Hasta el cierre de este artículo, la Asociación del
Fútbol Argentino (AFA) no se había expedido oficialmente acerca de qué medidas
va a tomar con la empresa Torneos, que se encarga de la producción de partidos
del campeonato de la Superliga y de los de los torneos Nacional B y Primera B
Metropolitana, ahora que su propio ex CEO hasta 2015, Alejandro Burzaco,
ratificó ante la Corte de Brooklyn que la empresa pagaba millonarias coimas a
dirigentes de todo el continente sudamericano para obtener esos derechos de
televisión.
Todo sigue como si nada hubiese pasado, como si
Burzaco no hubiese declarado ante la Corte en Nueva York como parte del juicio
por el FIFA Gate. O, como diría el anillo de Julio Grondona, que con su muerte
en julio de 2014 gambeteó la cárcel, Todo Pasa. Y como también lo sostiene el
que al menos hasta hace meses usaba el ex secretario general de la Conmebol,
José Luis Meiszner, íntimo de Don Julio, Algo Queda.
Jorge Dehlon, funcionario de segunda línea del
Fútbol Para Todos, pudo suicidarse al arrojarse a las vías del tren a partir de
no soportar que su nombre apareciera en la declaración de Burzaco acerca de que
tanto él como el titular del programa estatal que terminó el 31 de diciembre
pasado, Pablo Paladino, recibieron 4 millones de dólares en sobornos en 2011
para que Torneos y Competencias volviera a transmitir partidos en la Argentina
aprovechando el descenso de River Plate al Nacional B, pero al mismo tiempo,
ninguna responsabilidad tuvieron ni el Grupo Clarín, según el lagrimeante
confesor, ni los jefes de Gabinete del gobierno anterior, con mucha más
responsabilidad política que los señalados en cargos inferiores.
Algo así como que el socio de Torneos y Competencias
tantos años en Tele Red Imagen (TRISA) y en Televisión Satelital Codificada
(TSC) con el 50 por ciento de las acciones, el que contribuyó para que juntos
se quedaran con el monopolio de las imágenes entre 1991 y 2009, comprando
canales de TV cable en todo el país para reventar a la competencia a partir de
tener el fútbol como bien diferencial, - y que millones de aficionados al
fútbol tuvieran que mirarlo desde un bar, la ñata contra el vidrio, o en muchas
provincias, no hayan podido ver partidos de la selección nacional de Marcelo
Bielsa, porque la imagen llegaba codificada-, no tuvo “nada que ver” con las
coimas de toda especie que circularon durante décadas alrededor del fútbol.
Burzaco, -que logró escaparse por segundos de la
redada de la policía suiza, a pedido de la Interpol, en la que varios de los
más importantes dirigentes de la Conmebol y la Concacaf (Confederación del
Norte y Centro América y del Caribe de Fútbol) fueron detenidos, cuando salió por una puerta lateral del lujoso
hotel Bar Au Lac de Zurich el 27 de mayo de 2015 y que luego se entregó desde
Bolzano, Italia, al negociar condiciones, y pagar una fianza de 23 millones de
dólares para no quedar detenido en los Estados Unidos, - se fue dando cuenta,
en la semana que pasó, durante las jornadas del juicio, de cómo iba dándose la
situación y entendió que no era necesario contar demasiado.
De hecho, la jueza Pamela Chen, en un momento, llegó
a parar la sesión al comentar que más de un miembro del Jurado había cabeceado,
a punto de quedarse dormido, y el fiscal Samuel Nitze parece tan interesado en
los asuntos del FIFA Gate que no repara en otros como el funcionamiento del
fútbol argentino (por ejemplo el hecho de que todo siga como si nada pasara), o
no pregunta por los principales dirigentes de la FIFA de la etapa anterior del
presidente Joseph Blatter ni del actual, Gianni Infantino.
Entonces, Burzaco apuntó, salvo detalles no menores,
claro, a contar gran parte de lo que ya se conocía o se presumía y sin querer
queriendo, abrió algunas pequeñas ventanas.
Por ejemplo, que Grondona (según el FIFA-Gate, el
“Co-Conspirador número 1”) cobraba parte en efectivo en bolsas o en sobres, y
parte en subcuentas disfrazadas en los bancos Julius Bäer y Credit Suisse, que
el ex presidente de la AFA y vicepresidente senior de la FIFA era la absoluta
voz cantante en el fútbol argentino y prácticamente la del mundo al haber
presidido la Comisión de Finanzas de la FIFA, y que era él quien decidía los
montos para muchos dirigentes sudamericanos y hasta retenía parte de esos
fondos si consideraba que eran “demasiado” para ellos.
Desde ya que también quedó claro un modus operandi
con el resto de los dirigentes sudamericanos de la etapa anterior de la
Conmebol y de sus federaciones, con escasas excepciones como el chileno Harold
Mayne Nichols o el uruguayo Sebastián Bauza, ex presidentes de sus
federaciones, que no aceptaron nunca ninguna dádiva.
Burzaco llegó a confesar que en los últimos meses de
su vida, Grondona había llegado a cobrar 15 millones de dólares por una
“vaquita” hecha por la brasileña Rede Globo, la mexicana Televisa y Torneos y
Competencias (TyC) para quedarse de antemano con los derechos de los Mundiales
2026 y 2030, que ni siquiera tienen sede asignada, y que se suma a los derechos
que ya había conseguido TyC asociada a Full Play (de los argentinos Hugo y
Mariano Jinkis) y a Traffic (del brasileño José Hawilla) para las Copas América
2011, 2015, 2019 y 2023.
Quien llegó a tener un estrecho vínculo con Grondona
hasta acompañarlo a congresos y todo tipo de reuniones e incluso asesorarlo en
temas económicos y financieros llegó a lagrimear en la sala por una amenaza del
ex presidente de la Federación Peruana, Manuel Burga, quien le hacía gestos de
cortarle la cabeza, y desde Argentina, Humberto Grondona, el entrenador hijo de
Don Julio, llegó a sostener que Burzaco “no puede caminar por el continente
americano”. Más claros los códigos en los mensajes, imposible. El sistema de la
omertá del fútbol no suele perdonar a los soplones y no parece casualidad que
el ex CEO de TyC quiera extender su residencia en los Estados Unidos, aunque
será con un GPS adosado para controlar sus movimientos.
Mucho más interesante que de lo que se tomaron
muchos de los medios más fuertes de la Argentina, que titularon con que
“Cristina aparece en la declaración de Burzaco” cuando era porque simplemente
habían bautizado con ese nombre a los sobres de las coimas y no porque la ex
presidente estuviera involucrada, es lo que apareció acerca de que Boca Juniors
cobraba 200.000 dólares aparte en cada partido transmitido de este equipo en la
Copa Libertadores “·por su relevancia como club”, o que Lionel Messi y los
jugadores de la selección nacional percibían (¿perciben?) el mismo monto por
cada partido amistoso que juegan.
Acaso pueda comenzar a entenderse un poco más el
prolongado silencio de los jugadores del equipo nacional, tan reacios a hacer
declaraciones a los medios, en tiempos en los que los protagonistas se tapan la
boca en el césped hasta para contarse de sus próximos viajes de vacaciones o
que simplemente tienen ganas de tomar agua.
Pero eso no es todo. También se pudo saber que el
anciano ex presidente de la Conmebol, el paraguayo Nicolás Leoz, tuvo que ser
convencido en un baño, en Zurich, en la votación de diciembre de 2010 para
decidir las sedes mundialistas para 2018 y 2022, en favor de la finalmente
ganadora de este último torneo, Qatar, porque estaba dispuesto a jugarse por
Japón.
No parece el único. El ex presidente de la
Federación Australiana entre 2003 y 2015, Frank Lowy, llegó a afirmar que una de sus sorpresas de
esa votación ocurrió cuando se enteró de que algunos dirigentes lo habían
traicionado, y si bien no sabe si Grondona fue uno de ellos, al menos sí dice
tener un papel firmado con la promesa de su voto para que su país fuera sede
del Mundial 2022, perdido a manos de Australia.
Otro voto era el del propio ex presidente de la FIFA, Blatter, pero todo
se esfumó y al menos todo indica que Don Julio se inclinó por Qatar.
El FIFA-Gate comenzó a partir del, tal vez, único
error importante (para sus intereses) de Grondona en su carrera dirigencial en
el fútbol, cuando junto con sus socios de negocios y coimas latinoamericanos
permitieron que un país sin tradición futbolera ni liga nacional importante
como Qatar se impusiera en la votación final para el Mundial 2022 a los Estados
Unidos, cuya cabeza institucional era nada menos que el ex presidente Bill
Clinton.
Desde ese momento, la promesa de venganza fue eterna
y ya para 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres, el FBI y el IRS
(Hacienda de los Estados Unidos) habían detectado maniobras fraudulentas de uno
de los principales dirigentes del fútbol norteamericano, el estadounidense ex presidente de la Concacaf entre 1996 y
2013, Chuck Blazer (ya fallecido), y mantuvieron reuniones con él en la capital
inglesa, para amenazarlo con que la única forma de conmutar parte de su pena ante
la Justicia yanqui era convirtiéndose en topo, con micrófono incorporado, y
grabando conversaciones sobre temas de corrupción con sus dirigentes amigos, y
así llegó la redada de mayo de 2015 en Zurich, aprovechando un Congreso
Extraordinario de FIFA y sabiendo que la gran mayoría se aloja en el Baur Au
Lac de Zurich.
Un mes más tarde, durante la Copa América de Chile, el
hotel de cinco estrellas en el que iban a alojarse todos los dirigentes
sudamericanos permaneció vacío hasta la final, por el pánico de todos de salir
de sus países y ser extraditados, al punto de que en la final entre Chile y
Argentina, el paraguayo Juan Angel Napout, entonces presidente de la Conmebol e
involucrado en los sobornos, tomó un vuelo, llegó al aeropuerto, se dirigió al
estadio Nacional, entregó la Copa y volvió a volar a su país de inmediato.
Pero todo sigue igual hasta ahora. Ni a Torneos le fue rescindido su contrato en la
AFA ni en la Conmebol y mucho más que eso, se dio el lujo de influir en el
último llamado a licitación de derechos de TV argentina, al señalar con el dedo
a qué empresas había que beneficiar (Fox Sports y Turner) con la amenaza de que
sólo en ese caso, suspendería su juicio ante la Asociación Argentina de la
calle Viamonte por haber roto su contrato en 2009 para suscribir otro con el
Estado para el Fútbol Para Todos.
Lo extraño es que apenas un año antes, en 2016,
había llegado una muy importante oferta
de una empresa norteamericana, Cárdenas Marketing Network (CMN) por entonces para la compra de derechos de la
Copa Argentina, los torneos Nacional B y Primera B Metropolitana y los
amistosos y partidos oficiales de la selección argentina.
La dirigencia de ese momento, con Luis Segura a la
cabeza, entonces, corrió a buscar a Torneos para ofrecerle que igualara la
oferta y se quedara con esos derechos.
La explicación fue que así se
garantizaban la suspensión del juicio por aquello del contrato roto en 2009. Si
ya entonces, con esta acción, se habían garantizado que el juicio no
prosperara, ¿por qué se volvió a insistir con eso al año siguiente? O en 2016 o
en 2017, esa explicación fue falsa y Jaume Roures, el CEO de la española
Mediapro, que también había pugnado por esos derechos en 2017, al igual que
ESPN, se retiró del país asqueado y diciendo en una entrevista que “en la
Argentina, contra Clarín no se puede hacer nada”.
Tampoco parece pasar nada con la dirigencia europea del
fútbol, como si la candidatura de Infantino a la FIFA no se hubiese cocinado a
fines de 2016 entre la Conmebol y la UEFA, con la familia Villar, íntima amiga
de Grondona, como puente, ante la falta de referentes por estar todos
involucrados en casos de corrupción y ante la chance, por primera vez, de que
les ganara las elecciones un representante de otra cultura, el jeque de
Bahrein, Salman Al Khalifa, y se perdieran los negocios. “De aquí no nos vamos
sin un candidato que mantenga los negocios”, dijeron. Y así surgió Infantino,
entonces secretario general de la UEFA.
Es que el máximo referente europeo, el ex presidente
de la Unión Europea de Fútbol (UEFA), Michel Platini, había sido suspendido por
la FIFA por haber recibido unos fondos opacos en un extraño acuerdo con
Blatter, mientras que la redada había acabado con los sudamericanos y el
entonces presidente de la Federación Española, Angel Villar, estaba demasiado
acechado por sus opositores como para un nuevo frente y de hecho meses más
tarde acabaría pagando una fuerte fianza para no entrar a prisión y tuvo que dejar su cargo en la RFEF tras 29
años.
También su hijo Gorka, abogado, atravesó la misma
situación. Meses antes había tenido que dejar su cargo de secretario general de
la Conmebol, un puesto extraño para un español, pero los vínculos entre Villar
y Grondona lo podían todo. En Sudamérica
se llegó a decir que Gorka cobraba más por año que varios clubes uruguayos,
contra los que estaba muy enfrentado.
Es que todo tiene que ver con todo, pero ni siquiera
estos datos modifican de fondo el escenario. El fútbol resiste, con la idea de
que Todo Pasa, y siempre Algo Queda.
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