Por sexta vez en
su carrera, una cifra histórica e inédita en el fútbol mundial, el argentino
Lionel Messi consiguió el título que lo consagró como el mejor futbolista del
mundo de la temporada, si sumamos los anteriores FIFA World Player, y marca lo
que fue la segunda década de este siglo, monopolizada por la competencia con el
portugués Cristiano Ronaldo, que tiene cinco galardones de este tipo.
Esta vez, tal
como ocurrió con el premio de la UEFA, el “The Best” que otorgó la FIFA en una
fiesta en La Scala de Milán, Messi no parecía ser el favorito y es más, tampoco
Cristiano Ronaldo, que ni siquiera asistió, como suele ocurrir cuando sabe que
el premio no llegará a sus manos.
Más aún, la
lógica indicaba que “The Best” iría para el gran defensor holandés del
Liverpool Virgil Van Dijk, no sólo por lo que consiguió su equipo en la
temporada (nada menos que la Champions League) sino por el excepcional
rendimiento de este jugador dentro de un esquema táctico que favorece su juego
y hace lucir a la mayoría de sus compañeros.
Pero en el “The
Best” hay un hecho fundamental y es que votan los capitanes y entrenadores de
las selecciones nacionales y un periodista por país, y eso, muchas veces,
genera ciertas distorsiones, especialmente en los dos primeros casos.
Por el lado de
los entrenadores, ocurre en este tiempo que muchas selecciones nacionales
suelen contratar extranjeros y ellos, al votar, pueden sumar a favor de
compatriotas, no tanto por intereses sino por moverse en el eje de simpatías o
antipatías, algo parecido a lo que ocurre con los capitanes, que suelen
mezclarse en los equipos poderosos con algunos de los postulados a los premios.
Por eso mismo,
por ejemplo, sorprendió que el argentino Gerardo Martino, entrenador de la
selección de México, no votara por su ex dirigido Messi tanto en el Barcelona
como en la selección argentina, pero seguramente pensó, con honestidad, que la
temporada pasada no fue la mejor para su compatriota y que en cambio hubo otros
que jugaron mejor. Pero si se destaca a Martino es porque justamente se trata
de una excepción.
Se da el caso de
que, por ejemplo, Cristiano Ronaldo, capitán de Portugal, quien acepta en todo
tipo de declaraciones que a él mismo lo potenció la competencia de esta década
con Messi para determinar quién es el mejor jugador del mundo de cada año, pero
jamás votó al argentino para los premios ni siquiera entre los tres mejores, si
bien Messi sí lo votó, lo cual habla de la seguridad de cada uno pero también,
del nivel de discrecionalidad a la hora de emitir un voto, ya sea de parte de
los jugadores como de los entrenadores.
En este punto,
cabe detenerse en la que, considero, es la gran polémica, mucho mayor aún que
ésta, que de todos modos también corroe la legitimidad de los títulos y que
mantuve en una extensa comida en Buenos Aires con un muy prestigioso periodista
italiano, hoy retirado y gozando de un merecido jubileo.
¿Qué es lo que
se vota cuando se vota por el mejor jugador del mundo del año? ¿Se votan sus
logros colectivos, o se vota cómo han jugado? Y si se vota por cómo ha jugado,
¿se toma en cuenta lo que el entrenador le pide que haga en lo táctico, por lo
cual acaso pueda rendir menos de lo que podría, o simplemente el producto
final? ¿Se toma en cuenta lo que produjo en esta última temporada o su
condición de crack en general?
Me remito a
algunos ejemplos. Si fuera por los logros, creo que el premio, medido así,
resulta injusto. Si tomáramos los mejores años de Zlatan Ibrahimovic, entonces
sólo podría alcanzar el máximo premio por lo producido por su eventual equipo
de club, porque si fuera por la selección sueca, en la que no tuvo como
compañeros a jugadores brillantes, sus chances se reducirían por una cuestión
ajena a sí mismo.
También está el
caso de un genio como Messi. Días pasados leí una columna de mi colega Julio
Chiapetta, del diario “Clarín” de Argentina (el único periodista de este país
que votó en los premios “The Best”) sosteniendo que mientras Messi juegue al
fútbol en el alto nivel, siempre será el mejor y acaso sea cierto, pero
volvería a la pregunta: ¿se vota lo que se hizo en la temporada o en la
totalidad de la carrera?
Finalmente, me
quiero detener en el Once Ideal de la FIFA para esta temporada y parece ir por
el camino del párrafo anterior. Observo que entre los componentes del equipo de
la última temporada aparecen jugadores como Luka Modric, Sergio Ramos y
Marcelo, que en el último tiempo han tenido rendimientos bajísimos en el Real
Madrid, al que tampoco le fue nada bien, pero parecería que tuvieran un lugar
fijo en cada entrega de galardones anual, sin que, según parece, se pueda
analizar el rendimiento de otros jugadores, con tantos que se han destacado en
sus equipos.
Por último, y si
bien es cierto que se trata de clubes muy poderosos en lo económico –me refiero
a los europeos de élite como el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern Munich, el
PSG, el Manchester City, el Liverpool, el Tottenham o la Juventus-, hay una
tendencia de la FIFA a premiar sólo a protagonistas del Viejo Continente,
cuando en el fútbol hay seis confederaciones (Sudamérica y Norteamérica van por
separadas).
En la fiesta de
la entrega del FIFA World Player de 2006 recuerdo haberle consultado al
entonces presidente de la UEFA, Michel Platini, sobre por qué Carlos Tévez no
estaba incluido en la lista de los 20 candidatos a ganar el máximo galardón y
me dijo, separando en sílabas, “¿Té-vez?”, como si recién supiera de su
existencia. Cuando le mencioné sus logros de 2005 (campeón del poderoso torneo
brasileño con el Cotinthians, máximo goleador del certamen, mejor jugador del
torneo- todo esto siendo argentino-, y mejor jugador de Sudamérica votado por
los periodistas especializados de todo el continente por tres años seguidos),
la respuesta fue “ah, sí, sí, creo que pudo haber estado en la lista”. Pero no
estaba. ¿Acaso por no ser europeo o de un club no tan poderoso?
La FIFA no es la
UEFA ni tiene por qué serlo. Su presidente Gianni Infantino viene pregonando,
desde que asumiera en febrero de 2016, la igualdad en el trato y la
democratización de las estructuras. Sería deseable, entonces, que se
clarificara acerca de qué es lo que se toma en cuenta para otorgar los premios,
se buscara un método más fiable, y se entendiera, por fin, que hay que tomar en
cuenta a los protagonistas de todos los continentes, y jueguen en el lugar que
jueguen.
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