Para el fútbol del mundo, especialmente para los
aficionados españoles, hoy se juega el primer partido fuerte de la temporada,
nada menos que el partido de ida de la Supercopa de España, el campeón de la
Liga (Barcelona) contra el campeón de la Copa del Rey (Atlético Madrid), pero
para los argentinos, tiene un condimento especial, porque los dos entrenadores
que se medirán son Gerardo Martino y Diego Simeone.
¿Acaso los dos sucesores, algún día, de Alejandro
Sabella en la selección nacional? Esto aún es prematuro saberlo, pero vístala
trayectoria de ambos como entrenadores, es claro que marchan hacia un destino
más fuerte en un futuro próximo y los dos, dirigiendo equipos fuertes, marcando
un camino.
Martino acaba de incorporarse al fútbol grande de
Europa, casi un sueño, dirigiendo al mejor equipo del mundo de los últimos
años, algo en baja por la recaída de su anterior entrenador, Tito Vilanova, lo
que en estas horas es motivo de debate en los medios porque el veterano Xavi
Hernández acaba de confesar que estaban un poco relajados la pasada temporada
por esta situación y que no hacían la presión habitual desde los atacantes pero
que ahora esto parece recuperarse.
El notable 7-0 ante Levante, si bien la diferencia
de planteles y de economía es tan grande como el resultado del domingo en el
Camp Nou, ya precipitó a muchos a hablar de un “estilo Tata” de juego, cuando
precisamente si algo caracteriza al rosarino es la ductilidad para adaptarse a
planteles disímiles y la prueba es lo que sucedió en la selección paraguaya.
Eso no significa que Martino no prefiera un estilo
de posesión y control de balón, de presión en toda la cancha, de pelota jugada
por abajo y con extremos y la prueba más cabal es el Newell’s campeón reciente.
Pero no hay que exagerar tan pronto.
Bien dijo Carles Rexach, ídolo del Barcelona y
columnista (su sección lleva el ocurrente nombre “Correr es de cobardes”) que a
Martino esta noche le espera un partido demasiado duro en el Vicente Calderón y
que para analizar un sistema se necesitan varios meses, más allá de la
excelente impresión dejada por el “Tata” desde su llegada: humilde, sencillo,
sin excusas y aceptando que cuenta con un gran plantel, pero también prefirió
esperar la recuperación de su capitán Carles Puyol antes que hacerle gastar al
Barcelona en un marcador central. Eso cayó muy bien en el vestuario, que se
ganó muy rápido.
Por el lado de Simeone, conoce ya mucho más lo que
es el fútbol europeo y más aún a su Atlético, un equipo que hasta su llegada
vivía un letargo y que con su fuerza, optimismo y mucha psicología, logró
colocar como tercero, detrás de los dos monstruos y hasta ganar en el Santiago
Bernabeu a su tradicional rival la final de la Copa del Rey, lo que le permite
jugar esta Supercopa y también la Champions League.
Martino no se escondió, tal su costumbre, y dijo en
la previa que el Barcelona “siempre debe asumirse como favorito” y que le
hubiese gustado dirigir a David Villa, que acaba de cambiarse del Barça al
Atlético y que de marcar goles, los va a gritar “aunque con respeto”, algo que
termina con la hipocresía de las manos pidiendo perdón, como si un gol fuese
una traición.
De este Barcelona concentrado, con un excelente
estado físico, y con el equipo motivado, todo es esperable, pero también del
Atlético, que comenzó la Liga ganando en Sevilla 1-3 y que todo indica,
pretende continuar con la regularidad de Simeone.
Lindo partido el que veremos mañana en el Calderón,
con todos los aditamentos y por si fuera poco, con la presencia de Alejandro
Sabella, entrenador de la selección argentina, con quien estuvimos dialogando
extensamente y a solas en Barcelona el pasado lunes.
Sabella estuvo en la Ciudad Deportiva visitando a
Leo Messi y Javier Mascherano, aunque quedó más que impresionado con Martino, a
quien admiraba ya como jugador.
Es muy bueno que exista una relación así entre
Sabella y Martino, de admiración y afecto recíproco. Son entrenadores
respetuosos, trabajadores, honestos y de mucho conocimiento. Puede ser muy
fructífero para los próximos años en la selección argentina. No es poco.
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