Con el dato de que el Barcelona lleva gastados 57
millones de euros en fichajes, y el Real Madrid, 81,4 millones (sin contar con
la chance de otros cien en el inglés Gareth Bale, a punto de llegar), y entre
los otros dieciocho, apenas 67,1 millones, ya se puede tener una idea de lo que
puede ocurrir, una vez más como en los últimos años, en la Liga Española de la
temporada 2013/14 que se estrena este fin de semana.
Se trata de una Liga muy extraña, que aumenta
todavía más la distancia entre los dos clubes más grandes y todo el resto, que
prácticamente apuesta a puestos de Champions League, o Europa League, o
simplemente evitar el descenso a Segunda División.
Esto, a su vez, genera que el Barcelona y el Real
Madrid puedan disputar la Champions League sin despeinarse en la Liga, que ha
perdido fuerza de competencia por la enorme distancia económica, sumado a que
la crisis que atraviesa España y en particular los muy endeudados clubes (deben
entre todos cerca de mil millones de euros), generó que muchas estrellas
emigraran a Inglaterra (34 jugadores, nada menos) o a otros torneos, o hasta al
Real Madrid o al Barcelona, que se han fortalecido mientras los otros, que ya
eran más pobres, se han debilitado aún más.
Es tanta la diferencia entre los clubes que
participan en la Liga, que el Real Madrid y el Barcelona sobran de derechos de
TV el doble que los clubes ingleses que más reciben, pero el Atlético Madrid o
el Valencia, en la segunda línea de calidad en España cobran por estos derechos
menos que el último de la Premier League.
Un dato significativo de esta nueva Liga es que
mientras el brasileño Neymar, consagrado recientemente en la Copa de las
Confederaciones, llegó al Barcelona para sumarse a Lionel Messi y compañía, o
Isco, Illarramendi o Carvajal llegaron al Real Madrid, los otros dieciocho
equipos vendieron a su mejor jugador, y aunque buscaron reemplazarlo, se
debilitaron con claridad.
Por ejemplo, Sevilla se desprendió de su goleador
Negredo y de su extremo Navas (ambos al Manchester City), el Valencia hizo lo
propio con Soldado (Tottenham), el Atlético Madrid, con Radamel Falcao (Mónaco)
y hasta podría desprenderse de Arda Turán, Adrián y el recién llegado
Demichelis, el Athletic vendió a la Juventus a Fernando Llorente, la Real
Sociedad hizo lo propio con Illarramendi al Real Madrid, y el Betis con Beñat.
Esta fórmula de sólo dos equipos claramente
definidos para pelear el título de Liga, trae además el problema de que puede
ocurrir lo de la temporada pasada: que un mal inicio de uno de los dos
determine casi la definición del torneo a más de una rueda del final, lo que la
torna muy aburrida, casi sin sentido.
Por esta razón es que desde hace tiempo ya que el
presidente de la Real Federación Española (RFEF), Angel María Villar, está
buscando un sistema más competitivo, aunque no parece que pueda encontrarle la
vuelta hasta 2016, cuando termine el contrato por separado de los clubes con
Mediapro y Sogecable, para que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) unifique la
venta de derechos y establezca un nuevo sistema de reparto, más parecido al de
la Premier League, que de todos modos recibe 2100 millones de euros anuales por
los derechos contra 800 de la Liga.
En lo futbolístico, la gran expectativa está dada por
una temporada en la que se hable más de fútbol y menos de quejas, reclamos, o
mensajes al rival. La salida de José Mourinho al Chelsea, reemplazado por el
italiano Carlo Ancelotti como entrenador del Real Madrid, dará un perfil más
tranquilo y a su vez, un cambio de estilo de juego tal vez algo menos vertical pero
algo más vistoso a los blancos, aunque su esquema definitivo dependerá de la
llegada o no de Bale.
Si éste juega entre los titulares, seguramente
saldrán o Modric, en el rombo del medio, o Benzema, pero todo indica que
Ancelotti se decantará por una defensa de cuatro (con el ingreso de Carvajal
por Arbeloa), u volante defensivo y uno ofensivo, y dos puntas, en el que
tendrá lugar Isco, un valor joven de mucho futuro, llegado del Málaga.
El Barcelona ha tenido un verano complicado, debido
a que cuando todo parecía en su lugar con la llegada de Neymar, una recaída en
la salud del entrenador Tito Vilanova determinó que tuviera que dejar su puesto
y fue reemplazado por el argentino Gerardo “Tata” Martino.
Martino, de muy buena relación con Lionel Messi
(ambos están identificados en la Argentina con Newell’s Old Boys), llega con
muchos títulos pero todos en el continente sudamericano, lo que lo transforma
en una incógnita para la afición y la prensa catalanas.
De momento, parece haberse ganado el vestuario,
prefirió no acelerar la búsqueda de un defensa central que desde hace tiempo es
prioridad del Barcelona, y en cambio apostar a lo que hay, al menos hasta
diciembre.
Martino prefiere esperar la recuperación de Carles
Puyol, y probar al joven Bagnack, de buena pretemporada, que junto a Marc
Bartra se suman a los ya consolidados Gerard Piqué y Javier Mascherano, y tirar
hasta diciembre, cuando se reabra el mercado de pases.
Más allá de esta circunstancia, en el Barcelona hay
dudas con la solidez de este plantel que sufrió bajas de jugadores como Thiago
(Bayern), Deulofeu (Everton), o Villa (Atlético), sumado a las lesiones, a un
Dani Alves en baja y con Víctor Valdés, el arquero titular, en su último año en
el club.
Al mismo tiempo, Messi entra en la temporada que
finalizará con el Mundial de Brasil, y no hace falta señalar el grado de
motivación que puede llegar a tener, por lo que tratándose del genio argentino,
todo es posible.
Y jugadores como Messi, Cristiano Ronaldo, Iniesta,
Xavi, Isco, son los que terminan generando la ilusión de seguir viendo grandes
pasajes de fútbol, aún con la diferencia de poderes y de clubes más
debilitados.
La Liga sigue teniendo tirón, pese a todo.
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