Sucedió en Sandton, en la ciudad más rica del continente africano. Como suele suceder, los principales dirigentes de la FIFA se alojaron allí, en los complejos hoteles-torre, en la avenida más lujosa, durante el Mundial 2010. Justo frente al Palacio de las Convenciones, donde se desarrollaba toda la tarea oficial del torneo y donde asistimos también a distintas reuniones de Adidas y a la fastuosa presentación del Mundial de Brasil 2014 con la presencia de Lula, se encontraba la confitería que solía ser el epicentro de las reuniones informales.
Ya sobre el final del Mundial y con la selección argentina eliminada, solíamos acercarnos en distintos momentos de aquellos días con los colegas Roberto Suárez (director del diario “Jornada”, del que soy columnista) y Fabián Galdi, (viejo amigo del diario “Los Andes”, también de Mendoza).
La idea era encontrar dirigentes con los que conversar y así fue como una tarde dimos con Nicolás Leoz y pudimos enterarnos, café mediante, de muchas informaciones de esas que el veterano dirigente no ventila casi nunca (como que, por ejemplo, se iba a blindar a Gerardo Martino como entrenador de la selección paraguaya ante el temor de que la AFA acechara, con la casi segura salida de Diego Maradona de la selección argentina).
Una mañana de aquellas, entrábamos Galdi y yo a la confitería de marras, y en ese mismo instante, el presidente de la AFA, Julio Grondona, se encaminaba hacia la puerta de salida luego de haber departido con algunos colegas.
Fue en ese momento, justo cuando en la Argentina ya se había instalado el debate sobre la sucesión del director técnico de la selección, cuando entre tantos nombres que barajamos con el eterno mandamás de la calle Viamonte, que se nos ocurrió preguntar por Carlos Bianchi.
“Todos tienen las puertas abiertas, ¿por qué no?”, nos dijo Grondona.
Porque siempre parece que no, y los años pasan, y la selección argentina se pierde de tener al mejor de todos.
Pero no es que nosotros no quisimos contratarlo, es que él van ya dos veces que nos dice que no.
A ver, Julio, ¿cuáles veces? Porque no suena muy claro.
Te digo: en 1998 y en 2004.
Pero….¿en 1998 no firmó para Boca?
Sí, pero es la selección.
No me parece. Si ustedes fueron a ofrecerle contrato cuando él ya había firmado con Boca, ¿cómo le dice que no a una oferta de Boca? Piense que en aquel momento, Bianchi venía de dirigir a Vélez y a la Roma.
Es la selección, querido.
¿Y la de 2004?
Nosotros le ofrecimos la selección cuando renunció Marcelo Bielsa, pero nos dijo que él quería dirigir un ciclo completo, y que no daba el tiempo para eso. O sea que nos volvió a decir que no. ¿Una tercera vez? ¿te parece¿ ¿vos qué harías?
Llamarlo inmediatamente (risas). Porqu si es como usted dice, los argumentos de Bianchi están más que justificados. Son ustedes los que no están acostumbrados a este tipo de respuestas.
Mirá, como te dije, las puertas están abiertas para todos, pero alguien que le dice que no dos veces a la selección…
Todo indica que ya para Grondona eso fue demasiado, y avanzó hacia la puerta y tras saludar de lejos a todos, abandonó la confitería.
Días después, este cronista supo que Grondona se fue convenciendo de que no había otro camino que convocar a Bianchi y estaba dispuesto a hacerlo hasta que llegó ese fin de semana fatídico en el que sus dos hijos se metieron, se encerraron con él en la quinta, e influyeron decisivamente para que le diera “una oportunidad a la generación del 86”.
Ya en aquella oportunidad, Bianchi fue sondeado y estaba dispuesto a asumir, pero fue llamado interinamente Sergio Batista. La historia más reciente se conoce muy bien.
Ahora, otra vez la AFA va a pisar el palito, pero cuando Grondona dice que Bianchi “tres veces” se negó a ser director técnico argentino, conviene tener presente aquel diálogo de Sandton, de hace un año.
1 comentario:
Ya no hay palabras condenatorias para calificar la situación actual de todo el fútbol argentino, desde la Selección Mayor hasta los chicos de la 9ª división de los clubes. Y menos aún para hablar del 'caso Bianchi'. De todas maneras, si Bianchi estuviera en la Selección (lo que hace siglos ya debería haber sucedido), uno siempre piensa que, ante cualquier discusión o interferencia de Grondona o sus esbirros, Carlitos renunciaría indeclinablemente. En fin, como siempre, el caos lo sufren los hinchas.
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