No hay ninguna casualidad en el fútbol argentino
actual. De hecho, nunca creímos en las “casualidades” sino en las “causalidades”.
Y que las escuchas que comprometen al controvertido presidente de Boca Juniors,
Daniel Angelici, sugiriendo y pidiendo favores arbitrales, haya aparecido justo
en días previos a la definición del conflicto de la AFA, no tiene absolutamente
nada azaroso.
No es casualidad que estas escuchas hayan aparecido
en el grupo mediático en el que se desempeña su máximo opositor en la
dirigencia actual, Marcelo Tinelli, y que haya sido repetido y ampliado en otra
emisora radial vinculada a otro candidato del establishment.
Angelici, con su “pase” y su viraje de las últimas
semanas, en forma definitiva, al grupo grondonista-moyanista que sostiene la
candidatura de Claudio “Chiqui” Tapia a la presidencia de la AFA, no sólo fue
determinante en las relaciones de poder futboleras sino que arrastró a los
presidentes de Racing Club y Huracán, por lo que aquél bloque de “clubes
grandes” se redujo a uno de “algunos grandes “ y una vasta clase media, que ya
no es lo mismo, y que ya no garantizan tan fácilmente el triunfo ni con la
modificación del Estatuto que se logró arreglar ayer antes de votar el 16 de
marzo (claro, siempre que la FIFA apruebe el cronograma, menudo detalle).
Citado esto, tampoco puede decirse que estas
llamadas de Angelici sean sorpresa para nadie y sólo siguen degradando al
fútbol argentino y a su casi nula credibilidad previa al conocimiento de estas
escuchas tan oportunas.
En 1998, cuando Javier Castrilli dejó el arbitraje,
tras el Mundial de Francia, sostuvo en una durísima entrevista a un medio
gráfico muy poderoso que se iba porque ya no podía soportar todo lo que ocurría
alrededor del medio, y citó el caso de un referí argentino que le tocó dirigir
en un torneo sudamericano juvenil y que en la última fecha de la fase de grupos
dio más minutos de tiempo adicional en un Brasil-Uruguay y como los celestes
consiguieron un gol in extremis, dejaron afuera de las finales a su adversario.
Castrilli recordó entonces que el titular del
Colegio de Arbitros, Jorge Romo, el amigo de Julio Grondona, quien realmente
mandaba el departamento por teléfono, citó a este árbitro “impertinente”, al
que reprendió al decirle que no se podía dejar afuera así como así a Brasil y
que había que dirigir “con inteligencia”. Este árbitro había llevado un grabadorcito
en su bolsillo.
Desde tiempos lejanos ya, en la AFA y en Sudamérica
toda, los árbitros tienen bien en claro el concepto de “dirigir con
inteligencia” y ya se conocían otras escuchas de mediados de 2015 (también en
camino al escándalo de 38-38) en las que se habla de beneficios para Boca con
el arbitraje del paraguayo Carlos Amarilla en la Copa Libertadores de 2013 en
el partido ante Corinthians en la Bombonera.
¿O no le dijo el propio Grondona a un desencajado
Daniel Passarella, cuando éste lo fue a increpar a la AFA tras una derrota de
River en el clásico de la Bombonera que “ya no cuentes con mi ayuda”? ¿Ayuda
para qué? ¿Para salvar a River del descenso al nacional B? ¿no fueron dos
personas importantes de River a la estación de servicio de Grondona a hacer las
paces cuando se iniciaba el torneo de ascenso? ¿No hubo tiempos en los que a
Arsenal, el club de Grondona, lo dirigían casi siempre los mismos árbitros y
jueces de línea? ¿No llamó Grondona, como se desprende de las escuchas de 2015,
para pedir por Estudiantes de San Luis, “el único club que me importa”?.
En un fútbol medianamente civilizado, con algo de
decoro, deberíamos esperar renuncias inmediatas, de Fernando Mitjans, un
dirigente con mucha reputación (que ha tenido casos jurídicos trascendentes a
nivel FIFA), pero que aquí muestra un nivel de complicidad intolerable y sin
retorno, una grave sanción para Angelici, y para Segura, la imposibilidad de
regresar al fútbol como dirigente, al margen de todas las manchas que ya
arrastraba de su gestión como sucesor de Grondona y hasta de vicepresidente de
la AFA en tiempos del grondonato.
Todo el fútbol argentino está bajo sospecha. Lo
estuvo siempre en los últimos años, pero cada escucha (más allá de los
intereses políticos puntuales) y cada frase de sus involucrados, no hacen más
que seguir hundiéndolo, hasta que la gente,
harta ya de estar harta, como diría el gran Joan Manuel Serrat, lo deje
todo y se dedique a ver cómo juegan los chicos en los parques, o se vuelque definitivamente
al fútbol europeo, al tenis o a la NBA.
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