Pasada la primera fecha de la temporada en la Liga española, muchas cosas parecen continuar igual que cuando hace tres meses, terminó la anterior. Acaso el Real Madrid, y su enorme inversión en fichajes de primer nivel (los aficionados esperaron hasta anoche en vano que llegara también el francés Ribéry del Bayern Munich después de protagonizar uno de los culebrones del verano europeo, pero no fue posible el último milagro), promete un cambio rotundo en su nivel de juego, claro que si mejora mucho su sistema, algo posible con un entrenador tan capaz como Manuel Pellegrini.
Por el momento, debió sufrir demasiado, como local, para terminar ganando angustiosamente a un buen Deportivo La Coruña por 3-2 y salvado una vez más, como tantas otras veces, por el interminable Raúl González, quien en la mayoría de las votaciones de los hinchas, debía ir al banco de los suplentes. Lo concreto es que Cristiano Ronaldo por ahora saca más partido con remates a balón parado que en el juego, lejos de aquel que conocimos en el Manchester United y más cerca del de esta selección portuguesa a punto de quedar eliminada del Mundial de Sudáfrica.
Pero se respira otro aire en un estadio Santiago Bernabeu que tuvo en sus palcos al fenómeno del atletismo mundial, el jamaiquino Usain Bolt, y también a un extraño Jorge Valdano, quien reivindicó aquella decisión suya como director deportivo en 2003, cuando su compatriota Gabriel Milito no pudo fichar por no pasar la revisación médica, tomando en cuenta su larga lesión actual, algo que generó sorpresas en la dirigencia del Barcelona.
Por el lado de los catalanes, en cambio, el aire que se respira, además de mediterráneo, es de pretemporada aún cuando ya se juega oficialmente. El triunfo ante el Sporting Gijón en el Camp Nou fue tan cómodo que rozó el aburrimiento, sin algunas de sus estrellas como Lionel Messi, en Buenos Aires con el seleccionado argentino, Andrés Iniesta, lesionado, y los franceses Thierry Henry y Eric Abidal (que ingresó al final por lesión del brasileño Maxwell), sólo fue de 3-0 por la cantidad de situaciones que perdieron el joven Bojan o el sueco Ibrahimovic, que aún no se adaptó al ritmo. Aún cuando convirtió el último tanto con una excelente palomita.
El Barcelona ganó sin despeinarse tanto la Supercopa Española (ante el Athletic de Bilbao a doble partido) como la Supercopa europea (en Mónaco ante el Shaktar Donesk) el pasado viernes, pero la sensación es que todavía no calentó motores y que su entrenador, Josep Guardiola, guarda cartas para dentro de dos semanas, cuando sea el debut en la Champions League.
Tampoco la dura derrota de un ciclotímico Atlético de Madrid (3-0 ante el Málaga) puede considerarse una sorpresa, porque puede pasar de hacerle frente a los más poderosos, como decepcionar en un compromiso fácil en apariencia, mientras que este Valencia, con la misma base de la temporada pasada, parece haber capeado el temporal institucional que se cernía en verano, y le ganó bien al Sevilla en Mestalla por 2-0.
Una de las grandes sorpresas la dio el Getafe, que no sólo venció a domicilio 1-4 al Racing de Santander, sino que se produjo con tres tantos de su delantero Soldado, proveniente del Real Madrid. El rendimiento del tercer equipo madrileño de la Liga promete grandes satisfacciones y ratifica, por el momento, el buen final con Miguel González (Michel) como entrenador en la temporada pasada y genera expectativas para el próximo partido liguero como local nada menos que contra el Barcelona.
Otra decepción fue la de Espanyol de Barcelona, que ahora es seguido por una gran cantidad de medios por la llegada del japonés Nakamura, uno de los jugadores de mejor pegada del mundo a balón parado, y sumado al muy buen delantero israelí Ben Sahar y a los defensores de Boca Juniors Juan Fortín y Facundo Roncaglia, pero en su presentación, cayó en la Catedral de San Mamés ante el Athletic de Bilbao 1-0.
Por su parte, el Zaragoza volvió a Primera con buen pie al vencer 1-0 a Tenerife con una buena actuación del arquero argentino Juan Pablo Carrizo.
Pero falta mucho. Demasiado. La Liga Española se juega a treinta y ocho jornadas y da demasiado tiempo para la recuperación y para encontrar un sistema acorde a los jugadores con que cuenta cada entrenador, algo que contribuye al buen juego, a quitar presión y a poder pelear con la Premier League para postularse como el mejor campeonato de fútbol liguero del mundo.
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