Desde Dubai
Desde 2014, cuando se sucedieron los éxitos, con las cuatro Champions Leagues ganadas casi consecutivamente por el Real Madrid a excepción de 2015, pocos dudaban cuando se acercaba, en diciembre, el Mundial de Clubes.
Era claro para
todos que el Real Madrid era el gran candidato por su enorme potencial, sus
estrellas, y porque en la mayoría de casos, sus rivales, en general,
representaban menos que muchos de los que tenía que afrontar para ganar cada
una de las Champions.
Acaso por eso
mismo es que para lograr un cierto nivel de motivación, los jugadores blancos
suelen decir que para ganar el Mundialito de Clubes “primero hay que participar
en él, con lo cual el requisito es ganar primero una Champions”. Esto mismo
acaba de repetir el central francés Raphael Varane luego de la sufrida victoria
ante el Rayo Vallecano por 1-0 en el Santiago Bernabeu en el pasado fin de
semana.
En verdad, el
Real Madrid comenzó a respetar las definiciones con los campeones de cada
continente luego de que en 2000, ya con una primera generación de “Galácticos”,
se encontró con un Boca Juniors inexpugnable, que lo venció en Japón en la
final de la Copa Intercontinental (cuando sólo definían los campeones de Europa
y Sudamérica), y en buena parte porque el equipo argentino había llegado con
mucha antelación como para realizar una buena adaptación, mientras que los
blancos confiaron tanto en sus capacidades que llegaron muy cerca de la fecha
del partido, y eso se notó en que iban perdiendo muy pronto por 2-0 y cuando
quisieron reaccionar, ya era tarde.
“No nos va a
volver a suceder lo de Boca”, afirmó Fernando Hierro al pie del avión hacia
Japón para disputar la Copa Intercontinental 2002 ante Olimpia de Paraguay. Fue
la primera vez que el Real Madrid llegó a posponer partidos de Liga Española
para poder llegar en las mejores condiciones, si bien nunca el Mundial de
Clubes alcanzó el status de la Champions.
Pero ahora,
además, el Real Madrid se encuentra con otra dificultad, y es que está viviendo
una transición luego de muchos años de éxitos. Las intempestivas salidas del
entrenador Zinedine Zidane, y de su gran estrella, Cristiano Ronaldo, a la
Juventus, generó un cambio de clima, que
se potenció con el disparatado anuncio de la contratación de Julen Lopetegui a
dos días del Mundial de Rusia, y lo que comenzó mal, acabó mucho peor.
Santiago Solari,
entonces, tuvo que hacerse cargo de una plantilla de la que algunos jugadores
se quieren marchar, a otros les trajeron un reemplazante luego de haber sido
fundamentales en los logros (como le ocurrió al costarricense Keylor Navas con
el belga Thibaut Courtois), y otros se encuentran hasta en debate con la
afición, como Isco Alarcón, Gareth Bale y, aunque no es novedad, Karim Benzema.
Los blancos
perdieron aquella fortaleza que los hacía un equipo ganador, sólido, por
momentos imparable, y algunos resultados así lo certifican, como la dura
derrota por la Liga en casa del Eibar (3-0), o ambas derrotas ante el CSKA de
Moscú (que ni siquiera pasó de ronda en la fase de grupos de la Champions) al
caer 0-3 en el propio Santiago Bernabeu, o incluso, en triunfos muy magros como
ante el colista Huesca (0-1 y sufriendo) y la última antes de viajar a Emiratos
Arabes Unidos, al vencer 1-0 al Rayo Vallecano con Courtois como héroe y la
ratificación de su mal momento.
Real Madrid
debutará en el Mundial de Clubes el 19 de diciembre en Abu Dhabi ante el
Kashima Antlers, su rival de la final de hace dos años con el que debió sufrir
demasiado para imponerse finalmente 4-2.
Enfrente, llega
River Plate con una situación completamente diferente. Con la motivación doble
de haber ganado hace días la cuarta Copa Libertadores de su historia, pero nada
menos que habiéndole ganado la final a su gran rival de toda la vida, Boca
Juniors, y en un inesperado escenario como el Santiago Bernabeu.
River sabe bien
que esta es una gran ocasión para llevarse el título mundial porque apenas
festejó un día su título en Madrid e inmediatamente emprendió su viaje a Al
Ain, donde se encuentra concentrado a la espera del partido de semifinales ante
el equipo local el próximo 18.
River llega
entonado y con una plantilla experimentada, y con algunos jugadores que con el
entrenador en ascenso Marcelo Gallardo, ya han ganado dos Copas Libertadores,
una Copa Sudamericana, dos Recopas sudamericanas, una Copa Suruga Bank y dos
Copas Argentinas desde 2014 y conocen la situación de su posible rival en la
final.
De hecho, el
entrenador de River, Gallardo, y el del Real Madrid, Solari, llegaron a ser
compañeros en el club argentino en los años noventa, antes de que los dos
siguieran jugando en el fútbol europeo.
Otra
característica que puede ayudar a River a conseguir el primer título mundial
para un club sudamericano tras el de Corinthians en 2012 ante el Chelsea es que
al finalizar la Copa Libertadores tan cerca del Mundial de Clubes, permite a
los equipos estar en muy buena forma y conservar a sus principales estrellas,
que antes, cuando la final sudamericana se disputaba en junio, emigraban en su
mayoría y para diciembre ya el club llegaba debilitado.
Hoy River podrá
disponer, en el Mundial de Clubes a jugadores que posiblemente se alejen en
2019 como Gonzalo Martínez (Atlanta United de Estados Unidos), Exequiel Palacios
(Real Madrid) y el colombiano Juan Fernando Quintero (China).
¿Podrá esta vez
el Real Madrid retener el título conseguido en las últimas dos temporadas y en
tres de las últimas cuatro?
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