El Milan se ha consagrado como campeón mundial en el estadio de Yokohama, en Japón, y no hay dudas sobre este merecimiento, que a su vez marca la enorme distancia que hay entre ciertos clubes europeos poderosos, y hasta los mejores de Sudamérica.
Es cierto que el Milan tenía los ojos puestos sobre este torneo desde hacía mucho tiempo, más precisamente desde que en diciembre de 2003, y en el mismo escenario, el mismo rival de esta final, Boca Juniors de Argentina, lo derrotada por penales aunque también había sido superior durante los 120 minutos que duró aquel partido y que había terminado 1-1.
¿Qué pasó entonces en estos cuatro años? Primero que todo, que los clubes europeos con el poder del Milan, por lo general suelen lograr mantener la base, sin perder a sus estrellas. En el caso del Milan, no sólo mantuvo la base de aquel equipo de 2003, perdiendo sólo a Costacurta (por retirarse del fútbol, ahora en el cuerpo técnico), Sevchenko (en el Chelsea, al que fue por su propio pedido de ser transferido, Rui Costa (que vive sus últimos días como jugador en su Portugal) y Tomasson (en el Villarreal), pero a cambio, han llegado jugadores como Ronaldo, Gilardino, Nesta y hasta Gourcouff, que no encuentra lugar, y por último, una futura estrella, el brasileño Alexandre Pato, quien recién comenzará a jugar en enero. A ellos se les sumó Emerson hace escasos meses, otro brasileño.
Por el lado de Boca, todo lo contrario. Como buen equipo sudamericano, y aún dominante en su continente (fue la cuarta vez que llegaba a Japón en ocho temporadas, todo un record mundial), gracias que puede mantener cierta base en dos años, lo cual ya es mucho y hasta una ventaja comparable a la del Milan con Boca mismo, y de aquel enfrentamiento intercontinental de 2003, sólo permanecía Sebastián Battaglia, paradójicamente cuando en aquel partido, había sido su despedida porque se iba transferido al Villarreal, pero dos temporadas después, volvió a Boca.
Para una mayor idea de los lectores, los cuatro jugadores del mediocampo del Milan en 2003 habían sido Gatusso, Pirlo, Seedorf y Kaka, y los cuatro estuvieron en 2007. La única diferencia es que en aquel tiempo, Carlo Ancelotti, también el mismo entrenador que ahora, jugaba con un volante de marca, dos ofensivos y un organizador, y dos delanteros, y ahora ha agregado a Ambrosini a la línea de Gatusso y ha quitado un delantero y juega arriba sólo Inzaghi.
Sin embargo, creemos que no todo pasa por ahí. El Milan tuvo se hambre siempre tan necesario para ganar. Movido por la necesidad de marketing de ser desde ahora el club con más títulos en el mundo (18 contra 17 de Boca, su vencido), la posibilidad de vengar la derrota con el último equipo que le quedaba (ya lo había hecho en mayo con el Liverpool luego de aquella derrota de 2005 en la final de la Champions League) y también, por un frente interno complicado después de dos scudettos por parte del Inter, que va camino al tercero, y de una mala campaña que prácticamente lo obliga de aquí a junio a pelear por el cuarto puesto de la liga para aspirar a entrar en la nueva Champions League de 2008/09, y sin mucha fuerza para la Copa Italia, siendo que las finales de esta Champions League se encuentran aún lejos, en mayo de 2008.
Asi las cosas, el Milan tomó este Mundial con toda la fuerza y llegó entonces a Japón con todo su arsenal, hasta un cocinero propio y un encargado de adaptar a los jugadores a los distintos husos horarios.
El resultado no pudo ser mejor. Aunque le costó mucho y sufrió contra los Reds Urawa japoneses, una vez que Clarence Seedorf anotó el tanto en el segundo tiempo de la semifinal por el propio peso del agobio táctico, ya los jugadores sabían que estaban a las puertas de año importante que no podían perder esta vez y el brasileño Kaká es demasiado para cualquier equipo, máxime crecido como está luego de tantos premios justamente conseguidos.
Boca tampoco encontró su rumbo en el Mundial, como ya no venía encontrándolo desde el 1 de julio, al día siguiente de ganar con claridad la Copa Libertadores de América, que fue el día en que Juan Román Riquelme terminaba su préstamo y debió regresar al Villarreal. El equipo navegó como pudo por el Torneo Apertura argentino, en el que finalizó cuarto y algo lejos del campeón Lanús, pero además, sin haber encontrado jamás una línea de fútbol, algo que generó que su gran hinchada tuviera un trato frío y distante con su entrenador, Miguel Russo, quien tampoco pareció poder manejar ciertas cuestiones en un plantel de algunos jugadores veteranos con mucho peso interior. Sumado a eso, la pronta eliminación de la Copa Sudamericana en octavos de final ante el San Pablo de Brasil, dejó a Russo con el único objetivo semestral del Mundial, algo muy complicado.
Boca le opuso resistencia al Milan durante el primer tiempo y los primeros quince minutos del segundo, pero puede decirse que la final terminó cuando el remate del lateral derecho Ibarra pegó en el palo de Dida. El tercer gol, de Kaká, a los tres minutos siguientes, ya hizo inalcanzable el partido para los argentinos.
¿Qué nivel dejó este Mundial? Sólo mediano, con equipos utilitarios, la sorpresa del buen rendimiento de Reds Urawa, cada vez más cerca en lo físico y en lo colectivo aunque aún lejos en lo técnico y en lo táctico, la gran actuación del talentoso delantero Chermiti, en el Etoile du Sahel tunecino, que para nosotros hubiera merecido uno de los premios como jugador del torneo, el muy buen desempeño del brasileño Washington en el ataque de los Reds y la ratificación del buen nivel de Rodrigo Palacio y el joven Ever Banega en Boca.
La gran desazón, sin dudas los mexicanos del Pachuca, de los que se esperaba más, máxime con el notable crecimiento de México en el mundo del fútbol, pero sed durmieron en el toque anodino en cuartos de final ante el Etoile, y perdieron faltando cnco minutos, sin dudas un gran aprendizaje para el futuro.
lunes, 10 de diciembre de 2007
viernes, 7 de diciembre de 2007
Cristiano Ronaldo y las presiones mediáticas (Yahoo)
No por ser ya conocido el caso, no deja de asombrar y fue uno de los grandes temas de la semana. Tanto, que obligó al actual director deportivo del Real Madrid, el montenegrino Pedja Mijatovic, a salir a desmentirlo y a decir claramente que su club no tiene intenciones de inmiscuirse en la adquisición del pase del portugués delantero del Manchester United, Cristiano Ronaldo.
Desde hace algunas temporadas, Cristiano Ronaldo pasó a ser una de las grandes estrellas del fútbol mundial, al punto de que ya a fines de 2007 integró la terna para ser elegido como mejor jugador del mundo junto al brasileño Kaká y al argentino Lionel Messi, tanto en el FIFA World Player como en el tradicional Balón de Oro de la revista francesa France Football.
Desde este punto de vista, es absolutamente normal y esperable que un poderoso club como el Real Madrid, considerado por la FIFA como el mejor del mundo del siglo XX, pretenda llevarse a un jugador tan importante. Incluso sigue dentro de una lógica total, que en la campaña electoral para la presidencia del Real Madrid, Ramón Calderón, el actual mandatario desde hace un año y medio, haya prometido que haría todo lo posible por ficharlo, en una lista en la que estaban también el catalán Cesc, el holandés Arje Robben (finalmente contratado) y el propio Kaká.
Sin embargo, el Manchester United, otro poderoso club europeo y que se encuentra en un momento de esplendor y es uno de los grandes candidatos a ganar la actual Champions League, desea mantener al portugués, que cobra una altísima ficha anual, y que hoy mismo es el ídolo de la afición y el buque insignia del equipo, con una tremenda potencia, prácticamente imparable para un defensor rival porque es muy difícil encontrar un extremo derecho con esa estatura y velocidad, y un remate tan bien colocado y potente.
En la semana pasada, un canal de televisión de Madrid, el “Cuatro”, al no poder entrevistar al propio Cristiano Ronaldo, que tiene limitaciones para dialogar con medios españoles por la conocida pretensión de Real Madrid y Barcelona por contratarlo y quitárselo al Manchester United, optó por una “vía alternativa”, que fue la de visitar a la propia madre del astro, que con gran humildad, y con escasa formación intelectual, vió una cámara de TV y se entusiasmó con la posibilidad de aparecer en ella, y creyendo que le hacía un favor al hijo, llegó a manifestar, por ejemplo, que “no quisiera morirme sin ver a mi hijo en el Real Madrid”.
No contentos con eso, los productores y periodistas del canal le llevaron a la señora un fotomontaje consistente en un poster de Sergio Ramos, defensor del Real Madrid, a quien le cambiaron su rostro por el de Cristiano Ronaldo, y la madre del delantero posó entusiasmada con la foto.
El malestar y el escándalo que produjo esta nota en Inglaterra tiene absoluta lógica y es algo cada vez más común en España. Los diarios deportivos suelen tener especialistas en presionar a grandes estrellas para sonsacarles cualquier declaración que tenga algo que ver con su futuro en el Real Madrid o en el Barcelona. Cualquier frase que diga puede tomársela para el lado que más conviene y hasta se le tiende todo tipo de trampas para que caiga en alguna, ya sea que el periodista se coloca en la puerta de su casa con una camiseta del Real Madrid y si el jugador la toca siquiera, al otro día ya es portada. “Ronaldo nos pidió la camiseta del Real Madrid”. Todo es válido.
Queda incluso la duda sobre el rol exacto que cumplen estos medios. ¿Sólo informar o también jugar para el club con el que más ejemplares venden? Porque si Cristiano Ronaldo viniera al Real Madrid, el diario se aseguraría, por semanas, un aumento del tiraje de ejemplares, venta de merchandaising cercano al jugador, entrevistas con el jugador dándole la bienvenida y mil aspectos más. Y el “favor” de la presión para que Ronaldo acepte dejar el Manchester United para ir al Real Madrid, luego se cobra con más acceso al jugador o a otros protagonistas del plantel. Es decir que el medio no sólo hace un juego propio, sino que juega para un club, y si bien tiene intereses propios, ya no puede decirse que en este caso sea totalmente independiente sino, más bien, inter-dependiente con el Real Madrid.
El club quiere a un jugador que no está dispuesto a venir ni su club de origen lo permite, entonces va el medio afín, y lo presiona, lo acosa, hasta que el desgaste de meses por parte de ambos redunda en el beneficio final. Y hasta la pobre madre del jugador cae como víctima de esta trampa.
Esta vez, como pocas ya, Mijatovic tuvo que conceder una entrevista en la que aclaró con rotundidad, que Cristiano Ronaldo “es casi imposible que venga, porque está en un club poderoso, se lo ve feliz allí, y nosotros estamos bien como estamos, así que no hay chances de ficharlo”.
Muy pocas veces ocurre algo como esto, pero es la muestra de que los medios deportivos europeos deben repensar su rol y dedicarse a informar e investigar, que ya bastante tienen con ligas bastante fuertes y muchas estrellas de primer nivel. Después, el costo político de montajes como este, se terminan pagando demasiado caro.
Desde hace algunas temporadas, Cristiano Ronaldo pasó a ser una de las grandes estrellas del fútbol mundial, al punto de que ya a fines de 2007 integró la terna para ser elegido como mejor jugador del mundo junto al brasileño Kaká y al argentino Lionel Messi, tanto en el FIFA World Player como en el tradicional Balón de Oro de la revista francesa France Football.
Desde este punto de vista, es absolutamente normal y esperable que un poderoso club como el Real Madrid, considerado por la FIFA como el mejor del mundo del siglo XX, pretenda llevarse a un jugador tan importante. Incluso sigue dentro de una lógica total, que en la campaña electoral para la presidencia del Real Madrid, Ramón Calderón, el actual mandatario desde hace un año y medio, haya prometido que haría todo lo posible por ficharlo, en una lista en la que estaban también el catalán Cesc, el holandés Arje Robben (finalmente contratado) y el propio Kaká.
Sin embargo, el Manchester United, otro poderoso club europeo y que se encuentra en un momento de esplendor y es uno de los grandes candidatos a ganar la actual Champions League, desea mantener al portugués, que cobra una altísima ficha anual, y que hoy mismo es el ídolo de la afición y el buque insignia del equipo, con una tremenda potencia, prácticamente imparable para un defensor rival porque es muy difícil encontrar un extremo derecho con esa estatura y velocidad, y un remate tan bien colocado y potente.
En la semana pasada, un canal de televisión de Madrid, el “Cuatro”, al no poder entrevistar al propio Cristiano Ronaldo, que tiene limitaciones para dialogar con medios españoles por la conocida pretensión de Real Madrid y Barcelona por contratarlo y quitárselo al Manchester United, optó por una “vía alternativa”, que fue la de visitar a la propia madre del astro, que con gran humildad, y con escasa formación intelectual, vió una cámara de TV y se entusiasmó con la posibilidad de aparecer en ella, y creyendo que le hacía un favor al hijo, llegó a manifestar, por ejemplo, que “no quisiera morirme sin ver a mi hijo en el Real Madrid”.
No contentos con eso, los productores y periodistas del canal le llevaron a la señora un fotomontaje consistente en un poster de Sergio Ramos, defensor del Real Madrid, a quien le cambiaron su rostro por el de Cristiano Ronaldo, y la madre del delantero posó entusiasmada con la foto.
El malestar y el escándalo que produjo esta nota en Inglaterra tiene absoluta lógica y es algo cada vez más común en España. Los diarios deportivos suelen tener especialistas en presionar a grandes estrellas para sonsacarles cualquier declaración que tenga algo que ver con su futuro en el Real Madrid o en el Barcelona. Cualquier frase que diga puede tomársela para el lado que más conviene y hasta se le tiende todo tipo de trampas para que caiga en alguna, ya sea que el periodista se coloca en la puerta de su casa con una camiseta del Real Madrid y si el jugador la toca siquiera, al otro día ya es portada. “Ronaldo nos pidió la camiseta del Real Madrid”. Todo es válido.
Queda incluso la duda sobre el rol exacto que cumplen estos medios. ¿Sólo informar o también jugar para el club con el que más ejemplares venden? Porque si Cristiano Ronaldo viniera al Real Madrid, el diario se aseguraría, por semanas, un aumento del tiraje de ejemplares, venta de merchandaising cercano al jugador, entrevistas con el jugador dándole la bienvenida y mil aspectos más. Y el “favor” de la presión para que Ronaldo acepte dejar el Manchester United para ir al Real Madrid, luego se cobra con más acceso al jugador o a otros protagonistas del plantel. Es decir que el medio no sólo hace un juego propio, sino que juega para un club, y si bien tiene intereses propios, ya no puede decirse que en este caso sea totalmente independiente sino, más bien, inter-dependiente con el Real Madrid.
El club quiere a un jugador que no está dispuesto a venir ni su club de origen lo permite, entonces va el medio afín, y lo presiona, lo acosa, hasta que el desgaste de meses por parte de ambos redunda en el beneficio final. Y hasta la pobre madre del jugador cae como víctima de esta trampa.
Esta vez, como pocas ya, Mijatovic tuvo que conceder una entrevista en la que aclaró con rotundidad, que Cristiano Ronaldo “es casi imposible que venga, porque está en un club poderoso, se lo ve feliz allí, y nosotros estamos bien como estamos, así que no hay chances de ficharlo”.
Muy pocas veces ocurre algo como esto, pero es la muestra de que los medios deportivos europeos deben repensar su rol y dedicarse a informar e investigar, que ya bastante tienen con ligas bastante fuertes y muchas estrellas de primer nivel. Después, el costo político de montajes como este, se terminan pagando demasiado caro.
sábado, 1 de diciembre de 2007
Boca llega a Japón con demasiados problemas (Yahoo)
Boca Juniors es uno de los pocos equipos del mundo que en los últimos años ha llegado a jugar por el centro más preciado de clubes en Japón en los últimos diez años. Es la cuerta vez que participa, aunque la primera en el Mundial de Clubes, el nuevo formato de la FIFA, porque en las otras tres oportunidades lo hizo en la anterior Copa Intercontinental, pero nunca, como esta vez, llegó con tantas dificultades.
La primera de ellas es que por un error administrativo propio, no contará con su principal estrella, Juan Román Riquelme, cuyo regreso al equipo argentino se finiquitó hace escasos días, luego de que se resolviera su conflicto con el Villarreal español que lo mantenía alejado de las canchas, a no ser que fuera convocado a la selección argentina por su entrenador, Alfio Basile.
Boca había logrado que el Villarreal ( a partir de la excelente relación entre los dirigentes) le cediera a Riquelme por el primer semestre de 2007, que fue cuando el talentoso jugador fue claramente la gran figura de la Copa Libertadores de América, la sexta de la historia del club de Buenos Aires, y que justamente lo proyectara a Japón.
Pero Riquelme tuvo que regresar a España, vencido el préstamo, y aunque Boca intentó recuperarlo o aumentar el tiempo del préstamo, el club español se negó, en este caso por la mala relación que había con el jugador y a la espera de deshacerse de él debido a la cantidad de ofertas que llegaban, como las del Tottenham o Atlético Madrid o Milan mismo, pero siempre fueron desechadas por Riquelme, con el deseo escondido de jugar para Boca este Mundial de Clubes. Tal fue la negativa de Villarreal a otra cesión, que Boca ni siquiera lo anotó y cuando por fin consiguió ficharlo en forma definitiva en noviembre, ya era tarde para la reglamentación, siendo acaso la baja más fuerte de todo el torneo.
Pero los problemas de Boca no terminan allí, porque en julio, al no contar con Riquelme, trajo desde México a un eventual reemplazante como Leandro Gracián, a quien el entrenador Miguel Russo conocía de sus buenos tiempos de Vélez Sársfield en 2004 y 2005, pero si bien el volante creativo tuvo un buen comienzo, fue bajando su producción hasta quedar fuera de los titulares.
Boca fue perdiendo fuerza en el Torneo Apertura, en el que por momentos llegó a pelear el liderazgo, y terminó excluído de la pelea por el título tres fechas antes del final y sumado a eso, su muy flojo desempeño en el partido local que más interesa, en el derby frente a River Plate, cuando perdió con justicia por 2-0 (y hasta pudo haber sido peor).
Todo esto fue generando un clima adverso con el entrenador Russo, quizá no tan tremendista como alguno medios argentinos hacen notar, pero es evidente que hay ciertas dudas po el desempeño del equipo, su estructura colectiva, dado que no ha logrado mantener una regularidad en el último semestre y todo parece indicar que se dependía demasiado de Riquelme para lograr algún título. Este es el mayor desafío de Boca.
Son demasiados los jugadores que no están en su verdadero nivel. En el caso del delantero Rodrigo Palacio, llamado también “la joya” por su calidad, no encuentra su rumbo desde que no tuviera fortuna en el pasado Mundial de Alemania en los pocos minutos que jugó, mientras que luego se negó a pasar al Olympique de Lyon y anímicamente nunca se pudo recuperar, aunque sus posibilidades están latentes.
Otro de los jugadores cuestionados es su goleador, Martín Palermo, a pocos tantos del record histórico que posee aún Francisco Varallo (de los años treinta, sobreviviente del primer Mundial en Uruguay), especialmente por su falta de movilidad y además, porque ha protagonizado un hecho de violencia, extraño en él, con un empleado del hotel en el que se concentraba el equipo en Buenos Aires, por lo que deberá rendir cuentas a la Justicia al regreso.
Sumado a eso, el cambio dirigencial luego de 12 años, con la salida de Mauricio Macri, el joven dirigente y empresario de 47 años que desde el 10 de diciembre será alcalde de Buenos Aires, reemplazado por su segundo hombre, Pedro Pompilio, quien no había recibido primero el respaldo que pretendía, abre otro interrogante sobre el futuro de un club que ya se manejaba casi con piloto automático a partir de los grandes contactos del anterior presidente.
Y por si fuera poco, se produjo nuevamente el regreso de Diego Maradona como asesor, un cargo que ya había tenido y del que se había alejado por desaveniencias con Basile, el ahora entrenador argentino, y lo que motivó que no aceptara que cuando se produjo la salida del técnico, para ir a la selección nacional, quedara en el cargo el tercero en el orden del cuerpo técnico, Jorge Ribolzi, todo un símbolo de otro Boca ganador, el de los años setenta, cuando también ganó la Copa Intercontinental (1978). A cambio, Maradona introdujo a Ricardo La Volpe, argentino que había dirigido en el Mundial a la selección mexicana, y quien dijo que no conocía mucho del fútbol argentino, para aceptar sin embargo la propuesta hecha a los 15 días por segunda vez. Los resultados no pudieron ser peores en el segundo semestre de 2006: el entrenador llegó cuando Boca había ganado los 18 puntos en los seis partidos jugados, y sin embargo, cuando necesitaba un punto de los últimos seis en juego, no pudo sacar ninguno, perdiendo increíblemente la chance de ser tricampeón consecutivo por primera vez en su historia.
Sin embargo, Boca volvió a creer en Maradona, quien ya comenzó con polémicas. Juró por sus hijas (algo habitual) y desmintió haber tentado a Diego Simeone (uno de los jugadores con mayor cantidad de partidos en la selección argentina en la historia), y actual entrenador de Estudiantes, para reemplazar al actual entrenador, Miguel Russo, en el caso de que Boca no gane el Mundial de Clubes. Luego lo desmintió, pero la polémica ya está instalada.
Así llega Boca a Japón, muy diferente que en las otras tres ocasiones, 2000, 2001 y 2003. Tal vez en el aeropuerto de Narita comience a cambiarle la suerte.
La primera de ellas es que por un error administrativo propio, no contará con su principal estrella, Juan Román Riquelme, cuyo regreso al equipo argentino se finiquitó hace escasos días, luego de que se resolviera su conflicto con el Villarreal español que lo mantenía alejado de las canchas, a no ser que fuera convocado a la selección argentina por su entrenador, Alfio Basile.
Boca había logrado que el Villarreal ( a partir de la excelente relación entre los dirigentes) le cediera a Riquelme por el primer semestre de 2007, que fue cuando el talentoso jugador fue claramente la gran figura de la Copa Libertadores de América, la sexta de la historia del club de Buenos Aires, y que justamente lo proyectara a Japón.
Pero Riquelme tuvo que regresar a España, vencido el préstamo, y aunque Boca intentó recuperarlo o aumentar el tiempo del préstamo, el club español se negó, en este caso por la mala relación que había con el jugador y a la espera de deshacerse de él debido a la cantidad de ofertas que llegaban, como las del Tottenham o Atlético Madrid o Milan mismo, pero siempre fueron desechadas por Riquelme, con el deseo escondido de jugar para Boca este Mundial de Clubes. Tal fue la negativa de Villarreal a otra cesión, que Boca ni siquiera lo anotó y cuando por fin consiguió ficharlo en forma definitiva en noviembre, ya era tarde para la reglamentación, siendo acaso la baja más fuerte de todo el torneo.
Pero los problemas de Boca no terminan allí, porque en julio, al no contar con Riquelme, trajo desde México a un eventual reemplazante como Leandro Gracián, a quien el entrenador Miguel Russo conocía de sus buenos tiempos de Vélez Sársfield en 2004 y 2005, pero si bien el volante creativo tuvo un buen comienzo, fue bajando su producción hasta quedar fuera de los titulares.
Boca fue perdiendo fuerza en el Torneo Apertura, en el que por momentos llegó a pelear el liderazgo, y terminó excluído de la pelea por el título tres fechas antes del final y sumado a eso, su muy flojo desempeño en el partido local que más interesa, en el derby frente a River Plate, cuando perdió con justicia por 2-0 (y hasta pudo haber sido peor).
Todo esto fue generando un clima adverso con el entrenador Russo, quizá no tan tremendista como alguno medios argentinos hacen notar, pero es evidente que hay ciertas dudas po el desempeño del equipo, su estructura colectiva, dado que no ha logrado mantener una regularidad en el último semestre y todo parece indicar que se dependía demasiado de Riquelme para lograr algún título. Este es el mayor desafío de Boca.
Son demasiados los jugadores que no están en su verdadero nivel. En el caso del delantero Rodrigo Palacio, llamado también “la joya” por su calidad, no encuentra su rumbo desde que no tuviera fortuna en el pasado Mundial de Alemania en los pocos minutos que jugó, mientras que luego se negó a pasar al Olympique de Lyon y anímicamente nunca se pudo recuperar, aunque sus posibilidades están latentes.
Otro de los jugadores cuestionados es su goleador, Martín Palermo, a pocos tantos del record histórico que posee aún Francisco Varallo (de los años treinta, sobreviviente del primer Mundial en Uruguay), especialmente por su falta de movilidad y además, porque ha protagonizado un hecho de violencia, extraño en él, con un empleado del hotel en el que se concentraba el equipo en Buenos Aires, por lo que deberá rendir cuentas a la Justicia al regreso.
Sumado a eso, el cambio dirigencial luego de 12 años, con la salida de Mauricio Macri, el joven dirigente y empresario de 47 años que desde el 10 de diciembre será alcalde de Buenos Aires, reemplazado por su segundo hombre, Pedro Pompilio, quien no había recibido primero el respaldo que pretendía, abre otro interrogante sobre el futuro de un club que ya se manejaba casi con piloto automático a partir de los grandes contactos del anterior presidente.
Y por si fuera poco, se produjo nuevamente el regreso de Diego Maradona como asesor, un cargo que ya había tenido y del que se había alejado por desaveniencias con Basile, el ahora entrenador argentino, y lo que motivó que no aceptara que cuando se produjo la salida del técnico, para ir a la selección nacional, quedara en el cargo el tercero en el orden del cuerpo técnico, Jorge Ribolzi, todo un símbolo de otro Boca ganador, el de los años setenta, cuando también ganó la Copa Intercontinental (1978). A cambio, Maradona introdujo a Ricardo La Volpe, argentino que había dirigido en el Mundial a la selección mexicana, y quien dijo que no conocía mucho del fútbol argentino, para aceptar sin embargo la propuesta hecha a los 15 días por segunda vez. Los resultados no pudieron ser peores en el segundo semestre de 2006: el entrenador llegó cuando Boca había ganado los 18 puntos en los seis partidos jugados, y sin embargo, cuando necesitaba un punto de los últimos seis en juego, no pudo sacar ninguno, perdiendo increíblemente la chance de ser tricampeón consecutivo por primera vez en su historia.
Sin embargo, Boca volvió a creer en Maradona, quien ya comenzó con polémicas. Juró por sus hijas (algo habitual) y desmintió haber tentado a Diego Simeone (uno de los jugadores con mayor cantidad de partidos en la selección argentina en la historia), y actual entrenador de Estudiantes, para reemplazar al actual entrenador, Miguel Russo, en el caso de que Boca no gane el Mundial de Clubes. Luego lo desmintió, pero la polémica ya está instalada.
Así llega Boca a Japón, muy diferente que en las otras tres ocasiones, 2000, 2001 y 2003. Tal vez en el aeropuerto de Narita comience a cambiarle la suerte.
viernes, 30 de noviembre de 2007
El Real Madrid se lleva media liga del Camp Nou (Yahoo, noviembre 2007)
Fue mucho más que una victoria resonante. El gol de “La Bestia” brasileña Julio Baptista, un jugador discutido que había sido cedido al Arsenal por no estar en los planes de otros entrenadores anteriores, no sólo determinó la primera derrota del Barcelona en el Camp Nou en casi dos años, sino que muy posiblemente haya sentenciado la actual Liga Española, que corre el riesgo de terminar siendo aburrida si no aparece pronto, en el 2008, un equipo que intente pelearle la corona al Real Madrid.
Por primera vez en años, tal vez desde los tiempos de Vicente Del Bosque, que fue licenciado en 2003 luego de ganar la liga en tiempos del presidente Florentino Pérez y de los llamados “Galácticos”, el Real Madrid se muestra ahora como un equipo sólido, con juego colectivo y con sus jugadores involucrados en la dura marca si ésta es necesaria.
La sensación que dejó el clásico español es que en el Real Madrid aparecieron todos los jugadores que generaban dudas en su afición para dejar en claro que visten de blanco porque lo merecen y porque tienen con qué hacerlo (hablamos de Diarrá, Pepe –de excepcional partido-, Heinze o Cannavaro, quien jugó a la altura de su notable Mundial de Alemania de 2006), y por contrario, el Barcelona, sin la gran figura del argentino Lionel Messi, es hoy un equipo deshilachado, muy dependiente de sus estrellas mediáticas, que no encajan en la táctica diseñada por su entrenador Frank Rikjaard.
Cuesta entender tamaño viraje de los hechos en tan pocos meses. El Real Madrid venía de ganar una liga más por resistencia al embate final del Barcelona, sin nada que le sobrara y jugando al contraataque, al contrario de la historia blanca y con un entrenador conservador como Fabio Capello, y ahora es un equipo que cada vez que ataca, lastima, defiende con solvencia, y es potente cuando arranca.
El Barcelona, que al comenzar la temporada 2006/07 aspiraba a siete coronas y sólo se quedó con las dos que menos interesaban, pero que luego de perder la liga pasada apareció fichando a Thierry Henry y con la “amenaza” de los canteranos como el mexicano Giovanni o Bojan Krkic, y hasta el tan esperado regreso de Samuel Eto’o tras su enésima lesión, hoy es una brasa ardiendo, y un grupo de jugadores cuestionados y no demasiado involucrados en el devenir del torneo.
Ronaldinho apagado y ya casi sentenciado por su público, a la espera de que por fin diga que se va, ya sea al Chelsea o al Milan, y un Deco absolutamente fuera de forma, sumado a Henry en el banco de suplentes, en este caso porque jamás Rikjaard le encontró la posición al ser el delantero francés un galgo de piernas muy largas que necesita espacio, y juega en un equipo que ataca en campo rival y que no le genera esa posibilidad.
Este Barcelona parece no tener, especialmente en lo anímico, y en lo táctico, respuestas como para dar vuelta una lig que se le presenta como una pesadilla auténtica y que las sensaciones contrarias parecen pesar mucho más aún que los siete puntos que lo separa del Real Madrid, sumado a que en enero deberá visitar al Atlético en el Vicente Calderón y que en febrero llegará el desgaste de la Champions League, aunque allí tenga más accesible su llave que el propio Real Madrid.
Si sumamos que el Valencia se encuentra en un ciclo de recambio tan fuerte y tan polémico que no tiene demasiadas chances de nada importante en esta temporada, luego del dislate de Ronald Koeman (aunque más aún de su presidente Juan Soler, hombre más conocedor de negocios que de fútbol), de eliminar del plantel a jugadores involucrados con la historia del club como Albelda, Cañizarez y Angulo (y aún podría sumarse Vicente), las chances del Real Madrid crecen aún más.
Sólo aparecen con cierta regularidad equipos como el Atlético Madrid, acaso con el mejor plantel que haya tenido desde los años setenta, aunque le falte un poco más de precisión colectiva, el Villareal, que sin embargo parece acusar el impacto anímico cuando le cae la responsabilidad de asaltar los primeros lugares, y el Espanyol, que va imponiéndose a fuerza de un trabajo coherente y silencioso con la cantera y lo institucional que lleva muchos años y que irá creciendo aún más cuando estrene su nuevo estadio, “La Bombonera” de Corneliá, en pocos meses.
El nivel de la liga, en casi su primera mitad concluída (quedan dos fechas que se jugarán las dos primeras semanas de enero) y con el Real Madrid ya asegurado como “campeón de invierno” ha sido sólo aceptable, pero las notables bajas del Valencia, Barcelona y también en buena medida de un Zaragoza con notables jugadores pero varios de ellos en crisis con el entrenador Víctor Fernández, le ha quitado brillo.
Se esperaba hasta aquí una mayor competitividad y que el Real Madrid lo tuviera mucho más difícil, pero en parte el quedo de sus seguidores y en parte el acierto total de Bernd Schuster por egresar a las fuentes y dotar de más volumen de juego a los blancos, genera ahora una distancia que al menos desde fin de año 2007 parece insuperable para el verano europeo. Las cosas deberán cambiar mucho si se pretende otro final, o que la liga no termine aburriendo por la inmensa superioridad blanca.
Por primera vez en años, tal vez desde los tiempos de Vicente Del Bosque, que fue licenciado en 2003 luego de ganar la liga en tiempos del presidente Florentino Pérez y de los llamados “Galácticos”, el Real Madrid se muestra ahora como un equipo sólido, con juego colectivo y con sus jugadores involucrados en la dura marca si ésta es necesaria.
La sensación que dejó el clásico español es que en el Real Madrid aparecieron todos los jugadores que generaban dudas en su afición para dejar en claro que visten de blanco porque lo merecen y porque tienen con qué hacerlo (hablamos de Diarrá, Pepe –de excepcional partido-, Heinze o Cannavaro, quien jugó a la altura de su notable Mundial de Alemania de 2006), y por contrario, el Barcelona, sin la gran figura del argentino Lionel Messi, es hoy un equipo deshilachado, muy dependiente de sus estrellas mediáticas, que no encajan en la táctica diseñada por su entrenador Frank Rikjaard.
Cuesta entender tamaño viraje de los hechos en tan pocos meses. El Real Madrid venía de ganar una liga más por resistencia al embate final del Barcelona, sin nada que le sobrara y jugando al contraataque, al contrario de la historia blanca y con un entrenador conservador como Fabio Capello, y ahora es un equipo que cada vez que ataca, lastima, defiende con solvencia, y es potente cuando arranca.
El Barcelona, que al comenzar la temporada 2006/07 aspiraba a siete coronas y sólo se quedó con las dos que menos interesaban, pero que luego de perder la liga pasada apareció fichando a Thierry Henry y con la “amenaza” de los canteranos como el mexicano Giovanni o Bojan Krkic, y hasta el tan esperado regreso de Samuel Eto’o tras su enésima lesión, hoy es una brasa ardiendo, y un grupo de jugadores cuestionados y no demasiado involucrados en el devenir del torneo.
Ronaldinho apagado y ya casi sentenciado por su público, a la espera de que por fin diga que se va, ya sea al Chelsea o al Milan, y un Deco absolutamente fuera de forma, sumado a Henry en el banco de suplentes, en este caso porque jamás Rikjaard le encontró la posición al ser el delantero francés un galgo de piernas muy largas que necesita espacio, y juega en un equipo que ataca en campo rival y que no le genera esa posibilidad.
Este Barcelona parece no tener, especialmente en lo anímico, y en lo táctico, respuestas como para dar vuelta una lig que se le presenta como una pesadilla auténtica y que las sensaciones contrarias parecen pesar mucho más aún que los siete puntos que lo separa del Real Madrid, sumado a que en enero deberá visitar al Atlético en el Vicente Calderón y que en febrero llegará el desgaste de la Champions League, aunque allí tenga más accesible su llave que el propio Real Madrid.
Si sumamos que el Valencia se encuentra en un ciclo de recambio tan fuerte y tan polémico que no tiene demasiadas chances de nada importante en esta temporada, luego del dislate de Ronald Koeman (aunque más aún de su presidente Juan Soler, hombre más conocedor de negocios que de fútbol), de eliminar del plantel a jugadores involucrados con la historia del club como Albelda, Cañizarez y Angulo (y aún podría sumarse Vicente), las chances del Real Madrid crecen aún más.
Sólo aparecen con cierta regularidad equipos como el Atlético Madrid, acaso con el mejor plantel que haya tenido desde los años setenta, aunque le falte un poco más de precisión colectiva, el Villareal, que sin embargo parece acusar el impacto anímico cuando le cae la responsabilidad de asaltar los primeros lugares, y el Espanyol, que va imponiéndose a fuerza de un trabajo coherente y silencioso con la cantera y lo institucional que lleva muchos años y que irá creciendo aún más cuando estrene su nuevo estadio, “La Bombonera” de Corneliá, en pocos meses.
El nivel de la liga, en casi su primera mitad concluída (quedan dos fechas que se jugarán las dos primeras semanas de enero) y con el Real Madrid ya asegurado como “campeón de invierno” ha sido sólo aceptable, pero las notables bajas del Valencia, Barcelona y también en buena medida de un Zaragoza con notables jugadores pero varios de ellos en crisis con el entrenador Víctor Fernández, le ha quitado brillo.
Se esperaba hasta aquí una mayor competitividad y que el Real Madrid lo tuviera mucho más difícil, pero en parte el quedo de sus seguidores y en parte el acierto total de Bernd Schuster por egresar a las fuentes y dotar de más volumen de juego a los blancos, genera ahora una distancia que al menos desde fin de año 2007 parece insuperable para el verano europeo. Las cosas deberán cambiar mucho si se pretende otro final, o que la liga no termine aburriendo por la inmensa superioridad blanca.
sábado, 27 de octubre de 2007
Tevez: "Rooney, Ronaldo y yo estamos al mismo nivel" (Don Balon, 23/10/07)
Disfruta mucho Carlos Tévez. Cada vez que es convocado a la selección argentina, se siente cómodo, acostumbrado y sintiendo los mismos códigos que muchos de sus compañeros. No es fácil para él. Considerado mejor jugador sudamericano, ídolo hace no mucho tiempo del Corinthians, donde fue capitán y campeón brasileño, siendo argentino, y sin embargo, cuando aparece Lionel Messi, las cámaras y los micrófonos muchas veces se van con él, pero Carlos sonríe, con sus dientes torcidos y su naturalidad, y sigue. Le da para adelante, como hacía antes en sus carentes tiempos de Fuerte Apache. Tampoco es fácil para el cronista, quien está a punto de finalizar un libro biográfico sobre el entrevistado, que lo sabe, y eso genera algunos instantes especiales, como cuando se le formula la incómoda pregunta sobre el reciente derby que Boca Juniors acaba de perder ante River Plate. “Vos sos de Boca, ¿no? Entonces boludo, no hagas olas, no sigamos hablando de eso, dejalo ahí”. Lo dice entre risas, pero le duele ese resultado, y busca complicidad para que quede en una mera anécdota. Es que Tévez es así, natural, en Old Trafford y en Fuerte Apache, cuando es titular o suplente, cuando juega, o cuando canta con su grupo “Piolavago”.
- Es extraño que diga lo que dice de Marcelo Bielsa, siendo el entrenador de Chile y el primer rival de Argentina en la eliminatoria para el Mundial de Sudáfrica 2010.
- ¿Por qué es extraño? Lo reitero: es uno de los mejores entrenadores que tuve en mi carrera. El me llevó a la selección argentina y le estaré eternamente agradecido por eso. Cada partido que jugábamos con él en la selección era especial por la confianza que transmitía. Y como lo veo feliz dirigiendo en Chile, a mí también me hace feliz. Creo que le va a aportar mucho a la selección chilena. Porque cuando se fue, la selección argentina perdió mucho.
- ¿Qué es lo que más perdió Argentina cuando se fue?
- (piensa) Al menos yo he vivido mi mejor etapa como futbolista. El equipo jugaba muy bien. Yo pensaba que en ningún momento se iba a retirar, que iba a dejar la selección. Me sorprendió cuando se fue dos años antes del Mundial de Alemania.
- El seleccionado argentino tiene todavía la espina clavada de la pasada Copa América de Venezuela. ¿Cómo se reviente eso?
- Ganando, jugando bien, deleitando a la gente. Tenemos que tratar de pasar cuanto antes esta eliminatoria y llegar pronto al Mundial y la confianza irá volviendo, pero también estamos contentos con que la gente en Buenos Aires haya reventado las taquillas y se hayan vendido todos los boletos contra Chile. Es un buen paso.
- ¿Les genera algún tipo de presión que se diga que en el grupo eliminatorio sudamericano, Argentina y Brasil estén dos escalones arriba del resto y que sea una eliminatoria de ocho equipos por dos lugares y medio, en vez de diez equipos para cuatro y medio, como dijo Oscar Tabárez, el entrenador de Uruguay?
- No, eso lo dicen siempre los que están ahí, para que Argentina y Brasil se relajen con eso, pero los partidos hay que jugarlos todos. Son eliminatorias muy difíciles y cada vez se empareja más el fútbol.
- El entrenador Basile ha convocado a Juan Román Riquelme, pese a que no está jugando en el Villarreal y cuando él mismo dijo que no convocaría a jugadores sin actividad. Usted que lo conoce mucho, ¿cuánto puede aportar Riquelme si no juega en su club?
- Román es un jugador especial, y le digo una sola cosa: cuanto más se lo critique, mejor va a jugar. Lo conozco y sé que es así, maxime si él se siente feliz donde está. Y creo que él se merece estar en este equipo y todos nos sentimos cómodos con su presencia.
- ¿Los jugadores argentinos son conscientes de la suma de calidad que pueden aportar, casi como ningún otro equipo del mundo?
- Seguro. Uno sabe que cuando se incorpora a la selección argentina, se encuentra con jugadores importantes y es bueno que Basile tenga problemas para armar el equipo por esta causa.
- Llegaron a jugar juntos con el Kun Agüero y Messi en algún entrenamiento?
- No, por ahora no. Pero me encantaría. ¿A quién no le gustaría jugar con los que saben?
- Soñará seguramente con compartir el ataque con Messi, como en algunos partidos del Mundial pasado, o en esta nueva etapa.
- Con todos. Todos son excelentes jugadores y lo que importa es jugar bien y ganar. Este es un equipo, no un suma de jugadores, y a mí me encanta jugar con todos, con Gabriel Heinze, con el Pato Abbondanzieri. Con todos. Sabemos que Messi es hoy un jugador distinto en todo el mundo pero a mí, personalmente, me da satisfacción jugar con todos mis compañeros, no con uno en especial.
- Muchos se preguntan quién marca si todos juegan. Usted, Messi, Agüero, Riquelme….
- Mascherano (risas). Que se las arregle él solito.
- Se está acostumbrando a jugar en ataques de gala. En Argentina, con Messi, Agüero o Riquelme. En el Manchester United, con Cristiano Ronaldo, Rooney, Scholes, Giggs, Dani…
- Es lo mejor que le puede pasar a uno. ¿No te gustaría a vos jugar con Rooney y Ronaldo?
- Sí, pero yo no soy futbolista profesional (risas).
- Son formas de jugar distintas….con la selección argentina no jugamos tanto con extremos, pero depende de las características de cada equipo. Yo me siento cómodo y feliz en los dos lados.
- ¿Se puede decir que ya está adaptado al fútbol inglés?
- Sí, ya estuve en la temporada pasada, ahora es distinto, porque ya conozco mejor los códigos, los movimientos, los jugadores. Me costó más en la temporada pasada en el West Ham. Si al principio ni siquiera me ponían de titular! Y piense que yo venía de salir campeón con Boca, con el Corinthians, y en la Premier League no existía! El entrenador, Alan Pardiew, no me ponía, y la afición me pedía. Yo no decía nada, pero un dìa me decidí y le hablé. Estaba sentado en el banquillo, la gente coreó mi nombre y entonces yo le toqué el hombro y le dije “mister, el que es coreado por la gente, soy yo”. Y me puso, jaja. A partir de allí, comencé a jugar, y lentamente me hice conocido e imprescindible, por suerte, y nos salvamos del descenso.
- Pero no me va a decir que no es distinto jugar en el West Ham que en el Manchester United…
- Claro que es distinto! Pero el fútbol inglés es igual, las características son las mismas. La Premier no cambió en lo sustancial. Entonces ahora para mí, rodeado de estos jugadores, es más fácil que antes.
- Alan Fergusson habla maravillas de usted…
- Es una alegría…
- Le dice “león”
- Sí, por los pelos (se señala la cabellera). Porque a veces llego a los entrenamientos con los pelos así, sueltos (risas), un desastre. Voy como me despierto, ni me llego a peinar. Me siento muy feliz en el Manchester. Me sorprendió mucho el recibimiento, la gente. Encontré un vestuario humilde, con muchas ganas de seguir ganando cosas y me hace bien, y especialmente que el técnico me elogie.
- ¿Cómo es Fergusson?
- Alex es muy accesible.
- ¿Alex? ¿no es sir Alex Fergusson?
- Nadie de nosotros lo llama así, para nosotros es Alex, nada más.
- Y la de ustedes es una convivencia de estrellas
- Sí, es una plantilla muy cotizada
- ¿Era un sueño para usted jugar allí?
- Y…es impresionante, claro.
- ¿Soñaba con estar al lado de jugadores así?
- Bueno…creo que es algo importantísimo. Somos todos jugadores de primer nivel, de la misma calidad. Y es una satisfacción, como la de haber sido seleccionado entre los treinta mejores jugadores del mundo por la FIFA para este año. Son cosas lindas.
- ¿Tiene amigos en la plantilla?
- Sí, me han tratado muy bien. A veces salimos a comer con varios de ellos, como Rooney o Río Ferdinand, con los que más me doy. Me hicieron sentir como si estuviera en mi casa. Solemos hablar de los jugadores argentinos, porque ellos me suelen preguntar por muchos de mis compañeros en la selección argentina.
- Siguiendo con Inglaterra, usted llegó de una manera un tanto particular al West Ham, saliendo antes de terminar la temporada desde Brasil, y se ligó su traspaso al grupo MSI, que sabrá que está complicado jurídicamente. ¿Cómo lo toma a usted esta situación?
- No, yo me dedico a jugar, eso me tiene sin cuidado. Yo tengo que demostrar cómo soy en el campo, pero fuera del campo, no me importa lo que digan los demás. Lo mío es jugar al fútbol. Soy un agradecido, porque a mí el fútbol me lo dio todo.
- ¿Y la música?
- Es otra cosa. Con “Piolavago” nos divertimos, desde ya, pero lo mío es el fútbol. Es lo que me hace feliz.
- Es extraño que diga lo que dice de Marcelo Bielsa, siendo el entrenador de Chile y el primer rival de Argentina en la eliminatoria para el Mundial de Sudáfrica 2010.
- ¿Por qué es extraño? Lo reitero: es uno de los mejores entrenadores que tuve en mi carrera. El me llevó a la selección argentina y le estaré eternamente agradecido por eso. Cada partido que jugábamos con él en la selección era especial por la confianza que transmitía. Y como lo veo feliz dirigiendo en Chile, a mí también me hace feliz. Creo que le va a aportar mucho a la selección chilena. Porque cuando se fue, la selección argentina perdió mucho.
- ¿Qué es lo que más perdió Argentina cuando se fue?
- (piensa) Al menos yo he vivido mi mejor etapa como futbolista. El equipo jugaba muy bien. Yo pensaba que en ningún momento se iba a retirar, que iba a dejar la selección. Me sorprendió cuando se fue dos años antes del Mundial de Alemania.
- El seleccionado argentino tiene todavía la espina clavada de la pasada Copa América de Venezuela. ¿Cómo se reviente eso?
- Ganando, jugando bien, deleitando a la gente. Tenemos que tratar de pasar cuanto antes esta eliminatoria y llegar pronto al Mundial y la confianza irá volviendo, pero también estamos contentos con que la gente en Buenos Aires haya reventado las taquillas y se hayan vendido todos los boletos contra Chile. Es un buen paso.
- ¿Les genera algún tipo de presión que se diga que en el grupo eliminatorio sudamericano, Argentina y Brasil estén dos escalones arriba del resto y que sea una eliminatoria de ocho equipos por dos lugares y medio, en vez de diez equipos para cuatro y medio, como dijo Oscar Tabárez, el entrenador de Uruguay?
- No, eso lo dicen siempre los que están ahí, para que Argentina y Brasil se relajen con eso, pero los partidos hay que jugarlos todos. Son eliminatorias muy difíciles y cada vez se empareja más el fútbol.
- El entrenador Basile ha convocado a Juan Román Riquelme, pese a que no está jugando en el Villarreal y cuando él mismo dijo que no convocaría a jugadores sin actividad. Usted que lo conoce mucho, ¿cuánto puede aportar Riquelme si no juega en su club?
- Román es un jugador especial, y le digo una sola cosa: cuanto más se lo critique, mejor va a jugar. Lo conozco y sé que es así, maxime si él se siente feliz donde está. Y creo que él se merece estar en este equipo y todos nos sentimos cómodos con su presencia.
- ¿Los jugadores argentinos son conscientes de la suma de calidad que pueden aportar, casi como ningún otro equipo del mundo?
- Seguro. Uno sabe que cuando se incorpora a la selección argentina, se encuentra con jugadores importantes y es bueno que Basile tenga problemas para armar el equipo por esta causa.
- Llegaron a jugar juntos con el Kun Agüero y Messi en algún entrenamiento?
- No, por ahora no. Pero me encantaría. ¿A quién no le gustaría jugar con los que saben?
- Soñará seguramente con compartir el ataque con Messi, como en algunos partidos del Mundial pasado, o en esta nueva etapa.
- Con todos. Todos son excelentes jugadores y lo que importa es jugar bien y ganar. Este es un equipo, no un suma de jugadores, y a mí me encanta jugar con todos, con Gabriel Heinze, con el Pato Abbondanzieri. Con todos. Sabemos que Messi es hoy un jugador distinto en todo el mundo pero a mí, personalmente, me da satisfacción jugar con todos mis compañeros, no con uno en especial.
- Muchos se preguntan quién marca si todos juegan. Usted, Messi, Agüero, Riquelme….
- Mascherano (risas). Que se las arregle él solito.
- Se está acostumbrando a jugar en ataques de gala. En Argentina, con Messi, Agüero o Riquelme. En el Manchester United, con Cristiano Ronaldo, Rooney, Scholes, Giggs, Dani…
- Es lo mejor que le puede pasar a uno. ¿No te gustaría a vos jugar con Rooney y Ronaldo?
- Sí, pero yo no soy futbolista profesional (risas).
- Son formas de jugar distintas….con la selección argentina no jugamos tanto con extremos, pero depende de las características de cada equipo. Yo me siento cómodo y feliz en los dos lados.
- ¿Se puede decir que ya está adaptado al fútbol inglés?
- Sí, ya estuve en la temporada pasada, ahora es distinto, porque ya conozco mejor los códigos, los movimientos, los jugadores. Me costó más en la temporada pasada en el West Ham. Si al principio ni siquiera me ponían de titular! Y piense que yo venía de salir campeón con Boca, con el Corinthians, y en la Premier League no existía! El entrenador, Alan Pardiew, no me ponía, y la afición me pedía. Yo no decía nada, pero un dìa me decidí y le hablé. Estaba sentado en el banquillo, la gente coreó mi nombre y entonces yo le toqué el hombro y le dije “mister, el que es coreado por la gente, soy yo”. Y me puso, jaja. A partir de allí, comencé a jugar, y lentamente me hice conocido e imprescindible, por suerte, y nos salvamos del descenso.
- Pero no me va a decir que no es distinto jugar en el West Ham que en el Manchester United…
- Claro que es distinto! Pero el fútbol inglés es igual, las características son las mismas. La Premier no cambió en lo sustancial. Entonces ahora para mí, rodeado de estos jugadores, es más fácil que antes.
- Alan Fergusson habla maravillas de usted…
- Es una alegría…
- Le dice “león”
- Sí, por los pelos (se señala la cabellera). Porque a veces llego a los entrenamientos con los pelos así, sueltos (risas), un desastre. Voy como me despierto, ni me llego a peinar. Me siento muy feliz en el Manchester. Me sorprendió mucho el recibimiento, la gente. Encontré un vestuario humilde, con muchas ganas de seguir ganando cosas y me hace bien, y especialmente que el técnico me elogie.
- ¿Cómo es Fergusson?
- Alex es muy accesible.
- ¿Alex? ¿no es sir Alex Fergusson?
- Nadie de nosotros lo llama así, para nosotros es Alex, nada más.
- Y la de ustedes es una convivencia de estrellas
- Sí, es una plantilla muy cotizada
- ¿Era un sueño para usted jugar allí?
- Y…es impresionante, claro.
- ¿Soñaba con estar al lado de jugadores así?
- Bueno…creo que es algo importantísimo. Somos todos jugadores de primer nivel, de la misma calidad. Y es una satisfacción, como la de haber sido seleccionado entre los treinta mejores jugadores del mundo por la FIFA para este año. Son cosas lindas.
- ¿Tiene amigos en la plantilla?
- Sí, me han tratado muy bien. A veces salimos a comer con varios de ellos, como Rooney o Río Ferdinand, con los que más me doy. Me hicieron sentir como si estuviera en mi casa. Solemos hablar de los jugadores argentinos, porque ellos me suelen preguntar por muchos de mis compañeros en la selección argentina.
- Siguiendo con Inglaterra, usted llegó de una manera un tanto particular al West Ham, saliendo antes de terminar la temporada desde Brasil, y se ligó su traspaso al grupo MSI, que sabrá que está complicado jurídicamente. ¿Cómo lo toma a usted esta situación?
- No, yo me dedico a jugar, eso me tiene sin cuidado. Yo tengo que demostrar cómo soy en el campo, pero fuera del campo, no me importa lo que digan los demás. Lo mío es jugar al fútbol. Soy un agradecido, porque a mí el fútbol me lo dio todo.
- ¿Y la música?
- Es otra cosa. Con “Piolavago” nos divertimos, desde ya, pero lo mío es el fútbol. Es lo que me hace feliz.
Lo hicieron creer un dios, luego lo mataron por eso (Diario de Noticias, Potugal, 27-10-07)
“Pero quién se cree que es, ¿Dios?”, así editorializó más de una vez la revista “El Gráfico”, la que llegó a ser la más popular de la Argentina de los años ochenta y que está a punto de cumplir noventa años ahora, en plena crisis y con otra redacción periodística.
Maradona tuvo sus idilios y sus duros embates contra esa mítica revista, por una sencilla razón. Desde su sentido común, nunca entendió este manejo por el cual, cuando por ejemplo la selección argentina casi se queda fuera del Mundial 1994 al perder 0-5 con la Colombia de Valderrama en Buenos Aires, llegó a colocar en su portada la foto del ¨diez” y la inscripción “Dios, sálvanos”. Claro, allí sí era “Dios”, pero cuando caía por su adicción a las drogas, se le preguntaba quién le había hecho creer que era Dios. ¿No había nadie que lo asumiera? Parece que alguien sí tuvo la responsabilidad, y los medios de comunicación debieron hacer alguna autocrítica alguna vez, pero nunca la hemos notado.
Será por eso que una vez, caminando por Suiza con un cronista argentino, éste le comentó que por fin ocurría el sueño de que nadie se le acercara ni lo molestara y Maradona, con la sinceridad de siempre, le dijo “una calle más sin que nadie se me acerque, y me muero”.
Los medios necesitaron tanto a Maradona, que éste ahora los necesita, en una eterna simbiosis. Pero si llegó a sentirse Dios, es porque alguien lo proclamó insistentemente. No ha salido de la nada.
Maradona tuvo sus idilios y sus duros embates contra esa mítica revista, por una sencilla razón. Desde su sentido común, nunca entendió este manejo por el cual, cuando por ejemplo la selección argentina casi se queda fuera del Mundial 1994 al perder 0-5 con la Colombia de Valderrama en Buenos Aires, llegó a colocar en su portada la foto del ¨diez” y la inscripción “Dios, sálvanos”. Claro, allí sí era “Dios”, pero cuando caía por su adicción a las drogas, se le preguntaba quién le había hecho creer que era Dios. ¿No había nadie que lo asumiera? Parece que alguien sí tuvo la responsabilidad, y los medios de comunicación debieron hacer alguna autocrítica alguna vez, pero nunca la hemos notado.
Será por eso que una vez, caminando por Suiza con un cronista argentino, éste le comentó que por fin ocurría el sueño de que nadie se le acercara ni lo molestara y Maradona, con la sinceridad de siempre, le dijo “una calle más sin que nadie se me acerque, y me muero”.
Los medios necesitaron tanto a Maradona, que éste ahora los necesita, en una eterna simbiosis. Pero si llegó a sentirse Dios, es porque alguien lo proclamó insistentemente. No ha salido de la nada.
A diez años de su retiro, Maradona sigue buscando motivos para vivir (Diario de Noticias, Portugal)
“Tengo siempre el presentimiento de que un día sonará mi teléfono y alguien me dirá: ‘¿sabes quién murió hoy’? y lamentablemente, habrá que estar preparado”, dijo una vez a este cronista Fernando Signorini, el preparador físico que más conoció y que más tiempo compartió con Diego Armando Maradona, debido a la agitadísima vida que siempre llevó, pero el ex astro del fútbol mundial, que está cumpliendo diez años de su retiro, se empeña en seguir planificando aventuras y desafiando a la muerte, a los ataques cardíacos, a las adicciones y a los recuerdos de épocas doradas que difícilmente pueda repetir a sus 47 años.
Signorini nos lo decía calculando que si Maradona lleva una vida en la que un día puede equivaler a varias semanas de cualquier mortal, el resultante es que en su vida real, no la biológica, ya ha pasado el centenar y quien pasa el centenar de años, está más cerca del inexorable camino de la desaparición, pero Maradona se resiste incluso a eso.
En un país que venera a los ídolos que se han ido de este planeta siendo muy jóvenes, como Ernesto “Che” Guevara, Evita Perón o el cantante de tangos Carlos Gardel, entre otros, Maradona parece haberse plantado en la idea de vivir y desafiar los mitos, y como en sus tiempos de futbolista, cuando se permitía polemizar con el Papa Juan Pablo II, o Joao Havelange, el presidente de la FIFA de aquel momento, se muestra natural y con deseos de opinar de todo y de todos, porque como pocos, siempre fue consciente de su poder mediático y de que es uno de los rostros más conocidos del mundo, gracias al fenómeno sociológico en el que se ha convertido el fútbol.
Nos preguntamos qué hubiera sido Maradona si en los ochenta ya hubiera existido internet, y la posibilidad de acceder a sus maravillas con el balón, si aún sin esta herramienta, en sesenta países, ochenta mil feligreses forman parte de la Iglesia Maradoniana, que reza “padrenuestros” con la palabra “Maradona” o considera los años con la referencia al nacimiento del ídolo, el 30 de octubre de 1960. Todo lo que ocurre a partir de esa fecha, es considerado como “después de Diego” (D.D.)
Lo cierto es que a partir del 25 de octubre de 1997, cuando Maradona, ya muy veterano y preso de las adicciones que ya venía arrastrando, se dio cuenta de que la motivación no era la misma y decidió abandonar la actividad luego de una deslucida actuación en un River 1 Boca 2, que su equipo dio vuelta cuando él salió, paradójicamente reemplazado por otro ídolo como Juan Román Riquelme, en ese entonces jovencito, el fútbol quedó huérfano de su inmenso talento, y aunque aparecieron cracks de gran categoría, como Zidane, Ronaldo o Ronaldinho, la sensación es que nadie pudo volver a ocupar ese trono vacante.
Maradona, aún con la irregularidad de una larga lesión en Barcelona, producto de una tremenda agresión del vasco Andoni Goicoechea en 1983, o una hepatitis en el mismo año, o dos sanciones por supuesto dopaje entre 1991 y 1995 de quince meses cada uno, nos ha regalado momentos sublimes que nunca olvidaremos y que son largos de enumerar. Nos quedamos con algunas imágenes como los dos goles a Inglaterra en el Mundial de México 1986, con aquel majestuoso remate de media cancha en la Copa América de Brasil, cuando todo el estadio Maracaná de Río de Janeiro se paró para aplaudir aquel tiro que pegó en el larguero, y con el portero uruguayo Zeoli tomándose el rostro con ambas manos, o tantos de remates de tiro libre en el Nàpoli, y todo lo que era capaz de inventar en un instante mágico, único.
Capaz de hacerle ganar, prácticamente solo, al Nápoli dos scudettos y una Copa Uefa (más otra liga extrañamente perdida ante el Milan en la temporada 1987/88), y defensor de la causa de los sureños en un país tan dividido, se llegó a decir que no fue casual que en su presencia en la ciudad, se haya licuado la sangre de San Gennaro y ha pasado a la categoría de semidios, especialmente cuando en pleno Mundial de 1990, llegó a provocar serias dudas en los propios habitantes del San Paolo, que tuvieron que enarbolar una bandera, en el partido contra Argentina, diciendo “Perdónanos Diego, te amamos, pero Italia es nuestro país”.
Para el fútbol, el retiro de Maradona, el futbolista más rebelde que se recuerde, el que siendo el mejor decidió no quedarse con eso y atacar al poder, desafiándolo desde cuestionar los horarios de los partidos en los mundiales, o el sistema de los sorteos, o el favoritismo a determinadas federaciones, o constituyendo un sindicato de futbolistas de todo el mundo, no deja de ser un vacío imposible de llenar.
Para la Argentina, como para Brasil costó veinticuatro años recuperarse de la ausencia de Pelé, recién ahora comienza, como diría el cantante madrileño Joaquín Sabina, al que tanto aprecia Maradona, la etapa del “alivio de luto”, si bien es tal la nostalgia que toda aparición genera la rápida (e inútil) comparación con el más grande, Pasó con Aimar, con D’alessandro, con Tévez, con Agüero, con Messi. Pero cuando nació Maradona, se rompió el molde y fue la cabal demostración de que los genios aparecen una vez cada muy tanto.
Y el fútbol es tan fuerte como fenómeno social en un país que vive hablando de él y sintiéndolo, que aún diez años después de su retiro, Maradona sigue siendo venerado y basta con ver la cantidad de ofrendas florales en la puerta de cualquiera de los hospitales en los que estuvo internado por sus constantes desbordes, con observar las inscripciones en paredes y banderas, con el grito de los aficionados en cada partido en que la selección argentina no funciona y aparece entonces el rebelde “oooooooo”, que es la iniciación que continuará con el “Maradooooooo”, como exigiendo su retorno, aunque sea por unos minutos, para salvarlos, para ayudarlos con su talento para revertir una situación.
Y hay que entender, fuera del campo de juego, que Maradona no deja de ser un humilde muchacho de clase baja, que repentinamente se encontró con cámaras, micrófonos, dinero, exigencias, recepciones con políticos, posibilidad de polemizar con los que manejan las corrientes de opinión, y ante todo eso, ha tratado de ser sincero, y de decir lo que verdaderamente pensaba, a un costo altísimo, por supuesto.
Por eso la sociedad argentina le acepta que haya conducido un programa de televisión en 2005 llamado “La noche del diez” que fue más un auto homenaje que un show, porque a Maradona, todo se le perdona: sus infidelidades conyugales, sus accidentes automovilísticos, sus constantes cambios de fisonomía, sus by pass gástricos, sus flirteos con vedettes de moda o su incontinencia verbal.
Como dijo un escritor tiempo atrás, tal vez con una excesiva dosis de fanatismo, aquellos que vimos la suerte de seguir los pasos futbolísticos de Maradona, hemos comprobado que verlo jugar es en cierta forma comprobar que Dios podría llegar a existir de verdad.
Link: http://dn.sapo.pt/2007/10/27/dnsport/maradona_posretirada_continua_a_proc.html
Signorini nos lo decía calculando que si Maradona lleva una vida en la que un día puede equivaler a varias semanas de cualquier mortal, el resultante es que en su vida real, no la biológica, ya ha pasado el centenar y quien pasa el centenar de años, está más cerca del inexorable camino de la desaparición, pero Maradona se resiste incluso a eso.
En un país que venera a los ídolos que se han ido de este planeta siendo muy jóvenes, como Ernesto “Che” Guevara, Evita Perón o el cantante de tangos Carlos Gardel, entre otros, Maradona parece haberse plantado en la idea de vivir y desafiar los mitos, y como en sus tiempos de futbolista, cuando se permitía polemizar con el Papa Juan Pablo II, o Joao Havelange, el presidente de la FIFA de aquel momento, se muestra natural y con deseos de opinar de todo y de todos, porque como pocos, siempre fue consciente de su poder mediático y de que es uno de los rostros más conocidos del mundo, gracias al fenómeno sociológico en el que se ha convertido el fútbol.
Nos preguntamos qué hubiera sido Maradona si en los ochenta ya hubiera existido internet, y la posibilidad de acceder a sus maravillas con el balón, si aún sin esta herramienta, en sesenta países, ochenta mil feligreses forman parte de la Iglesia Maradoniana, que reza “padrenuestros” con la palabra “Maradona” o considera los años con la referencia al nacimiento del ídolo, el 30 de octubre de 1960. Todo lo que ocurre a partir de esa fecha, es considerado como “después de Diego” (D.D.)
Lo cierto es que a partir del 25 de octubre de 1997, cuando Maradona, ya muy veterano y preso de las adicciones que ya venía arrastrando, se dio cuenta de que la motivación no era la misma y decidió abandonar la actividad luego de una deslucida actuación en un River 1 Boca 2, que su equipo dio vuelta cuando él salió, paradójicamente reemplazado por otro ídolo como Juan Román Riquelme, en ese entonces jovencito, el fútbol quedó huérfano de su inmenso talento, y aunque aparecieron cracks de gran categoría, como Zidane, Ronaldo o Ronaldinho, la sensación es que nadie pudo volver a ocupar ese trono vacante.
Maradona, aún con la irregularidad de una larga lesión en Barcelona, producto de una tremenda agresión del vasco Andoni Goicoechea en 1983, o una hepatitis en el mismo año, o dos sanciones por supuesto dopaje entre 1991 y 1995 de quince meses cada uno, nos ha regalado momentos sublimes que nunca olvidaremos y que son largos de enumerar. Nos quedamos con algunas imágenes como los dos goles a Inglaterra en el Mundial de México 1986, con aquel majestuoso remate de media cancha en la Copa América de Brasil, cuando todo el estadio Maracaná de Río de Janeiro se paró para aplaudir aquel tiro que pegó en el larguero, y con el portero uruguayo Zeoli tomándose el rostro con ambas manos, o tantos de remates de tiro libre en el Nàpoli, y todo lo que era capaz de inventar en un instante mágico, único.
Capaz de hacerle ganar, prácticamente solo, al Nápoli dos scudettos y una Copa Uefa (más otra liga extrañamente perdida ante el Milan en la temporada 1987/88), y defensor de la causa de los sureños en un país tan dividido, se llegó a decir que no fue casual que en su presencia en la ciudad, se haya licuado la sangre de San Gennaro y ha pasado a la categoría de semidios, especialmente cuando en pleno Mundial de 1990, llegó a provocar serias dudas en los propios habitantes del San Paolo, que tuvieron que enarbolar una bandera, en el partido contra Argentina, diciendo “Perdónanos Diego, te amamos, pero Italia es nuestro país”.
Para el fútbol, el retiro de Maradona, el futbolista más rebelde que se recuerde, el que siendo el mejor decidió no quedarse con eso y atacar al poder, desafiándolo desde cuestionar los horarios de los partidos en los mundiales, o el sistema de los sorteos, o el favoritismo a determinadas federaciones, o constituyendo un sindicato de futbolistas de todo el mundo, no deja de ser un vacío imposible de llenar.
Para la Argentina, como para Brasil costó veinticuatro años recuperarse de la ausencia de Pelé, recién ahora comienza, como diría el cantante madrileño Joaquín Sabina, al que tanto aprecia Maradona, la etapa del “alivio de luto”, si bien es tal la nostalgia que toda aparición genera la rápida (e inútil) comparación con el más grande, Pasó con Aimar, con D’alessandro, con Tévez, con Agüero, con Messi. Pero cuando nació Maradona, se rompió el molde y fue la cabal demostración de que los genios aparecen una vez cada muy tanto.
Y el fútbol es tan fuerte como fenómeno social en un país que vive hablando de él y sintiéndolo, que aún diez años después de su retiro, Maradona sigue siendo venerado y basta con ver la cantidad de ofrendas florales en la puerta de cualquiera de los hospitales en los que estuvo internado por sus constantes desbordes, con observar las inscripciones en paredes y banderas, con el grito de los aficionados en cada partido en que la selección argentina no funciona y aparece entonces el rebelde “oooooooo”, que es la iniciación que continuará con el “Maradooooooo”, como exigiendo su retorno, aunque sea por unos minutos, para salvarlos, para ayudarlos con su talento para revertir una situación.
Y hay que entender, fuera del campo de juego, que Maradona no deja de ser un humilde muchacho de clase baja, que repentinamente se encontró con cámaras, micrófonos, dinero, exigencias, recepciones con políticos, posibilidad de polemizar con los que manejan las corrientes de opinión, y ante todo eso, ha tratado de ser sincero, y de decir lo que verdaderamente pensaba, a un costo altísimo, por supuesto.
Por eso la sociedad argentina le acepta que haya conducido un programa de televisión en 2005 llamado “La noche del diez” que fue más un auto homenaje que un show, porque a Maradona, todo se le perdona: sus infidelidades conyugales, sus accidentes automovilísticos, sus constantes cambios de fisonomía, sus by pass gástricos, sus flirteos con vedettes de moda o su incontinencia verbal.
Como dijo un escritor tiempo atrás, tal vez con una excesiva dosis de fanatismo, aquellos que vimos la suerte de seguir los pasos futbolísticos de Maradona, hemos comprobado que verlo jugar es en cierta forma comprobar que Dios podría llegar a existir de verdad.
Link: http://dn.sapo.pt/2007/10/27/dnsport/maradona_posretirada_continua_a_proc.html
miércoles, 10 de octubre de 2007
Eliminatorias con los mismos candidatos (Sportsnavi)
Seguramente con las selecciones no tradicionales esperando que cambie la suerte y la tendencia de los últimos años, desde que se inaugurara el sistema de todos contra todos, en dos ruedas y dieciocho jornadas a lo largo de tres años, el próximo fin de semana, los diez equipos sudamericanos inician las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010 siempre con los mismos candidatos –Brasil, Argentina y Paraguay- quedando como mayor incógnita los que ocuparán el cuarto y quinto puesto, que también otorgan chances para acceder a la máxima cita de cada cuatro años.
Son ya dos eliminatorias, las correspondientes a los mundiales de 2002 y 2006, que tienen los mismos protagonistas, e incluso casi en el mismo lugar: Argentina, Brasil, Paraguay y Ecuador, como clasificados directos, y Uruguay, como quinto en las posiciones finales y con el derecho a jugar una repesca a doble partido contra el campeón del continente oceánico, en ambos casos, Australia, que hoy está afiliada a la Confederación Asiática.
En esta oportunidad, otra vez habrá cuatro clasificados directos, mientras que el quinto colocado esta vez deberá jugar por una plaza contra un seleccionado de la Concacaf, la Confederación del Norte y Centroamérica y del Caribe, y la gran pregunta consiste en saber si por fin algún equipo de los que se ausentaron por tantos años de los mundiales, podrá regresar a la cita sudafricana.
Todo indica que esta vez Ecuador deberá esforzarse mucho para mantenerse entre los cinco primeros, mientras que por contrario, han crecido mucho Uruguay y Chile, y Venezuela puede llegar a dar la sorpresa principal, ya con jugadores muy experimentados.
Es claro que Argentina y Brasil se encuentran en unos escalones arriba del resto, y que el tipo de torneo eliminatorio, con muchos partidos a lo largo de tres años (estará finalizando en octubre de 2009), favorece a los equipos que poseen más cantidad de jugadores de calidad, con tiempo para recuperarse, o con posibilidades de recurrir a otras estrellas en caso de lesiones o suspensiones, e inclusive de recuperar el nivel perdido, en el caso de alguna seguidilla de malos resultados.
También Paraguay, aunque en un segundo plano, aparece lejos del nivel de los otros siete equipos, con varios jugadores con experiencia en equipos sudamericanos y europeos de primer nivel, y también con mayoría de jugadores con presencia mundialista.
En el último nivel aparecen, con pocas chances, Perú y Bolivia, y la gran sorpresa puede llegar a ser la selección venezolana, que como en más de una oportunidad dijimos en estas columnas, viene experimentando un notable crecimiento desde que el también médico Richard Páez se hizo cargo del plantel. Los buenos rendimientos de varios de los jugadores experimentados los fue proyectando a algunos equipos europeos de segundo orden, y su máxima estrella, Juan Arango, desde hace años que se desempeña como mediocampista en el Mallorca de la Liga Española.
La buena campaña en la reciente Copa América jugada como local, cuando llegó hasta los cuartos de final, puede proyectar a un equipo que siempre fue la cenicienta del continente, ocupando lo que parecía un predestinado último puesto, y que en los últimos años comenzó a ser revertido con algunos resonantes resultados, especialmente el 0-3 en Montevideo ante Uruguay.
El otro equipo que todo indica que podría mejorar mucho es el chileno. Ahora bajo la dirección técnica del exigente argentino Marcelo Bielsa (ganador de las eliminatorias de 2002 con el equipo de su país), que ha suscitado una enorme expectativa por ver al equipo chileno en un Mundial luego de ausentarse en Japón-Corea 2002 y en Alemani a 2006. Si bien ya ha terminado casi completamente la generación de talentos como Fabián Estay, Ivo Bassay o Iván Zamorano, Chile presenta ahora la base de jugadores que han brillado en los últimos torneos juveniles, con una buena organización y la dirección técnica del experimentado José Sulantay, y la aparición de rutilantes jugadores que fueron la base del Colo Colo finalista de la Copa Sudamericana y varias veces campeón nacional, como el volante Sanhueza, pero en especial su delantero Humberto Suazo, y su volante creativo Matías Fernández, quien juega en el Villarreal español.
El otro equipo que está en condiciones de pelear por una plaza mundialista es Uruguay, luego de su ausencia en 2002, cuando fue eliminado por Australia en la repesca. Uruguay, con enorme tradición en mundiales en la primera etapa de los mismos, fue perdiendo posicionamiento y es presa de algunos importantes problemas institucionales, pero dirigido por el gran entrenador Oscar Tabárez, con quien ya se clasificó para Italia 1990, y con jugadores con Pablo García, Lugano, Diego Forlán, Javier Chevantón o Pandiani, de gran experiencia internacional, buscará no tener que sufrir nuevamente con su quinta plaza.
El programa de partidos de la primera jornada, sobre dieciocho totales es el siguiente: Uruguay-Bolivia, Argentina-Chile, Ecuador-Venezuela, Perú-Paraguay, Colombia-Brasil.
Son ya dos eliminatorias, las correspondientes a los mundiales de 2002 y 2006, que tienen los mismos protagonistas, e incluso casi en el mismo lugar: Argentina, Brasil, Paraguay y Ecuador, como clasificados directos, y Uruguay, como quinto en las posiciones finales y con el derecho a jugar una repesca a doble partido contra el campeón del continente oceánico, en ambos casos, Australia, que hoy está afiliada a la Confederación Asiática.
En esta oportunidad, otra vez habrá cuatro clasificados directos, mientras que el quinto colocado esta vez deberá jugar por una plaza contra un seleccionado de la Concacaf, la Confederación del Norte y Centroamérica y del Caribe, y la gran pregunta consiste en saber si por fin algún equipo de los que se ausentaron por tantos años de los mundiales, podrá regresar a la cita sudafricana.
Todo indica que esta vez Ecuador deberá esforzarse mucho para mantenerse entre los cinco primeros, mientras que por contrario, han crecido mucho Uruguay y Chile, y Venezuela puede llegar a dar la sorpresa principal, ya con jugadores muy experimentados.
Es claro que Argentina y Brasil se encuentran en unos escalones arriba del resto, y que el tipo de torneo eliminatorio, con muchos partidos a lo largo de tres años (estará finalizando en octubre de 2009), favorece a los equipos que poseen más cantidad de jugadores de calidad, con tiempo para recuperarse, o con posibilidades de recurrir a otras estrellas en caso de lesiones o suspensiones, e inclusive de recuperar el nivel perdido, en el caso de alguna seguidilla de malos resultados.
También Paraguay, aunque en un segundo plano, aparece lejos del nivel de los otros siete equipos, con varios jugadores con experiencia en equipos sudamericanos y europeos de primer nivel, y también con mayoría de jugadores con presencia mundialista.
En el último nivel aparecen, con pocas chances, Perú y Bolivia, y la gran sorpresa puede llegar a ser la selección venezolana, que como en más de una oportunidad dijimos en estas columnas, viene experimentando un notable crecimiento desde que el también médico Richard Páez se hizo cargo del plantel. Los buenos rendimientos de varios de los jugadores experimentados los fue proyectando a algunos equipos europeos de segundo orden, y su máxima estrella, Juan Arango, desde hace años que se desempeña como mediocampista en el Mallorca de la Liga Española.
La buena campaña en la reciente Copa América jugada como local, cuando llegó hasta los cuartos de final, puede proyectar a un equipo que siempre fue la cenicienta del continente, ocupando lo que parecía un predestinado último puesto, y que en los últimos años comenzó a ser revertido con algunos resonantes resultados, especialmente el 0-3 en Montevideo ante Uruguay.
El otro equipo que todo indica que podría mejorar mucho es el chileno. Ahora bajo la dirección técnica del exigente argentino Marcelo Bielsa (ganador de las eliminatorias de 2002 con el equipo de su país), que ha suscitado una enorme expectativa por ver al equipo chileno en un Mundial luego de ausentarse en Japón-Corea 2002 y en Alemani a 2006. Si bien ya ha terminado casi completamente la generación de talentos como Fabián Estay, Ivo Bassay o Iván Zamorano, Chile presenta ahora la base de jugadores que han brillado en los últimos torneos juveniles, con una buena organización y la dirección técnica del experimentado José Sulantay, y la aparición de rutilantes jugadores que fueron la base del Colo Colo finalista de la Copa Sudamericana y varias veces campeón nacional, como el volante Sanhueza, pero en especial su delantero Humberto Suazo, y su volante creativo Matías Fernández, quien juega en el Villarreal español.
El otro equipo que está en condiciones de pelear por una plaza mundialista es Uruguay, luego de su ausencia en 2002, cuando fue eliminado por Australia en la repesca. Uruguay, con enorme tradición en mundiales en la primera etapa de los mismos, fue perdiendo posicionamiento y es presa de algunos importantes problemas institucionales, pero dirigido por el gran entrenador Oscar Tabárez, con quien ya se clasificó para Italia 1990, y con jugadores con Pablo García, Lugano, Diego Forlán, Javier Chevantón o Pandiani, de gran experiencia internacional, buscará no tener que sufrir nuevamente con su quinta plaza.
El programa de partidos de la primera jornada, sobre dieciocho totales es el siguiente: Uruguay-Bolivia, Argentina-Chile, Ecuador-Venezuela, Perú-Paraguay, Colombia-Brasil.
sábado, 29 de septiembre de 2007
¿Messi es el nuevo Maradona? (Sportsnavi, Japon)
Por estos días, el joven jugador argentino del Barcelona, Lionel Messi, encuentra su mejor momento en su carrera, no sólo destacándose con goles, sino generando ocasiones para otros de sus compañeros, y exhibiendo un fútbol de lujo, deslumbrante, que no hace más que poner en el centro del debate la chance de que se lo considere como mejor jugador del planeta, y acaso sucesor de uno de los más grandes genios que ha dado este deporte, su compatriota Diego Armando Maradona. ¿Es Messi el nuevo Maradona?
Lo primero que se debe aclarar ante esta pregunta es que cada tiempo tuvo y tiene un contexto diferente. Maradona pertenece especialmente a la década de los años ochenta, cuando el fútbol comienza a ser superprofesional, pero no contaba con la difusión de la actualidad (por ejemplo, no había internet, ni chance de subir los goles a la web de manera inmediata, y tampoco podía seguirse tan globalizadamente el fútbol como en estos días).
Y en este mismo contexto, puede decirse que los sistemas de juego, tampoco son iguales que en aquel tiempo de Maradona. Si el astro del Mundial de México 1986 tenía tiempo de parar la pelota con su pecho, bajarla y darse vuelta, o resolver por su cuenta, hoy Messi, a una velocidad mucho mayor, necesita casi siempre de alguna descarga en compañeros o un pase para poder desarrollar su pique corto y resolver la jugada o bien con un remate esquinado, o bien regateando al arquero rival.
Messi no parece ser un Maradona, sino que debe seguir su propio camino. Desde ya que hay coincidencias sorprendentes, como que ambos hayan logrado un título de campeones mundiales juveniles menores de 20 años como figuras máximas (Maradona en Japón 1979, Messi , en Holanda 2005), que ambos hayan comenzado sus carreras europeas en el Barcelona, Maradona desde Boca Juniors de Argentina, y Messi, en cambio, desde la misma cantera barcelonista, o que ya Messi haya convertido goles con la misma factura que Maradona le convirtió a Inglaterra en el Mundial de 1986, tanto el gol de “la mano de Dios” como el que acaso hay sido hasta hoy el más importante de la historia del fútbol.
También los dos han tenido que sufrir cierta incomprensión de sus ocasionales entrenadores, tanto en el Barcelona como en la selección argentina. Maradona tuvo que jugar, siendo muy joven, casi como Messi ahora (Diego con 21 años, Lio con 20), en un Barcelona en el que brillaba, pero sin la coordinación absoluta necesaria en aquel equipo que posteriormente al Mundial de España 1982 dirigía el mismo César Luis Menotti que unos meses antes, en el mismo Mundial, lo hizo jugar de espaldas al arco rival, justo en uno de los mejores planteles que acaso haya llevado una selección argentina a un Mundial: la base del equipo campeón cuatro año antes, en 1978, sumada al propio Maradona, a un temible goleador como Ramón Díaz y a otros campeones mundiales como Juan Barbas o Gabriel Calderón, pero no pudo pasar de la segunda fase.
Messi padeció en la temporada pasada, de la necesidad del holandés Frank Rikjaard de darle cabida a Ronaldinho y a Samuel Eto’o en el ataque, y a Deco y a Xavi o Iniesta en el medio, con lo que para el argentino quedó reservado el extremo derecho, dejando en el banco a Giuly, pero si bien la oportunidad fue aprovechada, no fue colocado en su puesto natural, que es el de creativo y detrás de los delanteros como abastecedor del juego. Y así en ambos casos, el título fue para el Real Madrid, cuando el Barcelona disponía de mejores elementos en sus planteles.
También en el Mundial de Alemania 2006, como Maradona en España 1982, Messi no tuvo la cabida necesaria como titular por parte del entrenador José Pekerman, quien confió en la experiencia de Javier Saviola y Hernán Crespo, con Juan Román Riquelme como creativo, quedando para Messi, junto a Carlos Tévez (hoy en el Manchester United) apenas un lugar como suplentes. Inexplicablemente, Messi no fue incluído por Pekerman en el decisivo partido de cuartos de final ante Alemania, cuando el equipo argentino ganaba por 1-0, era claro que los locales atacarían en los minutos que quedaban buscando el empate, y el entrenador argentino optó por el delantero del Inter Julio Cruz, cuando la ocasión demandaba un jugador bajo, que obligara a replegarse, ante la posible velocidad, a los altísimos Metzelder y Mertesacker.
La pregunta de por qué no ingresó Messi por Crespo fue y sigue siendo la gran pregunta que Pekerman se llevará por siempre, tal como cuando en 1978, Maradona era pedido cada día para la selección argentina y Menotti optó por no convocarlo, y privilegiar a buenos jugadores, como Valencia o Villa, pero nunca tan geniales como Diego.
Desde lo técnico, Messi aparece hasta ahora con un enorme talento aunque con algo menos de seguridad en el traslado en comparación a Maradona, con menos remate de media o larga distancia, pero también con más pique corto, mayor capacidad de gambeta, y mayor capacidad de gol que su antecesor.
Messi es algo más alto que Maradona, si bien ninguno de los dos se ha destacado en el cabezazo, pero como Diego, Lionel es demoledor en el momento de la definición, y ambos se han destacado por la increíble facilidad para generar juego para sus compañeros y por la gran solidaridad con ellos dentro y fuera de la cancha.
En resumen, ¿Messi puede ser Maradona? Todo indica que lo que le conviene a Messi es ser Messi, que ya sería más que suficiente.
¿Puede caer en los conflictos personales en los que cayó Maradona? Todo indica que es difícil que eso ocurra. Maradona, hay que recordar, llegó prácticamente solo a Europa, apenas rodeado de su mujer. Messi vive en Barcelona desde la adolescencia, y junto a su familia de origen. Esa protección pasa a ser fundamental en este tiempo, y la propia experiencia vivida por Maradona puede serle una referencia muy útil en el futuro.
Lo primero que se debe aclarar ante esta pregunta es que cada tiempo tuvo y tiene un contexto diferente. Maradona pertenece especialmente a la década de los años ochenta, cuando el fútbol comienza a ser superprofesional, pero no contaba con la difusión de la actualidad (por ejemplo, no había internet, ni chance de subir los goles a la web de manera inmediata, y tampoco podía seguirse tan globalizadamente el fútbol como en estos días).
Y en este mismo contexto, puede decirse que los sistemas de juego, tampoco son iguales que en aquel tiempo de Maradona. Si el astro del Mundial de México 1986 tenía tiempo de parar la pelota con su pecho, bajarla y darse vuelta, o resolver por su cuenta, hoy Messi, a una velocidad mucho mayor, necesita casi siempre de alguna descarga en compañeros o un pase para poder desarrollar su pique corto y resolver la jugada o bien con un remate esquinado, o bien regateando al arquero rival.
Messi no parece ser un Maradona, sino que debe seguir su propio camino. Desde ya que hay coincidencias sorprendentes, como que ambos hayan logrado un título de campeones mundiales juveniles menores de 20 años como figuras máximas (Maradona en Japón 1979, Messi , en Holanda 2005), que ambos hayan comenzado sus carreras europeas en el Barcelona, Maradona desde Boca Juniors de Argentina, y Messi, en cambio, desde la misma cantera barcelonista, o que ya Messi haya convertido goles con la misma factura que Maradona le convirtió a Inglaterra en el Mundial de 1986, tanto el gol de “la mano de Dios” como el que acaso hay sido hasta hoy el más importante de la historia del fútbol.
También los dos han tenido que sufrir cierta incomprensión de sus ocasionales entrenadores, tanto en el Barcelona como en la selección argentina. Maradona tuvo que jugar, siendo muy joven, casi como Messi ahora (Diego con 21 años, Lio con 20), en un Barcelona en el que brillaba, pero sin la coordinación absoluta necesaria en aquel equipo que posteriormente al Mundial de España 1982 dirigía el mismo César Luis Menotti que unos meses antes, en el mismo Mundial, lo hizo jugar de espaldas al arco rival, justo en uno de los mejores planteles que acaso haya llevado una selección argentina a un Mundial: la base del equipo campeón cuatro año antes, en 1978, sumada al propio Maradona, a un temible goleador como Ramón Díaz y a otros campeones mundiales como Juan Barbas o Gabriel Calderón, pero no pudo pasar de la segunda fase.
Messi padeció en la temporada pasada, de la necesidad del holandés Frank Rikjaard de darle cabida a Ronaldinho y a Samuel Eto’o en el ataque, y a Deco y a Xavi o Iniesta en el medio, con lo que para el argentino quedó reservado el extremo derecho, dejando en el banco a Giuly, pero si bien la oportunidad fue aprovechada, no fue colocado en su puesto natural, que es el de creativo y detrás de los delanteros como abastecedor del juego. Y así en ambos casos, el título fue para el Real Madrid, cuando el Barcelona disponía de mejores elementos en sus planteles.
También en el Mundial de Alemania 2006, como Maradona en España 1982, Messi no tuvo la cabida necesaria como titular por parte del entrenador José Pekerman, quien confió en la experiencia de Javier Saviola y Hernán Crespo, con Juan Román Riquelme como creativo, quedando para Messi, junto a Carlos Tévez (hoy en el Manchester United) apenas un lugar como suplentes. Inexplicablemente, Messi no fue incluído por Pekerman en el decisivo partido de cuartos de final ante Alemania, cuando el equipo argentino ganaba por 1-0, era claro que los locales atacarían en los minutos que quedaban buscando el empate, y el entrenador argentino optó por el delantero del Inter Julio Cruz, cuando la ocasión demandaba un jugador bajo, que obligara a replegarse, ante la posible velocidad, a los altísimos Metzelder y Mertesacker.
La pregunta de por qué no ingresó Messi por Crespo fue y sigue siendo la gran pregunta que Pekerman se llevará por siempre, tal como cuando en 1978, Maradona era pedido cada día para la selección argentina y Menotti optó por no convocarlo, y privilegiar a buenos jugadores, como Valencia o Villa, pero nunca tan geniales como Diego.
Desde lo técnico, Messi aparece hasta ahora con un enorme talento aunque con algo menos de seguridad en el traslado en comparación a Maradona, con menos remate de media o larga distancia, pero también con más pique corto, mayor capacidad de gambeta, y mayor capacidad de gol que su antecesor.
Messi es algo más alto que Maradona, si bien ninguno de los dos se ha destacado en el cabezazo, pero como Diego, Lionel es demoledor en el momento de la definición, y ambos se han destacado por la increíble facilidad para generar juego para sus compañeros y por la gran solidaridad con ellos dentro y fuera de la cancha.
En resumen, ¿Messi puede ser Maradona? Todo indica que lo que le conviene a Messi es ser Messi, que ya sería más que suficiente.
¿Puede caer en los conflictos personales en los que cayó Maradona? Todo indica que es difícil que eso ocurra. Maradona, hay que recordar, llegó prácticamente solo a Europa, apenas rodeado de su mujer. Messi vive en Barcelona desde la adolescencia, y junto a su familia de origen. Esa protección pasa a ser fundamental en este tiempo, y la propia experiencia vivida por Maradona puede serle una referencia muy útil en el futuro.
Palermo, el optimista del gol (El Mundo, Madrid) 29-9-07
Alguna vez fue bautizado por Carlos Bianchi como “el optimista del gol” porque nunca se da por vencido, y muchos no pueden comprender cómo con tan escasa habilidad en sus piernas y aún menos movilidad en un fútbol tan competitivo, Martín Palermo rompa récord tras récord con la camiseta de Boca Juniors (siete goles en una sola semana) y se encuentre ya a sólo veinticinco goles de ser el máximo anotador en la rica historia del club.
Palermo (La Plata, 7 de noviembre de 1973), también conocido como “El loco” desde que debutara en Estudiantes de La Plata el 5 de julio de 1992, es todo un personaje, que fue cambiando excentricidades de juventud, por un presente a puro gol al punto tal de que en la mítica Bombonera, donde marcó más goles que nadie en sus 67 años de vida, en uno de los palcos hay un cartel con una cuenta regresiva que sus ocupantes van marcando cuando marca algún tanto que lo acerca cada día más al de Francisco “Pancho” Varallo, único sobreviviente de la selección argentina que perdió la final del primer Mundial ante Uruguay en 1930.
Palermo lleva marcados en Boca 169 goles en 264 partidos oficiales, aunque marcó otros diez extraoficiales, ocupando el segundo lugar en la historia profesional de Boca, a sólo 25 tantos de Varallo, quien con más de noventa años, se defiende diciendo que ha marcado también tantos anteriores al profesionalismo (que se inició en 1931) y que tiene un mejor promedio que su joven contrincante, pero amenaza con volver a ponerse los pantalones cortos en el caso de que lo alcancen, tal como hizo en abril de 2005 durante los actos del Centenario del club.
A Palermo le pasó de todo. Casi, una vida más para Hollywood que para un estadio de fútbol. Sus goles en Estudiantes, con el que logró el ascenso a la primera división junto a Juan Sebastián Verón en 1995, lo llevaron a ser pretendido por Boca y por River Plate, pero también comenzó a destacarse por sus extraños peinados y por los continuos cambios en el color de su cabello, desde el amarillo furioso, hasta el platinado, pasando por festejos de goles sentado en un banco, besándose un botín o colocándose una botella en la cabeza. Pero la máxima popularidad fuera de las canchas la conoció cuando el cotidiano deportivo “Olé” lo colocó en su portada vistiendo de mujer.
En 1997 pasó a Boca, donde compartió cartel con Diego Maradona en su último año como jugador, Verón, Kily González o Claudio Caniggia, pero su consolidación llegó en 1998, cuando Bianchi se hizo cargo del equipo y organizó un verdadero imperio futbolístico. El entrenador reunió, antes de comenzar el Torneo Apertura, a Palermo con el extremo derecho Guillermo Barros Schelotto, con quien lo unía una fuerte enemistad en tiempos de enfrentamientos entre los dos equipos de la ciudad de La Plata, Estudiantes y Gimnasia, y les dijo “desde hoy, ustedes se casan futbolísticamente”. Tanto fue así que Palermo convirtió en ese torneo veinte goles en dieciocho partidos, plusmarca de goles en torneos argentinos cortos, y la dupla funcionó a la perfección al punto tal que se plantean continuar juntos sus carreras de entrenadores. Boca no sólo ganó el Apertura, sino también el Clausura 1999, la Copa Libertadores 2000 y la Copa Intercontinental de ese año, cuando Palermo liquidó al Real Madrid con dos tantos al comienzo mismo del partido, y fue considerado el mejor jugador de la final. También en 1998 fue elegido mejor jugador de Sudamérica por la prensa especializada.
Pero en medio de tantos logros, Palermo también sufrió duras lesiones. El fatídico 13 de noviembre de 1999, y luego de marcar su centésimo gol en Santa Fe ante Colón, al festejar se llevó por delante un cartel publicitario y se rompió el ligamento cruzado de su pierna derecha, que motivó que parara de jugar por seis meses. Su regreso fue de cine: Boca definía ante River el partido por los cuartos de final de la Copa Libertadores, ganaba por 2-0, resultado que le permitía avanzar a semifinales con lo justo, cuando se produjo el regreso de Palermo, quien convirtió el tercer tanto ante el delirio de la multitud, que lo llevó en andas en el final.
El 29 de noviembre de 2001, ya en Villarreal, se le cayó un muro y tuvo doble fractura de tibia y peroné, con cuatro meses de ausencia. Más allá de este percance, nunca pudo concretar en sus cuatro temporadas en España, aquello que había logrado en Argentina. En 2003, luego de no ser tenido en cuenta por Benito Floro, recaló en el Betis, donde casi no jugó, y menos en el Deportivo Alavés en Segunda.
Ya en 2005 volvió a Boca, arropado por la gente, e inmediatamente volvió al gol, aunque no le podía faltar algún percance y el 8 de octubre de 2006 el portero de River Germán Lux cayó sobre su pierna derecha y le provocó una lesión en el ligamento interno, aunque esta vez sólo se alejó de las canchas durante dos meses.
Sin embargo, volvió a participar de tiempos de gloria desde la llegada de Alfio Basile, y junto a Fernando Gago, Rodrigo Palacio y Roberto Abbondanzieri ganó el bicampeonato 2005/06, dos Recopas Sudamericanas, una Copa Sudamericana y recientemente, la Copa Libertadores junto a su antiguo socio Juan Román Riquelme, proyectándose ahora al Mundial de Clubes que Boca jugará en diciembre en Japón.
Si ya venía marcando goles, Palermo ya se está saliendo en 2007. Lleva 23 goles desde enero y entre ellos, uno desde 60 metros a Oscar Ustari, actual portero del Getafe, cuando Boca venció a Independiente en el estadio de Racing el 24 de febrero, mientras que el 18 de marzo le convirtió cuatro goles a Gimnasia y el 16 de setiembre, otros cuatro a Banfield.
Palermo, con tantos títulos y tantos goles, sin embargo tiene otro récord para el Guiness: en la Copa América de Paraguay en 1999, jugando para la selección argentina de Marcelo Bielsa, falló tres penaltis en un mismo partido, ante Colombia. Algunos lo critican por su supuesta escasa técnica (si bien es acaso el mejor cabeceador del fútbol argentino). Otros creen que sólo se trató de alguien que no se quiso resignar a seguir fallando, por aquello de ser “el optimista del gol”. Tan optimista es, que habiendo perdido un hijo justo al nacer, en la semana, de todos modos quiso jugar y para variar, marcó ante Banfield, con todo el estadio arropándolo y sin poder festejar por el incontenible llanto.
Definitivamente ídolo de Boca, Palermo es el máximo goleador en actividad del fútbol argentino con 173 goles en 288 partidos, y en el palco de la Bombonera siguen marcando la cuenta regresiva hasta alcanzar a Varallo.
Palermo (La Plata, 7 de noviembre de 1973), también conocido como “El loco” desde que debutara en Estudiantes de La Plata el 5 de julio de 1992, es todo un personaje, que fue cambiando excentricidades de juventud, por un presente a puro gol al punto tal de que en la mítica Bombonera, donde marcó más goles que nadie en sus 67 años de vida, en uno de los palcos hay un cartel con una cuenta regresiva que sus ocupantes van marcando cuando marca algún tanto que lo acerca cada día más al de Francisco “Pancho” Varallo, único sobreviviente de la selección argentina que perdió la final del primer Mundial ante Uruguay en 1930.
Palermo lleva marcados en Boca 169 goles en 264 partidos oficiales, aunque marcó otros diez extraoficiales, ocupando el segundo lugar en la historia profesional de Boca, a sólo 25 tantos de Varallo, quien con más de noventa años, se defiende diciendo que ha marcado también tantos anteriores al profesionalismo (que se inició en 1931) y que tiene un mejor promedio que su joven contrincante, pero amenaza con volver a ponerse los pantalones cortos en el caso de que lo alcancen, tal como hizo en abril de 2005 durante los actos del Centenario del club.
A Palermo le pasó de todo. Casi, una vida más para Hollywood que para un estadio de fútbol. Sus goles en Estudiantes, con el que logró el ascenso a la primera división junto a Juan Sebastián Verón en 1995, lo llevaron a ser pretendido por Boca y por River Plate, pero también comenzó a destacarse por sus extraños peinados y por los continuos cambios en el color de su cabello, desde el amarillo furioso, hasta el platinado, pasando por festejos de goles sentado en un banco, besándose un botín o colocándose una botella en la cabeza. Pero la máxima popularidad fuera de las canchas la conoció cuando el cotidiano deportivo “Olé” lo colocó en su portada vistiendo de mujer.
En 1997 pasó a Boca, donde compartió cartel con Diego Maradona en su último año como jugador, Verón, Kily González o Claudio Caniggia, pero su consolidación llegó en 1998, cuando Bianchi se hizo cargo del equipo y organizó un verdadero imperio futbolístico. El entrenador reunió, antes de comenzar el Torneo Apertura, a Palermo con el extremo derecho Guillermo Barros Schelotto, con quien lo unía una fuerte enemistad en tiempos de enfrentamientos entre los dos equipos de la ciudad de La Plata, Estudiantes y Gimnasia, y les dijo “desde hoy, ustedes se casan futbolísticamente”. Tanto fue así que Palermo convirtió en ese torneo veinte goles en dieciocho partidos, plusmarca de goles en torneos argentinos cortos, y la dupla funcionó a la perfección al punto tal que se plantean continuar juntos sus carreras de entrenadores. Boca no sólo ganó el Apertura, sino también el Clausura 1999, la Copa Libertadores 2000 y la Copa Intercontinental de ese año, cuando Palermo liquidó al Real Madrid con dos tantos al comienzo mismo del partido, y fue considerado el mejor jugador de la final. También en 1998 fue elegido mejor jugador de Sudamérica por la prensa especializada.
Pero en medio de tantos logros, Palermo también sufrió duras lesiones. El fatídico 13 de noviembre de 1999, y luego de marcar su centésimo gol en Santa Fe ante Colón, al festejar se llevó por delante un cartel publicitario y se rompió el ligamento cruzado de su pierna derecha, que motivó que parara de jugar por seis meses. Su regreso fue de cine: Boca definía ante River el partido por los cuartos de final de la Copa Libertadores, ganaba por 2-0, resultado que le permitía avanzar a semifinales con lo justo, cuando se produjo el regreso de Palermo, quien convirtió el tercer tanto ante el delirio de la multitud, que lo llevó en andas en el final.
El 29 de noviembre de 2001, ya en Villarreal, se le cayó un muro y tuvo doble fractura de tibia y peroné, con cuatro meses de ausencia. Más allá de este percance, nunca pudo concretar en sus cuatro temporadas en España, aquello que había logrado en Argentina. En 2003, luego de no ser tenido en cuenta por Benito Floro, recaló en el Betis, donde casi no jugó, y menos en el Deportivo Alavés en Segunda.
Ya en 2005 volvió a Boca, arropado por la gente, e inmediatamente volvió al gol, aunque no le podía faltar algún percance y el 8 de octubre de 2006 el portero de River Germán Lux cayó sobre su pierna derecha y le provocó una lesión en el ligamento interno, aunque esta vez sólo se alejó de las canchas durante dos meses.
Sin embargo, volvió a participar de tiempos de gloria desde la llegada de Alfio Basile, y junto a Fernando Gago, Rodrigo Palacio y Roberto Abbondanzieri ganó el bicampeonato 2005/06, dos Recopas Sudamericanas, una Copa Sudamericana y recientemente, la Copa Libertadores junto a su antiguo socio Juan Román Riquelme, proyectándose ahora al Mundial de Clubes que Boca jugará en diciembre en Japón.
Si ya venía marcando goles, Palermo ya se está saliendo en 2007. Lleva 23 goles desde enero y entre ellos, uno desde 60 metros a Oscar Ustari, actual portero del Getafe, cuando Boca venció a Independiente en el estadio de Racing el 24 de febrero, mientras que el 18 de marzo le convirtió cuatro goles a Gimnasia y el 16 de setiembre, otros cuatro a Banfield.
Palermo, con tantos títulos y tantos goles, sin embargo tiene otro récord para el Guiness: en la Copa América de Paraguay en 1999, jugando para la selección argentina de Marcelo Bielsa, falló tres penaltis en un mismo partido, ante Colombia. Algunos lo critican por su supuesta escasa técnica (si bien es acaso el mejor cabeceador del fútbol argentino). Otros creen que sólo se trató de alguien que no se quiso resignar a seguir fallando, por aquello de ser “el optimista del gol”. Tan optimista es, que habiendo perdido un hijo justo al nacer, en la semana, de todos modos quiso jugar y para variar, marcó ante Banfield, con todo el estadio arropándolo y sin poder festejar por el incontenible llanto.
Definitivamente ídolo de Boca, Palermo es el máximo goleador en actividad del fútbol argentino con 173 goles en 288 partidos, y en el palco de la Bombonera siguen marcando la cuenta regresiva hasta alcanzar a Varallo.
viernes, 28 de septiembre de 2007
Hasta siempre, Cacho
La noticia nos conmovió porque nunca pensamos que somos apenas habitantes de este mundo por un rato que nos prestan, y cuando alguien que admiramos o por quien sentimos afecto, nos deja, el vacío que queda no suele reponerse. Nadie es irreemplazable pero al mismo tiempo, y paradojicamente, nadie tampoco es reemplazable porque nos imprime su personalidad, nos transmite su sabiduría, su experiencia, si la tiene.
La muerte de Raúl "Cacho" Barizzoni, periodista de raza, fino comentarista radial, gran compañero, buen amigo y consejero en tantos viajes y momentos que hemos compartido, nos llena de tristeza y melancolía.
Nos cuenta el también amigo Pablo Karslián, quien lo reemplazará ahora como comentarista del equipo que comanda Javier Máximo Goñi en Radio Oriental, en el querido y vecino Uruguay, y en el que supimos trabajar también en años hermosos pletóricos de ilusiones iniciáticas, que Raúl llevaba tiempo con malestares, y pudimos recordar entonces que efectivamente en una oportunidad lo llegamos a visitar en un hospital, en Montevideo.
Memoramos a Raúl como un periodista racional, agudo, y al mismo tiempo sanguíneo, que movía sus manos en pleno comentario, de una manera particular, como acompañando y marcando cada frase. También, la palabra justa para calificar un partido, para advertir sobre incidencias en el juego que difícilmente acarrearían un error.
Barizzoni conjugaba experiencia, amplios conocimientos, y una calidez y una sencillez como solamente pueden tener quienes son sabios de verdad y no necesitan alardearlo.
Llegamos a ser sus anfitriones en Buenos Aires y también hemos compartido charlas, comidas, anécdotas y eso quedará por siempre como un orgullo.
También, aquella alegría en su rostro cuando nos encontrábamos, y ese fuerte y cálido apretón de manos, o ese extraño punto de equilibrio en momentos complicados o turbulentos en algunos acontecimientos deportivos.
Extrañaremos a Barizzoni, sus comentarios, su compañía. Recordaremos siempre al amigo, al compañero de viajes, al gran periodista, al insobornable colega.
Gracias, Cacho. Hasta siempre.
"¿Quien dijo artista? yo soy un hombre apenas, que ataca el miedo, con su garganta" (Daniel Viglietti).
La muerte de Raúl "Cacho" Barizzoni, periodista de raza, fino comentarista radial, gran compañero, buen amigo y consejero en tantos viajes y momentos que hemos compartido, nos llena de tristeza y melancolía.
Nos cuenta el también amigo Pablo Karslián, quien lo reemplazará ahora como comentarista del equipo que comanda Javier Máximo Goñi en Radio Oriental, en el querido y vecino Uruguay, y en el que supimos trabajar también en años hermosos pletóricos de ilusiones iniciáticas, que Raúl llevaba tiempo con malestares, y pudimos recordar entonces que efectivamente en una oportunidad lo llegamos a visitar en un hospital, en Montevideo.
Memoramos a Raúl como un periodista racional, agudo, y al mismo tiempo sanguíneo, que movía sus manos en pleno comentario, de una manera particular, como acompañando y marcando cada frase. También, la palabra justa para calificar un partido, para advertir sobre incidencias en el juego que difícilmente acarrearían un error.
Barizzoni conjugaba experiencia, amplios conocimientos, y una calidez y una sencillez como solamente pueden tener quienes son sabios de verdad y no necesitan alardearlo.
Llegamos a ser sus anfitriones en Buenos Aires y también hemos compartido charlas, comidas, anécdotas y eso quedará por siempre como un orgullo.
También, aquella alegría en su rostro cuando nos encontrábamos, y ese fuerte y cálido apretón de manos, o ese extraño punto de equilibrio en momentos complicados o turbulentos en algunos acontecimientos deportivos.
Extrañaremos a Barizzoni, sus comentarios, su compañía. Recordaremos siempre al amigo, al compañero de viajes, al gran periodista, al insobornable colega.
Gracias, Cacho. Hasta siempre.
"¿Quien dijo artista? yo soy un hombre apenas, que ataca el miedo, con su garganta" (Daniel Viglietti).
jueves, 27 de septiembre de 2007
Dime a quien silbas y te diré dónde vives
Alguna vez Discepolín, con una gran visión de futuro, llegó a decir "que allá en el horno se vamo a encontrar". Bueno, como dicen los chicos hoy, ya estamos en el horno. Quienes peinan canas o al menos conservan cierta memoria en un país carente de ella (acaba de finalizar River 4 Botafogo 2 y es tremendo escuchar cómo los hinchas de River pedían que se fueran todos y la cabeza de Passarella incluída, o se retiraban masivamente del Monumental, y a los veinte minutos festejaban como locos un resultado que había cambiado de manera extraña), recordarán que salvo en casos de marchas a equipos archirrivales, algo no tan normal en tiempos no tan superprofesionales, había hasta cierto respeto y hasta emoción cuando nos tocaba jugar ante un rival que había vestido nuestros colores.
Hoy, cuando abundan en todos los equipos los Twity Carrarios, que pasaron por decenas de camisetas y que las han besado todas en los festejos locos luego de embocar un penal ejecutado con los ojos cerrados y temblando de miedo a fracasar, estos mismos jugadores, en cada gol, se la pasan pidiendo disculpas con las dos manos en posición de rezo, con lo cual, al haber jugado en muchos, casi que piden disculpas en cada fecha. A veces es creíble, otras, no tanto.
Sin embargo, peor es el caso de los hinchas, que parecen haber entrado en la nueva moda de silbar o insultar a quien por años defendió su camiseta. Ha pasado con Jesús Dátolo, cuando fue con Boca a la cancha de su ex equipo Bánfield. Ha sucedido con José Sand, hostigado por los hinchas de River cuando visitó su estadio jugando para Lanús, y le ha pasado, en la misma semana, al entrenador Fernando Quiroz, cuando fue con San Martín de San Juan a la cancha de Huracán. Parecuera que repentinamente, nos ha venido un ataque de amateurismo, cuando hasta buena parte de la tribuna popular se encuentra plagada de mercenarios que cantan al mejor postor, y otra buena parte, que sólo concurre por deseo, repite como loro sus canciones violentas, a falta de otras más creativas.
En el caso de Sand, algo más insólito: en la zona en la que se encuentra el estadio Monumental de Nuñez, actúa una fiscal, con evidentes ganas de hacerse conocida en los medios. Si no, no se puede explicar que la doctora Claudia Barcia, le pueda labrar un acta a Sand por responder los insultos de los hinchas de River poniendose una mano en la oreja en su gol, o haciendo el gesto de "yo acá dí la vuelta", que no parece ser nada grave. Asimismo, la fiscal parece haber olvidado otro pequeño hecho ocurrido en ese mismo día: en la tribuna que insultaba, sí, a Sand, había integrantes de la barra brava denominada "Los borrachos del tablón" sobre los que pesaba el derecho de admisión. Eso no importó, en cambio el testo de Sand, sí. Como también pareció importar aquella vez que Carlos Bilardo, sentado en el banco de suplentes de Estudiantes, sacara una botella de champagne antes de iniciar su partido con River hace pocos años, en aquel ridículo episodio del "gatorei".
¿Por qué esa necesidad de insultar a quien jugó con nuestra camiseta? explicaciones hay muchas posibles, pero una de ellas, en esta sociedad exitista, es que todo pasa (como diría alguien que pretende perpetuarse en el fútbol y que lo selló en un anillo), y que lo que alguien nos entregó de sí en su momento, hoy no se reconoce. Ya está, se fue, y ahora no lo queremos más, ya lo hemos reemplazado por algo supuestamente mejor. Si además, ha salido de nuestro seno, y pertenece a otros colores, nos ha traicionado, si bien recnocemos desde lo racional que hoy las reglas son así. Al mismo tiempo, si ese jugador se fue al exterior, especialmente a Europa, lo seguiremos viendo con el prisma de nuestros colores porque ha sido exitoso, es decir, si tiene éxito, es nuestro. Si no lo tiene o si se pone otra camiseta, merece nuestro repudio.
En este fútbol botón, en el que todos piden tarjeta para el rival, en el que jugadores de uno y otro equipo salen a matarse sin piedad, y en el que los árbitros y jueces de lìnea velan solamente por sí mismos, todo esto es posible.
Hace poco alguien escribió en una pared del barrio Parque Chacabuco "la mesa está servida. Comámonos".
Hoy, cuando abundan en todos los equipos los Twity Carrarios, que pasaron por decenas de camisetas y que las han besado todas en los festejos locos luego de embocar un penal ejecutado con los ojos cerrados y temblando de miedo a fracasar, estos mismos jugadores, en cada gol, se la pasan pidiendo disculpas con las dos manos en posición de rezo, con lo cual, al haber jugado en muchos, casi que piden disculpas en cada fecha. A veces es creíble, otras, no tanto.
Sin embargo, peor es el caso de los hinchas, que parecen haber entrado en la nueva moda de silbar o insultar a quien por años defendió su camiseta. Ha pasado con Jesús Dátolo, cuando fue con Boca a la cancha de su ex equipo Bánfield. Ha sucedido con José Sand, hostigado por los hinchas de River cuando visitó su estadio jugando para Lanús, y le ha pasado, en la misma semana, al entrenador Fernando Quiroz, cuando fue con San Martín de San Juan a la cancha de Huracán. Parecuera que repentinamente, nos ha venido un ataque de amateurismo, cuando hasta buena parte de la tribuna popular se encuentra plagada de mercenarios que cantan al mejor postor, y otra buena parte, que sólo concurre por deseo, repite como loro sus canciones violentas, a falta de otras más creativas.
En el caso de Sand, algo más insólito: en la zona en la que se encuentra el estadio Monumental de Nuñez, actúa una fiscal, con evidentes ganas de hacerse conocida en los medios. Si no, no se puede explicar que la doctora Claudia Barcia, le pueda labrar un acta a Sand por responder los insultos de los hinchas de River poniendose una mano en la oreja en su gol, o haciendo el gesto de "yo acá dí la vuelta", que no parece ser nada grave. Asimismo, la fiscal parece haber olvidado otro pequeño hecho ocurrido en ese mismo día: en la tribuna que insultaba, sí, a Sand, había integrantes de la barra brava denominada "Los borrachos del tablón" sobre los que pesaba el derecho de admisión. Eso no importó, en cambio el testo de Sand, sí. Como también pareció importar aquella vez que Carlos Bilardo, sentado en el banco de suplentes de Estudiantes, sacara una botella de champagne antes de iniciar su partido con River hace pocos años, en aquel ridículo episodio del "gatorei".
¿Por qué esa necesidad de insultar a quien jugó con nuestra camiseta? explicaciones hay muchas posibles, pero una de ellas, en esta sociedad exitista, es que todo pasa (como diría alguien que pretende perpetuarse en el fútbol y que lo selló en un anillo), y que lo que alguien nos entregó de sí en su momento, hoy no se reconoce. Ya está, se fue, y ahora no lo queremos más, ya lo hemos reemplazado por algo supuestamente mejor. Si además, ha salido de nuestro seno, y pertenece a otros colores, nos ha traicionado, si bien recnocemos desde lo racional que hoy las reglas son así. Al mismo tiempo, si ese jugador se fue al exterior, especialmente a Europa, lo seguiremos viendo con el prisma de nuestros colores porque ha sido exitoso, es decir, si tiene éxito, es nuestro. Si no lo tiene o si se pone otra camiseta, merece nuestro repudio.
En este fútbol botón, en el que todos piden tarjeta para el rival, en el que jugadores de uno y otro equipo salen a matarse sin piedad, y en el que los árbitros y jueces de lìnea velan solamente por sí mismos, todo esto es posible.
Hace poco alguien escribió en una pared del barrio Parque Chacabuco "la mesa está servida. Comámonos".
viernes, 21 de septiembre de 2007
Mourinho y el fin de una etapa en el Chelsea (Sportsnavi)
Basto un empate como local ante el Rosenborg de Noruega por la primera jornada de la Champions League europea para que Jose Mourinho decidiera terminar la larga relacion que llego a gestarse con el Chelsea, club con el que trabajo desde la temporada 2004-2005, y que incluye dos Premier Leagues y dos semifinales europeas, pero nunca alcanzo el máximo objetivo que se propuso el magnate ruso y máximo accionista, Roman Abramovich, de conseguir el centro continental para terminar de consolidarse como uno de los mas grandes del mundo.
Nadie puede negar que los logros de Mourinho, de 44 años y que comenzara como un traductor del ingles de Louis Van Gaal en el Barcelona, fueron muchos, como el largo invicto en condicion de local en Stanford Bridge, prácticamente inexpugnable, o el gran protagonismo del equipo en cada edición de la liga inglesa o de la Champions League, si bien siempre pudo contar con los jugadores mas selectos porque justamente Abramovich, uno de los magnates mas fuertes del mundo como consecuencia de la herencia de dinero negro de los tiempos de Boris Yeltsin como presidente ruso, nunca escatimo usar su talonario.
Pero tampoco se puede negar que Mourinho, de controvertida personalidad aunque hacedor de vestuarios cerrados y solidarios, ha conseguido armar, desde grandes estrellas, un fuerte equipo, una mentalidad de conjunto, y con lideres muy cercanos en afecto al club, como el defensor central (y ahora capitan de la selección inglesa), John Terry, o el volante Frank Lampard, quien llego a estar en la terna para conseguir el premio al mejor jugador del mundo por parte de la FIFA.
El portugues Mourinho llego al pináculo de la fama cuando en 2004 gano la Champions League dirigiendo al Porto, por quien pocos apostaban, y a partir de alli, fue objeto de deseo de Abramovich, con quien firmo un contrato, una vez que gano su primera liga inglesa, de 13 millones de euros por temporada, lo que ahora implica una indemnización de 35 millones para alejarse en paz de la entidad.
Por un lado, hay versiones que dicen que la relacion entre Mourinho y Abramovich ya no eran las mejores desde que no se consiguió la Champions y de hecho, la llegada del ucraniano Andrey Sevchenko desde el Milan, que hizo dudar al delantero casi hasta el final del libro de pases, tanto que se dice que la que incidio fue su esposa, aumento la tensión, sumado a que tampoco rindio, y de hecho muchas veces quedo fuera de la convocatoria para los partidos, el aleman Michael Ballack, procedente del Bayern Munich.
Para completar el panorama, al inicio de la actual temporada fue contratado como director deportivo Abraham Grant, ex entrenador del seleccionado israeli, pero considerado por los analistas cercanos al entorno del Chelsea como hombre de absoluta confianza de Abramovich y especialmente de Pinjas Zahavi, el influyente agente israeli y ex periodista. Desde la llegada de Grant y de Sevchenko, la rutina de Mourinho se hizo mas tediosa y sus deseos de marcharse aumentaron cuando supo que su colega brasileño Luiz Felipe Scolari podia marcharse de la selección portuguesa luego del incidente con el serbio Ivica Dragutinovic por las eliminatorias a la Eurocopa 2008. La sancion de la UEFA a Scolari, por agredir con un golpe de puño a Dragutinovic, de cuatro partidos, aumento la tensión entre el brasileño y la Federación Portuguesa y se dice que ya para la Eurocopa, muy posiblemente Mourinho este sentado en el banco como entrenador de su selección nacional.
Tampoco es casualidad que en la misma semana de la crisis en el Chelsea apareciera el presidente de la UEFA, el frances Michel Platini, para advertir contra el excesivo mercantilismo del futbol y la necesidad de ponerle freno, aunque tambien se refiere al litigio en el que parece entrar el ex G-14 con la UEFA por la cesion de jugadores a los seleccionados nacionales de paises periféricos.
En un escueto comunicado, el Chelsea ha manifestado que el alejamiento de Mourinho “se produjo por consentimiento mutuo”, luego de que con el portugues, en tres temporadas, el club ingles ganara dos Premier Leagues, una FA Cup, y dos Copas de la Liga, ademas de llegar dos veces a semifinales, en 2005 y 2007, en ambas ocasiones eliminado por el Liverpool.
El Chelsea, ademas de no arrancar esta temporada en la mejor forma en la Champions, tampoco en la liga tenia la marcha de otros años. Hasta el importante partido del fin de semana contra el Manchester United, ya dirigido por la dupla conformada por el israeli Grant y Steve Clarke, ex ayudante de Mourinho (no se sabe bien hasta cuando funcionara), el Chelsea se encontraba compartiendo la tercera oposición junto a su rival de turno y el Liverpool, a dos unidades del Arsenal, y a una del segundo Manchester City.
Pero lo mas importante es que uno de los ciclos mas fuertes de los ultimos tiempos en el futbol mundial, el de Mourinho en el Chelsea, llego a su fin, y con el, una manera de concebir el futbol desde el trabajo colectivo, el descaro, y cierta sinceridad “brutal” que muchas veces lo ha enfrentado con entrenadores como Frank Rikjaard, Johan Cruyff o Alex Fergusson, por citar algunos.
Fue la noticia de mayor impacto de la actual temporada, y puede significar un importante cambio de timon para los próximos años tanto en Inglaterra como en Europa. El tiempo dira.
Nadie puede negar que los logros de Mourinho, de 44 años y que comenzara como un traductor del ingles de Louis Van Gaal en el Barcelona, fueron muchos, como el largo invicto en condicion de local en Stanford Bridge, prácticamente inexpugnable, o el gran protagonismo del equipo en cada edición de la liga inglesa o de la Champions League, si bien siempre pudo contar con los jugadores mas selectos porque justamente Abramovich, uno de los magnates mas fuertes del mundo como consecuencia de la herencia de dinero negro de los tiempos de Boris Yeltsin como presidente ruso, nunca escatimo usar su talonario.
Pero tampoco se puede negar que Mourinho, de controvertida personalidad aunque hacedor de vestuarios cerrados y solidarios, ha conseguido armar, desde grandes estrellas, un fuerte equipo, una mentalidad de conjunto, y con lideres muy cercanos en afecto al club, como el defensor central (y ahora capitan de la selección inglesa), John Terry, o el volante Frank Lampard, quien llego a estar en la terna para conseguir el premio al mejor jugador del mundo por parte de la FIFA.
El portugues Mourinho llego al pináculo de la fama cuando en 2004 gano la Champions League dirigiendo al Porto, por quien pocos apostaban, y a partir de alli, fue objeto de deseo de Abramovich, con quien firmo un contrato, una vez que gano su primera liga inglesa, de 13 millones de euros por temporada, lo que ahora implica una indemnización de 35 millones para alejarse en paz de la entidad.
Por un lado, hay versiones que dicen que la relacion entre Mourinho y Abramovich ya no eran las mejores desde que no se consiguió la Champions y de hecho, la llegada del ucraniano Andrey Sevchenko desde el Milan, que hizo dudar al delantero casi hasta el final del libro de pases, tanto que se dice que la que incidio fue su esposa, aumento la tensión, sumado a que tampoco rindio, y de hecho muchas veces quedo fuera de la convocatoria para los partidos, el aleman Michael Ballack, procedente del Bayern Munich.
Para completar el panorama, al inicio de la actual temporada fue contratado como director deportivo Abraham Grant, ex entrenador del seleccionado israeli, pero considerado por los analistas cercanos al entorno del Chelsea como hombre de absoluta confianza de Abramovich y especialmente de Pinjas Zahavi, el influyente agente israeli y ex periodista. Desde la llegada de Grant y de Sevchenko, la rutina de Mourinho se hizo mas tediosa y sus deseos de marcharse aumentaron cuando supo que su colega brasileño Luiz Felipe Scolari podia marcharse de la selección portuguesa luego del incidente con el serbio Ivica Dragutinovic por las eliminatorias a la Eurocopa 2008. La sancion de la UEFA a Scolari, por agredir con un golpe de puño a Dragutinovic, de cuatro partidos, aumento la tensión entre el brasileño y la Federación Portuguesa y se dice que ya para la Eurocopa, muy posiblemente Mourinho este sentado en el banco como entrenador de su selección nacional.
Tampoco es casualidad que en la misma semana de la crisis en el Chelsea apareciera el presidente de la UEFA, el frances Michel Platini, para advertir contra el excesivo mercantilismo del futbol y la necesidad de ponerle freno, aunque tambien se refiere al litigio en el que parece entrar el ex G-14 con la UEFA por la cesion de jugadores a los seleccionados nacionales de paises periféricos.
En un escueto comunicado, el Chelsea ha manifestado que el alejamiento de Mourinho “se produjo por consentimiento mutuo”, luego de que con el portugues, en tres temporadas, el club ingles ganara dos Premier Leagues, una FA Cup, y dos Copas de la Liga, ademas de llegar dos veces a semifinales, en 2005 y 2007, en ambas ocasiones eliminado por el Liverpool.
El Chelsea, ademas de no arrancar esta temporada en la mejor forma en la Champions, tampoco en la liga tenia la marcha de otros años. Hasta el importante partido del fin de semana contra el Manchester United, ya dirigido por la dupla conformada por el israeli Grant y Steve Clarke, ex ayudante de Mourinho (no se sabe bien hasta cuando funcionara), el Chelsea se encontraba compartiendo la tercera oposición junto a su rival de turno y el Liverpool, a dos unidades del Arsenal, y a una del segundo Manchester City.
Pero lo mas importante es que uno de los ciclos mas fuertes de los ultimos tiempos en el futbol mundial, el de Mourinho en el Chelsea, llego a su fin, y con el, una manera de concebir el futbol desde el trabajo colectivo, el descaro, y cierta sinceridad “brutal” que muchas veces lo ha enfrentado con entrenadores como Frank Rikjaard, Johan Cruyff o Alex Fergusson, por citar algunos.
Fue la noticia de mayor impacto de la actual temporada, y puede significar un importante cambio de timon para los próximos años tanto en Inglaterra como en Europa. El tiempo dira.
Muerte súbita en el fútbol: ¿imprevisión o accidente? (Mas alla del deporte, Ecuador)
La polémica se instaló en el último mes en el fútbol mundial. Si bien hubo varias muertes súbitas de jugadores en todo el planeta, el hecho de que le haya ocurrido a una estrella de la Liga Española, como Antonio Puerta, del Sevilla, el 28 de agosto pasado, abre aún más el interrogante sobre si el deporte está preparado para solucionar los accidentes, cada vez más frecuentes, o si se trata de algo más grave, como la imprevisión y la falta de exámenes y medidas adecuadas para no caer en desenlaces fatales.
Puerta falleció horas después de haber disputado el partido ante el Getafe por la primera jornada de la Liga Española, y cuando ya había sido asistido en el propio campo de juego, luego de un choque, y si bien fue reanimado y salió hacia el vestuario por sus propios medios, posteriormente tuvo nuevos ataques cardíacos que desembocaron en el peor desenlace posible.
Probablemente sea más por esto que por otras muertes de jugadores, que la FIFA haya determinado que para las próximas eliminatorias al Mundial 2010, obligadamente cada estadio deberá tener un servicio de urgencias para solucionar problemas cardiorrespiratorios, pero hay casos menos conocidos, igual de dolorosos, y todos ocurridos en los últimos tiempos.
Por ejemplo, el de Jairo Andrés Nazareno, ecuatoriano de 21 años apenas, quien tuvo un paro cardìaco jugando en Riobamba un partido entre Chimborazo FC y la Liga Politécnica de Chimborazo, por la Segunda División. El entrenador de Chimborazo FC, Ramiro Sucay, relató que Nazareno tuvo un dolor en el pecho y fue llevado casi de inmediato al hospital zonal, y allí murió.
El mismo sábado 1 de setiembre, es decir, apenas a los cuatro días del deceso de Puerta, también murió en España Angel Arenales Torres, de 31 años, y de un paro cardíaco, durante la disputa de un partido amistoso. Arenales Torres jugaba para el Club de Veteranos del Atlético Sobrafe, de Huesca (en el norte del país). “Se desvaneció cuando le dijimos que había hecho un buen partido, pero en ese mismo momento nos contó que se sentía mal y al rato falleció”, relató el vicepresidente de la entidad, Amadeo Monedero.
Por esos mismos días, y de manera intempestiva, falleció el zambiano Chaswe Nsofwa, en un entrenamiento con un equipo de Segunda División israelí.
Otro ecuatoriano, Manuel Aldaz, falleció jugando un partido de aficionados entre Cachorros y River Plate en Ambato. Aldaz tenía 31 años y era pintor de coches, y en su autopsia apareció la asfixia como principal causal, tras un paro respiratorio. Antes de morir, había dicho a sus padres que para él era, en todo caso, “un orgullo”, si tuviera que irse de este mundo tras jugar al fútbol.
También el fútbol registra casos anteriores, como los del brasileño Cristiano de Lima, de 25 años, que murió en 2004 mientras jugaba un partido para el Dempo Sports Club, y en el mismo año, su colega Serginho, de 30 años, y quien defendía como lateral al más conocido Sao Caetano, mientras que en la Argentina, sucedía algo similar con el prometedor arquero de Independiente Lucas Molina, de 20 años, suplente de Carlos Navarro Montoya, y que se desvaneció en la casa de su novia, a poco tiempo de su último entrenamiento.
También el húngaro Miklos Feher, de 24 años, falleció en pleno partido jugando para el Benfica, en un partido de la liga portuguesa, ante el Vitoria Guimaraes, y ya en 2003, se recuerda el sonado caso de la muerte de Mark Vivien Defoe, de la selección de Camerún, durante la disputa de la Copa Confederaciones en Francia.
En Chile, el arquero Manuel Mondaca, de la Unión Española, falleció en pleno entrenamiento en 2004.
El sitio web “Latin.salud”, de gran prestigio, considera la muerte súbita como el fallecimiento que se produce dentro de las veinticuatro horas de la aparición de los síntomas, sin que los médicos tengan oportunidad de evitar los decesos. Y recomienda a los futbolistas en particular, un monitoreo semestral (los equipara con ciclistas o basquetbolistas).
El que se manifiesta de manera más contundente en este sentido, es el doctor Wilfried Kindermann, responsable médico del pasado Mundial 2006. El facultativo cree que hay dos motivos principales para este tipo de muertes en el fútbol: la primera, por casualidad, “porque se trata del deporte más practicado en el mundo, y si por ejemplo tomamos Estados Unidos, allí hay más muertes por jugar al básquetbol”.
La otra causa de muchas de estas muertes “hay falta de una buena examinación de estos deportistas, porque detrás de estas muertes siempre hay una enfermedad, y en el alto rendimiento, en deportistas jóvenes, este problema suele ser la miocardiopatía hipertrófica congénita, o malformaciones de arterias coronarias, o inflamaciones del músculo cardíaco”, pero dificulta que sea por doping “y aunque lo fuera, luego de una muerte es imposible detectarlo”
El cardiólogo Mario Muñoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y Salud de la Universidad de las Américas, en Chile, alerta sobre los “deportistas del fin de semana”, incluso los del fútbol, a quienes divide entre menores y mayores de 25 años. Los primeros, corren riesgos de muertes por enfermedades congénitas no diagnosticadas, y los otros, por problemas coronarios adquiridos.
El excelente sitio web www.diariosdefutbol.com cita sobre esto, una frase tomada de “El Maestro y Margarita”, de Bulgákov, cuando Voland, el diablo, dice entre pena e ironía “el hombre es mortal, pero eso es sólo la mitad del problema. Lo grave es que es mortal de repente”.
De allí que a veces la prevención juega su partido especial. Para Miguel Angel Russo, actual director técnico de Boca Juniors, no fue fácil decirle hace dos años al prometedor juvenil Marcelo Bravo, en Vélez Sársfield, que el tamaño de su corazón, de acuerdo a los estudios realizados, le impediría seguir jugando, cuando toda su familia había depositado esperanzas en un ascenso social en base a sus habilidades. Costó hacerlo entender, y el club decidió compensarlo designándolo como miembro del cuerpo técnico en las divisiones inferiores. Pero el mensaje fue que siempre es más importante vivir, que inmolarse jugando.
Costó más aún convencer al potente delantero argentino Juan Gilberto Funes, de que no podría jugar en Boca, a principios de los noventa, por el mismo problema que Bravo. Funes falleció al poco tiempo, muy joven, por la dilatación del músculo cardíaco.
Pero el mejor ejemplo sobre prevención y su tratamiento ocurrió en Inglaterra. Hace escasas semanas jugaban por la Carling Cup el Nottingham Forest y el Leicester City. Ganaban los primeros por 1-0 cuando el partido debió suspenderse por un ataque cardíaco del defensor Clive Clarke. Cuando se reanudó días después, otra vez 0-0, cerca del minuto en que se produjo la suspensión, el arquero del Nottingham Paul Smith tomó la pelota, fue avanzando en el terreno, cruzó la mitad de la cancha, y como no encontró oposición rival, se metió en el área del Leicester, y concretó el 1-0 para su equipo. Cuando terminó el partido, el entrenador del Leicester, Gary Meyson, admitió que todo eso fue conversado antes entre los dos planteles y que el Leicester consideraba que si el partido había sido suspendido 1-0, debía conservar el resultado, y además, por lo bien que el Nottingham había tratado a Clarke. La Federación Inglesa felicitó por esto al Leicester, que no obstante, deportivamente revirtió el resultado y ganó 3-2 y pasó a la tercera ronda, donde jugará ante el Aston Villa, aunque para nosotros, en cierta manera, ya es campeón desde ahora.
Puerta falleció horas después de haber disputado el partido ante el Getafe por la primera jornada de la Liga Española, y cuando ya había sido asistido en el propio campo de juego, luego de un choque, y si bien fue reanimado y salió hacia el vestuario por sus propios medios, posteriormente tuvo nuevos ataques cardíacos que desembocaron en el peor desenlace posible.
Probablemente sea más por esto que por otras muertes de jugadores, que la FIFA haya determinado que para las próximas eliminatorias al Mundial 2010, obligadamente cada estadio deberá tener un servicio de urgencias para solucionar problemas cardiorrespiratorios, pero hay casos menos conocidos, igual de dolorosos, y todos ocurridos en los últimos tiempos.
Por ejemplo, el de Jairo Andrés Nazareno, ecuatoriano de 21 años apenas, quien tuvo un paro cardìaco jugando en Riobamba un partido entre Chimborazo FC y la Liga Politécnica de Chimborazo, por la Segunda División. El entrenador de Chimborazo FC, Ramiro Sucay, relató que Nazareno tuvo un dolor en el pecho y fue llevado casi de inmediato al hospital zonal, y allí murió.
El mismo sábado 1 de setiembre, es decir, apenas a los cuatro días del deceso de Puerta, también murió en España Angel Arenales Torres, de 31 años, y de un paro cardíaco, durante la disputa de un partido amistoso. Arenales Torres jugaba para el Club de Veteranos del Atlético Sobrafe, de Huesca (en el norte del país). “Se desvaneció cuando le dijimos que había hecho un buen partido, pero en ese mismo momento nos contó que se sentía mal y al rato falleció”, relató el vicepresidente de la entidad, Amadeo Monedero.
Por esos mismos días, y de manera intempestiva, falleció el zambiano Chaswe Nsofwa, en un entrenamiento con un equipo de Segunda División israelí.
Otro ecuatoriano, Manuel Aldaz, falleció jugando un partido de aficionados entre Cachorros y River Plate en Ambato. Aldaz tenía 31 años y era pintor de coches, y en su autopsia apareció la asfixia como principal causal, tras un paro respiratorio. Antes de morir, había dicho a sus padres que para él era, en todo caso, “un orgullo”, si tuviera que irse de este mundo tras jugar al fútbol.
También el fútbol registra casos anteriores, como los del brasileño Cristiano de Lima, de 25 años, que murió en 2004 mientras jugaba un partido para el Dempo Sports Club, y en el mismo año, su colega Serginho, de 30 años, y quien defendía como lateral al más conocido Sao Caetano, mientras que en la Argentina, sucedía algo similar con el prometedor arquero de Independiente Lucas Molina, de 20 años, suplente de Carlos Navarro Montoya, y que se desvaneció en la casa de su novia, a poco tiempo de su último entrenamiento.
También el húngaro Miklos Feher, de 24 años, falleció en pleno partido jugando para el Benfica, en un partido de la liga portuguesa, ante el Vitoria Guimaraes, y ya en 2003, se recuerda el sonado caso de la muerte de Mark Vivien Defoe, de la selección de Camerún, durante la disputa de la Copa Confederaciones en Francia.
En Chile, el arquero Manuel Mondaca, de la Unión Española, falleció en pleno entrenamiento en 2004.
El sitio web “Latin.salud”, de gran prestigio, considera la muerte súbita como el fallecimiento que se produce dentro de las veinticuatro horas de la aparición de los síntomas, sin que los médicos tengan oportunidad de evitar los decesos. Y recomienda a los futbolistas en particular, un monitoreo semestral (los equipara con ciclistas o basquetbolistas).
El que se manifiesta de manera más contundente en este sentido, es el doctor Wilfried Kindermann, responsable médico del pasado Mundial 2006. El facultativo cree que hay dos motivos principales para este tipo de muertes en el fútbol: la primera, por casualidad, “porque se trata del deporte más practicado en el mundo, y si por ejemplo tomamos Estados Unidos, allí hay más muertes por jugar al básquetbol”.
La otra causa de muchas de estas muertes “hay falta de una buena examinación de estos deportistas, porque detrás de estas muertes siempre hay una enfermedad, y en el alto rendimiento, en deportistas jóvenes, este problema suele ser la miocardiopatía hipertrófica congénita, o malformaciones de arterias coronarias, o inflamaciones del músculo cardíaco”, pero dificulta que sea por doping “y aunque lo fuera, luego de una muerte es imposible detectarlo”
El cardiólogo Mario Muñoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y Salud de la Universidad de las Américas, en Chile, alerta sobre los “deportistas del fin de semana”, incluso los del fútbol, a quienes divide entre menores y mayores de 25 años. Los primeros, corren riesgos de muertes por enfermedades congénitas no diagnosticadas, y los otros, por problemas coronarios adquiridos.
El excelente sitio web www.diariosdefutbol.com cita sobre esto, una frase tomada de “El Maestro y Margarita”, de Bulgákov, cuando Voland, el diablo, dice entre pena e ironía “el hombre es mortal, pero eso es sólo la mitad del problema. Lo grave es que es mortal de repente”.
De allí que a veces la prevención juega su partido especial. Para Miguel Angel Russo, actual director técnico de Boca Juniors, no fue fácil decirle hace dos años al prometedor juvenil Marcelo Bravo, en Vélez Sársfield, que el tamaño de su corazón, de acuerdo a los estudios realizados, le impediría seguir jugando, cuando toda su familia había depositado esperanzas en un ascenso social en base a sus habilidades. Costó hacerlo entender, y el club decidió compensarlo designándolo como miembro del cuerpo técnico en las divisiones inferiores. Pero el mensaje fue que siempre es más importante vivir, que inmolarse jugando.
Costó más aún convencer al potente delantero argentino Juan Gilberto Funes, de que no podría jugar en Boca, a principios de los noventa, por el mismo problema que Bravo. Funes falleció al poco tiempo, muy joven, por la dilatación del músculo cardíaco.
Pero el mejor ejemplo sobre prevención y su tratamiento ocurrió en Inglaterra. Hace escasas semanas jugaban por la Carling Cup el Nottingham Forest y el Leicester City. Ganaban los primeros por 1-0 cuando el partido debió suspenderse por un ataque cardíaco del defensor Clive Clarke. Cuando se reanudó días después, otra vez 0-0, cerca del minuto en que se produjo la suspensión, el arquero del Nottingham Paul Smith tomó la pelota, fue avanzando en el terreno, cruzó la mitad de la cancha, y como no encontró oposición rival, se metió en el área del Leicester, y concretó el 1-0 para su equipo. Cuando terminó el partido, el entrenador del Leicester, Gary Meyson, admitió que todo eso fue conversado antes entre los dos planteles y que el Leicester consideraba que si el partido había sido suspendido 1-0, debía conservar el resultado, y además, por lo bien que el Nottingham había tratado a Clarke. La Federación Inglesa felicitó por esto al Leicester, que no obstante, deportivamente revirtió el resultado y ganó 3-2 y pasó a la tercera ronda, donde jugará ante el Aston Villa, aunque para nosotros, en cierta manera, ya es campeón desde ahora.
Messi y el virus FIFA (Sportsnavi)
Todo comienza con el regreso desde Australia de Lionel Messi , quien arribó a Barcelona con una leve contractura en su pierna derecha producto del partido amistoso entre su selección, Argentina, y el equipo local, y la decisión del entrenador Frank Rikjaard de excluirlo del partido de la liga española ante el Osasuna, para que se desatara nuevamente el escándalo.
El presidente del Barcelona, Joan Laporta, apareció de manera contundente en los medios para amenazar con que los clubes más poderosos de Europa (también del mundo) podrán rebelarse en el futuro a ceder jugadores a los seleccionados nacionales si no participan en el negocio de éstos o si las federaciones nacionales no los compensan o pagan un seguro.
La aparición de Laporta y estas declaraciones no es casual. Lo que en los últimos años se dio en llamar “G-14”, que primero se constituyó con la agrupación de los principales catorce clubes poderosos de Europa y luego se amplió a dieciocho, ahora se plantea hasta cambiar de nombre (se plantea el de “Asociación de Clubes Europeos”) y también, ampliar su constitución a los cincuenta clubes más fuertes.
El motivo no es otro que una buena lectura del cambio en su realidad política. El resultado del llamado “Caso Oulmers” , al que ya nos hemos referido en esta columna, y que en otro tiempo fue un caso como el de Messi pero mucho más grave, no otorgó los resultados esperados ni en el terreno de la FIFA ni en el de la justicia (no aceptada por el máximo organismo del fútbol mundial) y perdieron también el control de la UEFA, con la derrota de su candidato, Stefan Johansson, contra el de Zurich, Michel Platini.
Con Platini, aliado de la FIFA y de su presidente Joseph Blatter, el “G-14” comenzó a correr riesgos de disolución, y no sólo eso: el ex jugador francés, ganador de las elecciones de la UEFA basado en los votos de las pequeñas y nuevas federaciones europeas, contra las más grandes y fuertes, ya comenzó a echar mano a la nueva situación y propone una plaza para la Copa UEFA para los clubes menos poderosos, algo que irrita a los dirigentes más encumbrados.
La solución, entonces, pasa por el lado de suavizar las relaciones con la nueva UEFA, primero con el cambio de nombre (de “G-14” a “Asociación de Clubes Europeos”) y de dieciocho miembros a cincuenta, como para no mostrarse sólo entre poderosos, sino juntando fuerza por todo el continente hasta el encuentro de clubes medios, como para poder conseguir ser más escuchados, si bien tanto Blatter como Platini fueron elocuentes ante cada posibilidad de manifestarse: la FIFA sólo dialoga con la UEFA y no con clubes u otro tipo de asociaciones entre ellos.
Lo que Laporta manifestó, enojado con la situación de Messi, es que lo que los clubes más poderosos de Europa pretenden es que en el caso de que sus jugadores regresen lesionados de partidos amistosos internacionales con sus seleccionados, sus respectivas federaciones se hagan cargo de un seguro, estipulado con anterioridad (e institucionalizado definitivamente) o bien que directamente las federaciones que convoquen a esos jugadores, se hagan cargo del pago proporcional de sus salarios en los días que los tengan en las filas de sus seleccionados, algo que siempre fue resistido por FIFA, que indica (para nosotros con criterio) que en todo caso, el mayor negocio es de los clubes, que a sabiendas de que estos jugadores son seleccionables, de todos modos son fichados a clubes de otros continentes por millones de euros, y a su vez, ningún club europeo se ha quejado hasta ahora de que la cotización de algún jugador suyo se ha elevado por algún partido en su selección nacional.
¿Qué pasaría, si así como los clubes europeos pretenden el pago de un seguro por lesión, o que las federaciones se hagan cargo del salario proporcional de estos jugadores, cuando alguno de ellos fuera luego traspasado en una cantidad mayor, a un nuevo club, por parte del poderoso club europeo, su federación le reclamara al club vendedor su porcentaje del pase por haber contribuido a elevar su cotización? Sería el mismo juego, pero al revés, en un espiral interminable.
La prensa europea también ha salido en defensa de los clubes poderosos, sin recordar que en muchas ocasiones, sus portadas sirven como escaparate para vender más ejemplares y en ellas, cuando hay partidos internacionales deselecciones, muchas veces aparecen estos mismos jugadores luego reclamados en los editoriales por regresar cansados o maltrechos o hasta lesionados, sin medir jamás todo lo que se ha elevado su cotización ya de por sí con el hecho mismo de haber sido convocados por sus seleccionados, y luego, tal vez, por sus actuaciones.
Es cierto, en cambio, que hay hechos que pueden contemplarse de otra manera. Por ejemplo, que si bien ahora el fútbol internacional cuenta con el llamado “calendario Platini”, que unifica la semana en todo el mundo, también es verdad que determinadas federaciones que contienen los jugadores más importantes o que casi todos ellos juegan en ligas fuertes (Brasil y Argentina son dos casos concretos), podrían contemplar jugar en países muy alejados (como en el caso actual, Brasil jugó en Estados Unidos y Argentina, en Australia) en momentos más tranquilos del año, y en cambio privilegian el negocio de los agentes organizadores o las empresas que poseen los derechos. Tal vez en plena competencia de clubes, Brasil o Argentina deberían contemplar jugar partidos amistosos más accesibles, que contemplen todos los intereses.
Al mismo tiempo, los clubes europeos parecen cargar con más facilidad en los casos de jugadores de otros continentes pero no de los mismos europeos. El caso más claro: Laporta, el presidente del Barcelona, se quejó por la pequeña lesión de Messi en Australia, pero nada dijo de Thierry Henry, quien estuvo cuatro días con la selección francesa, que enfrentó por eliminatorias de la Eurocopa a Italia y a Escocia. Es cierto que se encontraba cerca de Barcelona, pero el detalle e que Henry estaba suspendido para jugar por su selección. Pero se ausentó cuatro días de los entrnamintos del conjunto catalán y nada, ninguna declaración en su contra.
El presidente del Barcelona, Joan Laporta, apareció de manera contundente en los medios para amenazar con que los clubes más poderosos de Europa (también del mundo) podrán rebelarse en el futuro a ceder jugadores a los seleccionados nacionales si no participan en el negocio de éstos o si las federaciones nacionales no los compensan o pagan un seguro.
La aparición de Laporta y estas declaraciones no es casual. Lo que en los últimos años se dio en llamar “G-14”, que primero se constituyó con la agrupación de los principales catorce clubes poderosos de Europa y luego se amplió a dieciocho, ahora se plantea hasta cambiar de nombre (se plantea el de “Asociación de Clubes Europeos”) y también, ampliar su constitución a los cincuenta clubes más fuertes.
El motivo no es otro que una buena lectura del cambio en su realidad política. El resultado del llamado “Caso Oulmers” , al que ya nos hemos referido en esta columna, y que en otro tiempo fue un caso como el de Messi pero mucho más grave, no otorgó los resultados esperados ni en el terreno de la FIFA ni en el de la justicia (no aceptada por el máximo organismo del fútbol mundial) y perdieron también el control de la UEFA, con la derrota de su candidato, Stefan Johansson, contra el de Zurich, Michel Platini.
Con Platini, aliado de la FIFA y de su presidente Joseph Blatter, el “G-14” comenzó a correr riesgos de disolución, y no sólo eso: el ex jugador francés, ganador de las elecciones de la UEFA basado en los votos de las pequeñas y nuevas federaciones europeas, contra las más grandes y fuertes, ya comenzó a echar mano a la nueva situación y propone una plaza para la Copa UEFA para los clubes menos poderosos, algo que irrita a los dirigentes más encumbrados.
La solución, entonces, pasa por el lado de suavizar las relaciones con la nueva UEFA, primero con el cambio de nombre (de “G-14” a “Asociación de Clubes Europeos”) y de dieciocho miembros a cincuenta, como para no mostrarse sólo entre poderosos, sino juntando fuerza por todo el continente hasta el encuentro de clubes medios, como para poder conseguir ser más escuchados, si bien tanto Blatter como Platini fueron elocuentes ante cada posibilidad de manifestarse: la FIFA sólo dialoga con la UEFA y no con clubes u otro tipo de asociaciones entre ellos.
Lo que Laporta manifestó, enojado con la situación de Messi, es que lo que los clubes más poderosos de Europa pretenden es que en el caso de que sus jugadores regresen lesionados de partidos amistosos internacionales con sus seleccionados, sus respectivas federaciones se hagan cargo de un seguro, estipulado con anterioridad (e institucionalizado definitivamente) o bien que directamente las federaciones que convoquen a esos jugadores, se hagan cargo del pago proporcional de sus salarios en los días que los tengan en las filas de sus seleccionados, algo que siempre fue resistido por FIFA, que indica (para nosotros con criterio) que en todo caso, el mayor negocio es de los clubes, que a sabiendas de que estos jugadores son seleccionables, de todos modos son fichados a clubes de otros continentes por millones de euros, y a su vez, ningún club europeo se ha quejado hasta ahora de que la cotización de algún jugador suyo se ha elevado por algún partido en su selección nacional.
¿Qué pasaría, si así como los clubes europeos pretenden el pago de un seguro por lesión, o que las federaciones se hagan cargo del salario proporcional de estos jugadores, cuando alguno de ellos fuera luego traspasado en una cantidad mayor, a un nuevo club, por parte del poderoso club europeo, su federación le reclamara al club vendedor su porcentaje del pase por haber contribuido a elevar su cotización? Sería el mismo juego, pero al revés, en un espiral interminable.
La prensa europea también ha salido en defensa de los clubes poderosos, sin recordar que en muchas ocasiones, sus portadas sirven como escaparate para vender más ejemplares y en ellas, cuando hay partidos internacionales deselecciones, muchas veces aparecen estos mismos jugadores luego reclamados en los editoriales por regresar cansados o maltrechos o hasta lesionados, sin medir jamás todo lo que se ha elevado su cotización ya de por sí con el hecho mismo de haber sido convocados por sus seleccionados, y luego, tal vez, por sus actuaciones.
Es cierto, en cambio, que hay hechos que pueden contemplarse de otra manera. Por ejemplo, que si bien ahora el fútbol internacional cuenta con el llamado “calendario Platini”, que unifica la semana en todo el mundo, también es verdad que determinadas federaciones que contienen los jugadores más importantes o que casi todos ellos juegan en ligas fuertes (Brasil y Argentina son dos casos concretos), podrían contemplar jugar en países muy alejados (como en el caso actual, Brasil jugó en Estados Unidos y Argentina, en Australia) en momentos más tranquilos del año, y en cambio privilegian el negocio de los agentes organizadores o las empresas que poseen los derechos. Tal vez en plena competencia de clubes, Brasil o Argentina deberían contemplar jugar partidos amistosos más accesibles, que contemplen todos los intereses.
Al mismo tiempo, los clubes europeos parecen cargar con más facilidad en los casos de jugadores de otros continentes pero no de los mismos europeos. El caso más claro: Laporta, el presidente del Barcelona, se quejó por la pequeña lesión de Messi en Australia, pero nada dijo de Thierry Henry, quien estuvo cuatro días con la selección francesa, que enfrentó por eliminatorias de la Eurocopa a Italia y a Escocia. Es cierto que se encontraba cerca de Barcelona, pero el detalle e que Henry estaba suspendido para jugar por su selección. Pero se ausentó cuatro días de los entrnamintos del conjunto catalán y nada, ninguna declaración en su contra.
Barcelona y los cuatro fantasticos (Sportsnavi)
¿Deben jugar todos los fantásticos en el Barcelona?
Desde esta temporada, y con la excepcional y mediática contratación del francés Thierry Henry al Arsenal inglés, comenzó a señalarse al equipo de Barcelona como el de “los cuatro fantásticos”, en alusión a la conjunción en ataque de la nueva estrella, y del tridente proveniente de las últimas temporadas, Ronaldinho, Samuel Eto’o y Leo Messi. La gran pregunta que quedó pendiente hasta que comenzara la nueva liga española era si estos cuatro espectaculares delanteros podrían jugar juntos, si el entrenador holandés Frank Rikjaard se animaría a colocarlos, y si por fin el fútbol mundial podría encontrar un equipo ultraofensivo que quebrara la dinámica resultadista y utilitaria de las últimas décadas.
Pero si por si esto fuera poco, y como si fuera impulsado por el azar de manera favorable, el Barcelona se encontró con un regalo inesperado: la rapidísima madurez y el insólito crecimiento de dos jugadores extranjeros de su cantera, siguiendo el caso del argentino Messi: y los dos nuevos, además, delanteros.
Nos referimos al mexicano de origen brasileño Geovanni Dos Santos, estrella y artífice del único campeonato mundial que México ganó en su historia, el de la categoría sub-17 en Perú 2005, cuando venció a Brasil en la final por 3-0. Dos Santos, de increíble parecido físico con Ronaldinho, no sólo se transformó en un jugador imprescindible en el Barcelona, sino que en la gira asiática de este pasado verano, fue considerado el mejor jugador de todo el plantel, por encima de sus tres ilustres predecesores, y además, resultó el máximo goleador del equipo.
Y Bojan Krkic, quien acaba de cumplir 17 años, y es considerado una de las más grandes joyas surgidas en la historia de los juveniles del Barcelona, y gran figura del seleccionado en el actual Mundial sub-17 de Corea del Sur, excluído por acumulación de tarjetas amarillas de la final, completa la grilla de jugadores de gran categoría en un mismo plantel.
Es tanta la cantidad de jugadores de jerarquía mundial, capaz de desarrollar un fútbol excelso, que el Barcelona se vio obligado a transferir a un importante extremo derecho como el francés Ludovic Giuly, a la Roma, Santi Ezquerro prácticamente se vio obligado a regresar a su Athletic de Bilbao, y el argentino Maxi López fue nuevamente cedido, esta vez al fútbol ruso. ¡Y sólo estamos hablando del ataque! Porque en el medio, Barcelona transfirió a Motta al Atlético Madrid, mientras que Edmilson no encuentra lugar, y Deco mismo ha quedado relegado, con la llegada de Yaya Touré.
Descriptos los jugadores que componen el equipo de Barcelona del medio hacia adelante, la gran pregunta comenzó a ser si Rikjaard, en la oportunidad de la vida de cualquier entrenador de tener un equipo de ensueño, por fin se decidiría a jugarse por un ataque ultraofensivo, de apostar completamente a ganador, porque con esos jugadores, aún con la posibilidad de sufrir goles en contra (y relativamente, con Pujol, Márquez o Gabriel Milito o Thuram esperando), la efectividad en ataque con semejantes componentes sería letal.
La gran sorpresa fue comprobar que ni aún así, Rikjaard se animó a un ataque perfecto, que marcara una línea nueva en el fútbol mundial, llegando por fin a posiciones de ataque con cinco o seis jugadores, todos cracks. En cambio, Rikjaard siguió apostando por un tridente, y a lo sumo, con Henry entrando en los segundos tiempos, hasta que en cierta forma se le solucionó el dilema con la lesión de Eto’o por dos meses, y la salida de Krkic al Mundial sub-17.
Los resultados, hasta ahora, no fueron los esperados. No tanto por el marcador final solamente, sino que en juego, tampoco el Barcelona parece convencer, como si supiera que podría dar muchísimo más, y posiblemente sea uno de los casos más insólitos, que se haya generado un cortocircuito entre el presidente Joan Laporta y el propio Rikjaard cuando en los primeros dos partidos de liga, el Barcelona ha obtenido cuatro de los seis puntos, pero eso puede deducirse por la expectativa creada hacia un plantel, potenciada por una inesperada pérdida de la liga pasada nada menos que ante el Real Madrid, igualando en puntos, cuando estaba prácticamente ganada.
Precisamente un Real Madrid en transición, que castigó el juego especulativo de su anterior entrenador, el italiano Fabio Capello, aún ganando la liga, y que apostó también por un fútbol más agradable y acorde al lujoso gusto de los hinchas, acostumbrados a un juego deslumbrante, parece más distendido de la mano del alemán Bernd Schuster, quien no parecía encontrar la brújula en un verano accidentado y con cinco derrotas en partidos amistosos.
Schuster terminó imponiendo su sistema de juego más atildado, colocando, por fin, las cosas en su lugar. Por fin, luego de años jugando al servicio de Ronaldo, lo que lo fue alejando del arco rival (y de la selección española), Raúl González vuelve a jugar más de punta, y los goles comienzan a aparecer. Los fichajes de los holandeses Drenthe (quien viene nada menos que a reemplazar a Roberto Carlos luego de once temporadas) y especialmente Snajder, y todo su talento para marcar goles pero más aún para servirlos a sus compañeros, y aún sin haber jugado Robben y el argentino Heinze, completan un panorama sin tanto lujo como el Barcelona, pero pareciera ser que con mayor claridad conceptual como conjunto.
Lo que parece claro es que con todo a su favor, como pocas veces tuvo un entrenador en la historia del fútbol mundial, como para marcar una etapa nueva e imponer un sello atacante, Rikjaard medita, cual “Pensador” de Rodin, si esto es efectivamente posible y si jugarse tanto, no terminará siendo un boomerang. Los títulos perdidos la temporada pasada han dejado demasiadas dudas, y no vaya a ser que éstas generen otro año de sinsabores. Aún está a tiempo de cambiar, y decidirse por el ataque con cuatro o cinco delanteros, si fuese necesario. El público de fútbol le estará agradecido.
Desde esta temporada, y con la excepcional y mediática contratación del francés Thierry Henry al Arsenal inglés, comenzó a señalarse al equipo de Barcelona como el de “los cuatro fantásticos”, en alusión a la conjunción en ataque de la nueva estrella, y del tridente proveniente de las últimas temporadas, Ronaldinho, Samuel Eto’o y Leo Messi. La gran pregunta que quedó pendiente hasta que comenzara la nueva liga española era si estos cuatro espectaculares delanteros podrían jugar juntos, si el entrenador holandés Frank Rikjaard se animaría a colocarlos, y si por fin el fútbol mundial podría encontrar un equipo ultraofensivo que quebrara la dinámica resultadista y utilitaria de las últimas décadas.
Pero si por si esto fuera poco, y como si fuera impulsado por el azar de manera favorable, el Barcelona se encontró con un regalo inesperado: la rapidísima madurez y el insólito crecimiento de dos jugadores extranjeros de su cantera, siguiendo el caso del argentino Messi: y los dos nuevos, además, delanteros.
Nos referimos al mexicano de origen brasileño Geovanni Dos Santos, estrella y artífice del único campeonato mundial que México ganó en su historia, el de la categoría sub-17 en Perú 2005, cuando venció a Brasil en la final por 3-0. Dos Santos, de increíble parecido físico con Ronaldinho, no sólo se transformó en un jugador imprescindible en el Barcelona, sino que en la gira asiática de este pasado verano, fue considerado el mejor jugador de todo el plantel, por encima de sus tres ilustres predecesores, y además, resultó el máximo goleador del equipo.
Y Bojan Krkic, quien acaba de cumplir 17 años, y es considerado una de las más grandes joyas surgidas en la historia de los juveniles del Barcelona, y gran figura del seleccionado en el actual Mundial sub-17 de Corea del Sur, excluído por acumulación de tarjetas amarillas de la final, completa la grilla de jugadores de gran categoría en un mismo plantel.
Es tanta la cantidad de jugadores de jerarquía mundial, capaz de desarrollar un fútbol excelso, que el Barcelona se vio obligado a transferir a un importante extremo derecho como el francés Ludovic Giuly, a la Roma, Santi Ezquerro prácticamente se vio obligado a regresar a su Athletic de Bilbao, y el argentino Maxi López fue nuevamente cedido, esta vez al fútbol ruso. ¡Y sólo estamos hablando del ataque! Porque en el medio, Barcelona transfirió a Motta al Atlético Madrid, mientras que Edmilson no encuentra lugar, y Deco mismo ha quedado relegado, con la llegada de Yaya Touré.
Descriptos los jugadores que componen el equipo de Barcelona del medio hacia adelante, la gran pregunta comenzó a ser si Rikjaard, en la oportunidad de la vida de cualquier entrenador de tener un equipo de ensueño, por fin se decidiría a jugarse por un ataque ultraofensivo, de apostar completamente a ganador, porque con esos jugadores, aún con la posibilidad de sufrir goles en contra (y relativamente, con Pujol, Márquez o Gabriel Milito o Thuram esperando), la efectividad en ataque con semejantes componentes sería letal.
La gran sorpresa fue comprobar que ni aún así, Rikjaard se animó a un ataque perfecto, que marcara una línea nueva en el fútbol mundial, llegando por fin a posiciones de ataque con cinco o seis jugadores, todos cracks. En cambio, Rikjaard siguió apostando por un tridente, y a lo sumo, con Henry entrando en los segundos tiempos, hasta que en cierta forma se le solucionó el dilema con la lesión de Eto’o por dos meses, y la salida de Krkic al Mundial sub-17.
Los resultados, hasta ahora, no fueron los esperados. No tanto por el marcador final solamente, sino que en juego, tampoco el Barcelona parece convencer, como si supiera que podría dar muchísimo más, y posiblemente sea uno de los casos más insólitos, que se haya generado un cortocircuito entre el presidente Joan Laporta y el propio Rikjaard cuando en los primeros dos partidos de liga, el Barcelona ha obtenido cuatro de los seis puntos, pero eso puede deducirse por la expectativa creada hacia un plantel, potenciada por una inesperada pérdida de la liga pasada nada menos que ante el Real Madrid, igualando en puntos, cuando estaba prácticamente ganada.
Precisamente un Real Madrid en transición, que castigó el juego especulativo de su anterior entrenador, el italiano Fabio Capello, aún ganando la liga, y que apostó también por un fútbol más agradable y acorde al lujoso gusto de los hinchas, acostumbrados a un juego deslumbrante, parece más distendido de la mano del alemán Bernd Schuster, quien no parecía encontrar la brújula en un verano accidentado y con cinco derrotas en partidos amistosos.
Schuster terminó imponiendo su sistema de juego más atildado, colocando, por fin, las cosas en su lugar. Por fin, luego de años jugando al servicio de Ronaldo, lo que lo fue alejando del arco rival (y de la selección española), Raúl González vuelve a jugar más de punta, y los goles comienzan a aparecer. Los fichajes de los holandeses Drenthe (quien viene nada menos que a reemplazar a Roberto Carlos luego de once temporadas) y especialmente Snajder, y todo su talento para marcar goles pero más aún para servirlos a sus compañeros, y aún sin haber jugado Robben y el argentino Heinze, completan un panorama sin tanto lujo como el Barcelona, pero pareciera ser que con mayor claridad conceptual como conjunto.
Lo que parece claro es que con todo a su favor, como pocas veces tuvo un entrenador en la historia del fútbol mundial, como para marcar una etapa nueva e imponer un sello atacante, Rikjaard medita, cual “Pensador” de Rodin, si esto es efectivamente posible y si jugarse tanto, no terminará siendo un boomerang. Los títulos perdidos la temporada pasada han dejado demasiadas dudas, y no vaya a ser que éstas generen otro año de sinsabores. Aún está a tiempo de cambiar, y decidirse por el ataque con cuatro o cinco delanteros, si fuese necesario. El público de fútbol le estará agradecido.
Riquelme, el hombre que está solo y espera (Tipsbladet, Dinamarca)
“El hombre que está solo y espera” (1931) es un clásico de la literatura argentina. Los críticos literarios y los analistas ligados a las ciencias sociales, coinciden en que el libro de Raúl Scalabrini Ortiz es fundacional y una parábola de lo que atravesó la sociedad argentina, producto de la incipiente industrialización, de cómo una urbe como Buenos Aires iba dejando de lado sus espacios verdes, su llanura, para ser superpoblada por olas inmigratorias, con los cambios culturales que todo aquello generó.
Juan Román Riquelme, para muchos, es uno de los últimos (¿acaso el último?) jugadores llamados “fantasistas”, “reggistas” en Italia, “enganche” en la Argentina. El jugador que maneja todo el equipo, el eje, el dueño de la pelota, que en su país simboliza el número diez que usó el propio Diego Maradona.
Pero Riquelme, ídolo de los hinchas de Boca Juniors, el club más popular de la Argentina, pero jugador del Villarreal español y que proyectó a este equipo nada menos que a la semifinal de la Champions League en la temporada 2005/06, y él mismo falló sobre el último minuto el penal ante el Arsenal, que lo hubiera llevado a la final, tiene un carácter más que controvertido.
Surgido de la “Villa” de Don Torcuato, en la zona norte del conurbano de Buenos Aires, y con una familia numerosa, Riquelme mantuvo toda una estructura desde muy joven y se fue forjando como jugador en el total y absoluto convencimiento de su excelsa calidad, y con la íntima convicción de que para una estrella como él, correr jamás será necesario, y que sin su presencia, cualquier equipo se resiente.
Y eso fue lo que sucedió en el Villarreal. Un equipo joven, que llevaba pocos años en la primera división de la liga española, y que de pronto se encontraba a un paso de llegar a la final de la Champions League, pero que ya no podía soportar cómo se había tensado la relación entre su máxima estrella, Riquelme, y su entrenador, el chileno Manuel Pellegrini.
Todo comenzó durante la misma temporada en la que el Villareal llegó a lo más alto. Y podría entenderse como uno de los motivos, la fuerte alianza que tejió el grupo de argentinos, liderado por Riquelme y por Juan Pablo Sorín (al final de la temporada, capitán de la selección argentina en el Mundial de Alemania), y que conformaban también el lateral Rodolfo Arruabarrena (ex Boca, como Riquelme, y capitán del equipo), el arquero Mariano Barbosa, y el delantero uruguayo Diego Forlán.
Pellegrini, el entrenador, ingeniero como profesión alternativa, siempre fue un hombre parco. Un trotamundos, de pocas y claras palabras, muy formal, que ganó campeonatos argentinos con River Plate o San Lorenzo, y este movimiento de los argentinos lo sintió como una forma de socavar su trabajo, un cuestionamiento a su autoridad, y la situación, durante la temporada pasada, se hizo insostenible.
El primero en irse fue Sorín, quien recaló en el Hamburgo. La información dada por Pellegrini a la prensa fue clara y rotunda: “No jugará nunca más aquí”. Sorín, en el último entrenamiento, le había dicho “vos no estás a mi altura como para ser mi entrenador”. Todo dicho. E inmediatamente Riquelme quedó sin jugar, viendo los partidos desde la platea. Allí apareció el equipo de sus amores, Boca, de donde se había ido en 2002 para jugar en el Barcelona, aprovechando la muy buena relación con los dirigentes del Villarreal, para sacar partido de la situación y conseguir un préstamo para el primer semestre de 2007 y tratar de recuperar la Copa Libertadores. Al fin y al cabo, para los dirigentes del Villarreal era un respiro, y para Riquelme, una decorosa salida momentánea, aunque quedaba claro que el 30 de junio, cuando terminara este préstamo, todo volvería a su origen y el problema no se acabaría.
Enero había sido muy duro en Villarreal. Riquelme, por ejemplo, estacionaba su coche en la zona correspondiente a los dirigentes y no a los jugadores. ¿Por qué? No hay explicación. Sólo porque sí. El consejero delegado Santiago Llaneza había salido a decir en los medios que “no nos provoque, porque lo va a pagar caro”. Riquelme viajaba a Buenos Aires casi sin consultar, y era demasiado el tiempo que estaba ausente de los entrenamientos, excluído por Pellegrini de los partidos oficiales.
La historia del primer semestre de 2007 es conocida. Boca ganó brillantemente la Copa Libertadores con un Riquelme soberbio y artífice principal de la conquista, que lanzaba al equipo argentino al Mundial de Clubes de Japón en diciembre, y fue tal su levantada futbolística que hasta regresó a la selección argentina, cuando él mismo renunció al finalizar el Mundial al decir que no soportaba que su madre se pusiera mal por las críticas que recibía.
Pero llegó el 1 de julio, terminó el préstamo a Boca, y los dirigentes argentinos sabían que era poco lo que podían hacer. “Boca es un gran club en lo deportivo, pero pobrecito en la comparación económica con Europa”, señaló Mauricio Macri, presidente de la entidad aunque de licencia por haber ganado las elecciones para intendente de Buenos Aires a partir de diciembre. Se refería a que en comparación a lo que cualquier club europeo podía pagar por el pasede Riquelme, Boca no podía ni siquiera competir, por la mala situación del peso argentino en comparación al euro. La táctica de Boca, desde ese momento, fue casi la única posible: apelar a la voluntad de Riquelme de jugar para el club de sus amores el Mundial de Clubes en Japón, y esperar al cierre del libro de pases en Europa, el 31 de agosto, para que una vez que el Villareal no tuviera chances de venderlo, se lo cediera al menos otros seis meses.
Parecía muy complicado que esto sucediera. Mientras se disputaba la Copa America de Venezuela, con Riquelme integrando la selección argentina, el Villarreal recibió ofertas por él desde el Tottenham, el Bayern Munich, el Inter o el Milan, que fueron bien aceptadas pero rechazadas sistemáticamente por el jugador, hasta que llegó una nueva advertencia del presidente del club español, Fernando Roig: “Que no nos altere porque si yo quiero, no juega hasta fin de año”. Esa frase no fue gratuita.
Comenzaron a pasar los días, y los dirigentes de Boca crecieron en sus esperanzas de contar con Riquelme al no aparecer ningún nuevo interesado, pero otra vez, el Villarreal fue claro. No habría un nuevo préstamo y la única salida de Riquelme sería con un pase definitivo, como forma de recuperar la inversión. Esto era casi el final para Boca y para Riquelme, aunque se barajaba como única alternativa la desesperación del Villarreal si llegado el momento de cerrar el libro de pases, no aparecía algún interesado. Eso obligaba al Villarreal a tener en sus filas a un jugador de 3 millones de euros anuales de ficha, sin jugar, y generando tensión con su entrenador.
En los últimos días, Boca hizo una oferta impensada para el contexto argentino, pero escaso para Europa: 12 millones de dólares por el pase definitivo, aunque incluyendo el pago de la ficha por el tiempo que quedaba del contrato, hasta el 30 de junio de 2009. Riquelme había manifestado que estaba dispuesto, incluso, a renunciar a un año de su contrato, en el caso de ir a Boca, para abaratar los costos de la operación, pero desde el Villarreal se escuchó un no rotundo. Javier Sidro, periodista de la Cadena SER de Madrid en Villarreal, es claro: “Roig, el presidente del Villarreal, tiene una fortuna personal, y su hermano controla parte del accionariado del Valencia, así que si esta gente se propone perjudicar a Riquelme, no habrá nada que hacer y no le importa perder dinero. Es más importante su orgullo”. Y era verdad. No por casualidad, el Villarreal a esa altura no sólo se había desprendido de Sorín sino que no casualmente, Barbosa se fue al Recreativo de Huelva y Forlán al Atlético Madrid. El grupo de los argentinos “díscolos” estaba disuelto.
En Venezuela, concentrado con la selección uruguaya para la Copa América, Forlán nos comentaba que se comunicaba en forma permanente con Riquelme “y no creo que quiera quedarse en el Villarreal, pero tampoco veo muy claro que vaya al Atlético Madrid. A mí me gustaría, pero creo que él quiere jugar en Boca”.
Todo parecía resuelto cuando en la última semana, apareció nuevamente el Atlético Madrid. La chance de volver a armar la dupla Riquelme-Forlán subyugaba a todos, y se anunció un acuerdo entre los dirigentes de los madrileños y el Villarreal, que mantienen una excelente relación. Y cuando todo parecía sellarse, misteriosamente el entrenador mexicano Javier Aguirre apareció para decir que no iba a ser posible tan cerca del inicio de la liga.
“Yo soy el responsable –dice Aguirre, siempre cordial- porque en el Atlético Madrid somos cuatro los que tomamos decisiones. Además de mí, están el director deportivo, Jesús García Pitarch, el consejero delegado Manuel Gil Marín, y el presidente Enrique Cerezo. Y no nos poníamos de acuerdo porque el sistema de juego de Riquelme iba a alterar nuestra preparación anterior. Pero nada tienen que ver con los jugadores, como se dijo”.
Esta aclaración de Aguirre es pertinente, porque distintas versiones señalaban que consultado el plantel del Atlético Madrid sobre la posible llegada de Riquelme, dos compatriotas suyos, Leo Franco y Maxi Rodríguez (compañeros suyos en la selección argentina) se habrían opuesto “debido a su controvertido carácter”.
Este periodista está en condiciones de decir que difícilmente esto haya sido posible. Hace menos de un año, entrevistó en la sede del Atlético Madrid al arquero Franco, ex compañero de Riquelme en el Mundial juvenil sub-20 de 1997 en Malasia, que ganó la selección argentina, y nos comentó que es tal la estrecha relación entre los jugadores que ganaron ese torneo y juegan en equipos de la liga española, que cada semana se reúnen a comer.
Lo cierto es que faltando tres días para el cierre del libro de pases, y ante la desesperación por mantener un jugador que no se siente cómodo en el club, fue en este caso el Villarreal el que llamó a Boca, tal como era el plan de los dirigentes argentinos, para encontrar una solución, que parecía al alcance de la mano, pero Boca no podía levantar su oferta, Riquelme no estaba dispuesto a bajar más su ficha, y el Villarreal no estaba dispuesto a cederlo a préstamo. Sumado a eso, apareció un monto que Boca tendría que pagar como impuestos por la carga tributaria española por la alta ficha de Riquelme. Imposible.
“Ya al mediodía del último día del cierre del libro de pases, me tomé un avió a Buenos Aires cuando aún quedaban 12 horas de negociación, porque me di cuenta de que era una pérdida de tiempo. No se dieron cuenta de que estaban perjudicando al jugador, y perjudicándose ellos mismos por tener un jugador colgado, sin jugar. Pero parece que no les importa mucho”, sostiene un enojado Bolotnicoff, agente de Riquelme, que sabe que el jugador pierde puntos y que hasta es posible que ni siquiera sea citado a la selección argentina porque el entrenador Alfio Basile siempre sostiene que jugador que no participa en su equipo, no puede ser convocado.
“Nos encanta Riquelme, pero no podemos rifar la economía del club”, indica Pedro Pompilio, presidente de Boca en ejercicio, con bastante razón. Ya en Villarreal, y entrenándose primero solo, y luego con sus compañeros aunque claramente marginado, Riquelme trata de poner paños fríos y dice que al no poder salir hasta fin de año, “miraré con ilusión cada semana la lista de convocados para los partidos de la liga, a ver si estoy”. Pero Pellegrini, con quien no se habla, es taxativo: “en su puesto hoy el titular es el chileno Matías Fernández”. Pero consultado sobre qué ocurriría en caso de lesiones o suspensiones, fue aún más rotundo: “no puedo hacer futurismo”. Riquelme, consultado sobre su tensa relación con el entrenador, ironizó con que “es la misma de siempre. Cuando llegamos a la semifinal de la Champions, tampoco nos hablábamos mucho”.
La historia de Riquelme y el Villareal termina de la manera más insólita: sin jugar. Parado por cuatro meses, sin chances de jugar ni con esta camiseta (a no ser que el Vllarreal entre en una crisis deportiva por malos resultados y que Pellegrini sea destituido, aunque ni siquiera eso garantiza su regreso, dada la tensión con los dirigentes), perdiendo cotización, sin chances de vestir la camiseta de Boca en el Mundial de Clubes, y sin posibilidades de jugar en algún equipo grande europeo. Un dislate que a todos cuesta muy caro, y que comenzó en una disputa de protagonistas del fútbol por cuestiones de orgullos personales y caracteres complicados.
Más que nunca, Riquelme es un exponente de la cultura argentina. Está solo y espera, como el gran libro de Scalabrini Ortiz. Al fin de cuentas, Riquelme sólo creció jugando al fútbol con una pelota, y se le vino encima el negocio, los intereses y hasta los humos de dirigentes con fortunas que suben y bajan el pulgar a su antojo. Igual que aquel extrañado hombre de Buenos Aires de la década de 1930, que observaba sorprendido y preocupado, los avances de la industrialización y los cambios culturales.
Juan Román Riquelme, para muchos, es uno de los últimos (¿acaso el último?) jugadores llamados “fantasistas”, “reggistas” en Italia, “enganche” en la Argentina. El jugador que maneja todo el equipo, el eje, el dueño de la pelota, que en su país simboliza el número diez que usó el propio Diego Maradona.
Pero Riquelme, ídolo de los hinchas de Boca Juniors, el club más popular de la Argentina, pero jugador del Villarreal español y que proyectó a este equipo nada menos que a la semifinal de la Champions League en la temporada 2005/06, y él mismo falló sobre el último minuto el penal ante el Arsenal, que lo hubiera llevado a la final, tiene un carácter más que controvertido.
Surgido de la “Villa” de Don Torcuato, en la zona norte del conurbano de Buenos Aires, y con una familia numerosa, Riquelme mantuvo toda una estructura desde muy joven y se fue forjando como jugador en el total y absoluto convencimiento de su excelsa calidad, y con la íntima convicción de que para una estrella como él, correr jamás será necesario, y que sin su presencia, cualquier equipo se resiente.
Y eso fue lo que sucedió en el Villarreal. Un equipo joven, que llevaba pocos años en la primera división de la liga española, y que de pronto se encontraba a un paso de llegar a la final de la Champions League, pero que ya no podía soportar cómo se había tensado la relación entre su máxima estrella, Riquelme, y su entrenador, el chileno Manuel Pellegrini.
Todo comenzó durante la misma temporada en la que el Villareal llegó a lo más alto. Y podría entenderse como uno de los motivos, la fuerte alianza que tejió el grupo de argentinos, liderado por Riquelme y por Juan Pablo Sorín (al final de la temporada, capitán de la selección argentina en el Mundial de Alemania), y que conformaban también el lateral Rodolfo Arruabarrena (ex Boca, como Riquelme, y capitán del equipo), el arquero Mariano Barbosa, y el delantero uruguayo Diego Forlán.
Pellegrini, el entrenador, ingeniero como profesión alternativa, siempre fue un hombre parco. Un trotamundos, de pocas y claras palabras, muy formal, que ganó campeonatos argentinos con River Plate o San Lorenzo, y este movimiento de los argentinos lo sintió como una forma de socavar su trabajo, un cuestionamiento a su autoridad, y la situación, durante la temporada pasada, se hizo insostenible.
El primero en irse fue Sorín, quien recaló en el Hamburgo. La información dada por Pellegrini a la prensa fue clara y rotunda: “No jugará nunca más aquí”. Sorín, en el último entrenamiento, le había dicho “vos no estás a mi altura como para ser mi entrenador”. Todo dicho. E inmediatamente Riquelme quedó sin jugar, viendo los partidos desde la platea. Allí apareció el equipo de sus amores, Boca, de donde se había ido en 2002 para jugar en el Barcelona, aprovechando la muy buena relación con los dirigentes del Villarreal, para sacar partido de la situación y conseguir un préstamo para el primer semestre de 2007 y tratar de recuperar la Copa Libertadores. Al fin y al cabo, para los dirigentes del Villarreal era un respiro, y para Riquelme, una decorosa salida momentánea, aunque quedaba claro que el 30 de junio, cuando terminara este préstamo, todo volvería a su origen y el problema no se acabaría.
Enero había sido muy duro en Villarreal. Riquelme, por ejemplo, estacionaba su coche en la zona correspondiente a los dirigentes y no a los jugadores. ¿Por qué? No hay explicación. Sólo porque sí. El consejero delegado Santiago Llaneza había salido a decir en los medios que “no nos provoque, porque lo va a pagar caro”. Riquelme viajaba a Buenos Aires casi sin consultar, y era demasiado el tiempo que estaba ausente de los entrenamientos, excluído por Pellegrini de los partidos oficiales.
La historia del primer semestre de 2007 es conocida. Boca ganó brillantemente la Copa Libertadores con un Riquelme soberbio y artífice principal de la conquista, que lanzaba al equipo argentino al Mundial de Clubes de Japón en diciembre, y fue tal su levantada futbolística que hasta regresó a la selección argentina, cuando él mismo renunció al finalizar el Mundial al decir que no soportaba que su madre se pusiera mal por las críticas que recibía.
Pero llegó el 1 de julio, terminó el préstamo a Boca, y los dirigentes argentinos sabían que era poco lo que podían hacer. “Boca es un gran club en lo deportivo, pero pobrecito en la comparación económica con Europa”, señaló Mauricio Macri, presidente de la entidad aunque de licencia por haber ganado las elecciones para intendente de Buenos Aires a partir de diciembre. Se refería a que en comparación a lo que cualquier club europeo podía pagar por el pasede Riquelme, Boca no podía ni siquiera competir, por la mala situación del peso argentino en comparación al euro. La táctica de Boca, desde ese momento, fue casi la única posible: apelar a la voluntad de Riquelme de jugar para el club de sus amores el Mundial de Clubes en Japón, y esperar al cierre del libro de pases en Europa, el 31 de agosto, para que una vez que el Villareal no tuviera chances de venderlo, se lo cediera al menos otros seis meses.
Parecía muy complicado que esto sucediera. Mientras se disputaba la Copa America de Venezuela, con Riquelme integrando la selección argentina, el Villarreal recibió ofertas por él desde el Tottenham, el Bayern Munich, el Inter o el Milan, que fueron bien aceptadas pero rechazadas sistemáticamente por el jugador, hasta que llegó una nueva advertencia del presidente del club español, Fernando Roig: “Que no nos altere porque si yo quiero, no juega hasta fin de año”. Esa frase no fue gratuita.
Comenzaron a pasar los días, y los dirigentes de Boca crecieron en sus esperanzas de contar con Riquelme al no aparecer ningún nuevo interesado, pero otra vez, el Villarreal fue claro. No habría un nuevo préstamo y la única salida de Riquelme sería con un pase definitivo, como forma de recuperar la inversión. Esto era casi el final para Boca y para Riquelme, aunque se barajaba como única alternativa la desesperación del Villarreal si llegado el momento de cerrar el libro de pases, no aparecía algún interesado. Eso obligaba al Villarreal a tener en sus filas a un jugador de 3 millones de euros anuales de ficha, sin jugar, y generando tensión con su entrenador.
En los últimos días, Boca hizo una oferta impensada para el contexto argentino, pero escaso para Europa: 12 millones de dólares por el pase definitivo, aunque incluyendo el pago de la ficha por el tiempo que quedaba del contrato, hasta el 30 de junio de 2009. Riquelme había manifestado que estaba dispuesto, incluso, a renunciar a un año de su contrato, en el caso de ir a Boca, para abaratar los costos de la operación, pero desde el Villarreal se escuchó un no rotundo. Javier Sidro, periodista de la Cadena SER de Madrid en Villarreal, es claro: “Roig, el presidente del Villarreal, tiene una fortuna personal, y su hermano controla parte del accionariado del Valencia, así que si esta gente se propone perjudicar a Riquelme, no habrá nada que hacer y no le importa perder dinero. Es más importante su orgullo”. Y era verdad. No por casualidad, el Villarreal a esa altura no sólo se había desprendido de Sorín sino que no casualmente, Barbosa se fue al Recreativo de Huelva y Forlán al Atlético Madrid. El grupo de los argentinos “díscolos” estaba disuelto.
En Venezuela, concentrado con la selección uruguaya para la Copa América, Forlán nos comentaba que se comunicaba en forma permanente con Riquelme “y no creo que quiera quedarse en el Villarreal, pero tampoco veo muy claro que vaya al Atlético Madrid. A mí me gustaría, pero creo que él quiere jugar en Boca”.
Todo parecía resuelto cuando en la última semana, apareció nuevamente el Atlético Madrid. La chance de volver a armar la dupla Riquelme-Forlán subyugaba a todos, y se anunció un acuerdo entre los dirigentes de los madrileños y el Villarreal, que mantienen una excelente relación. Y cuando todo parecía sellarse, misteriosamente el entrenador mexicano Javier Aguirre apareció para decir que no iba a ser posible tan cerca del inicio de la liga.
“Yo soy el responsable –dice Aguirre, siempre cordial- porque en el Atlético Madrid somos cuatro los que tomamos decisiones. Además de mí, están el director deportivo, Jesús García Pitarch, el consejero delegado Manuel Gil Marín, y el presidente Enrique Cerezo. Y no nos poníamos de acuerdo porque el sistema de juego de Riquelme iba a alterar nuestra preparación anterior. Pero nada tienen que ver con los jugadores, como se dijo”.
Esta aclaración de Aguirre es pertinente, porque distintas versiones señalaban que consultado el plantel del Atlético Madrid sobre la posible llegada de Riquelme, dos compatriotas suyos, Leo Franco y Maxi Rodríguez (compañeros suyos en la selección argentina) se habrían opuesto “debido a su controvertido carácter”.
Este periodista está en condiciones de decir que difícilmente esto haya sido posible. Hace menos de un año, entrevistó en la sede del Atlético Madrid al arquero Franco, ex compañero de Riquelme en el Mundial juvenil sub-20 de 1997 en Malasia, que ganó la selección argentina, y nos comentó que es tal la estrecha relación entre los jugadores que ganaron ese torneo y juegan en equipos de la liga española, que cada semana se reúnen a comer.
Lo cierto es que faltando tres días para el cierre del libro de pases, y ante la desesperación por mantener un jugador que no se siente cómodo en el club, fue en este caso el Villarreal el que llamó a Boca, tal como era el plan de los dirigentes argentinos, para encontrar una solución, que parecía al alcance de la mano, pero Boca no podía levantar su oferta, Riquelme no estaba dispuesto a bajar más su ficha, y el Villarreal no estaba dispuesto a cederlo a préstamo. Sumado a eso, apareció un monto que Boca tendría que pagar como impuestos por la carga tributaria española por la alta ficha de Riquelme. Imposible.
“Ya al mediodía del último día del cierre del libro de pases, me tomé un avió a Buenos Aires cuando aún quedaban 12 horas de negociación, porque me di cuenta de que era una pérdida de tiempo. No se dieron cuenta de que estaban perjudicando al jugador, y perjudicándose ellos mismos por tener un jugador colgado, sin jugar. Pero parece que no les importa mucho”, sostiene un enojado Bolotnicoff, agente de Riquelme, que sabe que el jugador pierde puntos y que hasta es posible que ni siquiera sea citado a la selección argentina porque el entrenador Alfio Basile siempre sostiene que jugador que no participa en su equipo, no puede ser convocado.
“Nos encanta Riquelme, pero no podemos rifar la economía del club”, indica Pedro Pompilio, presidente de Boca en ejercicio, con bastante razón. Ya en Villarreal, y entrenándose primero solo, y luego con sus compañeros aunque claramente marginado, Riquelme trata de poner paños fríos y dice que al no poder salir hasta fin de año, “miraré con ilusión cada semana la lista de convocados para los partidos de la liga, a ver si estoy”. Pero Pellegrini, con quien no se habla, es taxativo: “en su puesto hoy el titular es el chileno Matías Fernández”. Pero consultado sobre qué ocurriría en caso de lesiones o suspensiones, fue aún más rotundo: “no puedo hacer futurismo”. Riquelme, consultado sobre su tensa relación con el entrenador, ironizó con que “es la misma de siempre. Cuando llegamos a la semifinal de la Champions, tampoco nos hablábamos mucho”.
La historia de Riquelme y el Villareal termina de la manera más insólita: sin jugar. Parado por cuatro meses, sin chances de jugar ni con esta camiseta (a no ser que el Vllarreal entre en una crisis deportiva por malos resultados y que Pellegrini sea destituido, aunque ni siquiera eso garantiza su regreso, dada la tensión con los dirigentes), perdiendo cotización, sin chances de vestir la camiseta de Boca en el Mundial de Clubes, y sin posibilidades de jugar en algún equipo grande europeo. Un dislate que a todos cuesta muy caro, y que comenzó en una disputa de protagonistas del fútbol por cuestiones de orgullos personales y caracteres complicados.
Más que nunca, Riquelme es un exponente de la cultura argentina. Está solo y espera, como el gran libro de Scalabrini Ortiz. Al fin de cuentas, Riquelme sólo creció jugando al fútbol con una pelota, y se le vino encima el negocio, los intereses y hasta los humos de dirigentes con fortunas que suben y bajan el pulgar a su antojo. Igual que aquel extrañado hombre de Buenos Aires de la década de 1930, que observaba sorprendido y preocupado, los avances de la industrialización y los cambios culturales.
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