Son días de escuchas. Las hay en política y las hay
en el fútbol, dos de los temas que agrietan a los argentinos. Y ambas,
difundidas, no casualmente, por un gran grupo mediático, con el timming justo.
En el ojo de la tormenta futbolera, el presidente de
Boca Juniors y tal vez uno de los tres hombres más poderosos del país, Daniel
Angelici, y el titular del Tribunal de Disciplina desde hace 10 años, y con 22
en la AFA, el escribano Fernando Mitjans, también en FIFA hace una década.
Estas escuchas, que involucran a ambos y los coloca
en una situación sin salida en cualquier país normal de este planeta,
desentrañan un mundo más que conocido por los futboleros argentinos, que en muy
buena parte se rasgan las vestiduras y piden renuncias, pero que suelen sentenciar
que “hay que tener presencia” en la casa mayor del fútbol.
En tiempos de Javier Cantero como presidente de
Independiente, uno de los escasísimos dirigentes que enfrentó a las barras
bravas y al sistema, del que se fue asqueado, muchos socios e hinchas le solían
reclamar que todo estaba muy bonito pero que no debía olvidar la premisa
básica: que hay que tener presencia en la AFA.
Todos lo saben: Mitjans no es el único dirigente
(aunque esté ligado a Boca Juniors y sea el presidente y haya quedado pegado a
las escuchas) estrechamente vinculado a un club. Todo lo contrario. La mayoría
lo está y por caso, José Luis Ballesteros, de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, no sólo se identifica con River Plate sino que ve los partidos del Monumental
en el palco de Rodolfo Cuiña, dirigente millonario y dueño de la firma de
electrodomésticos Rodó.
No sólo los miembros del Tribunal de Disciplina
están identificados con los clubes, sino que los dirigentes se fueron
acostumbrando a tachar árbitros para los partidos y a sugerir otros. Durante
los tiempos de Jorge Romo en el Colegio de Arbitros (con el sólo hecho de ser
amigo de Don Julio, quien lo manejaba hasta por teléfono), había una tabla con
los partidos de cada fin de semana y a qué equipos no podían dirigir
determinados referís.
En una oportunidad, Javier Castrilli tenía tantas
tachaduras y al ser árbitro internacional e impedido de dirigir partidos de
menor calor, quedaba fuera de la fecha y entonces al mandamás del fútbol se le
ocurrió pedirle a su amigo brasileño Ricardo Texeira de la CBF, que enviara una
invitación al “sheriff” para que fuera a dirigir al Brasil. Esa fue la excusa
perfecta para no convocarlo en el torneo argentino, y a los pocos días, con
todo ya armado, la CBF envió un aviso de que ya no lo necesitaba porque había
solucionado sus problemas con jueces locales.
¿El problema es sólo de los dirigentes o estos
provienen de la misma sociedad que pide “presencia” en la AFA para que sus
clubes no sean propasados por otros, más rápidos o más vivos a la hora de las
decisiones en la calle Viamonte?
El fútbol se fue convirtiendo en algo demasiado
dramático, espurio y poco serio como para creerle algo y desde hace mucho
tiempo.
En las últimas horas, la contadora Alicia López, que
había formado parte de la Comisión veedora que encabezó la jueza María Servini para
investigar el uso de los fondos de la AFA durante el programa “Fútbol Para
Todos”, y que ahora es la directora del Departamento de Cumplimientos y Normas
de la AFA (ese departamento parece una cargada al sentido común), solicitó
investigar los últimos cinco años del Tribunal de Disciplina y sus fallos, y la
declaración jurada de bienes de sus miembros.
Si no es el presidente del Comité de Regularización
que preside Armando Pérez, fue sólo porque el actual estatuto de la FIFA no
permite que uno de sus miembros tenga otra función ejecutiva paralelamente, y Mitjans
es el vicepresidente del Comité de Apelaciones. Pero de haberlo sido, hoy el
escribano Mitjans debería investigarse a sí mismo….así son las cosas en el
fútbol argentino.
Tanto es así, que hasta que se escribían estas
líneas, Mitjans seguía en su cargo, y Angelici no sólo no había renunciado al
suyo, sino que como casi siempre que se encuentra en medio de algún conflicto,
se alejó del epicentro hasta nuevo aviso y antes de hacerlo, dijo que no se
arrepentía de nada, que lo volvería a hacer y que hizo lo que consideró “mejor”
para su club, sin sonrojarse.
Y lo peor es que en el ambiente del fútbol
argentino, la gran mayoría cree que hizo lo correcto y que, total, en tiempos
de Grondona todo el mundo lo hacía.
Pero no es sólo cosa de los dirigentes. Creer eso
sería engañarse. Estos dirigentes son parte de la sociedad que les reclama “presencia”
en la AFA. Pues Angelici estuvo presente.
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