Desde hace un tiempo, Neymar se ha convertido en el
tercer jugador en discordia para pugnar por el premio al mejor jugador del
mundo, alternando con quienes han marcado la última década, Lionel Messi y
Cristiano Ronaldo.
En el verano de 2013, cuando Neymar Da Silva Santos
Junior llegó a la Liga Española para incorporarse al Barcelona, esto había sido
la consecuencia de un particular enfrentamiento entre los dos gigantes, el Real
Madrid y el Barcelona, por su fichaje, y si acabaron ganando los catalanes, es
también cierto que las formas de su frustrado paso a los blancos, la salida
desde su Santos inicial y la intervención de su padre, también llamado Neymar,
y las empresas vinculadas, derivaron en la detención del entonces presidente
del club culé, Sandro Rosell y generó un efecto en el resto de la dirigencia.
Su salida final en el verano pasado rumbo al PSG
francés no fue más que su intento por terminar de crecer como jugador y
consolidarse en la élite mundial, ayudado por un hecho insoslayable: es mucho
más joven que sus contrincantes por el podio más importante, debido a que los
capitales qataríes apuntan al Mundial de 2022 y que el brasileño sea la cara de
ese torneo, que por ahora sufre críticas de distinto tipo, desde la explotación
de los obreros extranjeros en la construcción de estadios hasta el tremendo
calor que motivó el cambio de mes en la organización.
Neymar fue seducido en ambos casos. Desde lo
futbolístico, era evidente que Messi tapaba su mayor crecimiento y le iba a
resultar casi imposible, así, ser considerado el mejor. Nadie llega a ser el
número uno si ni siquiera lo es en su equipo. Pero desde lo económico y desde
la imagen, cambiar al PSG le ocasionaba liderazgo, lo potenciaba como candidato
y le garantizaba diversión y posibilidades de pelear por todos los títulos a
partir de un equipo repleto de estrellas de primer nivel.
Así parecía cuando la temporada comenzó y Neymar
descolló inmediatamente para demostrar en muy pocos partidos en el equipo
francés que se trata de un gran crack con muchísima proyección.
Sin embargo, bastó un hecho para comenzar a
desbarrancar aquella ilusión inicial de los franceses y los capitales que los
sostienen acerca de un año de paz, tranquilidad y triunfos, cuando antes de un
penal, Neymar acabó peleándose en público con el uruguayo Edinson Cavani para
su ejecución. La mayor parte del vestuario estuvo con el experimentado delantero
celeste.
Pero las cosas no acabaron allí y comenzaron a
aparecer rumores de una relación que no es la deseada entre Neymar y el
entrenador español Unai Emery, y el vestuario, aunque ya más calmo luego de
unas paces públicas entre los dos sudamericanos, no parece ser ya el mismo, tan
alegre, del inicio, cuando el brasileño llegó y le tendieron la alfombra roja
de bienvenida.
No fueron casuales, entonces, las lágrimas vertidas
por Neymar en la conferencia de prensa de la selección brasileña en el contexto
del partido amistoso ante Japón de los días pasados, sentado al lado de su
entrenador, Tité.
Las presiones sobre Neymar son enormes por este
tiempo, al punto que acaba de aparecer un rumor mucho más impactante: la
posibilidad de que el Real Madrid lo fiche para la temporada 2019/2020, justo
cuando acabe el contrato del portugués Cristiano Ronaldo.
Según este rumor, que como pocas veces ocurre fue
compartido por diarios deportivos emblemáticos de Madrid y Barcelona como “Marca”
y “Mundo Deportivo”. Real Madrid estaría preparando una oferta de 200 millones
de euros, a lo que hay que sumarle el costo de otros 250 millones de gastos
operativos y la paga del propio jugador.
Hubo otro rumor, acerca de que Messi intentó convencerlo,
mediante una llamada, para que no piense en recalar en el club blanco pero no
parece fácil. Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, está enfocado en
pocos gastos pero de los buenos, apuntando a grandes estrellas, y sin el apuro
que otorgan los títulos importantes conseguidos en este tiempo, que hacen que
todo difiera mucho de aquellos inicios del siglo XXI cuando todo era a la
desesperada, a la búsqueda de los llamados “Galácticos”.
Por otra parte, Neymar seguirá siendo joven en ese
momento, aunque con el suficiente grado de madurez como para soportar los
seguros embates de un Camp Nou que no lo trató bien en el final, cuando ya se
consideraba traicionado por su intempestiva salida, que terminó por quebrar
definitivamente el famoso tridente sudamericano de la MSN.
Un fichaje como el de Neymar sería la venganza en el
tiempo de Florentino Pérez a sus colegas del Barcelona que le birlaron a un muy
joven Neymar que ya brillaba en el Santos, para repetir aquellos tiempos de los
Ronaldo Nazario o Luis Figo, que primero se pusieron la camiseta del Barcelona
y eran grandes ídolos, para colocarse luego la de los blancos y trascender
también allí para quedar en la historia identificados con esta camiseta.
Esto ya le había pasado en los años cincuenta nada
menos que al fallecido Alfredo Di Stéfano aunque aquello fue más violento. Ya
el Real Madrid y el Barcelona habían pugnado por el argentino que brillaba en
el Millonarios de Colombia y aunque comenzó vistiendo de azulgrana por algunas
horas, junto a Ladislao Kubala en lo que prometía ser un equipo sin igual,
acabó tomándose un tren a Madrid para no regresar más a territorio culé.
¿Se repetirá la historia con Neymar? Seguramente lo
negarán las partes, pero un ejercicio de memoria nos hace recordar que cuando
le preguntaban en el verano de 2003 al entonces presidente del Real Madrid si
estaba por contratar al inglés David Beckham, respondía “never, never, never”.
Ese presidente era el mismo que ahora, Florentino
Pérez, y Beckham acabó jugando en el Real Madrid. No parece casualidad que en
un programa radial, Sergio Ramos le haya dado una primera bienvenida.
El tiempo se encargará de demostrar si este rumor es
sólo eso o lo que en realidad va pareciendo: una historia que puede repetirse y
que ya conocemos bien.
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