viernes, 26 de agosto de 2016

La Copa, la Recopa y la Recontracopa



La publicidad (en otros términos más argentinos, “el bombo”) que se está generando alrededor de la Recopa Sudamericana ganada por River Plate por segunda vez consecutiva, esta vez ante Independiente de Santa Fe de Bogotá, nos da pie para una reflexión acerca de estos tiempos, en los que parece que todo da igual.

Juan Carlos Altavista, recordado por su entrañable personaje humorístico “Minguito”, solía decir, adelantado como fue, la frase “sé gual” para describir situaciones ya en los años ochenta y noventa, y es lo que aparece ante los ojos de muchos futboleros sin capacidad para medir o equiparar, obnubilados por los efectos de la TV y los intereses comerciales alrededor del fútbol.

Se dice rápidamente, y no deja de ser cierto en una parte, que River “ya acumula” diez copas internacionales en su haber, en esta carrera de competencia que se traza con los otros clubes para medirse en la historia, claro que sin entrar en el detalle de qué tipo de trofeo es, de qué clase de competencia se trata y cuáles son los méritos.

En 1960 se instituyó la Copa Libertadores de América para equipararse a la Copa de Campeones de Europa, que organizaba la UEFA y que había comenzado a jugarse en 1956. De esta forma, el campeón de cada una de esas copas podía jugar a doble partido lo que se llamó Copa Intercontinental.

Así, llegaban a la Copa Libertadores los campeones de cada torneo sudamericano, lo cual le otorgaba un muy buen nivel con equipos que luego fueron duros rivales de los europeos en las Intercontinentales.  

Ya a mediados de los años ’60, la TV y los negocios derivaron en que los subcampeones se incorporaran a la competencia, lo que implicaba descuidar cada vez más los torneos locales para darle prioridad al concierto internacional y River mismo estuvo a punto de ganarla en 1966 habiendo llegado como segundo equipo argentino (de hecho, no era campeón local desde 1957).

Con el tiempo, no sólo eso se fue ampliando en número y cantidad por plaza entre los distintos países, sino que la TV, no sólo sudamericana sino mundial, fue ideando torneos internacionales para que haya más clasificados desde los campeonatos locales y a su vez, para que haya más chances de vender esos partidos internacionales a más países, con más cantidad.

Eso no implica, de ningún modo, que esos torneos tengan la misma importancia unos y otros. Si tras la Copa Libertadores apareció primero la Supercopa y luego, la Copa Sudamericana, el modo de clasificación para la primera (en muchos casos, por invitación) y para la segunda (los equipos que no se encuentran entre los primeros lugares de la tabla de posiciones en sus torneos en la mayoría de los casos), determina que sean incomparables con el viejo torneo continental.

Si para llegar a la Copa Libertadores había que ser campeón local y luego encontrarse en la vanguardia de la tabla, jamás puede ser comparable, ya de inicio, con una copa en la que se clasifican los equipos que siguen en el orden de esa tabla local y que se encuentran a veces en el quinto, sexto o séptimo puesto.

En consecuencia, tampoco los campeones de los dos torneos (Libertadores y Sudamericana) son equiparables en cuanto a méritos deportivos y por esta misma razón, la Recopa Sudamericana no tiene más sentido que el comercial, para generar otra Copa más y tener entonces la chance de vender otro título, otros derechos de TV, pero nada más que eso.

La proliferación de Copas internacionales,  también derivó en la parafernalia para justificar otra Copa como la Suruga Bank, que con todo el respeto que merece el fútbol japonés, no significa demasiado mérito deportivo sino que a duras penas, el campeón de un torneo sudamericano tiene la chance de ir a jugar un partido contra el campeón de un torneo nipón, pero ese adversario asiático no reúne un mérito comparable como el del equipo sudamericano, que al menos ha llegado a ganar un torneo largo y entre equipos de su mismo rango continental, no nacional. Es decir que la Suruga Bank equipara a un campeón de un torneo local, además sin mucha tradición, con uno internacional, con el agregado dekl auspicio de un gran banco.

Ahora bien, ¿equiparar la Suruga Bank a la Copa Libertadores? Parecen demasiado lejos por todo, por tradición, mérito deportivo, y trayectoria para llegar al trofeo.

La cosa no termina allí: desde hace ya muchos años, la UEFA y las federaciones europeas instrumentaron la llamada Supercopa de Europa y las Supercopas nacionales, en las que juegan, en la primera, el campeón de la Champions League contra el campeón de la Europa League (que tal como ocurre en Sudamérica y por la misma razón que la Libertadores y la Sudamericana, no son equiparables). En el segundo caso, sí podrían tener un mérito deportivo parejo, aunque no exacto (Liga y Copa del mismo país), pero ocurre que si un mismo equipo gana ambas competencias, con lo cual se supone que se debería quedar directamente con la Supercopa, igualmente debe jugar dos partidos con otro que resultó segundo o perdedor de la final de la Copa, lo cual es un absurdo, sólo explicable desde los negocios de la TV y de la industria.


Felicitemos a River por la Recopa Sudamericana, pero no corresponde continuar con la parafernalia de que todo “es igual”, como ya decía Minguito, porque no lo es. Tal vez sea el momento de que se le otorgue puntajes distintos a los distintos títulos de acuerdo a mérito deportivo y trayectoria y complejidad del torneo, pero creemos que pedimos un imposible, en tiempos de tantos intereses ey en los que todo “sé gual”.

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