viernes, 4 de septiembre de 2009

Llegó la hora de jugar y dejar de hablar (Jornada)


Se acabaron las palabras luego de meses de esperar este partido. El seleccionado argentino de Diego Maradona tendrá su prueba de fuego nada menos que ante Brasil en el Gigante de Arroyito, con entradas agotadas, prensa de todo el mundo, y cientos de millones de euros en valores de jugadores dentro del campo. Es el momento de demostrar cuánto está dispuesto a dar este equipo que, por el momento, viene navegando en aguas turbias, y que no ha demostrado demasiado salvo en amistosos europeos difíciles de catalogar. Un equipo argentino que parece tener una base táctica de 4-4-2 al menos cuestionable en sus resultados, tanto en el marcador como futbolísticos, porque aunque se pretende (desde el propio Maradona hasta cualquier simpatizante, pasando por la prensa), que Lionel Messi, hoy convertido en el mejor jugador del mundo, rinda como en el Barcelona, difícilmente podrá cumplir con parte de esta premisa si no es abastecido de una manera similar a la de su gran equipo catalán. Y esto tiene relación con una idea madre de cómo jugar por parte del equipo argentino, especialmente en ataque, que sigue sin quedar clara, especialmente desde que perdiera, por los asuntos ya conocidos, a su eje, Juan Román Riquelme. A partir de ese momento, los dos delanteros de turno (generalmente Messi y Tévez, o Agüero), han quedado aislados de los otros nueve jugadores porque los cuatro volantes cubren los carriles y el mediocampo, en la siempre inentendible moda del nefasto "doble cinco", que quita un lugar de creación para sumar otro a un sector en el que alcanza con un solo jugador. Ante una selección poderosa como Brasil, el tener poco fútbol creativo puede ser letal, salvo que los verde-amarillos jueguen de igual a igual y dejen espacios, pero no parece que sea lo que va a ocurrir, al menos tomando en cuenta el antecedente de la final de la pasada Copa América en 2007 cuando su entrenador, Dunga, prefirió esperar y contraatacar, para imponerse 3-0. La lógica indica que Brasil saldrá a esperar porque toda la presión estará del lado argentino, y hubiera sido más valiente arriesgar un poco más, si bien creemos que Verón tratará de desprenderse como un falso diez y Dátolo y Maxi Rodríguez tratarán de sumarse a los delanteros.
Otro gran tema será ver cómo se adapta una defensa formada de apuro, con algunos lesionados, para poder frenar a Luis Fabiano y Robinho, sumados a Kaká, todos en buena forma, y con resultados que los vienen avalando. Brasil se juega poco y nada en Rosario y eso permite una tranquilidad poco común para una cantidad de jugadores con tanta técnica.
Llegó entonces el momento de jugar un partido clave, trascendente, para el equipo argentino, que seguramente marcará, de aquí hasta el partido final, en Montevideo, su suerte en esta clasificación camino a Sudáfrica sin dejar de pensar que en apenas cuatro días, espera el difícil equipo paraguayo en Asunción y que la alquimia de resultados de este fin de semana reflejará si el seleccionado argentino llega en el momento más oportuno o no.
Lo increíble es pensar que con tantos jugadores importantes, reconocidos en todo el mundo, el seleccionado argentino tenga que estar sufriendo en una clasificación sudamericana hecha a su medida y su voluntad, y contra equipos que, por lo general, disponen de menos talento y menos valor. Para meditarlo, para analizarlo en profundidad y para evitar que se repita. De nada vale decir si Argentin tiene un 70 por ciento de chances de ganar, o de un 80 como dijeron algunos, más optimistas. La verdad estará, como siempre, en el "verde césped", cuando entre a rodar la pelota.

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