lunes, 25 de julio de 2011

Uruguay, un campeón respaldado por un gran equipo (Yahoo)


La selección uruguaya de fútbol terminó de ganar su decimoquinta Copa América en la final del domingo en el estadio Monumental de Buenos Aires al vencer cómodamente a Paraguay por 3-0, pero comenzó a ganarla hace cinco años, cuando comenzó el ciclo de Oscar Washington Tabárez como entrenador y pudo armar lo que termina siendo en este tiempo: un gran equipo.
Los que siguen de cerca el fútbol sudamericano pueden decir con certeza de que no hay casualidad en este logro uruguayo, aún cuando la selección celeste no era la principal candidata al título porque la condición de local de la selección argentina, con el mejor jugador del mundo en su equipo, Lionel Messi, la colocaba como amplia favorita, además de participar originalmente en un grupo accesible.
Todo lo contrario ocurría con el equipo celeste, que tenía en su grupo nada menos que a un conjunto chileno que venía en ascenso, a Perú, que resultó una de las sorpresas del torneo, y a un debilitado equipo mexicano, y no le ha sido tan fácil clasificarse y el hecho de terminar en el segundo lugar determinó que le tocara como rival nada menos que Argentina, el seleccionado local.
Y ese, justamente, resultó ser el partido bisagra para Uruguay. Porque si bien su plantel y su entrenador Tabárez están siempre preparados para los grandes desafíos, el clásico del Río de la Plata llegaba demasiado pronto en la ciudad de Santa Fe, por los cuartos de final, y porque la selección argentina llegaba recuperada anímicamente de lo que había sido un inesperado mal comienzo, y los jugadores repetían que ahora, en la fase final, comenzaba “una nueva Copa”.
El partido con Argentina fue clave. Tanto por el muy tempranero gol de Diego Pérez, que generó nervios en el local, aunque consiguió empatar relativamente pronto, y especialmente, pudo soportar más de media hora con un jugador de menos, por la expulsión del propio Pérez en el primer tiempo. Allí, en el descanso, jugó un rol fundamental Tabárez, haciendo relucir su gran experiencia y sus grandes dotes para transmitir motivación y parar un equipo en la cancha.
Los celestes se hicieron fuertes atrás con una sólida actuación de su arquero Fernando Muslera y de un defensor de gran categoría como Diego Lugano, y en el ataque pesaron tanto Diego Forlán, jugando de asistente, y Luis Suárez, más adelantado, bien respaldados por los volantes.
El haber soportado los treinta minutos de alargue y haber ganado por penales y eliminado al equipo argentino, colocó a Uruguay definitivamente entre los candidatos, y los triunfos ante Perú en semifinales y Paraguay en la final ratifican el gran momento que vive la selección uruguaya y el fútbol de ese país en general, luego de dos décadas en el ostracismo.
No es casual que Uruguay funcione bien en su equipo sub-17, finalista del Mundial ante México, en el sub-20, entre los dos mejores en el sudamericano, y clasificado para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que la selección absoluta haya sido la mejor clasificada de todas las sudamericanas en el Mundial 2010 con un excelente cuarto puesto (cuando no estuvo lejos de llegar a la gran final porque el dominio ante Holanda en el final del partido semifinal fue tremendo, pero no pudo convertir) y que Peñarol haya llegado a una final de la Copa Libertadores 2011 ante Santos de Brasil, luego de dos décadas de no figurar ningún equipo uruguayo en los primeros planos.
Es la consecuencia de una dirigencia que, por fin, decidió apostar por un proyecto coherente, con una misma forma de jugar en todas las categorías, en acercar el equipo al público, sin estrellatos, con humildad y con una gran simpatía a la hora de expresarse, y generando una gran identificación de muchos de los jugadores con los aficionados, como cuando minutos después de haber ganado la Copa América, emocionado, Diego Forlán recordaba que anteriormente, tanto su abuelo como su padre también lo habían ganado y eso había generado en él alguna presión por llegar a emularlos.
Tabárez parece ser el entrenador ideal para cambiar el chip de las dos últimas décadas. Aún cuando desde la prensa y muchos aficionados se presionó para que convocara al delantero Santiago Silva, de gran éxito en Vélez Sársfield, se mantuvo en su postura de insistir con sus cuatro delanteros de siempre: Forlán, Suárez, Edinson Cavani y el veterano Sebastián Abreu, porque llevaban años construyendo un grupo y sentía que la capacidad técnica y el aporte que ellos podían dar al vestuario eran fundamentales.
No se trataba de negar la capacidad de Silva o de convocarlo y sumarlo a los otros cuatro, como tampoco sucedió en el Mundial de Sudáfrica, sino entender que el fútbol es un juego de equipo y que deben jugar los mejores y que tampoco se puede cambiar el equilibrio de líneas, como sucedió con la selección argentina, en la que su entrenador Sergio Batista convocó muchos delanteros de juego parecido y muy pocos distribuidores de juego.
En cambio, Tabárez se quedó sin Cavani desde muy pronto de comenzada la Copa América y tuvo que arreglarse con un sistema distinto al que jugó su equipo en el Mundial. Del 4-3-3 de Sudáfrica tuvo que jugar con un 4-4-2, con Forlán y Suárez en el ataque, pero ante Paraguay, en la final, y aún ganando por 2-0, en vez de colocar a un defensor o un volante de marca, prefirió quitar a uno de sus volantes externos, Alvaro Pereira, para colocar allí al recuperado Cavani para regresar, aunque fuera por unos pocos minutos, al 4-3-3 del principio, algo así como “volver a nuestro juego”. No sólo mantuvo el resultado, sino que en el final lo amplió a 3-0 con un maravilloso contraataque que surgió de Cavani, siguió con la habilitación de cabeza de Suárez, y la gran definición de Forlán.
Tampoco Forlán pareció preocuparse de haber estado un año sin marcar goles con la camiseta celeste. Supo que con la lesión de Cavani, tenía que jugar para Suárez y para los volantes, y lo hizo sin problemas. También perdió algunos goles y siguió igual, pero apareció en la final, en el momento que tenía que aparecer y en el que suelen aparecer los cracks como él.
Por todas estas cosas, Uruguay es el mejor equipo de América, un justo campeón, y tendrá la posibilidad de seguir creciendo en las eliminatorias para el próximo Mundial y en la Copa Confederaciones 2013, en la élite del fútbol.
Nada de esto es casual.

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