domingo, 3 de mayo de 2009

El fútbol del Barcelona debe ser el ejemplo (Jornada)

Mejor, no se puede jugar. Para muchos, el mejor Barcelona de la historia. Para otros, tal vez algo apresurados aunque difícilmente equivocados, se trata del mejor equipo visto jamás. Lo cierto es que hasta el Real Madrid, y en el propio estadio Santiago Bernabeu, pagó demasiado cara su osadía de querer disputarle la liga a su archirrival y tuvo que padecer un humillante 2-6, un resultado que jamás había sufrido, en el partido que definía el devenir del actual campeonato español de fútbol.

Pero lejos de quedarnos detenidos en este partido, la idea es tratar de reflexionar cómo esta cuasi-final entre Real Madrid y Barcelona, apenas forma parte del epílogo de una temporada brillante de los catalanes, que si no han ganado muchísimo antes la liga siendo tan superiores a todos sus adversarios, fue justamente porque los blancos de la capital llegaron a ganar todos los partidos menos uno, que empataron, desde su caída en el Camp Nou también con el Barcelona (2-0) en el debut de su actual entrenador, Juande Ramos.

Sólo una excepcional campaña como la del Real Madrid, que no deja de serlo por haber sido vapuleado en su propio estadio por una máquina de jugar al fútbol, pudo demorar una definición que hasta generó alguna duda los días previos a este excepcional enfrentamiento del sábado que quedará entre los mejores de la historia del fútbol moderno.

Porque si bien el Real Madrid hizo todo lo posible por alcanzar a su rival, y hasta llegó a estar en ventaja de 1-0 que suponía quedar a un punto restando cuatro jornadas, la diferencia es tan grande como la que siempre suele haber entre un muy buen equipo, y otro brillante.

Y nos detenemos ahora sólo en el Barcelona, que el próximo miércoles en Londres, y por el partido de vuelta de la Champions League, debe jugarse ante el Chelsea su pase a la gran final del 27 de mayo en Roma, luego de empatar sorpresivamente en el Camp Nou por 0-0.

El Barcelona se encuentra en el gran momento de las definiciones. En el exacto tiempo de definir si los brillantes espectáculos, la enorme cantidad de goles convertidos en la temporada (casi 150), el excelso fútbol que nos ha mostrado a lo largo de un año, tendrán el corolario en títulos que es, al fin y al cabo, lo que termina de legitimar ante muchos todo lo hermoso que no necesita de catalogaciones.

Pero no viene mal tampoco, que el Barcelona se lleve todo, que arrase con la liga (asunto ya casi concretado), la Champions y hasta la Copa del Rey (cuya final debe disputar la semana siguiente en Valencia ante el Athletic de Bilbao). Porque de esta manera, también los resultadistas se quedarán, por fin, sin cháchara, sin argumentos inútiles con los que atacar a los osados, a los que decidieron pensar en la gente, los que sienten un fútbol lírico.

Porque tampoco sirve el argumento de los recursos económicos. También el Inter, el Chelsea, el Bayern Munich, el propio Real Madrid, el Liverpool o el Manchester, o el Arsenal, disponen de presupuestos parecidos, pero no logran lo que el Barcelona.

No todo es económico. Lo que genera el Barcelona es que reflexionemos por qué nosotros, con los jugadores que tenemos, con el mismísimo Lionel Messi que deslumbra al mundo entero, con cracks para elegir en los cuatro puntos cardinales, no generamos la misma admiración, los mismos comentarios.

Viene bien que gane el Barcelona para que a los que nos gusta el fútbol nos impulse el mirarnos en el espejo, reflexionemos con la almohada, y pensemos si “eso” que vemos los domingos, cómo chocan unos y otros al fútbol local, cómo gesticulan los jugadores pidiendo tarjetas para el contrario o simulando faltas, o tirándose sobre el rival con los dos pies para adelante, para quebrarlo en pos del resultado, es lo que queremos.

El Barcelona también obtiene resultados, pero optó por otro camino. Por uno más digno, que divierte, que asombra, que deslumbra, pero que gana. ¡Y cómo gana! Y es de este planeta, no de otro. Los jugadores son de carne y hueso, y muchos, con una habilidad no tan superior a la de los nuestros. Lo que cambia es la mentalidad, el deseo de terminar con la mentira malsana del resultadismo.

Es hora de tomar como referencia al Barcelona, a su fútbol, a su ideario, a su filosofía, a su juego. También así se gana, pero más que todo, así se juega al fútbol, más allá, incluso, de los resultados conseguidos.

1 comentario:

RoBoT dijo...

Gran partido, Sergio. Es cierto que no puedo ser objetivo, pero una derrota del Barça en el Bernabeu hubiera dado la razón al fútbol rácano y defensivo. Me alegro, pues, doblemente: por el Barça y por el fútbol. A ver si los entrenadores de los equipos grandes se dan cuenta de que jugando al ataque también se pueden ganar partidos. Un saludo, Jordi.