No necesitó muchos partidos Diego Maradona, como entrenador, para bajar del olimpo como semidiós de los argentinos a simple mortal, como director técnico de un seleccionado que a falta de dos partidos de los dieciocho de su grupo sudamericano, se encuentra en posición de tener que jugar una repesca ante el cuarto equipo del hexagonal final del grupo de Centro y Norteamérica, que hasta el momento es Costa Rica.
Maradona no logró encausar una eliminatoria que ya era complicada para Argentina cuando él asumió como entrenador en 2008 reemplazando a Alfio Basile, y de seis partidos que disputó el equipo bajo su conducción, perdió tres y apenas ganó dos ante Venezuela y Colombia como local. De las tres derrotas, una de ellas fue ante Bolivia en la altura de la ciudad de La Paz, por 6-1, mientras que las otras dos fueron en los últimos dos partidos del grupo, ante Brasil como local (1-3) y ante Paraguay (1-0).
La expectativa sobre Maradona como entrenador, entre los argentinos, estaba más cifrada en la motivación que podía generar en sus jugadores, debido a su gran historia como futbolista con la camiseta celeste y blanca, pero el preferido de los hinchas era sin dudas el exitoso entrenador de Boca Juniors y Vélez Sársfield, Carlos Bianchi, de no buenas relaciones con el presidente de la federación (AFA), y vicepresidente señor de la FIFA, Julio Grondona.
Grondona optó por elegir a Maradona, influido por su entorno, y allí comenzaron los problemas en aumento, que hicieron regresar al equipo argentino a situaciones que no atravesaba desde hacía años, hasta llegar a una situación en la que ya no depende de sí mismo para llegar al Mundial de Sudáfrica y hasta el momento debe disputar dos partidos extras para acceder a una plaza.
Maradona quiso como ayudante a uno de sus ex compañeros en el Mundial de México 1986, Oscar Ruggeri, enfrentado con la dirigencia de la AFA pero además, sorpresivamente, tampoco tenía buena relación con el propio “diez”. La AFA no aceptó esta designación y rápidamente comenzó a palparse que todo el arma que tenía el entrenador pasaba por la motivación de ponerse la camiseta argentina, pero los jugadores insisten en que no hay una línea táctica y muchos dicen que cuando desde dentro del campo le requieren alguna instrucción ante un tema puntual, la respuesta es sólo anímica.
Poco a poco, los malos resultados y ciertos manejos de Maradona fueron generando polémicas, discordias y un ambiente enrarecido en la selección. Por ejemplo, no gustó que además de uno de sus yernos, el delantero del Atlético Madrid Sergio Agüero, el otro, Fernando Molina, se hiciera cargo del área de prensa del ex crack, y también su actual cuñado apareciera formando parte de la delegación, o que el defensor Gabriel Heinze aumentara su peso específico en las decisiones finales.
Maradona llegó a utilizar sesenta y dos jugadores en los cuatro partidos, entre los convocados, lo que muestra el grado de errática de su política de convocatorias y no parece ofrecer una continuidad en cada puesto, lo que va generando una gran inseguridad entre los componentes del equipo.
Tampoco fue quedando claro el por qué de algunos jugadores no convocados pese a sus muy buenos (y regulares) rendimientos en sus equipos. El caso más fuerte es el del atacante Gonzalo Higuaín del Real Madrid, con una excepcional temporada como fue la pasada, y que aún habiendo renunciado a jugar para Francia, país donde nació, nunca tuvo la oportunidad de mostrarse y lo mismo ocurrió con el delantero del Lazio, Mauro Zárate. En cambio, Maradona alentó al veterano Ariel Ortega comentando que si completa algunos buenos partidos, regresará al equipo albiceleste, y ante Brasil y Paraguay fueron llamados Martín Palermo y Rolando Schiavi, de 34 y 36 años respectivamente.
Otro debate en torno del equipo tuvo relación con la convocatoria o no a jugadores de la propia Liga Argentina, sobre los que se desempeñan en el extranjero. Maradona armó una lista de jugadores del medio local, mezclados con los “europeos” pero no obtuvo buenos resultados y todo se fue desdibujando, hasta generar la idea de que pase lo que pase, el equipo no va a mejorar.
Ya ante Brasil y Paraguay, el margen de error de la selección argentina era mínimo y lo siguió siendo, porque más allá de las derrotas, se vio un equipo abatido, sin fuerzas ni convicción, jugando desesperadamente ante equipos mejor colocados y más sólidos.
Hoy, en el quinto puesto de la tabla en Sudamérica y a dos jornadas del final, Argentina no depende de sí misma para llegar al Mundial pero para eso, deberá haber muchos cambios por parte de la AFA, mientras la imagen de Maradona se deteriora día a día al comprobarse que sus conocimientos son escasos, que no por nada no cuenta con el título de técnico, y que tampoco sabe manejar a los muy buenos valores que posee el equipo en lo individual como Leo Messi, Carlos Tévez, el propio Agüero Juan Verón o Javier Mascherano, y no sólo eso, sino que generó un ambiente complicado entre los jugadores mientras insiste en que no piensa retirarse…
Sumado a esto, su discusión sin mucho sentido con su principal armador, Juan Román Riquelme, quien renunciara al equipo por desavenencias tácticas y enojos por ciertas críticas públicas de Maradona en los medios, influyó notablemente en el juego, cada vez más errático y lejos los volantes de los delanteros.
Y por si quedaba poco, tras el magro triunfo ante Colombia en Buenos Aires, Maradona comenzó a presionar para jugar como local en Rosario, argumentando que allí la gente “se hace sentir más” pero no fue así y acabó perdiendo sin atenuantes ante Brasil.
Por todo esto, que fue un proceso lento que duró un año, la gente comienza a ver en Maradona tal vez el mejor jugador de todos los tiempos, pero fuera de los campos, como apenas un hombre falible y de carne y hueso. Adiós al mito.
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1 comentario:
Sergio, gracias por este análisis tan claro. Da una tristeza terrible que esté pasando esto. Es como diría Maradona, "un pesadelo".
Será verdad eso de que antes del partido les pasó un video sobre la pobreza en Argentina? Si es así, que increíble manera de mear fuera del plato!!!
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