domingo, 7 de junio de 2009

A la buena de Dios


La selección argentina está a la buena de Dios. Sí, con estrellas reconocidas en el mundo entero, como Lionel Messi, como Sergio Agüero, como Carlos Tévez o como Javier Mascherano, pero sigue pasando el tiempo, incluso matemáticamente con algunos resultados aceptables que podrían conducirla pronto a la fase final del próximo Mundial 2010, pero sin juego y ya, sin demasiadas pretensiones de que esto se modifique con este cuerpo técnico. Porque ya lo hemos dicho muchas veces: Diego Maradona puede no tener la suficiente experiencia, tampoco tiene los conocimientos probados para parar un equipo como corresponde a este nivel de figuras (algo que ya aparecía como evidente cuando fue designado en el cargo sólo por demagogia y como carta para no designar a quien correspondía, a Carlos Bianchi). Pero tampoco Maradona está rodeado de nadie que esté en plenas condiciones de marcarle una diferencia, un detalle, un consejo que varíe su vacío en materia táctica. Todo es apelación al amor propio, al incondicional (e indiscutible) amor a la camiseta. Pero con eso, en una clasificación para un Mundial, no alcanza. Incluso la prensa, que citica con justicia el andar del equipo, aparece en buena medida en una conjunción mediocre con el conformismo resultadista y con el ídolo al que teme criticar.
Veamos: una cosa es aquel seleccionado colombiano de la excelsa generación de los Valderrama, Rincón, Valencia, Valenciano, Asprilla, Alvarez que nos hizo padecer aquel 0-5 en 1993, y otra cosa este equipo sin mucho talento, con apenas buenos jugadores que además, son harto conocidos en la Argentina. Y sin embargo, este equipo cafetero complicó y casi gana, y hubiera sido justo, en un Monumental que si estaba en mal estado, lo estaba para los dos y para nada esa puede ser una excusa. Nos enteramos que Venezuela misma pudo realizar un trabajo en la altura de Bolivia con la seriedad que correspondía al caso, y así es que fue subiendo en microciclos hasta que sus jugadores (muchos que no integran el equipo titular) se fueron aclimatando y terminaron sin problemas en el juego y venciendo en un país en el que el equipo argentino perdió nada menos que 6-1. Es decir que algunos se ahogarán en La Paz, pero otros pueden ganar.
Es cierto que no hay mucho tiempo para trabajar. Hoy el sistema es así y todos los jugadores que participan en equipos europeos disponen de poco tiempo para inmiscuirse en asuntos seleccionados. Pero cualquiera que haya observado el trabajo del seleccionado chileno ante Paraguay en Asunción, notará que allí, entre esos once jugadores de la camiseta roja, hay un trabajo serio desde lo táctico. Hay un entrenador que estudió cada detalle y que ha sacado lo mejor de sí a cada jugador. Y Chile, sin dudas, tiene menos que Argentina. Pero trabaja mejor. No utiliza la demagogia ni se queja de los estados de la cancha, ni sus jugadores salen con bebés en sus brazo de en partidos de esta trascendencia. Chile trabaja, como Ecuador, con lo que tiene, trabaja. El equipo argentino, en cambio, se encuentra a la buena de Dios, en busca de que nos inspire, nos de una manito y que el nueve de ellos se equivoque cuando quede mano a mano con nuestro arquero, o que se resbale, o, como pediría Silvio Rodríguez, aparezca a los contrarios una luz cegadora, un disparo de nieve, o que se los lleve la muerte. Si no, a prender velas y a rezar para los que son creyentes, o apelar a alguna apilada de Messi, alguna corajeada de Tévez, alguna pelota boyando para que algún Cata, o Heinze, cierren los ojos y conviertan. Demasiado pobre para lo que hay en la cancha. Pero lo lógico para lo que hay fuera de ella.

1 comentario:

Silvana (Montevideo) dijo...

Estimado Sergio te felicito por tu blog, dan cuenta de tu excelente formacion y tu seriedad.
Gracias por compartir con nosotros tus conocimientos.