A una semana del comienzo de otra Liga Española,
todo indica que aunque deportivamente parece aumentar la ventaja del Real
Madrid y el Barcelona sobre el resto de los equipos, por razones económicas del
muy poco democrático manejo de los fondos de los derechos de televisión, al
menos tendremos un torneo menos polémico detrás de la línea de cal porque los
dos nuevos entrenadores de los dos equipos más fuertes, no tienen un carácter
que pueda generar discordia, al menos desde la base.
El cambio más rotundo en este sentido proviene del
Real Madrid, club que parece estar dispuesto a buscar un vestuario más
familiar, más cercano y menos tenso como en los tiempos de su entrenador
anterior, el portugués José Mourinho, cuando se llegó a la situación de que los
capitanes del club blanco pidieron al presidente Florentino Pérez, en una
reunión cerrada, que al final de la pasada temporada prescindiera de “Mou” o
serían ellos quienes se irían.
Esta reunión, necesariamente desmentida por Pérez,
aunque no por Mou, quedó aún más confirmada cuando días pasados el Real Madrid
venció al Chelsea, que ahora dirige el portugués, en un amistoso en Nueva York
en el que todo explotó de tal manera que no queda margen de duda.
Por un lado, sólo saludaron a Mourinho Xabi Alonso
(que siempre se dijo que fue su lugarteniente cuando el portugués dirigía al
Real Madrid) y Coentrao, a quien el entrenador quiere para esta etapa en el
Chelsea. A ellos se sumó, por una cuestión de cortesía y tal vez de cierta
simpatía, el nuevo entrenador del Real Madrid, el italiano Carlo Ancelotti.
Pero el resto de los jugadores no se acercó al
entrenador, y no sólo eso, sino que Cristiano Ronaldo, quien ahora sí parece
que firmará la pipa de la paz con el Real Madrid y sellará un contrato casi
definitivo en su carrera en el alto rendimiento, llegó a decir que “no escupo
la mano que me da trabajo”, alineándose claramente con el plantel y mostrando
su distancia con su compatriota. Marcelo, lateral al que Mourinho denostó en el
final del ciclo, gritó su gol con un claro desafío al banco rival.
Así las cosas, no se necesita nada más sobre lo que
ocurrió en la última temporada, aunque todos los protagonistas lo atribuyeran a
pequeños detalles o a haber comenzado mal la Liga y ya con imposibilidad de dar
alcance al Barcelona.
Nada de esto ocurre ahora. Ancelotti ha llevado al
Real Madrid su criterio de “familia” italiano, el hacer fuerte al vestuario,
darle espacio a sus jugadores y mostrar que es un buen administrador de
planteles pletóricos de estrellas, con lo cual es lo más parecido que se
recuerde a Vicente Del Bosque, echado pese a ganar la Liga en 2003 en una
medida que generó un silencioso arrepentimiento en la entidad, aunque ya era
tarde.
Por el lado del Barcelona, la Copa Joan Gamper ante
el Santos, la gira por Asia y la fugaz visita del nuevo entrenador, el
argentino Gerardo Martino por Escandinavia, aunque el equipo seguía a las
órdenes de Jordi Roura, dejaron en claro que las cosas cambiaron y que hay una
especie de retorno del más puro guardiolismo al Barcelona.
Martino tiene su propio estilo pero como bien dice
el director deportivo del club, Andoni Zubizarreta, en el Barcelona no
necesitaron de muchos días para entender que el argentino tiene el ADN del club
y que no hay nada que temer y no sólo eso: los jugadores lo alaban, convencidos
de que el discurso llega hasta sus entrañas.
Con su simpleza, y con pocos aires de grandeza, más
bien escuchando y diciendo lo justo que con propuestas grandilocuentes, Martino
se fue descubriendo como entrenador serio y abierto, aunque muchos sostienen
que no conoce del mundo del fútbol europeo, los torneos continentales y el
ritmo de partidos. El tiempo dirá si es así, pero no se trata de un entrenador
improvisado sino de alguien con tanta experiencia que en el pasado Mundial, con
la selección de Paraguay, estuvo a punto de eliminar a la de España en los
cuartos de final.
Martino sólo comenzó aceptando la llegada de un
defensa central (el club osciló entre Thiago Silva, David Luiz y Daniel Agger,
y hasta se movió cerca de Santiago Vergini, de Newell`s Old Boys de Rosario)
pero en el final, el entrenador argentino llegó a sostener que podía apostar a
esperar la recuperación física de Carles Puyol, algo que parece arriesgado por
si esto no ocurriera.
De cualquier modo, Martino también lo dijo en su
presentación en el Barcelona. Lo suyo es dirigir, mejorar el sistema del
equipo, aportar lo suyo, pero jamás debatir con el entrenador rival, o con su
máximo rival de la Liga, a través de los medios de comunicación.
Ancelotti tampoco tiene esos modos y más bien
mantiene un perfil bajo en sus declaraciones.
¿Tendremos, por fin, una Liga tranquila, más allá de
la necesidad mediática de poner todo en discusión y sospecha? Si es por los
entrenadores, la Liga Española dio un paso adelante.
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