sábado, 14 de noviembre de 2015

Algo huele a podrido en el fútbol alemán (Perfil)


No son buenos meses para Alemania. A los affaires de Lufthansa y Volkswagen, ahora se suma el destape de la olla de la compra de votos para obtener la sede del Mundial 2006, en la elección del 6 de julio de 2000, que determinó en la semana pasada la renuncia del presidente de la Federación de Fútbol (DFB), Wolfgang Niersbach, acusado de fraude fiscal por más de un millón de euros, al igual que su antecesor Theo Zwanziger y el ex secretario general de la entidad, Horst Schmidt.

Si el Kaizer Franz Beckenbauer se salva de la posibilidad de ir a prisión es tan sólo porque su firma no aparece en ningún documento, pero está claramente implicado en los hechos, en una larga trama con algunos puntos aún oscuros.

Todo comenzó con la aparición de documentación de un pago a la FIFA de 6,7 millones de euros, que todo indica que se trató de un fondo para sobornos a distintos miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA para que votaran por Alemania contra Sudáfrica para la organización del Mundial 2006.

Esta votación  terminó con el resultado a favor de los europeos 12-11 debido a que el representante de Oceanía y presidente de la Federación de Nueva Zelanda, Charles Dempsey, que tenía mandato para votar por los africanos, se escurrió en el momento del sufragio cuando el 12-12 generaría el desempate del titular de la FIFA, Joseph Blatter y se sabía que una de sus promesas cuando había asumido en 1998 era darle un Mundial al continente africano.

La reconocida revista alemana “Der Sipegel” afirmó que el Comité Organizador del Mundial 2006, que presidía Beckenbauer y cuyo vicepresidente era Niersbach, recibió un préstamo (difícil de entender aún) de Robert Louis Dreyfus, CEO de Adidas, que todo indica que fue utilizado como fondo negro, y que el prestamista reclamó como devolución en 2005. Se dijo que ese dinero se utilizaría para una gala de presentación de la Copa del Mundo en Berlín, pero esto jamás se llevó a cabo.

En cambio, Der Spiegel dice que ese dinero se depositó en una cuenta de la FIFA en Ginebra, y de allí, a la cuenta de Dreyfus en Zurich (BNP), con el impulso del entonces secretario general de la FIFA, el suizo Urs Linsi. Todas las cuentas de la FIFA están en el UBS.

Lo extraño es que ese dinero, parte de una misteriosa triangulación, fue recibido antes de la votación de 2000 y fue devuelto mucho después, y no tuvo asiento contable en el Comité Organizador, en el que Niersbach tenía la Comisión de Marketing y Medios, y es lo que lo eyectó ahora de su cargo en la DFB luego de que ésta iniciara una auditoría externa, a cargo de Freshfields Bruckhaus Deringer.

Niersbach fue sucedido por Rainer Koch y Reinald Raubach, en conjunto.
Beckenbauer y Niersbach sostienen que pagaron los 6,7 millones a la FIFA como exigencia para después ésta darle una subvención de 250 millones de francos suizos al Comité Organizador del Mundial 2006.

Dempsey, fallecido en 2008, y del que se dice que cobró 250.000 dólares por haberse escurrido de la votación, llegó a decir que sufrió todo tipo de presiones en los días previos, como llamadas de Tony Blair, primer ministro británico de entonces, del canciller Gerhard Schroeder y de Nelson Mandela.

Distintas investigaciones prueban también que la candidatura alemana no sólo pagó a los dirigentes de la FIFA con dinero, sino también con concesiones de derechos de TV de los mundiales a muy bajo precio, y con partidos amistosos del Bayern Munich en los distintos países involucrados.

No todo lo que reluce es oro en el fútbol alemán.

ISL, el origen de todo

Los documentos dados a conocer por la revista alemana Der Spiegel, no aparecieron por casualidad sino por la quiebra del gigante ISL, una empresa de marketing y derechos de TV ligada a la FIFA y a Horst Dassler, de Adidas, que dejó un agujero negro de millones de euros en la entidad madre del fútbol y hasta tuvo coletazos en la ISL argentina, manejada por Rogelio Rigante, viejo conocido de Julio Grondona.

Para los Mundiales 2002-2006, la FIFA le concedió los derechos de TV para Alemania a la sociedad Leo Kirch-ISL por 120 y 140 millones de francos suizos, cuando se calculaba que esos derechos no valían menos de 250 millones (La norteamericana AIM hizo una oferta para USA de 320 millones y fue rechazada).

Sin embargo, hubo dos problemas claves: En el Congreso extraordinario de 1999, a un año de la votación de la sede del Mundial 2006, la Confederación Asiática se enojó con la UEFA por no recibir la quinta plaza para el Mundial. Eso motivó la necesidad de “buscar” algunos votos de ese continente por vías “no convencionales”.

Así fue que se compró el apoyo de cuatro representantes asiáticos: Mohammed Bin Hammam, (qatarí), suspendido de por vida por la FIFA por sobornos relacionados con el Mundial 2022,  Worawi Makudi (Tailandia) (suspendido por 90 días por el Comité de Etica de FIFA), integrante del Comité Ejecutivo de la FIFA por 18 años, Chung-Moon Jong (Corea), también integrante del Comité Ejecutivo que quiso ser candidato a presidente de FIFA, pero está suspendido por 6 años,  y el saudí Abdullah Al-Dabal (fallecido en 2007).

El otro factor es que ISL se declaró insolvente el 21 de mayo de 2000 y enseguida se supo que tenía en Liechtenstein un fondo negro para sobornos con miles de millones de francos.  Allí apareció Fedor Radmann, el alter ego de Beckenbauer, que viajaba por todo el mundo con dinero del fondo negro para “convencer” a los votantes.. Fue director de la ISL en Alemania y hombre de Leo Kirch, empresario que calculaba ganar unos 500 millones de francos suizos por revender los derechos de TV, el doble que si el Mundial se jugara en Sudáfrica. Luego, Radmann fue director de Publicidad de Adidas (casualmente).

Como Radmann pasó de ISL a Kirch por la quiebra de la primera, y su contrato con ISL expiraba en 2003 y la quiebra fue tres años antes, esos papeles pasaron a no tener valor y comenzaron a filtrarse en la prensa. Y esos son los papeles que justamente cuentan los arreglos que se hicieron para la votación de la sede del Mundial 2006.




La ruta del soborno

Si se va comprobando que hubo un fondo de dinero negro para sobornos para la candidatura de Alemania 2006, no todo fue con dinero. También hubo otro tipo de arreglos bajo cuerda, que involucran a empresas alemanas y a la propia clase política, llegando al ex canciller Gerhard Schroeder.

Si los beneficiados dirigentes asiáticos del Comité Ejecutivo de la FIFA fueron Mohammed Bin Hammam, (Qatar),  Worawi Makudi (Tailandia) , Chung-Moon Jong (Corea), y el saudí Abdullah Al-Dabal, también lo fue el inefable triniteño Jack Warner, suspendido de por vida por la FIFA por corrupción.

La DFB confirmó que Beckenbauer firmó con Jack Warner (entonces presidente de la Concacaf e inhabilitado de por vida por la FIFA, que lo consideró “pieza esencial en las tramas de ofrecimiento, aceptación y recepción de sumas ilegales no declaradas”), a 4 días de la votación, un dudoso acuerdo de diversas prestaciones alemanas, aunque no “beneficios pecuniarios directos”, según el nuevo presidente de la DFB, Koch, mientras que Rauball, el otro presidente, admite que “hay que ir por la dirección de estudiar un posible soborno”.

El 8 de diciembre de 2001, Leo Kirch cedió los derechos de TV para los Mundiales 2002 y 2006 en el Caribe a la empresa JD Internatiional de Warner, con sede en las Islas Caimán, por módicos 4,8 millones de Francos suizos.

A principios de 2001, el Bayern Munich (club del que Beckenbauer es el estandarte)  jugó en Malta, el país que representa Joseph Mifsud -uno de los que en el documento aparece como beneficiado-,  un amistoso, y otro en Túnez contra el Espérance, club que preside Slim Chiboub, yerno del jefe de Estado y presidente del club, a la búsqueda de votos.

Por si queda poco, el  28 de junio de 2000, 8 días antes de la votación, el Consejo de Seguridad de Alemania aprobó el envío de lanzagranadas (panzerfaust) a Arabia Saudíta en una votación que acabó 3-2 para Schoreder ante los verdes de Joschka Fischer y la socialdemócrata Heidemarie Wieckzorek-Zeu.

8 días más tarde, Abdullah Al-Dabal, del gobierno saudí y la FIDA, votó por Alemania.
.
En junio se pactó también, casualmente, la alianza entre Daimler Chrysler y Hyundai, con el aporte de los alemanes de 800 millones de dólares. La familia Chung es una de las propietarias de Hyundai y Chrysler llega al fútbol a través de Mercedes Benz, auspiciante de la selección alemana. Y Makudi, de Tailandia, vende Mercedes Benz en su país pero cuando le preguntan, suele responder que la empresa no es de él….sino de su mujer.

Justo en junio la empresa Bayer adquirió una fábrica surcoreana de placas de plástico y dijo que tenía previsto hacer grandes inversiones en Tailandia. Y BASF anunció una enorme inversión en la industria química coreana hasta 2003. Y el ministro de Ciencia y Tecnología alemán anunciaba en “The Bangkok Post” que Siemens quería asumir “la totalidad de la inversión privada” de un proyecto semipúblico para la producción de obleas de silicio. Siemens lo desmintió…al día siguiente de la votación, claro.  A su vez, Blair le pidió el voto para la candidatura inglesa  a Bin Hammam pero éste le dijo que sorry, pero que ya se lo prometió a Schroeder.

El 8 de mayo de 2010, Norman Darmanin Demajo, tesorero de la Federación de Malta (MFA), declaró a los medios junto con su abogado que aparecieron documentos de transferencias de las que el presidente Mifsud no dijo nada en un año y medio. Hay confusión sobre un partido de 2000 con el Bayern Munich. Se hable de un pago de 250.000 dólares pero luego hay otro de 300.000 a una cuenta fiduciaria de la MFA que no se sabe que haya existido.

Si se va comprobando que hubo un fondo de dinero negro para sobornos para la candidatura de Alemania 2006, no todo fue con dinero. También hubo otro tipo de arreglos bajo cuerda, que involucran a empresas alemanas y a la propia clase política, llegando al ex canciller Gerhard Schroeder.

Si los beneficiados dirigentes asiáticos del Comité Ejecutivo de la FIFA fueron Mohammed Bin Hammam, (Qatar),  Worawi Makudi (Tailandia) , Chung-Moon Jong (Corea), y el saudí Abdullah Al-Dabal, también lo fue el inefable triniteño Jack Warner, suspendido de por vida por la FIFA por corrupción.

La DFB confirmó que Beckenbauer firmó con Jack Warner (entonces presidente de la Concacaf e inhabilitado de por vida por la FIFA, que lo consideró “pieza esencial en las tramas de ofrecimiento, aceptación y recepción de sumas ilegales no declaradas”), a 4 días de la votación, un dudoso acuerdo de diversas prestaciones alemanas, aunque no “beneficios pecuniarios directos”, según el nuevo presidente de la DFB, Koch, mientras que Rauball, el otro presidente, admite que “hay que ir por la dirección de estudiar un posible soborno”.

El 8 de diciembre de 2001, Leo Kirch cedió los derechos de TV para los Mundiales 2002 y 2006 en el Caribe a la empresa JD Internatiional de Warner, con sede en las Islas Caimán, por módicos 4,8 millones de Francos suizos.

A principios de 2001, el Bayern Munich (club del que Beckenbauer es el estandarte)  jugó en Malta, el país que representa Joseph Mifsud -uno de los que en el documento aparece como beneficiado-,  un amistoso, y otro en Túnez contra el Espérance, club que preside Slim Chiboub, yerno del jefe de Estado y presidente del club, a la búsqueda de votos.

Por si queda poco, el  28 de junio de 2000, 8 días antes de la votación, el Consejo de Seguridad de Alemania aprobó el envío de lanzagranadas (panzerfaust) a Arabia Saudíta en una votación que acabó 3-2 para Schoreder ante los verdes de Joschka Fischer y la socialdemócrata Heidemarie Wieckzorek-Zeu.
8 días más tarde, Abdullah Al-Dabal, del gobierno saudí y la FIDA, votó por Alemania.
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En junio se pactó también, casualmente, la alianza entre Daimler Chrysler y Hyundai, con el aporte de los alemanes de 800 millones de dólares. La familia Chung es una de las propietarias de Hyundai y Chrysler llega al fútbol a través de Mercedes Benz, auspiciante de la selección alemana. Y Makudi, de Tailandia, vende Mercedes Benz en su país pero cuando le preguntan, suele responder que la empresa no es de él….sino de su mujer.

Justo en junio la empresa Bayer adquirió una fábrica surcoreana de placas de plástico y dijo que tenía previsto hacer grandes inversiones en Tailandia. Y BASF anunció una enorme inversión en la industria química coreana hasta 2003. Y el ministro de Ciencia y Tecnología alemán anunciaba en “The Bangkok Post” que Siemens quería asumir “la totalidad de la inversión privada” de un proyecto semipúblico para la producción de obleas de silicio. Siemens lo desmintió…al día siguiente de la votación, claro.  A su vez, Blair le pidió el voto para la candidatura inglesa  a Bin Hammam pero éste le dijo que sorry, pero que ya se lo prometió a Schroeder.

El 8 de mayo de 2010, Norman Darmanin Demajo, tesorero de la Federación de Malta (MFA), declaró a los medios junto con su abogado que aparecieron documentos de transferencias de las que el presidente Mifsud no dijo nada en un año y medio. Hay confusión sobre un partido de 2000 con el Bayern Munich. Se hable de un pago de 250.000 dólares pero luego hay otro de 300.000 a una cuenta fiduciaria de la MFA que no se sabe que haya existido.




 La fuga de Dempsey

Si hubo días febriles de presiones y llamadas de todo tipo para elegir una sede mundialista, fueron los previos al 6 de julio de 2000, cuando aparecían peleando palmo a palmo Alemania y Sudáfrica.

Eso ya se vislumbraba desde 1994, varios años antes. En el Congreso Extraordinario de la FIFA de Chicago, el día del partido inaugural del Mundial entre Alemania y Bolivia, muchos dirigentes del Comité Ejecutivo de la FIFA se sorprendieron al ver repartidos por todo el salón folletos que decían “Alemania 2006”, cuando ya había, en los africanos, una certeza de que se jugarían todo por un torneo en el continente para ese año, algo que antes de Francia 1998 les prometería el nuevo presidente Joseph Blatter.

De nada valió que Nelson Mandela llamara al emir de Qatar, al rey de Tailandia, a Dempsey o all rey de Bélgica, para que influya sobre Michael D’Hooghe, aquél médico que  en Estados Unidos 1994 le dijo al mundo que Diego Maradona había ingerido “un cóctel de sustancias”, que luego se probó que no había sido cierto.

Alemania fue a la carga por sus votos y uno de los más presionados, admitido por él mismo, fue el escocés representante de la Federación necocelandesa, Charles Dempsey, quien acabó fugándose de la tercera votación, la definitiva.

Dempsey había votado por Inglaterra en las primeras dos rondas pero su instrucción es que cuando cayera esta candidatura, votara por Sudáfrica.

Además de Mandela, en la noche previa había recibido llamadas de Schroeder y Blair, entre otros, y no había podido pegar un ojo.

En la primera votación, Alemania obtuvo 10 votos, Sudáfrica 6, Inglaterra 5, y Marruecos 2 (eliminada). En la segunda, Alemania 11 Sudáfrica 11, Inglaterra 2 (eliminada). Todos sabían que para la tercera ronda, dada la paridad, importaba saber a dónde irían los dos votos de Inglaterra, paradójicamente, ambos escoceses: David Will y Dempsey.  El panorama era claro:  Will por Alemania, Dempsey por Sudáfrica: empate y definiría entonces el presidente Blatter, por su prometido voto a los sudafricanos. La suerte parecía echada.

Sin embargo, misteriosamente, Dempsey desapareció de la tercera votación. El resultado final fue 12-11 para los alemanes.

Se dijo que en el documento que apareció con los sobornos para la candidatura de Alemania 2006, figura como “E-16” alguien que cobró 250.000 dólares en la votación, y que podría ser Dempsey, pero eso aún no es claro. Otros hablan de 400.000 dólares.

Tai Nicholas, secretario general de la Confederación Oceánica (OFC), y Kevin Fallon, ex director técnico de la selección nacional, defendieron a Dempsey. “Era un millonario, viajaba en primera clase y no hay motivos para haberse vendido por 400.000 dólares” y que “no estaba en los negocios de la FIFA” y Fallon catalogó el voto de 2000 como “una historia muy complicada”. Hasta la primer ministro neocelandesa Helen Clark le había instruido el voto por Sudáfrica.

El propio Dempsey, fallecido el 24 de junio de 2008, llegó a explicar que su salida obedeció a que entendía que había un delicado equilibrio, a que estuvo “amenazado” y que tampoco quiso votar por lo contrario (Alemania) de lo que el mandato le requería (Sudáfrica) aunque nunca se aclaró y muchos medios africanos siguen intentando auscultar con su viuda Anne y sus hijas Josefina y Alice.


Entre tantas presiones, Dempsey recibió otra extraña la noche previa a la votación: un sobre por debajo de la puerta de su habitación , con salchichas, jamón y un reloj cucú, firmado por Martin Sonneborn, director de “Titanic”, una revista satírica alemana. Sonneborn, hoy eurodiputado,  que acabó  enjuiciado por la FIFA. Ese mismo sobre se lo envió a varios de los votantes.



























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