sábado, 23 de julio de 2011

La AFA vuelve a 1974


Parece que todo vuelve (menos el propio Juan Domingo Perón, ya fallecido, y que fuera grafiti por años cuando estaba impedido de regresar al país, entre 1955 y 1973). Y si en la política el neosetentismo parece haber retornado con algunas consignas que no tienen el sustento de aquellos tiempos, parece que en el fútbol también hay ciertas reminiscencias de aquellos tiempos, que no fueron precisamente los mejores (en este aspecto, claro) para la Argentina.
Es más. Pocos soñaban en aquellos tiempos de turbulencias previas al Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, con permanentes cambios de presidentes de la AFA y con ellos, de dirigentes y directores técnicos de las distintas selecciones nacionales, que aunque sea por casualidad, o tal vez por el apuro que significaba organizar un Mundial, como el de 1978, por una vez en la vida, un entrenador como Cesar Luis Menotti podría implementar un proyecto serio, coherente, que le dio prestigio al fútbol argentino en general y por muchos años.-
La selección argentina, por 1974, y justo con la muerte de Perón, regresaba del Mundial de Alemania con muy mala sensación. Había grandes cracks, que se destacaban en muchos equipos grandes europeos (Yazalde había sido Botín de Oro en el Sporting de Portugal, Ayala era una de las grandes figuras del Atlético Madrid, Perfumo era un consagrado defensor del Cruzeiro, en una liga en la que jugaban todos los campeones del mundo de 1970, etc) pero era claro que no había equipo, ni proyecto, ni trabajo, ni dirigencia que lo sostuviera.
Todos conocen lo que ocurrió desde Menotti en adelante, con el título mundial y especialmente, con la permanencia en la élite del fútbol, algo que se había perdido en aquellos años anteriores.
Hoy, el fútbol argentino produjo el milagro de haber retrocedido a aquellos tiempos turbulentos, aún cuando su máximo dirigente, muy poderoso también en FIFA (número dos allí), Julio Grondona, tiene posibilidades para hacer y deshacer de una manera exponencial en comparación con aquellos de los años setenta, en tiempos en los que los recursos económicos no eran ni por asomo los actuales.
Si entre 1974 y 2004, la selección argentina sólo tuvo cinco directores técnicos (Menotti, Bilardo, Basile, Passarella y Bielsa), desde 2004 hasta el lunes (si se produce el cese de Sergio Batista) habrá tenido otros cinco entrenadores (Pekerman, Basile, Maradona, Batista y quien llegue), sólo que en un lapso de siete años. Un esperpento.
Esto no es casual. Desde hace mucho que en la AFA no hay proyecto porque la institución está vaciada y sólo parece que interesan los negocios y cada uno busca salvarse por sí mismo.
La AFA se da el lujo de no haber convocado nunca a un entrenador como Carlos Bianchi, con todo lo que ganó en Boca Juniors y Vélez Sársfield, o de convocar a Diego Maradona o Sergio Batista, sin experiencia necesaria ni currículum como para llegar a ese puesto (más allá de los resultados que podían obtener, que no resultaron buenos tampoco), y ni hablar de los amigos, familiares, compartimentos estancos, incomunicación (paradójicamente) con los medios, y aún más distancia con la propia gente, cuando la mayoría de los integrantes participa habitualmente en equipos del exterior.
Ya nos hemos extendido mucho al respecto y quienes nos vienen leyendo conocen nuestra opinión sobre la constante degradación que vive el fútbol argentino tanto en la selección como a nivel local (que también generaría cambios para salvar a River Plate de seguir en el Nacional B y a los otros grandes, en alguna menor medida, para salvarlos de bajar en esta temporada, y de paso, a los del interior para colocarlos en el máximo nivel y desterrar la posible competencia electoral del empresario Daniel Vila, soporte de muchos de esos clubes y un cierto federalismo).
Son constantes los cambios de formatos de los torneos, como son constantes los cambios de proyectos (si en muchos casos se los puede llamar así) de técnicos y aún más, no se entiende tampoco la función que cumple desde hace unos tres años, el “manager” Carlos Bilardo y mucho menos, alguien que salvo por su apellido, nada tiene que hacer allí, Humberto Grondona que, como dice por una vez acertadamente Maradona, “nunca jugó un solo partido”.
¿Que el lunes se acaba el corto ciclo de Batista y podrían llegar Alejandro Sabella, Gerardo Martino o, muy por detrás, Carlos Bianchi? Todo puede ser, pero el tema no pasa por los nombres sino por un proyecto que cada vez suena más difícil poderlo implementar cuando quedan poco más de dos meses para comenzar la clasificación para el Mundial y ante ocho seleccionados sudamericanos de los cuales a tres de ellos Argentina no pudo ganarles como local, y con público a favor, en esta Copa América.
No parece que estos mismos dirigentes que hunden cada día a la selección argentina en todos los aspectos, futbolístico, comunicacional, organizativo, psicológico, esta vez puedan sostener algo tan distinto, venga quien venga.
Con esta dirigencia, las posibilidades de que pueda desarrollarse un proyecto serio son prácticamente nulas y por lo tanto, únicamente un director técnico con un currículum, una personalidad y un norte claro como para poder avanzar por sí mismo, tal vez consiga ciertos resultados o cierta estructura que se ha perdido en todo este último tiempo.
De lo contrario, aún no está dicha la última palabra y no vaya a ser que, en pleno retroceso, se llegue a 1970, cuando por única vez, hasta hoy, la selección argentina se quedó fuera de un Mundial por no haber pasado la clasificación.
Aún con Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, y con tantos otros cracks, quedarse afuera de un Mundial ya no suena descabellado. De hecho, para 2010 el equipo nacional estuvo a minutos, ante Perú, de quedarse sin nada. ¿Por qué no podría pasar en la próxima?

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