El gol de Álvaro Morata que dio un vuelco total al
partido en el estadio de La Cerámica y con el 2-3 final al Villarreal, volvió a
colocar al Real Madrid en la punta de la tabla de posiciones de la Liga
Española, con un partido menos, aunque a un punto de distancia del Barcelona y
a dos del Sevilla, en lo que puede ser una tremenda definición de la temporada,
con catorce jornadas por disputarse.
Esta, la 24, fue sin dudas una jornada especial para
los tres primeros del torneo, porque todos jugaban sus partidos fuera de casa y
ante rivales muy complicados, y el criterio lógico era que algunos (o todos)
perderían puntos en el camino, y sin embargo, ninguno los perdió aunque los
tres hayan sufrido mucho y hayan estado muy cerca de perderlos.
En el caso del Sevilla, tuvo una mala primera parte
en el clásico andaluz del Benito Villamarín ante un débil Betis, con pocos
recursos, y al que acabó imponiéndose por mayor capacidad individual y
colectiva en la segunda parte, cuando se metió en campo rival y conservó el
balón, pero estuvo en desventaja durante varios minutos.
Por el lado del Barcelona, si bien le sienta bien el
estadio Vicente Calderón, donde jugará la final de la Copa del Rey el próximo
27 de mayo ante el Alavés, y donde ha vencido en seis de los últimos siete
partidos oficiales de Liga al Atlético Madrid, esta vez fue casi sobre la hora
misma de finalización y otra vez gracias a su máxima estrella, Lionel Messi,
aunque sin sobrarle nada y sin dejar una buena imagen colectiva.
Desde hace ya tiempo que el juego del Barça se ha
ido desdibujando y sorprendió que tras el muy mal partido de la jornada
anterior ante el Leganés, que acabó ganando de penalti y también sobre el
final, ahora haya salido con un planteo de aguantar los embates locales del
equipo de Diego Simeone, y para ello, el entrenador Luis Enrique Martínez
dispuso de una primera línea de tres defensores, y luego una segunda con Sergi
Roberto, Sergi Busquets y Rafinha, dejando apenas para el ataque a un Andrés
Iniesta al que aún le queda tiempo para ponerse bien físicamente, y el clásico
Tridente sudamericano.
Muy poco para un Barcelona acostumbrado a tener el
balón, a monopolizarlo y a no sufrir el dominio rival y menos contra un
Atlético que gusta más del espacio para los contragolpes y que sin embargo en
este caso no sólo dominó ampliamente el partido con la pelota, posicionalmente
y también psicológicamente, pero no lo pudo definir.
Con un empate que lo favorecía por el trámite
negativo de las acciones, el Barcelona fue saliendo en la segunda parte, logró
ponerse en ventaja a través de un balón en el área que encontró Rafinha, y ya
sobre el final Messi pudo encontrar otro y ganar el partido, pero este
Barcelona sigue sin transmitir esas sensaciones de belleza que inspiraba en un
pasado no tan remoto.
Acaso los dos triunfos, logrados con mucho trabajo y
sin nada de brillantez, puedan ir irradiando de optimismo a una plantilla que
atraviesa horas bajas en el juego y que sabe que el 8 de marzo, en el Camp Nou,
se juega una importante parte de la temporada ante el PSG por la Champions
League y que remontar el 4-0 de la ida en París suena casi a una quimera.
Para el Atlético Madrid, esta derrota suena a
despedida de la Liga y sumado a que tampoco juega ya la Copa del Rey, deberá apostar
todo a la Champions (donde quedó muy bien posicionado para clasificarse a los
cuartos de final tras su goleada al Bayer en Leverkussen) y su cuarto puesto
para acceder nuevamente al torneo en la temporada que viene, ante la cercanía
de un punto de la Real Sociedad y los seis del Villarreal.
Lo del “submarino amarillo” es muy engañoso porque
si acabó perdiendo su partido ante Real Madrid 2-3 fue simplemente por un quedo
en el final, un penalti sumamente dudoso para los blancos por una mano de Bruno
Soriano que creemos casual y que generó el 2-2 parcial de Cristiano Ronaldo,
y el error de haberle cedido el balón y
el campo a uno de los equipos más poderosos del planeta, con infinidad de
variantes.
De todos modos, si el Barcelona no engaña con dos
éxitos consecutivos jugando muy mal, tampoco el Villarreal nos nubla la vista
con un par de derrotas, tanto en Liga como en la Europa League, porque la primera
parte ante el Madrid ha sido de un altísimo nivel, y pocos equipos se han
paseado tanto ante los blancos.
Incluso, cuando el Villarreal estaba 2-0 arriba en
el marcador, pudo sacar mayor distancia aunque luego, el entrenador del Real
Madrid, Zinedine Zidane, arriesgó absolutamente con los cambios, en especial el
de Isco por Casemiro, lanzó a fondo al ataque a sus dos laterales (Carvajal y
Marcelo), paró la zaga central casi en el círculo central, y arremetió contra
el local hasta torcer el destino.
Se trata, entonces, de un torneo ciclotímico, que ha
tenido hasta ahora al Real Madrid con mayor continuidad, aunque nada garantiza
que el partido que debe lo vaya a terminar ganando porque debe enfrentar a un
duro Celta que ya lo eliminó de la Copa del Rey.
Allí atrás asoman el Sevilla, también con un alto
nivel, y un Barcelona que sigue siendo un acertijo, pero que cuenta con un
ataque capaz de cualquier hazaña.
Aún hay Liga, entonces, en España.
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