Este fin de
semana, ante el Saint Etienne y por la Liga Francesa, el delantero argentino
Mauro Icardi marcó su gol 13 en 16 partidos de esta temporada para el poderoso
París Saint Germain, al que acaba de arribar procedente del Inter. Con 26 años,
lleva 148 goles y 37 asistencias en 268 partidos, y sin embargo, nadie quiere
saber de él en su selección nacional.
La historia de
Icardi se parecía, en principio, a la de muchos jugadores argentinos de su
generación. A los 9 años, y como consecuencia de la crisis económica que vivió
la Argentina a fines de 2001, cuando el sistema estalló y la gente salió a la
calle a pedir “que se vayan todos”, su familia emigró a España, y él comenzó a
jugar en un equipo de la zona de Gran Canaria, el Vecindario, donde marcó más
de 500 goles en las categorías menores y tras destacarse en un torneo
internacional en 2008, entraron en la puja por él clubes como Real Madrid y
Barcelona, que le hizo un contrato hasta 2013, pero como tantos chicos de la
cantera (Gerard Piqué, Cesc Fábregas, Jordi Alba, etc), prefirió ganar tiempo e
irse a la Sampdoria en 2011.
Hasta aquí, una
historia normal, exitosa. Tanto, que creció en la Sampdoria como goleador y dos
años más tarde eso le provocaría su pase al Inter de Milán. Pero en el equipo
genovés, coincidió con un delantero compatriota, Maxi López, con más años de
trayectoria, a quien comenzó a frecuentar fuera de las canchas, junto a su
familia.
López estaba
casado con una modelo muy conocida en la Argentina, Wanda Nara, de mucha
exposición mediática y con la que tenía tres hijos. Tiempo después, se supo que Icardi y Nara se
habían enamorado y que incluso ella abandonó su hogar para irse a vivir con él
y el escándalo estalló en la Argentina y tuvo repercusiones en Italia y en el
resto del mundo del fútbol.
Es que Icardi y
Nara no silenciaron la situación sino que la hicieron pública y hasta cobraron
suculentas cifras para aparecer en publicidades televisivas mostrando la
infidelidad, lo que llevó a una victimización exagerada de López.
El problema para
Icardi vino después, porque López comenzó su carrera en River, donde pudo
conocer a dos ex jugadores de peso en la selección argentina como Javier
Mascherano y Gonzalo Higuaín, y posteriormente pudo jugar la Champions League
con Lionel Messi en el Barcelona que fue campeón de Europa en 2006.
De esta forma,
silenciosamente, y sin dar jamás una explicación oficial, las puertas de la selección
argentina se fueron cerrando para Icardi. Apenas en la desesperación por quedar
eliminada del Mundial 2018 en el grupo sudamericano, el entonces ya goleador y
capitán del Inter (quien ahora tiene dos hijas con Wanda Nara, quien es su
representante y participa en tertulias en la televisión italiana) fue convocado
por el último de los tres entrenadores que tuvo el equipo nacional, Jorge
Sampaoli, aunque no tuvo éxito en los pocos partidos que jugó, y evidentemente
sin demasiado respaldo de sus compañeros.
Ya una vez que
finalizó el Mundial de Rusia (al que, obviamente, no fue convocado y en cambio
sí Higuaín, mucho más cercano a los históricos del plantel, aunque Sampaoli
prefería a Icardi), el entonces goleador del Inter fue convocado para algunos
amistosos sin mucho peso ante México a fines de 2018, cuando, ausente Messi de
esos compromisos, así como ya defintivamente renunciados otros jugadores
históricos por considerar su ciclo cumplido (Mascherano, Higuaín Lucas Biglia
entre ellos), Icardi se unió a otra joven estrella emergente argentina como el
delantero de la Juventus, Paulo Dybala, para poner distancia con la etapa
anterior.
Dybala había
tenido unas palabras demasiado sinceras justo el día previo a un
Barcelona-Juventus por la Champions League, cuando manifestó que le resultaría
difícil jugar al lado de Messi en la selección argentina “porque los dos
jugamos de lo mismo”, lo que para Sampaoli resultó clave para no contar
demasiado con él antes del Mundial de Rusia y no incomodar a la máxima estrella
argentina.
Por eso no fue
casual que en el contexto de aquellos amistosos ante México a fines de 2018,
Dybala e Icardi, los dos jugadores más populares de todos los convocados para
la selección argentina, manifestaran que “ahora sí somos una familia”, marcando
claramente la distancia con lo que ocurría “antes”.
Pero bastó que
Messi regresara a las convocatorias para que Icardi no regresara más, incluso
hasta hoy, y ya sin Higuaín en el equipo. El medio futbolístico argentino llegó
a tener manifestaciones muy duras contra él. Carlos Tévez, uno de los jugadores
de mayor trayectoria, aunque fuera de la selección argentina desde hace años,
dijo que “si de mí dependiera, Icardi no sería convocado” y Diego Maradona lo
tildó, directamente, de “traidor”.
Lo cierto es que
aunque Dybala encontró un lugar en las convocatorias desde que Lionel Scaloni
se hizo cargo de la selección argentina tras el Mundial de Rusia, Icardi jamás
fue vuelto a convocar, sin importar siquiera que justo en ese momento, cuando
terminó el torneo de Rusia 2018, pasó del Inter al PSG y su marca de goles es
espectacular, y no desentona al lado de Kyllian Mbappé, Neymar, Edinson Cavani
y el resto de las estrellas del poderoso club francés.
Lo extra
futbolístico puede más, por ahora, entre murmuraciones, silencios, odios y
escándalos mediáticos.
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