La Copa
Libertadores de América se acerca a su definición y septiembre servirá para
poner a sus cuatro semifinalistas a punto tras un extraño parón de un mes dispuesto
por la siempre dubitativa conducción de la Conmebol (Confederación Sudamericana
de Fútbol) por lo que recién desde el 1 de octubre tendremos los
enfrentamientos entre Gremio y Flamengo, ambos de Brasil, y River y Boca, los
dos de Argentina, por lo que el fútbol de este continente ya se aseguró para la
final de Santiago de Chile una definición entre clubes de los dos países más
poderosos de este deporte.
Aunque se suele
decir que el fútbol es “la dinámica de lo impensado”, y un deporte de los más
democráticos en el que las chances de que el pobre le gane al rico aumentan
respecto de otras disciplinas, lentamente, en Sudamérica comienza a ocurrir lo
mismo que en Europa con la Champíons League, y es que son casi siempre los
mismos los que animan las fases finales de la Copa Libertadores, un fenómeno
que antes no era tan recurrente.
Así es que de
los cuatro semifinalistas de esta temporada, tres de ellos ya lo fueron en la
anterior (River, Boca y Gremio), y es más, River y Gremio también lo fueron en
2017, en tanto que Boca lo fue en 2016. Esto se debe al poder que estos clubes
tienen en cuanto a lo económico y entonces, la posibilidad de fichar mejores
jugadores.
Tampoco puede
sorprender mucho lo de Flamengo, porque más allá de que los clubes de Río de Janeiro
fueron perdiendo protagonismo desde hace tiempo (el último campeón sudamericano
de esta ciudad fue Vasco da Gama en 1998 y Fluminense perdió la final en 2008),
la inversión de la entidad “carioca” en jugadores fue muy fuerte y apuntó a
muchos de gran experiencia en Europa como el portero Diego Alves o los
laterales Rafinha y Filipe Luis, aunque la gran figura de los cuartos de final
fue el potente delantero Bruno Henrique, autor de los dos goles decisivos y
prácticamente inmediatos en la ida ante su compatriota Inter, de Porto Alegre
(rival histórico de Gremio), y del pase a Gabriel Barbosa (“Gabigol”) que
definió la serie con el empate 1-1 fuera de casa.
Gremio, en
cambio, es un equipo sólido que no necesitó muchos refuerzos. Siempre dirigido
por Renato “Gaucho” Portaluppi, ex internacional con la selección brasileña en
los años ochenta y habilidoso delantero de la Roma y múltiple campeón con su
actual equipo, lleva tres años de protagonismo absoluto en Sudamérica, con el
título conseguido brillantemente en 2017 (con Arthur, el actual jugador del
Barcelona, como emblema), las semifinales de 2018 perdidas como local ante
River en los últimos cinco minutos, por un fallo desde el VAR, y ahora, otra
vez en semifinales, con el delantero Everton (máximo goleador de la reciente
Copa América con su equipo nacional y revelación absoluta del torneo).
Por el lado de
River y Boca, estos dos equipos revivirán en semifinales la tensión que generó
la increíble final de 2018, la última en jugarse a dos partidos (este año
comenzará a definirse todo en uno solo, en Santiago de Chile el 23 de
noviembre), y que por tantos elementos de violencia e intereses, se terminó
resolviendo en Madrid, en el estadio Santiago Bernabeu, del otro lado del
océano.
Tras empatar 2-2
en la ida en la Bombonera (el mítico estadio de Boca), la vuelta en River se
suspendió dos veces porque en la primera, fue agredido el autocar de los
jugadores visitantes, y al día siguiente, porque los dirigentes del equipo
agredido consideraron que no estaban dadas las condiciones, pero la Conmebol
decidió ponerle fecha para unos días más tarde y le quitó a River la condición
de local para trasladar todo a Madrid.
River, con la
conducción de su ex jugador Marcelo Gallardo, ha ganado las Copas Libertadores
2015 y 2018 y en estos cuatro años fue siempre protagonista llegando hasta las
últimas etapas con un juego sólido pero también, con varios fallos arbitrales y
decisiones del VAR que fueron muy discutidas por sus adversarios.
Boca, que fue
derrotado en Madrid, cambió desde diciembre pasado más de medio equipo, y a su
anterior entrenador, Guillermo Barros Schelotto, por uno más conservador como
Gustavo Alfaro, de varios éxitos dirigiendo a equipos más pequeños y con menos
ambiciones y presiones.
Boca, con una
muy buena situación económica, pudo contratar a jugadores de experiencia
internacional como Eduardo Salvio o el italiano Daniele De Rossi, aunque
también perdió, por pases al exterior, a jugadores muy importantes en su
esquema anterior, como el colombiano Wilmar Barrios, el uruguayo Nahitán
Nández, y el delantero Darío Benedetto, todos con rumbo europeo.
Ayer domingo,
River y Boca se enfrentaron en el estadio del primero, el Monumental (sede de
la final del Mundial 1978) por la Superliga argentina y empataron 0-0 en flojo
partido, que fue tomado como un posible antecedente de lo que vendrá en octubre
aunque allí habrá mucho más cosas en juego.
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