miércoles, 5 de mayo de 2010
Entre el Barcelona y el Real Madrid, emerge el Atlético (Jonada)
Parece increíble, pero en una temporada que llega a su fin apenas unos pocos días y en la que el Barcelona y el Real Madrid, con presupuestos infinitamente mayores, se disputan palmo a palmo la liga tras haber sido eliminados de la Champions League, el único equipo español que subsiste en competiciones europeas es el defenestrado Atlético Madrid, que emerge de sus ruinas de tantos años para colocarse tanto en la final de la Copa del Rey ante el Sevilla, como en la Europa League ante el modesto Fulham inglés.
No hay manera de comparar planteles. Nos hemos extendido en muchas oportunidades para referirnos a las estrellas de los dos grandes equipos de España y no hay manera de hacer frente a dos equipos que han cosechado una cantidad de puntos que directamente desechan cualquier acercamiento del resto. El Barcelona, que goleó (aunque con esfuerzo impensado) al Tenerife por 4-1 en el Camp Nou con otros dos goles de Lionel Messi, que lleva 31 en la liga y 42 en la temporada), lleva nada menos que 93 puntos, seguido a cuatro por el Real Madrid, que tiene un partido menos que es el más riesgoso, a priori, de los tres que debe jugar, al tener que visitar al cuarto del torneo, el Mallorca, hoy por hoy también clasificado a la próxima Champions.
Y no sólo en puntos está la diferencia con el Valencia, tercero, con 68 puntos, a años luz de los primeros, o con el propio Mallorca, con 59, o con el primer clasificado a la Europa League próxima, el Sevilla, con 57. También en goles se establece una diferencia notable que marca la enorme distancia de los dos grandes con los demás. El Barcelona suma 91 tantos y apenas 22 en contra, mientras que el Real Madrid suma 92 y recibió 32. No parece posible luchar contra estos monstruos.
Y aún así, el Atlético Madrid consigue aparecer como el gran exitoso de la temporada en España, más que todo por lo poco que se esperaba de él, tanto en los seguidores como en los propios analistas., llegando a dos finales al mismo tiempo cuando a mitad de temporada tuvo que cambiar de entrenador por una de las tantas crisis que atravesó el club en los últimos años, y el ex arquero Abel Resinos, que pasó de un interinato a ocupar un cargo estable, dejó su cargo para que fuese tomado por el ex entrenador del Valencia y del Benfica, Quique Sánchez Flores.
Quique Sánchez, un esmirriado ex lateral, entre otros, del Real Madrid, se encontró con un panorama que imaginaba. Jugadores que ya habían cumplido un ciclo, como el argentino Maxi Rodríguez, sus dos delanteros estrella hartos de los manoseos y los continuos cambios de rumbo sin mayor crecimiento (Diego Forlán y Sergio Agüero), un proyecto de gran arquero (para muchos, el sucesor en España de Iker Casillas), Sergio Asenjo, vituperado por sus propios hinchas, y una defensa que no terminaba de hacer pie, con un mediocampo con el problema de siempre de los últimos tiempos: la falta de un enganche que conecte esta línea con el ataque.
Pero más allá de todos esos inconvenientes, el “Aleti” arrastra un sino fatal en España, lo que se da en llamar “mal fario”, como si la mala fortuna estuviera asociada a la historia moderna de un equipo llamado a colocarse como el tercero del país, pero que debió sufrir por dos años el “infierno” de la Segunda división, estuvo quebrado económicamente en tiempos del fallecido presidente Jesús Gil y Gil, y en 1974 perdió de manera insólita una Copa de Europa cuando la tenía asegurada ante el Bayern Munich de Franz Beckenbauer y en la última jugada el arquero Reina (padre del actual guardameta del Liverpool) abandonó un segundo su arco para firmar un autógrafo a un alcanza pelotas y fue aprovechado por Schwartzenbeck para colocar el empate con la valla vacía e ir a un desempate que ya ganaron los alemanes con facilidad.
“Papá, ¿por qué somos del Aleti?” le pregunta un niño a su padre en una muy comentada publicidad institucional que por mucho tiempo apareció en la TV española, demostrando que costará mucho a las viejas generaciones convencer a las nuevas de seguir con la tradición colchonera, a falta de buenos resultados y con un equipo navegando siempre en la irregularidad de los mayores triunfos (es el único que le ha ganado al Barcelona en treinta y seis jornadas de liga) y las peores derrotas.
Pero como pocos, Sánchez Flores parece haber hecho un curso acelerado de “aletismo”, cambió fichas de veteranos por gente hecha en la propia cantera (tal vez pensando en el secreto del éxito del Barcelona) y confió a muerte en ellos, en los Valera, De Gea (arquero), Domínguez, o Ignacio Camacho, dándole fuerza a las dos estrellas del ataque, y el crecimiento anímico y futbolístico fue notable.
Hoy, el Atlético sigue en Europa, algo que no han podido lograr ni el Real Madrid, ni el Barcelona, ni el Valencia ni el Sevilla. Y tiene la chance de alzar dos títulos en mayo.
Como para que en el futuro, los niños no tengan que preguntar más a sus padres por qué son del Atlético.
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