Los seguidores del Barcelona pueden agrandar sus
sueños tras este fin de semana, no sólo por el amplio triunfo en el debut
liguero ante el Betis (6-2) con un Lionel Messi retornando a su mejor nivel y
con su tremendo goleador Luis Suárez con un hat trick, sino porque cruzando el
Océano Atlántico, su otro gran delantero, Neymar, fue uno de los artífices en
la conquista de la primera medalla dorada para su selección brasileña.
La gran noticia para los simpatizantes del Barcelona
en todo el mundo es que con sólo 24 años, y ya habiendo sido ternado para
conseguir el Balón de Oro 2015, Neymar supo cargar con todo el peso de la
responsabilidad de ser el capitán de la selección brasileña que soportó infinidad
de presiones en la búsqueda del único título de campeón que se le negaba en su
rica historia.
El Barcelona sabe de lo que se trata. Cuando hace
meses el Barcelona negoció con la Confederación Brasileña de Fútbol por la
participación de Neymar y arreglaron que lo ideal era que el crack participara
en uno de los dos torneos y no en ambos para preservarlo físicamente,
convinieron en que en ese momento, la prioridad eran los juegos Olímpicos y no
la Copa América Extra de los Estados Unidos.
Esta decisión, que ahora aparece como acertada, en
verdad respondía a la necesidad de que el fútbol brasileño apuntara con todas
sus fuerzas a ganar la medalla dorada como local en los Juegos Olímpicos de Río
de Janeiro, ya que aunque siendo una potencia mundial, no tenía la misma
urgencia en imponerse en un torneo americano que además, organizará como local
en tres años.
Neymar bien sabe la presión que tuvo como la mayor
estrella de ese equipo olímpico brasileño, como capitán (acaba de decir que
dejará la cinta a partir de ahora, justo cuando asume el nuevo entrenador
Tité), con un inicio lleno de dudas sin poder ganar a equipos débiles como
Sudáfrica e Irak y con el público local mostrando su disgusto con el juego del
conjunto local, y con buena parte de la prensa comparando a su selección como
la del fútbol femenino y su estrella Marta, que parecía que avanzaba sin
problemas hacia la conquista mayor.
Pero bastó un buen resultado en la fase de grupos
para que el equipo dirigido por Rogerio Micale se tranquilizara, no corriera
tanto y parara el balón para adquirir un ritmo más cercano al tradicional juego
brasileño, y cuando llegó el momento de la final en el mismo estadio Maracaná
en el que en 1950 perdió el título mundial ante Uruguay, muchos alentaban
cierta venganza ante los alemanes que los habían goleado 7-1 dos años antes en
el Mundial, los locales desarrollaron su mejor juego y fueron muy superiores a
su rival, más allá de que no hayan podido concretarlo y que todo se definiera
por penales.
Que Neymar haya concretado un gran gol de libre
directo, y luego haya tenido justo la oportunidad de que Brasil ganara su
primera medalla dorada olímpica con su penal, es todo un indicio de lo que le
puede deparar esta carrera con algunos momentos brillantes, con tan sólo 24
años y ahora sí, cada vez posicionado mejor como posible sucesor de Lionel
Messi en el Barcelona.
Es, sin dudas, una gran noticia para un Barcelona
que no sólo arrancó de la mejor manera la temporada 2016/17 con la clara
obtención de la Supercopa de España ante el Sevilla con un global de 5-0 no sin
haber sufrido el típico asedio al que someten los equipos del argentino Jorge
Sampaoli a sus rivales pero con la capacidad técnica de sus jugadores para
sobreponerse y marcar la diferencia.
La gran plantilla de que dispone hoy el Barcelona,
pese a las salidas de jugadores clave como Daniel Alves o finalmente Claudio
Bravo, suena mucho más equilibrada que la de temporadas anteriores, con
refuerzos importantes en cada línea, especialmente en el ataque con la llegada
de Denis Suárez, André Gomes, y la ya más clara adaptación de Arda Turán, a lo
que ahora se sumará un Neymar en el mejor estado anímico.
El propio entrenador, Luis Enrique, ha dicho antes
de comenzar la temporada que “es el mejor plantel que dirigí”, como para que
quede bien claro lo que piensa, pero el Barcelona deberá tener que luchar en
los diferentes frentes contra rivales muy exigentes y ya comenzó a notarse en
la Liga, porque Real Madrid se puede dar el lujo de disponer sin problemas de
un relevo juvenil de su tremendo ataque de la BBC y con Marco Asensio y el
retornado Alvaro Morata parece alcanzarle como para dar pelea y no es
casualidad el 0-3 en el debut ante Real Sociedad en Anoeta.
El gran acertijo es si Atlético Madrid, que tuvo un
extraño inicio con un inesperado empate ante el Alavés en el Vicente Calderón,
y un Sevilla que ha debutado con seis goles en el Sánchez Pizjuán ante el
Espanyol pero que ha sufrido doce en cuatro partidos oficiales, tomando en
cuenta las Supercopas de Europa y España, podrán sumarse al lote de los líderes
y sostener su puja hasta el final o no volverá a ser una lucha de a dos, como
por muchos años ocurrió en la Liga y que no parece convenirle a nadie.
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