lunes, 28 de septiembre de 2009

La selección de todos

Nunca mejor dicho. En los años de la dictadura militar, la trilogía mediática que manejó la llegada de las corrientes futbolísticas al grueso de los argentinos (Clarín, Editorial Atlántida, Radio Rivadavia) volcó la idea de "la selección de todos" por aquella de César Luis Menotti, que jugaba a algo, que tuvo un programa de acción (especialmente pensando en el Mundial de local, en 1978) y que al menos en teoría, se proponía representar el gusto de la gente en un campo de juego. Este cronista recuerda aquel artículo fundacional de Julio César Pasquato, "Juvenal", que tituló "Yo soy hincha de la selección" luego de aquel formidable partido de 1976 en el que se le ganó 4-1 a Uruguay en la cancha de Vélez y que dio lugar a publicidades de todo tipo en la TV (en una de ellas, aparecían entre otros Héctor Scotta y Ricardo Bochini cargando a Ricardo Pavoni).
Hoy, tres décadas después, la selección también es de todos...porque con un poco de esfuerzo, corriendo un poco a lo largo de una plaza o un parque, poniéndonos en estado y dependiendo del humor del entrenador al despertarse, parece que todos podemos tener un lugar en el equipo.
Es difícil encontrar, en un camino hacia atrás en el tiempo, que tantos jugadores hayan formado parte de un "seleccionado" antes de llegar a conformarse la definitiva "selección" y para eso hay que remontarse precisamente a los primeros años del "Proceso Menotti", como se lo llamó, no casualmente, en esos años. Pero al menos allí, con sus caprichos y sus silencios (la convocatoria de Jorge Olguín como lateral derecho, o la de Luis Galván, o la ausencia de Diego Maradona o la presencia de JoséDaniel Valencia o la de Miguel Oviedo), había un plan claro, un trabajo fuerte, una idea, un norte.
Todo lo contrario parece pasar ahora. Y el mismo entrenador que hasta hace tres o cuatro fechas de las Eliminatorias sostenía que la base estaba, que muchos de los que habían sido citados estarían en el Mundial (eso fue antes de la última serie de dos partidos ante Brasil y Paraguay), ahora vuelve a empezar, rompe con un esquema de convocatorias y recurre para el seleccionado local, a jugadores veteranos que secaen solos de la convocatoria, como Ariel Ortega o Esteban Fuertes, lo que no necesita ningún argumento más que sumar las pruebas al canto.
La idea de que casi un centenar de jugadores hayan sido citados entre lesiones, suspensiones, peleas, antojos, caprichos, cambios de humor, muestra un estilo de conducción, o mejor dicho, de no-conducción, que genera escozor en los seguidores argentinos del fútbol, que van tomando conciencia de que no estar en el próximo Mundial es algo cada día más posible (de hecho, un empate entre Ecuador y Uruguay en Quito pondría al equipo nacional entre las cuerdas incluso para perderse el repechaje), y que esto pondría al ridículo una historia riquísima y una actualidad con jugadores cotizados y pretendidos por los mejores equipos del mundo.
Las escasas convocatorias con cierta lógica, como la de Gonzalo Higuaín, entran en el mismo análisis. Por más que el entrenador insista o ponga su mejor cara histriónica ante los medios, sobre que no acepta sugerencias de nadie, el acceso por primera vez de Higuaín al seleccionado argentino tiene más que ver con una imposición que con un deseo propio o con una consecuencia de un sesudo análisis. Y que Fernando Gago no esté en la misma lista, es la confirmación de un rumor de problemas personales entre ambos jugadores del Real Madrid, que el técnico aceptó en su plantel, en vez de manejarse a distancia y dando prioridad a lo futbolístico. Al menos, parece que Maradona ahora tiene en su casa ESPN, o será que con el conflicto de poderes por los derechos de TV en España, se vio favorecido y ahora puede ver al Real Madrid. Faltaría que captara también al Barcelona como para observar cómo debe rodearse a Lionel Messi, que no vendría nada mal.
La suerte parece estar echada y el seleccionado argentino ya depende, en buena medida, de otros resultados y no sólo del propio, que aún hace dudar cuando se debe jugar en Buenos Aires ante uno de los equipos peruanos más débiles de los últimos tiempos, y dede hace rato sin chances mundialistas, y además, sin sus dos delanteros principales, Paolo Guerrero y Claudio Pizarro.
El canal Crónica TV, por su parte, difundía ayer imágenes de una manifestación en el barrio de Recoleta, en la que varios jóvenes que apenas si pasaron los veinte años, se habían acostado en el suelo, cual muertos, con carteles que decían "Maradona, yo también puedo jugar" o "si convocaste a esos jugadores, yo también puedo jugar".
Lamentablemente, es esa la idea que comienza a circular: que todos pueden estar, que da lo mismo quien llegue porque no hay conducción. Porque siempre hablamos del seleccionado argentino, pero nunca podemos hablar de la selección. Porque no hay selección.