domingo, 6 de septiembre de 2009

Brasil desnuda la realidad de la selección argentina (Yahoo)

Ni el más pesimista de los hinchas argentinos hubiera imaginado un escenario semejante: su rival más importante en el mundo del fútbol, la poderosa selección de Brasil, desnudó las fallas tácticas y la diferencia de estatura entre los dos equipos, y la venció con claridad por 1-3 ante 42 mil personas que llegaron con mucho fervor y se fueron en silencio, preocupadas por el futuro cada vez más complicado con miras al Mundial de Sudáfrica.

Apenas un año después de haber empatado 0-0 en Brasil por las mismas eliminatorias al Mundial, todo parece haber cambiado mucho por parte de los dos equipos. La selección argentina cambió de entrenador por los malos resultados y cierta indiferencia que se le endilgaba a muchos jugadores, que parecían más dedicados a su vida en Europa, y de Alfio Basile pasó a Diego Maradona, que trató de contagiar un entusiasmo propio de su carácter, aunque nunca encontró un sistema válido para aprovechar tantas estrellas.

Maradona, asesorado por Carlos Bilardo, director nacional de selecciones de la federación argentina (AFA), y casi sin experiencia como entrenador, prefirió utilizar un sistema de 4-4-2, con los cuatro volantes muy lejos de sus habituales dos delanteros, Lionel Messi y Carlos Tévez, a veces reemplazado por Sergio Agüero. La distancia entre la línea de volantes (dos carrileros y dos centrales) fue uno de los principales problemas a los que debió enfrentarse el equipo.

Por el lado de Brasil, al contrario, su entrenador Dunga, cuestionado por bajos rendimientos de algunos de sus jugadores y de plantear los partidos con demasiadas precauciones, fue encontrando no sólo un sistema adecuado con un 4-3-1-2, con Kaká como eje del ataque, y la dupla Robinho-Luis Fabiano, sino que se fue asentando en la parte defensiva, con un gran arquero como Julio César, dos centrales como Lucio y Juan (ante Argentina reemplazado por Luisao), dos laterales potentes y ofensivos, y un volante como Felipe Melo, que le dio equilibrio al equipo.

Ayudado por algunos buenos resultados, como haberle ganado sorpresivamente la final de la Copa América a Argentina en Venezuela en 2007 por 3-0, y por vencer en la Copa Confederaciones de Sudáfrica en 2009 y un mejoramiento en las eliminatorias, el equipo brasileño llegaba al partido frente a Argentina con mucha tranquilidad como para manejar los tiempos del partido.

Argentina, en cambio, parecía que se jugaba gran parte de la clasificación directa para el Mundial 2010 en este partido y tanto fue así que en los tres meses previos, Maradona insistió mucho en la necesidad de un cambo del estadio en el que tradicionalmente Argentina juega como local (River Plate, en Buenos Aires) por Rosario, justificándolo por la cercanía de las tribunas al campo

Todo esto pudo apreciarse en los noventa minutos de juego. El equipo argentino salió a presionar con todas sus fuerzas a Brasil, pero su férrea defensa impidió que Messi o Tévez se acercaran al arco de Julio César, y bastó un centro aéreo para que Luisao, con su gran estatura, marcara el primer gol aprovechando que en el equipo argentino, uno de los dos marcadores centrales, Sebastián Domínguez, recién debutaba en un partido demasiado trascendente como para innovar, reemplazando al lesionado Martín Demichelis.

Desde ese momento, el partido entró en una lógica hasta el final: Brasil reafirmó su seguridad en el fondo y en cada contraataque pudo marcar, siempre manejado por Kaká y con una gran respuesta de su goleador Luis Fabiano, que no sólo concretó dos goles de excelente factura, sino que perdió un tercero, mientras que Argentina, cada vez más nerviosa, fue perdiéndose en su falta de esquema, que derivó en que Messi, Tévez y en alguna medida Verón o Jesús Dátolo, por el lateral izquierdo, hicieran individualmente lo que pudieran para descontar. Tampoco esta vez Javier Mascherano pudo con Kaká, y fracasaron los dos defensores laterales, Zanetti y Heinze.

Cuando ya promediando el segundo tiempo, Dátolo pudo marcar el 1-2 con un remate desde muy lejos (única forma de vencer a Julio César), enseguida Luis Fabiano, en otro magistral contragolpe, colocó el 3-1 que dejó el resultado en su justa medida de acuerdo a la diferencia que existe hoy entre ambos equipos.

El equipo argentino debe estar agradecido a los resultados de los otros partidos de las eliminatorias sudamericanas, porque logró mantener, pese a todo, los dos puntos de ventaja sobre Ecuador, aunque ahora también acechan Colombia y Venezuela en la misma distancia, y las posibilidades de ir al Mundial no parecen claras a sólo tres jornadas del final y a mediados de semana deberá visitar a Paraguay.

Pero más allá de los resultados, Maradona deberá corregir, en lo posible y en el escaso tiempo que le queda, el hecho de que el equipo no tiene llegada porque los delanteros necesitan mayor compañía de los volantes, y debe tener una mayor coordinación entre sus defensores centrales, porque sería increíble que con semejantes estrellas, peligre su clasificación y que luego de cuarenta años, un equipo argentino no participe en un Mundial.

Brasil, en cambio, ya está clasificado, y lejos parecen aquellos tiempos en los que Dunga era criticado por la prensa y la afición de su país.

No hay comentarios: