En pocos días, los argentinos, y también en buena
medida los seguidores del Fútbol Club Barcelona en todo el mundo, podrán saber
si finalmente Lionel Messi regresa a la selección argentina para los dos
próximos partidos por jugarse en setiembre por la clasificación al Mundial de
Rusia 2018, o si se mantiene con la idea original dada a conocer a principios
de julio acerca de que no volverá a vestir la camiseta albiceleste.
Pasados unos días de aquella final perdida por
penales por la selección argentina ante la chilena, por segunda vez
consecutiva, por una nueva Copa América, en este caso en los Estados Unidos,
pareció que con sus vacaciones y un cambio de clima, rodeado de sus afectos y
con los deseos de volver a jugar al fútbol, Messi podía cambiar de opinión.
Más aún, el pedido de su regreso de buena parte de
una sociedad argentina que antes lo criticaba y hasta un sector sostenía que le
importaba más el Barcelona que la selección nacional, tal vez puedan obrar
sobre Messi, quien no volvió a pronunciarse en ningún momento, tal como suele
ocurrir debido a que no es alguien que guste mucho de hacer declaraciones a la
prensa.
El mayor problema para Messi, aunque pudo parecer
que se trató de la enorme frustración por no haber podido conseguir un título
con la selección argentina absoluta desde que debutó en 2005 con este equipo,
no pasa por las derrotas que se pudieron haber acumulado, sino en la sensación
de que no hay un respaldo institucional por parte de la muy caótica federación
de su país, la AFA.
El enojo de Messi con la AFA tiene distintas aristas
y no es sólo de este último tiempo. Desde hace tiempo ya que tanto él como
muchos otros jugadores de peso, como Javier Mascherano, sienten que no hay un proyecto
claro para las selecciones nacionales y que los dirigentes no tienen el nivel
necesario para acompañarlos.
Un buen ejemplo es el propio sistema de juego. Desde
que Messi juega en la selección argentina pasó de un esquema más ofensivo con
Alfio Basile, quien utilizaba a Juan Román Riquelme como eje, a otro muy
distinto con Diego Maradona hasta el Mundial de Sudáfrica. Luego llegó Sergio
Batista con la idea de emular el 4-3-3 del Barcelona pero la mala campaña en la
Copa América de Argentina en 2011 lo dejó en el camino y fue reemplazado por
Alejandro Sabella, quien en cambio jugaba con presión alta y a la espera del
error del rival y tras el Mundial de Brasil todo volvió a cambiar con Gerardo
Martino, quien prefiere jugar con la tenencia de la pelota y apostó por Javier
Pastore o Ever Banega para esa función.
Con la salida de Martino tras la reciente Copa
América Extra de los Estados Unidos, Messi y Mascherano prefirieron el silencio
para no interferir en la elección de un nuevo entrenador para la selección
argentina, creemos que con acierto, porque no es función de los jugadores sino
de los dirigentes y porque saben bien que cualquier mal resultado a futuro los
tendría en el centro del debate.
Luego de un largo tiempo y de haber sufrido una
intervención de la FIFA por los enormes problemas de corrupción que arrastró en
estos años, la AFA por fin se decidió por Edgardo Bauza como nuevo entrenador
nacional, aunque su preferencia pasaba por Jorge Sampaoli, Diego Simeone o
Marcelo Bielsa, pero no consiguió a ninguno de los tres. El primero, porque
significaba pagar una alta cláusula de rescisión al Sevilla, su nuevo club, el
segundo prefirió seguir su ciclo en el Atlético Madrid, y el tercero
directamente sintió que no era el momento.
En estas condiciones surgió la posibilidad de que el
nuevo interventor, Armando Pérez, evaluara dialogar con varios entrenadores
como Ramón Díaz, Carlos Bianchi (que decidió retirarse de la competencia) y
Miguel Russo, hasta decidirse por Bauza, con quien se reunió primero.
Bauza, ex defensa central que ha llegado a ser el
cuarto goleador de la historia del fútbol mundial en su posición, es reconocido
tanto por su carácter ganador como por su fuerte personalidad, que le permitió
obtener dos Copas Libertadores en sus quince años de carrera, una con Liga
Deportiva de Quito en 2008, que es la
única que ha ganado hasta hoy un equipo ecuatoriano en las 57 ediciones, y la
otra con San Lorenzo en 2014, que también es la única que ganó este club en
toda su historia.
Bauza, que tuvo cortas experiencias en clubes del
fútbol argentino, ya había dirigido en Perú, Ecuador y actualmente lo hacía en
el San Pablo de Brasil y ni bien se le informó que había sido el elegido,
manifestó que su intención es viajar a Barcelona para dialogar “de fútbol” con
Messi sin una intención de convencerlo para regresar al equipo argentino aunque
al mismo tiempo sostiene que no se imagina un equipo argentino sin el mejor
jugador del mundo.
Habrá que ver si Messi acepta regresar pronto para
jugar ante Uruguay y Venezuela, el 1 y 6 de setiembre próximos, por la
clasificación para Rusia 2018 o si prefiere tomarse más tiempo para pensarlo y
observar cómo será el nuevo esquema táctico de Bauza, un entrenador que suele
hablar de “equilibrio” y que no tiene problemas en señalar que si sus equipos
se ponen en ventaja, prefiere retrasarlo unos metros para mantenerla.
Bauza debe dar la lista de convocados antes del
próximo 15 de agosto y aunque ya anticipó que en esta primera etapa no habrá
cambios sustanciales respecto de los jugadores que participaron con Martino,
parece fundamental la reunión con Messi de los próximos días.
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