Ahora los medios anuncian pomposamente que el fútbol
argentino está por volver a jugarse, algo que se podrá concretar en los
próximos días, en forma espasmódica como sucede con casi todo lo que rodea al
ámbito tan particular de la pelota, pero si hay algo seguro, es que la rosca
política es la misma.
De hecho, si hilamos fino, el acuerdo final entre
los dos sectores que están en pugna al menos desde hace un año
(grondonismo-moyanismo vs tinellismo-supuestos renovadores) ya se había
producido en junio de 2016, cuando otros actores, aunque parecidos, salieron
casi abrazados de una reunión en la que tenían todo acordado con Turner-AFA TV
y un llamado providencial desde muy arriba, abortó la operación.
¿En qué consistía aquel acuerdo entre Hugo Moyano y
Marcelo Tinelli? En que el sector del primero se quedaba con una AFA vaciada
(selección argentina+Ascenso) y el del segundo, con una Superliga que siempre
fue la exigencia del Gobierno de Mauricio Macri (para implementar la ventanita
del reglamento en la que se permite la llegada de las sociedades anónimas).
¿Por qué ese acuerdo no llegó a buen puerto? Porque
en aquel tiempo, Macri no veía con buenos ojos a ninguno de los dos candidatos.
Y no por lo mismo. El problema nunca fue Tinelli, sino quienes lo rodean desde
más cerca: Matías Lammens y Rodolfo D’Onofrio, presidentes de San Lorenzo y
River, y que para nada han tenido malas gestiones, son justamente los que de
manera más entusiasta han rechazado la llegada de las SA al fútbol. Y Moyano
siempre pareció ingobernable y en aquel tiempo, muy opuesto a Daniel Angelici,
delfín del presidente argentino en Boca Juniors.
De hecho, al día siguiente,
Moyano decidió un duro paro de camioneros que se pareció mucho más a una respuesta
a lo sucedido con el fútbol, pero dentro de la política nacional.
Pero las cosas fueron cambiando. Tanto Tinelli como
Moyano se fueron adaptando a la situación (los dos fueron recibidos en la
Rosada) y en especial a que, aunque los dirigentes tradicionalistas no lo
quieren aceptar en público, tuvieron que ceñirse todos (como este blog lo viene
diciendo) a las sugerencias de la FIFA en cuanto a cronograma y cambio de
estatuto, y al Gobierno nacional.
Es que al fin y al cabo, esta es una intervención sui generis, o como le gusta decir a los miembros de la Comisión, se trata de una entidad creada a fin de regularizar a la AFA, y volver a llamar a elecciones antes del 30 de junio de 2017.
Es que al fin y al cabo, esta es una intervención sui generis, o como le gusta decir a los miembros de la Comisión, se trata de una entidad creada a fin de regularizar a la AFA, y volver a llamar a elecciones antes del 30 de junio de 2017.
Este blog recuerda también la enorme cantidad de
veces que los dirigentes dijeron en los medios (que se hicieron rápido eco) que
habría elecciones “mucho antes” del 30 de junio y en algunas ocasiones, que la
Comisión Normacrizadora “no llegaría” a 2017.
Sin embargo, nos acercamos a marzo…y la Comisión
sigue, y el fútbol aún no ha regresado con dos meses y pico de receso, que
podrían ser tres, y en medio de un torneo.
¿Qué es lo que ahora llevó al arreglo que antes no
se lograba? Por un lado, que el proyecto del Gobierno tuvo éxito y que los
clubes se fueron ahogando con necesidades básicas de dinero que no llegaba por
falta de competencias y porque la Casa Rosada no aflojó con el desopilante
pedido de los 880 millones de pesos desde el fútbol, que cometió el error en
junio de presentar un documento por el que solicitaba rescindir el contrato de
Fútbol Para Todos: algo así como dar por cazado al oso antes de dispararle.
Entonces, los 880 millones fueron bajando en las
pretensiones y cuando todos iban a aceptar los 350 millones desde arriba más
180 de los canales de TV y el main sponsor (Axion Energy), hubo otra cláusula:
que se solucionara el problema de la TV, lo cual significaba terminar con
aquella promesa de campaña electoral acerca de que el Fútbol para Todos
seguiría hasta 2019.
A los clubes no les quedó más remedio que hacerlo,
lo mismo que cambiar el estatuto para poder seguir con el cronograma fijado.
Tras las bravatas de algunos dirigentes de ascenso contra la FIFA, no hubo otra
que aceptar lo impuesto desde Zurich y entonces lo único que quedó fue el
rosqueo de mezclarse en una lista única incluyendo a rivales del otro lado de
la raya como D’Onofrio para el futuro Consejo, y se le dio tres miembros más al
sector de Moyano-Tapia-Angelici, que no salió del lado rival sino sacrificando
tres de los seis votos alternativos que manejaba Gianni Infantino: fútbol de
salón, fútbol femenino, árbitros, etc.
Traduciendo de otra forma: otra vez desafiando a la
FIFA, pero ya en pequeños desafíos y no en los grandes (algo así como “OK; me
ciño a tu estatuto pero te saco parte de los votos alternativos”), rebeldes al
fin, los dirigentes del fútbol acabaron conformando, ya sin su propia voluntad
del todo y jugando con los detalles, una AFA que sigue siendo centralista,
unitaria, poco democrática, producto de roscas, pero que ahora acepta convivir
con una Superliga que acepta las SA.
Los clubes del interior, lejos de agruparse para
reclamar lo suyo, como hicieron en el pasado, especialmente a mediados de los
años ochenta (y que dio lugar a un parche grande como el Nacional B),
terminaron aceptando las migajas por las que el Conurbano bonaerense sigue
teniendo más votos y representatividad pese a que se trata en su mayoría de
clubes con menos cantidad de socios e hinchas que los grandes de las
provincias.
Y en cuanto a los medios, la forma de destrabar la
realidad económica para dar lugar a que el torneo comience lo antes posible, se
siguió aceptando el statu quo por el que los canales abiertos privados de los
grandes grupos siguen recibiendo el subsidio estatal por el cual, con un muy bajo
porcentaje del total del FPT se quedan con la torta grande y el Estado bobo con
el resto, mientras que desde agosto se deja de lado un derecho social como el
FPT pero no sólo eso: ahora los oferentes van por lo que queda, acabar con el
acceso a los grandes acontecimientos por TV mediante la anulación de la ley “de
interés público”.
Es decir que si ya tenemos un torneo (por la mitad,
aunque paralizado por ahora) con un irregular subsidio del Estado a los canales
privados, ya desde agosto será el fin del FPT y el reinicio de los años 90 con
el fútbol privado y el Pay Per View. Vuelven los bares, los cafés y la paga
para ver fútbol.
De esta forma, el Gobierno va ganando en cada una de
sus batallas futboleras: que regrese el
torneo y vuelva la tapadera social, que las SA ingresen por la ventana de la
Superliga, se acercó a Tapia-Moyano y ya no interesa tanto lo que ocurra en una
AFA vaciada, pone la excusa de que se ahorra el gasto del FTP y aún queda la
última jugada, la de buscar aire para que Angelici (quemado con las escuchas) u
otro amigo se hagan cargo de la entidad que funcionará en Puerto Madero para
los clubes de Primera, si bien ya Tinelli es mucho más potable que antes, una
vez que hizo las paces en Olivos.
Si para Macri todo esto cierra mucho, luego viene el
otro frente. Porque los candidatos deben pasar por el examen del Comité Etico
de la FIFA, y porque habrá que ver si ésta acepta, así como así, que un
estatuto madre que quiere imponer en todo el mundo, en la Argentina haya
aceptado rebajar la cantidad de votos del fútbol alternativo (salón, femenino,
DT, árbitros, ex jugadores) en función de la rosca.
¿Qué hará Zurich? ¿Aceptará este nuevo engendro made
in Argentina para sellar la paz y terminar con todo y que se las arreglen los
dirigentes locales?
Hay demasiadas cosas en juego aún. Lo seguro es que
aunque el fútbol pueda volver, más tarde o más temprano, la rosca sigue
intacta.
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