La Premier
League inglesa es una de las más prestigiosas del mundo, sino directamente la
más prestigiosa, pero en la última jornada de 2019 hubo acciones que rozaron el
ridículo a partir del uso del VAR durante el Boxing Day, lo que viene a
demostrar, de manera creciente, que su uso está causando enormes problemas para
dirimir situaciones extremas durante los partidos.
El VAR nació
como una idea final de que, por fin, el fútbol se sirviera de la tecnología y
de esta manera se modernizara, aunque tarde, como ya lo han hecho la mayoría de
los deportes, aunque aún entiende de pocas situaciones concretas (goles,
penaltis, expulsiones, confusiones de identidad), después de que desde
distintos sectores se presionara a su dirigencia para que abandonara el
criterio de que todo pasara por el ojo humano y de la idea de que cuanto más
polémicas alrededor de una jugada, mejor, porque así la pasión seguía en alto.
Así fue que nos
fuimos acostumbrando a gritar goles muchos minutos después de concretados, o a
meter nuestras cabezas dentro de la chaqueta o el jersey luego de haber gritado
un gol que nunca subió al marcador, y en ambos casos, no sólo esperando, a
veces, hasta siete minutos antes de que en la cabina se determinara a nuestro
favor o en contra, sino que luego esos minutos se trasladaron al descuento
luego de la primera o segunda etapa y acabamos llegando a casa mucho después de
lo imaginado.
Si hubo muchas
jugadas confusas y en algunos casos, hasta esperpénticas, las esperanzas
renacieron tras el Mundial de Rusia 2018, cuando desde la FIFA, en una
conferencia de prensa en la que estuve, en Moscú, nos contó a través de sus
dirigentes de la Comisión Arbitral Pierluiggi Collina y Massimo Busacca que el
margen de error fue escasísimo y la experiencia del uso de la tecnología, más
que exitosa.
Claro que la
FIFA dispone, por su poderío, de un caudal de elementos tecnológicos y técnicos
con la formación suficiente como para que las resoluciones finales en las
cabinas fueran las mejores posibles pero…¿esto era posible de repetir con la
misma eficacia en las ligas locales, en muchos casos, con menos recursos o
menos tiempo de formación? Parece que no, y que los fallos aberrantes
posteriores lo confirmaron, e incluso se terminó abriendo una brecha sobre si
la reglamentación actual no es confusa o no se debería cambiar para poder
utilizar la tecnología como corresponde.
Uno de los
primeros hechos llamativos fue que durante la citada conferencia de prensa de
Moscú, Collina y Busacca fueron taxativos a la hora de que se produjera un
fallo pasible de ser juzgado por el VAR. Los dirigentes señalaron que el
árbitro principal debe ser quien debe dirigirse a la pantalla y por sus propios
medios determinar el fallo, y no estar esperando que se lo digan a través de la
cucaracha al oído. Collina explicó el motivo, cuando dijo que esto es necesario
por una cuestión psicológica, para que el árbitro sienta que la principal
autoridad es él y que no depende de otros que, en todo caso, están sólo para
asistirlo. Por eso, quienes se encuentran en la cabina llevan el nombre de AVAR
(Asistente del VAR).
Pero fueron
apareciendo otras cuestiones, como que muchas veces, cuando el fallo llega
desde la cabina, no parece haber gran acuerdo entre los asistentes, se demora
mucho, y no siempre se condice con la realidad y desde el sentido común, todo
el sistema queda expuesto.
En la primera
jornada de la segunda rueda de la Premier League, algunos aspectos de la
polémica aparecieron de una forma muy dura. De hecho, el Norwich pudo ponerse
2-0 arriba ante el Tottenham cuando le fue anulado por el VAR un gol al
finlandés Teemu Pukki, pero el VAR detectó, a través de sus píxeles
milimétricos, que su hombro estaba en fuera de juego.
En la última
jugada de la primera parte del partido ante el líder absoluto de la Premier
League, el Liverpool, le fue anulado un gol a Neto, del Wolverhampton, por un
fuera de juego casi imperceptible (otra vez por una mano) y cuando todos, los
jugadores y entrenadores de los dos equipos y los hinchas de ambos, aceptaban
la jugada como válida, que le daba el empate 1-1 a los “Wolves” y que
seguramente hubiera podido cambiar el trámite. Y aquí cabe la pregunta acerca
de la legitimidad (no de la legalidad) de un fallo que cambia lo que era
aceptado por todos. ¿Tiene sentido que el VAR se entrometa cuando nadie
protesta un fallo y todos lo acatan? ¿No debería ser el VAR un instrumento para
dirimir una disparidad de criterios o para aclarar una duda?
Finalmente, y en
la misma jornada, le fue anulado un gol al Sheffield United cuando empataba en
Manchester ante el City que había anotado el francés Lys Mousset, esta vez
correctamente, luego de airadas protestas de los jugadores locales y de su entrenador,
Josep Guardiola. Y aquí llega una nueva pregunta que nos formulamos: ¿No sería
más lógico que como en el basquetbol, por ejemplo, cada entrenador, o capitán,
tuviera la chance de pedir unas dos veces máximo el uso del VAR por cada
tiempo, para situaciones confusas? Porque no parece que se fuera a perder nada
y en cuanto al tiempo, se puede luego descontar.
Lo que queda
claro es que el fútbol nació y se expandió gracias a la pasión pero si ésta va
dejando todo en manos de una “razón” que se basa en una tecnología tan
estricta, y en manos de los hombres, que no siempre tienen la preparación para
ello, el experimento podría terminar mal.
También debe
tenerse en cuenta el factor cultural. Hay sociedades más desconfiadas que otras
y así como en Europa se suelen acatar los fallos del VAR aunque no siempre se
esté de acuerdo con ellos, en Sudamérica, por ejemplo, no siempre se cree que
los fallos son estrictos y se sospecha de favorecer a unos u otros, aunque con
tendencia a que se ayuda mucho más a los locales, como se intuye que pudo haber
ocurrido en la semifinal de la pasada Copa América 2019 entre Brasil y
Argentina, cuando ni siquiera se utilizó el VAR en dos oportunidades en las
que Brasil, el local, hubiera sido
perjudicado por la tecnología.
Dirigentes
cercanos a la Conmebol reconocieron que el uso del VAR aún no estaba preparado
para ser usado en Sudamérica y que tampoco se dispone de la mejor tecnología
para ello. ¿Tiene sentido el uso del VAR en estas condiciones? ¿No sería mejor
comenzar a usarlo cuando la tecnología sea la más apta y cuando quienes la
aplican se hayan podido formar lo suficiente y los criterios no fueran dispares
y la tecnología no termine siendo una intromisión al espectáculo?
El VAR dispara
cada vez más preguntas, ávido de respuestas antes de que el fútbol entre en una
definitiva confusión.
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