Hay derrotas que ayudan, por más dolorosas que sean. La de España ante Estados Unidos, por la semifinal de la Copa Confederaciones, podría ser una de ellas. Dependerá de la inteligencia que tenga su entrenador, Vicente Del Bosque, a quien consideramos muy capaz y lo hemos manifestado aquí en reiteradas oportunidades. Y lo demuestra el hecho de no haber tocado demasiado la estructura con la que Luis Aragonés ganó de manera brillante, hace un año, la Eurocopa. Apenas si intentó renovar algo el equipo en cuanto a la entrada de una nueva generación (Capel, Fernando Llorente, Albiol), y en la búsqueda de abrir más la cancha ante la lógica previsión de rivales que se le irán cerrando, como Estados Unidos en Bloemfontein.
Pocos daban por perdido a España ante Estados Unidos y sin embargo, no era un rival pra desechar. Ni mucho menos. Estados Unidos viene en constante evolución, sus jugadores han madurado y han emigrado a mercados más competitivos (Altidore, el autor del primer gol, juega en el mismísimo Villarreal en la Liga Española, ni hablar de Howard, el arquero, en la Premier League inglesa), y planteó un partido defensivamente impecable, marcando de muy cerca al hacedor principal del juego de España, Xavi Hernández, al que aún así, soportó como pudo cuando en el segundo tiempo se fue metiendo cada vez más atrás. Cierto es que a España le faltaron en este torneo nada menos que Iniesta y Marcos Sena, que no es poco decir, pero también es verdad que la roja no pudo resolver el planteo de los yanquis.
Volvemos a la idea original: más allá de la sorpresiva derrota, el tema es qué hacer con ella. Notamos una soberbia poco buena consejera en la prensa y el entorno de la selección española. España tiene una de las dos o tres mejores ligas del mundo en cuanto a estrellas mediáticas, repercusión y poderío económico, pero eso no significa tener el mejor fútbol nacional. Recién ahora, desde los últimos años, España encontró por fin una línea de juego que la identifica, como desde siempre tuvieron selecciones más poderosas y de más tradición, como la brasileña (a la que la prensa española colocaba en el mismo nivel, algo extremadamente ridículo), la argentina, la italiana o la alemana. Pero en cuanto a logros, recién en 2008 se entremezcló con los grandes como para aspirar a algo en el futuro. Y para terminar de aspirar a ser grande, hay que saber soportar el peso de ser candidato. Sin ello, lo demás se diluye, como le pasó a Colombia en los tiempos de Francisco "Pacho" Maturana. Tal vez España debería mirar hacia aquella experiencia de una generación inigualable de los cafeteros, en tiempos del Pibe Valderrama, de Faustino Asprilla, el Tren Valencia, Freddy Rincón y tantos cracks. Ellos, y un entrenador gustador del buen fútbol, armaron algo histórico que igualmente murió al poco tiempo de nacer, por no poder soportar la chapa de candidato duando le tocó, en el Mundial 1994. Y poco a poco, aquello quedó sumergido en la nada. Y aquella soberbia de la prensa, que hablaba de ganar el Mundial, fue sepultada en un recuerdo casi imperceptible.
España no es un grande del fútbol. Grandes son Brasil, quíntuple campeón mundial, con reiterados éxitos en sus categorías juveniles. O Italia, con sus cuatro mundiales y sus constantes performances en el tiempo, aún con sus miserias tácticas. O Alemania, con toda su potencia. O Argentina, con más títulos de clubes y de selecciones, en el total, que la propia Brasil.
Los demás, luchan desde abajo por tratar de encontrar un estilo y en este tiempo, España lo ha encontrado y le ha ido bien, aunque no ha enfrentado a los equipos más fuertes en individualidades como para tener una medida exacta: Brasil y Argentina.
La prensa española conoció ahora la Copa Confederaciones, que lleva muchas ediciones, pero a la que ignoró justamente porque su propio equipo no estuvo presente, simplemente porque no lo había ameritado. Ahora entiende la fuerza que tiene este torneo, y comprende que haber ganado la Eurocopa, es muy bueno pero no es ser los mejores del mundo, simplemente porque el mundo es mucho más que Europa, aunque a los europeos les siga costando entender. Los ejemplos sobran: los equipos sudamericanos siguen ganándoles a los europeos en muchas definiciones de Mundiales de Clubes aún desarmados y con la mitad del equipo diezmado y transferido a clubes precisamente europeos. Y ganan igual. Es una cuestión de amplitud de miras, y de no creérselo. Cuando esto sucede, se crece, y se tiene más chances de ganar. De España depende cómo tomar esta derrota, inesperada para muchos, esperable desde la razón.
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1 comentario:
Tú lo has dicho: "EL TEMA ES QUÉ HACER CON ELLA". Fantástico como escribes; las cosas que dices, cómo las dices y el tono que utilizas.
Margarita Rosina Iglesias Garcia
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