martes, 21 de noviembre de 2017

Todo pasa, algo queda (www.so-compa.com)




Hasta el cierre de este artículo, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no se había expedido oficialmente acerca de qué medidas va a tomar con la empresa Torneos, que se encarga de la producción de partidos del campeonato de la Superliga y de los de los torneos Nacional B y Primera B Metropolitana, ahora que su propio ex CEO hasta 2015, Alejandro Burzaco, ratificó ante la Corte de Brooklyn que la empresa pagaba millonarias coimas a dirigentes de todo el continente sudamericano para obtener esos derechos de televisión.

Todo sigue como si nada hubiese pasado, como si Burzaco no hubiese declarado ante la Corte en Nueva York como parte del juicio por el FIFA Gate. O, como diría el anillo de Julio Grondona, que con su muerte en julio de 2014 gambeteó la cárcel, Todo Pasa. Y como también lo sostiene el que al menos hasta hace meses usaba el ex secretario general de la Conmebol, José Luis Meiszner, íntimo de Don Julio, Algo Queda.

Jorge Dehlon, funcionario de segunda línea del Fútbol Para Todos, pudo suicidarse al arrojarse a las vías del tren a partir de no soportar que su nombre apareciera en la declaración de Burzaco acerca de que tanto él como el titular del programa estatal que terminó el 31 de diciembre pasado, Pablo Paladino, recibieron 4 millones de dólares en sobornos en 2011 para que Torneos y Competencias volviera a transmitir partidos en la Argentina aprovechando el descenso de River Plate al Nacional B, pero al mismo tiempo, ninguna responsabilidad tuvieron ni el Grupo Clarín, según el lagrimeante confesor, ni los jefes de Gabinete del gobierno anterior, con mucha más responsabilidad política que los señalados en cargos inferiores.

Algo así como que el socio de Torneos y Competencias tantos años en Tele Red Imagen (TRISA) y en Televisión Satelital Codificada (TSC) con el 50 por ciento de las acciones, el que contribuyó para que juntos se quedaran con el monopolio de las imágenes entre 1991 y 2009, comprando canales de TV cable en todo el país para reventar a la competencia a partir de tener el fútbol como bien diferencial, - y que millones de aficionados al fútbol tuvieran que mirarlo desde un bar, la ñata contra el vidrio, o en muchas provincias, no hayan podido ver partidos de la selección nacional de Marcelo Bielsa, porque la imagen llegaba codificada-, no tuvo “nada que ver” con las coimas de toda especie que circularon durante décadas alrededor del fútbol.

Burzaco, -que logró escaparse por segundos de la redada de la policía suiza, a pedido de la Interpol, en la que varios de los más importantes dirigentes de la Conmebol y la Concacaf (Confederación del Norte y Centro América y del Caribe de Fútbol) fueron detenidos,  cuando salió por una puerta lateral del lujoso hotel Bar Au Lac de Zurich el 27 de mayo de 2015 y que luego se entregó desde Bolzano, Italia, al negociar condiciones, y pagar una fianza de 23 millones de dólares para no quedar detenido en los Estados Unidos, - se fue dando cuenta, en la semana que pasó, durante las jornadas del juicio, de cómo iba dándose la situación y entendió que no era necesario contar demasiado.

De hecho, la jueza Pamela Chen, en un momento, llegó a parar la sesión al comentar que más de un miembro del Jurado había cabeceado, a punto de quedarse dormido, y el fiscal Samuel Nitze parece tan interesado en los asuntos del FIFA Gate que no repara en otros como el funcionamiento del fútbol argentino (por ejemplo el hecho de que todo siga como si nada pasara), o no pregunta por los principales dirigentes de la FIFA de la etapa anterior del presidente Joseph Blatter ni del actual, Gianni Infantino.

Entonces, Burzaco apuntó, salvo detalles no menores, claro, a contar gran parte de lo que ya se conocía o se presumía y sin querer queriendo, abrió algunas pequeñas ventanas.

Por ejemplo, que Grondona (según el FIFA-Gate, el “Co-Conspirador número 1”) cobraba parte en efectivo en bolsas o en sobres, y parte en subcuentas disfrazadas en los bancos Julius Bäer y Credit Suisse, que el ex presidente de la AFA y vicepresidente senior de la FIFA era la absoluta voz cantante en el fútbol argentino y prácticamente la del mundo al haber presidido la Comisión de Finanzas de la FIFA, y que era él quien decidía los montos para muchos dirigentes sudamericanos y hasta retenía parte de esos fondos si consideraba que eran “demasiado” para ellos.

Desde ya que también quedó claro un modus operandi con el resto de los dirigentes sudamericanos de la etapa anterior de la Conmebol y de sus federaciones, con escasas excepciones como el chileno Harold Mayne Nichols o el uruguayo Sebastián Bauza, ex presidentes de sus federaciones, que no aceptaron nunca ninguna dádiva.

Burzaco llegó a confesar que en los últimos meses de su vida, Grondona había llegado a cobrar 15 millones de dólares por una “vaquita” hecha por la brasileña Rede Globo, la mexicana Televisa y Torneos y Competencias (TyC) para quedarse de antemano con los derechos de los Mundiales 2026 y 2030, que ni siquiera tienen sede asignada, y que se suma a los derechos que ya había conseguido TyC asociada a Full Play (de los argentinos Hugo y Mariano Jinkis) y a Traffic (del brasileño José Hawilla) para las Copas América 2011, 2015, 2019 y 2023.

Quien llegó a tener un estrecho vínculo con Grondona hasta acompañarlo a congresos y todo tipo de reuniones e incluso asesorarlo en temas económicos y financieros llegó a lagrimear en la sala por una amenaza del ex presidente de la Federación Peruana, Manuel Burga, quien le hacía gestos de cortarle la cabeza, y desde Argentina, Humberto Grondona, el entrenador hijo de Don Julio, llegó a sostener que Burzaco “no puede caminar por el continente americano”. Más claros los códigos en los mensajes, imposible. El sistema de la omertá del fútbol no suele perdonar a los soplones y no parece casualidad que el ex CEO de TyC quiera extender su residencia en los Estados Unidos, aunque será con un GPS adosado para controlar sus movimientos.

Mucho más interesante que de lo que se tomaron muchos de los medios más fuertes de la Argentina, que titularon con que “Cristina aparece en la declaración de Burzaco” cuando era porque simplemente habían bautizado con ese nombre a los sobres de las coimas y no porque la ex presidente estuviera involucrada, es lo que apareció acerca de que Boca Juniors cobraba 200.000 dólares aparte en cada partido transmitido de este equipo en la Copa Libertadores “·por su relevancia como club”, o que Lionel Messi y los jugadores de la selección nacional percibían (¿perciben?) el mismo monto por cada partido amistoso que juegan.

Acaso pueda comenzar a entenderse un poco más el prolongado silencio de los jugadores del equipo nacional, tan reacios a hacer declaraciones a los medios, en tiempos en los que los protagonistas se tapan la boca en el césped hasta para contarse de sus próximos viajes de vacaciones o que simplemente tienen ganas de tomar agua.
Pero eso no es todo. También se pudo saber que el anciano ex presidente de la Conmebol, el paraguayo Nicolás Leoz, tuvo que ser convencido en un baño, en Zurich, en la votación de diciembre de 2010 para decidir las sedes mundialistas para 2018 y 2022, en favor de la finalmente ganadora de este último torneo, Qatar, porque estaba dispuesto a jugarse por Japón.

No parece el único. El ex presidente de la Federación Australiana entre 2003 y 2015, Frank Lowy,  llegó a afirmar que una de sus sorpresas de esa votación ocurrió cuando se enteró de que algunos dirigentes lo habían traicionado, y si bien no sabe si Grondona fue uno de ellos, al menos sí dice tener un papel firmado con la promesa de su voto para que su país fuera sede del Mundial 2022, perdido a manos de Australia.  Otro voto era el del propio ex presidente de la FIFA, Blatter, pero todo se esfumó y al menos todo indica que Don Julio se inclinó por Qatar.

El FIFA-Gate comenzó a partir del, tal vez, único error importante (para sus intereses) de Grondona en su carrera dirigencial en el fútbol, cuando junto con sus socios de negocios y coimas latinoamericanos permitieron que un país sin tradición futbolera ni liga nacional importante como Qatar se impusiera en la votación final para el Mundial 2022 a los Estados Unidos, cuya cabeza institucional era nada menos que el ex presidente Bill Clinton.

Desde ese momento, la promesa de venganza fue eterna y ya para 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres, el FBI y el IRS (Hacienda de los Estados Unidos) habían detectado maniobras fraudulentas de uno de los principales dirigentes del fútbol norteamericano, el estadounidense  ex presidente de la Concacaf entre 1996 y 2013, Chuck Blazer (ya fallecido), y mantuvieron reuniones con él en la capital inglesa, para amenazarlo con que la única forma de conmutar parte de su pena ante la Justicia yanqui era convirtiéndose en topo, con micrófono incorporado, y grabando conversaciones sobre temas de corrupción con sus dirigentes amigos, y así llegó la redada de mayo de 2015 en Zurich, aprovechando un Congreso Extraordinario de FIFA y sabiendo que la gran mayoría se aloja en el Baur Au Lac de Zurich.

Un mes más tarde, durante la Copa América de Chile, el hotel de cinco estrellas en el que iban a alojarse todos los dirigentes sudamericanos permaneció vacío hasta la final, por el pánico de todos de salir de sus países y ser extraditados, al punto de que en la final entre Chile y Argentina, el paraguayo Juan Angel Napout, entonces presidente de la Conmebol e involucrado en los sobornos, tomó un vuelo, llegó al aeropuerto, se dirigió al estadio Nacional, entregó la Copa y volvió a volar a su país de inmediato.

Pero todo sigue igual hasta ahora. Ni  a Torneos le fue rescindido su contrato en la AFA ni en la Conmebol y mucho más que eso, se dio el lujo de influir en el último llamado a licitación de derechos de TV argentina, al señalar con el dedo a qué empresas había que beneficiar (Fox Sports y Turner) con la amenaza de que sólo en ese caso, suspendería su juicio ante la Asociación Argentina de la calle Viamonte por haber roto su contrato en 2009 para suscribir otro con el Estado para el Fútbol Para Todos.

Lo extraño es que apenas un año antes, en 2016, había llegado una muy importante  oferta de una empresa norteamericana, Cárdenas Marketing Network (CMN)  por entonces para la compra de derechos de la Copa Argentina, los torneos Nacional B y Primera B Metropolitana y los amistosos y partidos oficiales de la selección argentina.
La dirigencia de ese momento, con Luis Segura a la cabeza, entonces, corrió a buscar a Torneos para ofrecerle que igualara la oferta y se quedara con esos derechos.

La explicación fue que así se garantizaban la suspensión del juicio por aquello del contrato roto en 2009. Si ya entonces, con esta acción, se habían garantizado que el juicio no prosperara, ¿por qué se volvió a insistir con eso al año siguiente? O en 2016 o en 2017, esa explicación fue falsa y Jaume Roures, el CEO de la española Mediapro, que también había pugnado por esos derechos en 2017, al igual que ESPN, se retiró del país asqueado y diciendo en una entrevista que “en la Argentina, contra Clarín no se puede hacer nada”.

Tampoco parece pasar nada con la dirigencia europea del fútbol, como si la candidatura de Infantino a la FIFA no se hubiese cocinado a fines de 2016 entre la Conmebol y la UEFA, con la familia Villar, íntima amiga de Grondona, como puente, ante la falta de referentes por estar todos involucrados en casos de corrupción y ante la chance, por primera vez, de que les ganara las elecciones un representante de otra cultura, el jeque de Bahrein, Salman Al Khalifa, y se perdieran los negocios. “De aquí no nos vamos sin un candidato que mantenga los negocios”, dijeron. Y así surgió Infantino, entonces secretario general de la UEFA.

Es que el máximo referente europeo, el ex presidente de la Unión Europea de Fútbol (UEFA), Michel Platini, había sido suspendido por la FIFA por haber recibido unos fondos opacos en un extraño acuerdo con Blatter, mientras que la redada había acabado con los sudamericanos y el entonces presidente de la Federación Española, Angel Villar, estaba demasiado acechado por sus opositores como para un nuevo frente y de hecho meses más tarde acabaría pagando una fuerte fianza para no entrar a prisión  y tuvo que dejar su cargo en la RFEF tras 29 años.

También su hijo Gorka, abogado, atravesó la misma situación. Meses antes había tenido que dejar su cargo de secretario general de la Conmebol, un puesto extraño para un español, pero los vínculos entre Villar y Grondona lo podían todo.  En Sudamérica se llegó a decir que Gorka cobraba más por año que varios clubes uruguayos, contra los que estaba muy enfrentado.

Es que todo tiene que ver con todo, pero ni siquiera estos datos modifican de fondo el escenario. El fútbol resiste, con la idea de que Todo Pasa, y siempre Algo Queda.


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