jueves, 16 de febrero de 2017

Manda la FIFA, aunque las roscas quieran mojarle la oreja



Y sucedió lo que era de imaginarse desde el sentido común: aquella rosca que comenzó en junio de 2016 entre los moyanistas y los tinellistas para repartirse la AFA y la Superliga, ahora representados por Claudio “Chiqui” Tapia y la gente ligada al showman televisivo, chocó contra el muro de la FIFA, que no aceptó las condiciones del nuevo estatuto.

Era absolutamente lógico. Desde el fútbol argentino se lleva meses con bravatas y mojaduras de oreja a Zurich con ánimo rebelde sin ninguna base jurídica ni organizacional acerca de que se puede hacer lo que se quiere desde una federación nacional hacia la casa madre del fútbol mundial. Un absurdo por donde se lo mirara.

Eso fue lo que desde aquí se advirtió apenas dos días atrás (ver especialmente los últimos tres párrafos en http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.ar/2017/02/el-futbol-puede-volver-pero-la-rosca-es.html) porque desde Buenos Aires se cree, con una total falta de realidad, que en Zurich no se conoce lo que pasa en la AFA, y es todo lo contrario.

En la última reunión, se había pactado entre los dos sectores en pugna desde hace un año que se reemplazaría parte del llamado “Grupo de Interés” por tres integrantes más del sector moyanista, como para que todos estuvieran contentos porque de todos modos, el reparto político estaba listo (de ahí que de repente, Rodolfo D’Onofrio aparecía como parte del nuevo Consejo Directivo de Tapia, siendo del sector contrario desde el origen del conflicto).

La idea era (y sigue siendo), AFA para Tapia, Superliga para Tinelli (si bien hay un atisbo de esperanza del moyanismo para que a último momento, Daniel Angelici u otro candidato, le birle esta posibilidad), pero lo importante para el estatuto era sacarse de encima a los votantes molestos, independientes, y propuestos por la FIFA, que desde hace meses a través de su veedor ítalo-suizo Primo Corvaro había informado de un estatuto vetusto, unitario y antidemocrático.

Pero que la AFA tuviera estas características no le interesaba a nadie, ni a un sector ni al otro y lo peor, ni siquiera a la mayoría de los dirigentes de las provincias, quienes se conforman con las migajas del reparto de algunos puestos del Nacional B, Federal A y Ligas del Interior.

Por eso, la rosca siempre fue por cargos y por el reparto del poder y jamás pensando en mejorar las estructuras de la AFA y entonces, así como en junio de 2016, a horas de la final de la Copa América Extra de los Estados Unidos, una anterior mojadura de oreja que involucró a la jueza María Servini molestó sobremanera al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y todo tuvo que ir para atrás y se retiró la candidatura in extremis de Damián Dupiellet (que pasó casi al anonimato desde aquella exposición sin sentido), ahora se volvió a creer que con amenazas como la de votar con el viejo estatuto o con roscas de repartos de cargo, Zurich se tragaría el sapo.

Por el contrario. Aunque cueste entenderlo desde los dirigentes del fútbol argentino, la FIFA intenta que en todas las federaciones haya un estatuto no sólo renovado sino que responda a cuestiones elementales de representatividad y la AFA, desde hace ya muchísimos años, se transformó en una entidad presidencialista y en la que todo se resuelve desde arriba, o a lo sumo, en una mesa y muy pocas sillas.

De hecho, la gran mayoría de los dirigentes miró primero de reojo a Corvaro cuando éste comenzó a plantear que hace falta que en el nuevo estatuto, voten los árbitros, el fútbol sala, el fútbol femenino, los directores técnicos o los jugadores. 

Los dirigentes no están acostumbrados a esto sino a mandar ellos mismos. A llamar para tachar árbitros o para pedir ayuda en los partidos claves, o para acordar colgar a los jugadores que pelean por salarios mejores o que todo el plantel cobre al día, o para aquel “díscolo” que ose pretender quedar en libertad de acción.

Por eso, esta decisión de la FIFA de devolver el estatuto acordado en una rosca es un gran golpe de autoridad de Infantino y una señal de que si los dirigentes del fútbol argentino desean que vuelva pronto el torneo, no tendrán otra opción, por fin, que amoldarse a lo que Zurich determine y por eso ahora todos cierran filas para que se vote tal cual lo que dice la casa mayor del fútbol mundial en la Asamblea del 24 de febrero.

No los une el amor, sino el espanto. Y por eso, también ahora van entendiendo que para votar un nuevo presidente, deberán pasar 45 días como mínimo desde que se convoque, es decir que no antes del 10 de abril, lo cual se acerca muchísimo a aquello que dijo Corvaro en día que se presentó el Comité de Regularización en la AFA: que el plazo de entrega del poder es el 30 de junio de 2017.

Y aunque tantas veces los dirigentes anunciaron que todo se adelantaría mucho, ya vemos que todo fue como se dijo desde el inicio, como tantas veces se reiteró en este blog.

El fútbol argentino va terminando de entender que por una vez, un poder más fuerte le marcó la cancha, y si ese poder existe es justamente por los desaguisados de los dirigentes locales, que derivaron en esta rara intervención.

Habrá que ver ahora, desde el punto de vista de las demás consecuencias, cómo deriva este rechazo del estatuto propuesto en cuanto a la apertura de sobres con la oferta por los derechos de TV y demás temas pendientes.


Y aún cabe preguntarse si aunque el lunes próximo se pueda consensuar el estatuto definitivo, no será que la FIFA tampoco acepte a algún candidato de la lista de “falsa unidad” para gobernar la AFA, porque hay que recordar que cada dirigente debe pasar ahora por el Comité de Etica, que analizará su curriculum.

Está claro dónde está el poder del fútbol, mucho más allá de roscas ocasionales por el poder.


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