arriba. Samuel Eto’o ya no funcionó del todo por la derecha ante Real Madrid, y menos que menos por la izquierda en Londres, mientras que Keita y Sergio Busquets son mucho más lentos en el andar, que los titulares Yaya Touré e Iniesta, ayer el primero como marcador central, y el segundo, como falso puntero derecho.

Al Chelsea se le escapa por un minuto una enorme chance de vengar aquella derrota de hace un año por penales en Moscú ante el Manchester United por la final de la Champions League, y debe ser, sin dudas, muy frustrante para su plantel, especialmente porque mereció jugar la final, pero tal vez con el paso de los días compruebe que ha sido mucho más que un digno rival. Ha logrado anular, y hasta superar al Barcelona. Y eso no es para cualquiera.

En cuanto al fútbol en general, no hay mejor final que la de Roma. Los dos mejores estarán allí en tres semanas. Cara a cara, dos estilos completamente distintos, ambos agradables, con excepcionales jugadores, y a partido único. El Nadal-Federer del fútbol. Y para nosotros, Carlos Tévez contra Lionel Messi. No podemos pedir más, el fútbol nos otorga este privilegio.


1 comentario:

Carlos Paredes Leví dijo...

Se ve que hasta D-os se aburrió de la falta de juego del Chelsea......por eso, hizo justicia y nos premió con un gol en el descuento.