Primer título para el Barcelona del “Tata” Gerardo
Martino: la Supercopa de España, aunque de la manera más impensada, porque
pocos imaginaban un 0-0 en el Camp Nou ante un muy duro Atlético de Madrid,
firme atrás y recio, que no perdonó a ninguno de los volantes y delanteros
locales y hasta tuvo muy buenas oportunidades de contragolpe como para ganarlo.
Seguramente tras este partido, la dirigencia del
Barcelona tratará de convencer a Martino de la necesidad de contratar un
delantero de área antes de que se acabe el próximo lunes el mercado de pases de
verano europeo (se habla de Fernando Torres, Fernando Llorente y hasta el
paraguayo Oscar Cardozo) porque si hay una falencia en el siempre vistoso juego
azulgrana, sigue siendo la de no marcar muchas veces en el resultado la enorme
diferencia que suele haber sobre el rival en los campos de juego.
Jornada viene acentuando este problema desde que
Lionel Messi recayó de su lesión muscular, porque como suele ocurrir, el genio
con su magia había logrado disimular buena parte de la dificultad, pero ante su
ausencia, vuelve a manifestarse, como ocurrió en Málaga, en el Vicente Calderón
en el partido de ida de la Supercopa, y anoche aún con el regreso del crack
argentino y por primera vez, haciendo dupla atacante con el esperado brasileño
Neymar.
Este Barcelona, que comenzó deslumbrando ante el
Levante en aquel 7-0 del inicio de la Liga, ya no se le parece tanto, y si su
andar no es inseguro, sí es errático, porque tiene que hacer demasiado esfuerzo
para definir en el área rival, a falta de un centrodelantero clásico (y al
menos nosotros creemos que Cesc, tan destacado por la prensa local, es más
volante que “falso nueve”), y porque al volcarse tanto al ataque, se desprotege
atrás y es presa de contragolpes complicados al punto de que pudo empatarle el
Málaga y pudo ganarle anoche el Atlético, de no ser por el magnífico trabajo
del arquero Víctor Valdés.
El Barcelona jugó con su clásico esquema 4-3-3, pero
al no estar recuperado físicamente, Messi desapareció por muchos minutos, y
hasta falló un penal sobre el final (dio en el travesaño) mientras que por las
puntas, Alexis y Neymar se empeñaron en hacer casi siempre una de más, hasta
llegar a irritar a los aficionados al Camp Nou, esta vez más turistas y poco
habitués al estadio que los hinchas y socios de siempre (no estaba incluído el
abono en este partido).
El planteo de Diego Simeone para el Atlético terminó
siendo bueno, aunque no lo parecía de entrada. Un equipo parado muy atrás, muy
sólido, y dejando libres las puntas para la recepción de los extremos, y en
cambio, cerrado en el medio, obligando al Barcelona, una vez más, a un partido
casi de hándbol, con la pelota circulando de un lado al otro del área rival,
pero sin claridad para el remate final.
En este sentido, el árbitro Fernández Borbalán
pareció demasiado contemplativo con los visitantes que pegaron demasiado y de
manera recurrente, pese a lo cual, al terminar el primer tiempo, el Barça tenía
dos amonestados y el Atlético, sólo uno (Juanfran).
Ya en el segundo tiempo, aunque lo había insinuado
en el final del primero, el Atlético se fue acercando a Valdés en algunos
contragolpes, siempre manejados por el gran asistente turco Arda Turán, insólitamente
reemplazado por Adrián, pero el arquero del Barcelona tuvo una magnífica noche
y con sus atajadas no permitió el triunfo de los madrileños.
En síntesis, la sensación es que con la llegada
tardía de Martino como director técnico y la poca exigencia futbolera de sus
rivales asiáticos en el verano, el Barcelona, conceptualmente, no terminó su
pretemporada, aunque haya ganado, incluso, su primer título del nuevo ciclo.
Y debe tratar de corregir pronto algunas falencias
que ya parecen crónicas, porque ahora sí que llega lo más intenso, y con poco
margen de error.
Martino ganó el duelo de entrenadores argentinos, si
hay que basarse en el resultado. Desde el planteo, la cuestión terminó mucho
más equilibrada de lo que parecía.
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