Este Superclásico no era lo mismo para River Plate
que para Boca Juniors. Los de Guillermo Barros Schelotto se jugaban mucho menos
que los de Marcelo Gallardo, que necesitaban como el agua de un triunfo para
lavar las penas tras la durísima eliminación de la Copa Libertadores de
entresemana ante Lanús.
Era claramente un partido en el que un Boca puntero,
invicto, con puntaje ideal y una gran capacidad de gol, debía salir a esperar
el momento justo para noquear, aunque también parecía evidente que River
saldría desde el inicio a imponer condiciones y redimirse ante su público.
Sin embargo, el partido resultó parejo. Tras un
inicio incierto, con la pelota revoleada de un lado al otro y muchas faltas y
juego fuerte, River siempre fue más prolijo con la pelota, la tuvo mucho más,
acaso también porque su esquema así se lo permite, desde que Gallardo optó por
jugar con cuatro volantes y hasta un quinto (Gonzalo “Pity” Martínez) con más
desenvoltura para acercarse al único delantero, Ignacio Scocco, hasta las
cercanías del arco rival.
Boca siguió siendo el mismo de siempre en este
tiempo, aunque ante un rival superior a los demás de este torneo y en un
estadio con un clima muy adverso. Es decir, un equipo que no tiene una clara
idea de juego, y que, en cambio, sabe que arriba sus delanteros pueden definir
en cualquier momento y que en el medio hay que meter y le sobra Cardona para
acercarse a los atacantes, al igual que alguna que otra proyección de sus
marcadores de punta, especialmente el colombiano Frank Fabra por la izquierda.
Sin embargo, Boca cedió el protagonismo y prefirió
agruparse desde el medio hacia atrás, aguantar y esperar el momento justo para
pegar. Y éste llegó desde un tiro libre recto al arco para Cardona, que no
había sido demasiado partícipe del juego pero su gran precisión en los remates
derivó en dos buenos desvíos de Germán Lux al córner.
La tercera fue la vencida
y así Boca consiguió una ventaja que en ese momento no merecía. En ese minuto
fatal para River se fue expulsado Ignacio Fernández y parecía cada vez más
claro que el partido se iba volcando para Boca, en ventaja y con un jugador de
más.
Pese a esto, el gol desequilibró a River. Salvo el
chico Montiel, tres de sus defensores, Lux y Enzo Pérez arrastraban la tarjeta
amarilla y hasta el final del primer tiempo, Pablo Pérez y el uruguayo Nández
se fueron soltando un poco, siempre bien parado Barrios por detrás.
Pero Boca, este Boca puntero y con puntaje ideal, es
un equipo extraño, porque su andar no siempre parece el de la posición que
ocupa y así es que con un jugador menos, River salió a buscar el empate y fue
arrinconando a su rival y en pocos minutos todo pareció equilibrarse cuando
llegó el golazo del empate de Leonardo Ponzio (que paga críticas más orientadas
a su DNI que a su juego) y porque el árbitro Néstor Pitana expulsó
increíblemente a Cardona por una falta que no había cometido, aplicando la ya
tradicional ley argentina futbolística de la compensación.
Sin embargo, la fiesta no le duró mucho a River
porque casi inmediatamente Pablo Pérez puso un gran pase cruzado de izquierda a
derecha a Nández y éste alcanzó a marcar el segundo gol visitante.
A partir de allí, Gallardo hizo cambios desesperados
para empatar el partido, quitando a un central (Maidana) y a un volante mixto (Pérez) para colocar dos
delanteros (Auzqui y Borré) y ya había ingresado De la Cruz. Un equipo
demasiado desequilibrado que se volcó al arco rival pero que rompió el medio y
fue cuando Boca pudo haber matado de contragolpe, y de hecho tuvo dos mano a
mano con tres jugadores contra un solo adversario y medio campo libre, pero no
tuvo la inteligencia (Boca no es precisamente un equipo inteligente, y se nota
en que sus defensores revolean cada pelota, su arquero Rossi se equivocó dos
veces en los saques cortos o saca demasiado largo, Pavón siempre elige mal el
destino final) para sacar una ventaja tranquilizadora para los minutos finales.
En un clásico con muchas polémicas (River reclama
por un gol de Scocco en el que quedan dudas sobre si la pelota había salido por
la línea de fondo pero una vez que vino el centro el juego ya estaba parado,
Boca padeció de la anulación de un contraataque en el que Nández se iba solo al
gol por un offside que no existió), Boca pudo sacar provecho de este difícil
momento de River, y disfruta de las mieles de ver caído a su adversario de toda
la vida y de un gran inicio de temporada, camino a su segundo título argentino
consecutivo, pero no debe engañarse: es mejor que los demás pero esto, en el
fútbol argentino, es ser tuerto en ciudad de ciegos, no mucho más que eso.
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