Muchos podrán decir que oficialmente, en la
temporada que acaba de iniciarse, el Barcelona obtuvo los seis puntos de la
Liga, con ocho goles a favor y ninguno en contra, y que lleva ventaja para el
miércoles en la revancha ante el Atlético Madrid, como local, por la Supercopa
de España tras empatar 1-1 en la capital la pasada semana.
Pero esos son números fríos, que apenas si pueden
ser útiles para aquellos que miden todo por los resultados, o que opinan con el
diario del lunes ya publicado.
Si tratamos de profundizar en el juego del
Barcelona, y más allá de las muy positivas críticas que con justicia fue
recibiendo su entrenador argentino Gerardo Martino por su humildad, sencillez y
sentido común (excepto aquello de que el fichaje del inglés Gareth Bale, por el
Real Madrid es “casi una falta de respeto al mundo en general” cuando su club
también lo hace), si en algo tiene razón el rosarino es que por más insistencia
que haya sobre cambios tácticos respecto de la temporada pasada, por el
momento, no se ven demasiados y es lógico que esto ocurra.
Creemos, aunque no sea formalmente así, que en
verdad, debido a la pretemporada sin exigencias futbolísticas del equipo, el
último partido real de preparación para un año muy exigente, fue en la primera
fecha de la Liga ante un Levante que con escasísimo presupuesto y pánico por
las diferencias, no pudo resistir una goleada que no fue mayor porque los
azulgranas lo dejaron ahí.
Pero la verdadera temporada comenzó el pasado
miércoles en el Vicente Calderón ante el Atlético Madrid de Diego Simeone (1-1)
y siguió anoche en La Rosaleda ante el Málaga (0-1). En los dos partidos, el
primero con Lionel Messi en la cancha, aunque lesionado en el primer tiempo, y
el segundo sin el supercrack, se repitieron las circunstancias: dominio
abrumados de balón del Barcelona (especialmente ante los andaluces) pero con
situaciones de gol parecidas en cantidad.
Es que el Barcelona, todavía con un Martino que
lleva apenas un mes como director técnico, arrastra problemas crónicos que
deberá resolver si no quiere seguir padeciendo lo de los últimos años en cuanto
a su juego: debe lograr sacar en el marcador la enorme distancia que establece
en el campo a partir de su juego.-
Y aquí entramos en el dilema del “falso nueve”. Hay
una creencia en el Barcelona de que es mejor no dar referencias al rival en el
área, y que sean varios los que puedan llegar con pelota dominada a posición de
gol.
En teoría, esta idea parece cerrar, pero si
examinamos los goles de toda la temporada, en los últimos tiempos, la
diferencia entre los que marca Messi y el resto, es tremenda, y esto es porque
el resto no tiene una gran capacidad de gol.
En aquella mítica “Máquina” de River Plate de los
años cuarenta, también Adolfo Pedernera venía desde atrás con pelota dominada,
pero hacían muchos goles Angel Labruna y José Manuel Moreno, por dar dos
ejemplos.
En el Barcelona, especialmente cuando no está Messi
(como anoche, o como en un partido complicado y de mucha marca en el Calderón),
los partidos suelen parecerse a los de hándbol, es decir, se bordea el área
rival, pero se llega a rematar poco y vuelta a empezar la jugada, porque no hay
quién defina.
Con Messi se puede jugar con “falso nueve” porque un
genio puede hacer lo que quiera. El tema es cuando el genio no está. Y aún con
buenos resultados, el Barcelona deberá cambiar si no quiere seguir ganando
ligas pero quedándose tantas veces en la puerta de las competencias
internacionales.
Hay tiempo, hay jugadores (aunque sin Messi, no hay
nueves, salvo en la cantera), y hay entrenador. Falta ponerlo en marcha.
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