Corrían 29 minutos de la primera parte cuando el
Barcelona, en desventaja, se acercaba cada vez más a la portería del Valencia.
En ese momento, un remate de Lionel Messi que no parecía tan complicado para el
portero Neto, terminó con el balón escapándole a su cuerpo y cuando reaccionó,
ya había traspasado la línea de gol. Era el 0-1 pero ni el árbitro Iglesias
Villanueva ni su asistente Ramos Ferreiro lo alcanzaron a advertir.
Fue muy claro que la pelota había ingresado en su
totalidad en la portería del Valencia pero el gol no fue anotado para el
Barcelona, que acabó empatando 1-1 y esta situación marca una tendencia, porque
la Liga Española tampoco utiliza el Video Asistance Referee (VAR) ni tampoco la
“Goal Technology” para determinar si el balón ingresó o no al arco.
En otras palabras, una Liga como la Española, que
busca por todos los medios ampliar la cantidad de asistentes a los estadios y
el espectro de su venta a distintos países del mundo para lo cual se replantea
horarios de inicio de sus partidos y hasta multas para aquellos clubes que no
tengan un promedio determinado de espectadores, al mismo tiempo no parece
plantearse muy a fondo el uso de la tecnología y permanece anclada en el Siglo
XX para decisiones trascendentes como lo ocurrido en el Valencia-Barcelona.
Cuesta entender que con horarios de inicio que
buscan competir con una Liga tan ordenada y prolija como la Premier League, por
ejemplo en el continente asiático, los arbitrajes sigan basados en un criterio
“artesanal” que sigue basándose en el ojo humano, algo que ya la propia FIFA
viene desechando, para tratar de adoptar la tecnología como ya utilizan casi
todos los deportes que han evolucionado en este tiempo.
Puede argumentarse que el VAR recién está siendo
probado en algunas ligas como la italiana o la alemana, pero distinto es el
caso para determinar si el balón traspasó o no la última línea. Ese no parece
un sistema tan caro ni difícil de implementar, especialmente si se quiere
mostrar un alto nivel como para respaldar un producto al que se denomina “la
mejor liga del mundo” y que provee al actual campeón de Europa y del mundo, el
Real Madrid y cuyos equipos han ganado las cuatro últimas Champions y los tres
últimos Mundiales de Clubes.
Es más, en este tiempo, en la Argentina se acaba de
implementar, para la temporada 2017/18 la llamada “Superliga” que tiene una
neta influencia del presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) español,
Javier Tebas Medrano, quien viaja permanentemente para aconsejar a los
dirigentes sudamericanos todos los aspectos de la organización.
Uno de los aspectos que más se estudian es el de la
cantidad de asistentes a los distintos estadios. Durante esta temporada, por
ejemplo, el Celta de Vigo no pudo llegar a completar el 70 por ciento del
sector de plateas más visibles para la transmisión por TV de los dos primeros
partidos jugados en Balaídos contra Real Sociedad y Alavés, es decir que la
imagen que se transmitió al mundo es que en España los estadios no se llenan.
Pese a esto, si lo analizamos bien, las cifras de
asistentes a esos dos partidos no fueron para nada bajas. Ante la Real Sociedad
asistieron 16.961 espectadores según cifras oficiales, y ante Alavés, 17.384,
que para un club de los llamados “de clase media” de la Liga, es una cifra
aceptable y superior al promedio de asistencia por partido de la temporada
anterior, la 2016/17.
Sin embargo, nada de eso importó a la LFP, que multó
al Celta por no llegar al 70 por ciento de la capacidad de su estadio porque lo
que más interesa es la imagen hacia afuera que el esfuerzo que pueda estar
realizando el club.
Es más, en el caso del Celta, las cifras son
aceptables o posibles de mejora, pero si tomáramos por ejemplo el caso del
recién ascendido Girona, o el Levante o el Leganés, seguramente será complicado
alcanzar una cifra constante que pueda satisfacer los deseos de la LFP por lo
cual, se apunta entonces sólo a aquellas entidades que tienen posibilidades
económicas y en cambio estarán complicadas aquellas que “sólo” reúnan los
requisitos deportivos. Y eso no parece lo más justo porque de lo primero que se
trata el fútbol es de un deporte en el que debería imponerse el mejor equipo y
no necesariamente el más poderoso.
También la LFP debe replantearse la situación de
varios clubes que participan en los principales torneos porque muchos de ellos
han sobrevivido gracias a préstamos estatales que por años no presionaron para
la devolución del dinero, o mejoraron las situaciones económicas en base a
recalificación de terrenos en las zonas en las que están emplazados los
estadios o las ciudades deportivas.
Por todas estas razones, cuando escuchamos o leemos
que la Liga española es “la mejor del mundo” puede llegar a serlo por el
poderío de sus principales equipos, dominadores habituales de las competencias
internacionales, pero le queda muchísimo camino en lo estructural para
parecerse no sólo a la Premier League sino a la Bundesliga.
Sin el uso de tecnología, por ejemplo, la LFP
perderá notoriedad y respeto. De nada vale tener un jugador con cinco Balones
de Oro en sus vitrinas cuando un gol convertido por éste no es convalidado
porque se sigue dependiendo del ojo humano.
Hay muchísimo, entonces, para replantearse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario