Todos miran al 28 de noviembre y rezan para que llegue pronto. Ese día, Barcelona recibirá al Real Madrid en el Camp Nou y muy posiblemente, al ritmo que va la Liga Española de la temporada que acaba de iniciarse y en la que se han jugado sólo cuatro fechas, puede definirse medio título porque la sensación que dan los dos líderes en solitario, justamente los dos grandes de España, es que si no ocurre un hecho impensado, sólo pueden perder algún punto entre sí o contra los equipos más competitivos como el Sevilla, el Valencia o tal vez el Atlético Madrid. No más que eso en un torneo largo, de treinta y ocho fechas, que recién verá el final en mayo de 2010.
No parece ser la mejor apuesta marketinera para una temporada que tiene como frutilla del postre la posibilidad (remota por ahora) de que también Real Madrid y Barcelona puedan definir por primera vez la Champions League en el mismísimo Santiago Bernabeu, que será escenario de la revancha por la Liga casi a la misma altura.
El gran tema pasa por qué hacer con el resto de los dieciocho equipos participantes del campeonato local, limitados a jugar, algunos por entrar a la Champions siguiente, o a la Europe League (ex Copa UEFA) o por evitar el descenso a Segunda y poco más.
La diferencia de calidad de planteles del Barcelona y el Real Madrid con respecto al resto es tan grande, que ha transformado esta Liga en muy aburrida y una lucha de los dos peso pesados por ganar el título. El Barcelona tiene mucho más solidez en el juego que el Real Madrid, y viene de arrasar con el triplete (Copa, Liga y Champions, como grita su afición), pero ya va recibiendo silbidos porque para cuidar físicamente a sus jugadores, liquida los partidos en apenas media hora, y se dedica a retener la pelota hasta que un árbitro hastiado decide pitar el final sin dar un segundo de tiempo adicional. Es que no puede haber descuento cuando un equipo decide que el otro no juegue y se apropia de la pelota en un ochenta por ciento del tiempo, pero casi sin atacar, haciéndola correr de un lado al otro de la cancha. Su archirrival, el Real Madrid, gastó trescientos millones de euros en fichajes y éstos rentabilizan marcando goles a rolete pero casi siempre en jugadas de contragolpe. Por el momento, en dos partidos Cristiano Ronaldo pudo marcar el primer gol al minuto, lo que da una enorme tranquilidad y quita ansiedad, pero los merengues suelen dedicarse a dormir largas siestas sabiendo que con un pequeño espacio que tengan, sus delanteros harán estragos. Dieciocho goles en cinco partidos (cuatro de Liga y uno de Champions) son una buena forma de describir los partidos en los que casi nunca dominó, pero siempre remató a placer.
¿Qué hacer, entonces? Por lo pronto, el Barcelona y su instinto de autodestrucción ya encontró un camino: la causa de espionaje por la que el club acepta que en este tiempo, el director general del club, Joan Oliver, ordenó espiar en abril pasado a cuatro candidatos a presidente en las próximas elecciones contra el candidato oficialista que decidan el actual mandatario, Joan Laporta, y su gente. Da la casualidad que estos cuatro candidatos son cuatro de los vicepresidentes blaugranas, Jaume Ferrer, Joan Boix, Rafael Yuste y Joan Franquesa. Oliver ha reconocido al diario “El Periódico” de Barcelopna, que lo que ha hecho con sus compañeros de comisión directiva es “una auditoría de seguridad”. Un eufemismo para decir que Laporta ha decidido controlar a sus dirigentes para saber si alguno tiene algún muerto en el armario, pensando en las elecciones, y contrató detectives de la agencia “Método 3”.
Mientras esto sucede, Laporta apareció encabezando una marcha independentista catalana el pasado 11 de setiembre en Barcelona, en el día más importante del año para los catalanes, la “Diada” y ya le han ofrecido un lugar como dirigente político en el CiU (Convergencia i Unió), partido de centroderecha catalanista, con lo que podría dar un salto parecido al que diera en 2007 su amigo Mauricio Macri, actual intendente de Buenos Aires luego de dirigir, con éxito, a Boca Juniors.
Por el lado del Real Madrid, el espectáculo estuvo en la asamblea del domingo pasado en su sede, en la que los socios, que se acercaron en un 48 por ciento del total, apoyaron todo lo hecho en materia de balance y créditos a los bancos para fichar jugadores, pero lejos estuvo de aquella locura que le costara el puesto a Ramón Calderón hace meses, cuando el diario deportivo “Marca” comprobó que algunos de aquellos asistentes no tenían carnet y que habían sido conducidos hasta allí por el rey de la noche madrileña, amigo del presidente de entonces. Hoy, todo cambió y el actual presidente, el magnate Florentino Pérez, gobierna sin oposición y con la anuencia del propio “Marca”, más cercano a sus intereses desde el grupo italiano Rizzoli, el mismo que edita también el diario “El Mundo”.
Si no hay demasiada competencia en el césped, y tampoco hay barras bravas que generen violencia suficiente, al menos que el espectáculo esté en las cúpulas. El show debe seguir.
No parece ser la mejor apuesta marketinera para una temporada que tiene como frutilla del postre la posibilidad (remota por ahora) de que también Real Madrid y Barcelona puedan definir por primera vez la Champions League en el mismísimo Santiago Bernabeu, que será escenario de la revancha por la Liga casi a la misma altura.
El gran tema pasa por qué hacer con el resto de los dieciocho equipos participantes del campeonato local, limitados a jugar, algunos por entrar a la Champions siguiente, o a la Europe League (ex Copa UEFA) o por evitar el descenso a Segunda y poco más.
La diferencia de calidad de planteles del Barcelona y el Real Madrid con respecto al resto es tan grande, que ha transformado esta Liga en muy aburrida y una lucha de los dos peso pesados por ganar el título. El Barcelona tiene mucho más solidez en el juego que el Real Madrid, y viene de arrasar con el triplete (Copa, Liga y Champions, como grita su afición), pero ya va recibiendo silbidos porque para cuidar físicamente a sus jugadores, liquida los partidos en apenas media hora, y se dedica a retener la pelota hasta que un árbitro hastiado decide pitar el final sin dar un segundo de tiempo adicional. Es que no puede haber descuento cuando un equipo decide que el otro no juegue y se apropia de la pelota en un ochenta por ciento del tiempo, pero casi sin atacar, haciéndola correr de un lado al otro de la cancha. Su archirrival, el Real Madrid, gastó trescientos millones de euros en fichajes y éstos rentabilizan marcando goles a rolete pero casi siempre en jugadas de contragolpe. Por el momento, en dos partidos Cristiano Ronaldo pudo marcar el primer gol al minuto, lo que da una enorme tranquilidad y quita ansiedad, pero los merengues suelen dedicarse a dormir largas siestas sabiendo que con un pequeño espacio que tengan, sus delanteros harán estragos. Dieciocho goles en cinco partidos (cuatro de Liga y uno de Champions) son una buena forma de describir los partidos en los que casi nunca dominó, pero siempre remató a placer.
¿Qué hacer, entonces? Por lo pronto, el Barcelona y su instinto de autodestrucción ya encontró un camino: la causa de espionaje por la que el club acepta que en este tiempo, el director general del club, Joan Oliver, ordenó espiar en abril pasado a cuatro candidatos a presidente en las próximas elecciones contra el candidato oficialista que decidan el actual mandatario, Joan Laporta, y su gente. Da la casualidad que estos cuatro candidatos son cuatro de los vicepresidentes blaugranas, Jaume Ferrer, Joan Boix, Rafael Yuste y Joan Franquesa. Oliver ha reconocido al diario “El Periódico” de Barcelopna, que lo que ha hecho con sus compañeros de comisión directiva es “una auditoría de seguridad”. Un eufemismo para decir que Laporta ha decidido controlar a sus dirigentes para saber si alguno tiene algún muerto en el armario, pensando en las elecciones, y contrató detectives de la agencia “Método 3”.
Mientras esto sucede, Laporta apareció encabezando una marcha independentista catalana el pasado 11 de setiembre en Barcelona, en el día más importante del año para los catalanes, la “Diada” y ya le han ofrecido un lugar como dirigente político en el CiU (Convergencia i Unió), partido de centroderecha catalanista, con lo que podría dar un salto parecido al que diera en 2007 su amigo Mauricio Macri, actual intendente de Buenos Aires luego de dirigir, con éxito, a Boca Juniors.
Por el lado del Real Madrid, el espectáculo estuvo en la asamblea del domingo pasado en su sede, en la que los socios, que se acercaron en un 48 por ciento del total, apoyaron todo lo hecho en materia de balance y créditos a los bancos para fichar jugadores, pero lejos estuvo de aquella locura que le costara el puesto a Ramón Calderón hace meses, cuando el diario deportivo “Marca” comprobó que algunos de aquellos asistentes no tenían carnet y que habían sido conducidos hasta allí por el rey de la noche madrileña, amigo del presidente de entonces. Hoy, todo cambió y el actual presidente, el magnate Florentino Pérez, gobierna sin oposición y con la anuencia del propio “Marca”, más cercano a sus intereses desde el grupo italiano Rizzoli, el mismo que edita también el diario “El Mundo”.
Si no hay demasiada competencia en el césped, y tampoco hay barras bravas que generen violencia suficiente, al menos que el espectáculo esté en las cúpulas. El show debe seguir.
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