La publicidad (en otros términos más argentinos, “el
bombo”) que se está generando alrededor de la Recopa Sudamericana ganada por
River Plate por segunda vez consecutiva, esta vez ante Independiente de Santa
Fe de Bogotá, nos da pie para una reflexión acerca de estos tiempos, en los que
parece que todo da igual.
Juan Carlos Altavista, recordado por su entrañable
personaje humorístico “Minguito”, solía decir, adelantado como fue, la frase “sé
gual” para describir situaciones ya en los años ochenta y noventa, y es lo que
aparece ante los ojos de muchos futboleros sin capacidad para medir o
equiparar, obnubilados por los efectos de la TV y los intereses comerciales
alrededor del fútbol.
Se dice rápidamente, y no deja de ser cierto en una
parte, que River “ya acumula” diez copas internacionales en su haber, en esta
carrera de competencia que se traza con los otros clubes para medirse en la
historia, claro que sin entrar en el detalle de qué tipo de trofeo es, de qué
clase de competencia se trata y cuáles son los méritos.
En 1960 se instituyó la Copa Libertadores de América
para equipararse a la Copa de Campeones de Europa, que organizaba la UEFA y que
había comenzado a jugarse en 1956. De esta forma, el campeón de cada una de
esas copas podía jugar a doble partido lo que se llamó Copa Intercontinental.
Así, llegaban a la Copa Libertadores los campeones
de cada torneo sudamericano, lo cual le otorgaba un muy buen nivel con equipos
que luego fueron duros rivales de los europeos en las Intercontinentales.
Ya a mediados de los años ’60, la TV y los negocios
derivaron en que los subcampeones se incorporaran a la competencia, lo que
implicaba descuidar cada vez más los torneos locales para darle prioridad al
concierto internacional y River mismo estuvo a punto de ganarla en 1966
habiendo llegado como segundo equipo argentino (de hecho, no era campeón local
desde 1957).
Con el tiempo, no sólo eso se fue ampliando en
número y cantidad por plaza entre los distintos países, sino que la TV, no sólo
sudamericana sino mundial, fue ideando torneos internacionales para que haya
más clasificados desde los campeonatos locales y a su vez, para que haya más
chances de vender esos partidos internacionales a más países, con más cantidad.
Eso no implica, de ningún modo, que esos torneos
tengan la misma importancia unos y otros. Si tras la Copa Libertadores apareció
primero la Supercopa y luego, la Copa Sudamericana, el modo de clasificación
para la primera (en muchos casos, por invitación) y para la segunda (los
equipos que no se encuentran entre los primeros lugares de la tabla de
posiciones en sus torneos en la mayoría de los casos), determina que sean
incomparables con el viejo torneo continental.
Si para llegar a la Copa Libertadores había que ser
campeón local y luego encontrarse en la vanguardia de la tabla, jamás puede ser
comparable, ya de inicio, con una copa en la que se clasifican los equipos que
siguen en el orden de esa tabla local y que se encuentran a veces en el quinto,
sexto o séptimo puesto.
En consecuencia, tampoco los campeones de los dos
torneos (Libertadores y Sudamericana) son equiparables en cuanto a méritos
deportivos y por esta misma razón, la Recopa Sudamericana no tiene más sentido
que el comercial, para generar otra Copa más y tener entonces la chance de
vender otro título, otros derechos de TV, pero nada más que eso.
La proliferación de Copas internacionales, también derivó en la parafernalia para
justificar otra Copa como la Suruga Bank, que con todo el respeto que merece el
fútbol japonés, no significa demasiado mérito deportivo sino que a duras penas,
el campeón de un torneo sudamericano tiene la chance de ir a jugar un partido
contra el campeón de un torneo nipón, pero ese adversario asiático no reúne un
mérito comparable como el del equipo sudamericano, que al menos ha llegado a
ganar un torneo largo y entre equipos de su mismo rango continental, no
nacional. Es decir que la Suruga Bank equipara a un campeón de un torneo local,
además sin mucha tradición, con uno internacional, con el agregado dekl
auspicio de un gran banco.
Ahora bien, ¿equiparar la Suruga Bank a la Copa
Libertadores? Parecen demasiado lejos por todo, por tradición, mérito
deportivo, y trayectoria para llegar al trofeo.
La cosa no termina allí: desde hace ya muchos años,
la UEFA y las federaciones europeas instrumentaron la llamada Supercopa de
Europa y las Supercopas nacionales, en las que juegan, en la primera, el
campeón de la Champions League contra el campeón de la Europa League (que tal
como ocurre en Sudamérica y por la misma razón que la Libertadores y la
Sudamericana, no son equiparables). En el segundo caso, sí podrían tener un
mérito deportivo parejo, aunque no exacto (Liga y Copa del mismo país), pero
ocurre que si un mismo equipo gana ambas competencias, con lo cual se supone
que se debería quedar directamente con la Supercopa, igualmente debe jugar dos
partidos con otro que resultó segundo o perdedor de la final de la Copa, lo
cual es un absurdo, sólo explicable desde los negocios de la TV y de la
industria.
Felicitemos a River por la Recopa Sudamericana, pero
no corresponde continuar con la parafernalia de que todo “es igual”, como ya
decía Minguito, porque no lo es. Tal vez sea el momento de que se le otorgue
puntajes distintos a los distintos títulos de acuerdo a mérito deportivo y
trayectoria y complejidad del torneo, pero creemos que pedimos un imposible, en
tiempos de tantos intereses ey en los que todo “sé gual”.
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