Han pasado ya tres días
de declaración oficial de Alejandro Burzaco en la Corte de Brooklyn, en Nueva
York y ya se le ve el pelo al gato. Los medios de comunicación argentinos del
sistema han querido poner en primer plano un estado casi revolucionario
haciendo creer que lo expuesto por este personaje que vivió de coimas para casi
todos los protagonistas del fútbol por
muchos años revela datos impactantes cuando la mayoría de ellos ya eran
archi conocidos.
Lo que entonces está
ocurriendo es que cada parte politiza el tema. Desde la fecha, para nada
casual, en las que se llevan a cabo estas sesiones en Nueva York, que coinciden
con los días de transición entre el conocimiento de los 32 equipos clasificados
y el Sorteo del Mundial del 1 de diciembre en Moscú, con el único fin de
desgastar y desequilibrar a la FIFA que es la que, al fin y al cabo, no le
otorgó a los Estados Unidos el Mundial 2022, que quedó en manos de Qatar pese a
tantas promesas del organismo futbolístico internacional de cambios en su
composición y en su accionar.
Justamente todo lo
contrario, pese a tantas denuncias sobre obreros extranjeros explotados para
trabajar en la construcción de estadios en condiciones casi miserables y con
pasaportes retenidos por el Estado, la
necesidad de pasar el Mundial a diciembre por los intensos calores, que se
trata de un país sin tradición futbolera pero especialmente, que cada vez más
se va comprobando que la sede se obtuvo con suculentas coimas a los dirigentes
que tenían que votar en 2010, todo sigue como si nada, y esto provocó el enojo
creciente del mundo del soccer en los Estados Unidos,
Más allá de algunas
anécdotas interesantes, y de algunos datos como que por ejemplo los jugadores
de la selección argentina cobraban 200.000 dólares por partido por parte de
Torneos y Competencias, pero por fuera de lo que la AFA pagaba, o que Boca
Juniors y River Plate también cobraron cifras similares por Copa Libertadores “por
su relevancia”, en muchos de los demás casos, los medios argentinos parecen
descubrir ahora información ya brindada desde hace meses y a veces, años.
Que Julio Grondona
tenía aversión por los judíos se sabe hasta el caracú porque ya lo pagó el
colega Ramiro Sánchez Ordóñez hace más de una década cuando tuvo que abandonar
su programa en TyC Sports (el canal relacionado con la empresa de Burzaco,
casualmente) porque como invitado, el inoxidable presidente de la AFA dijo,
suelto por encontrarse en el relajo post-almuerzo, cuando le consultaron por
qué no había árbitros judíos en la Argentina, que era “porque a los judíos no
les gusta trabajar”, lo que generó un escándalo con la comunidad judía local.
Que el fallecido
presidente de la AFA cobraba comisiones en efectivo en buena parte, o a través
de subcuentas en el Credit Suisse, ya lo había revelado el banquero Jorge
Arzuaga (actualmente preso) en su momento. Es más: parte de ese efectivo,
Grondona lo cobraba a través de quien fue su secretario privado y chofer,
Daniel Pellegrino, quien llegó a ser parte importante de la delegación
argentina en Mundiales y en distintos torneos hasta caer en desgracia (ya
falleció).
Los medios también
fueron rápidos para vincular alguna declaración de Burzaco contra miembros del
Fútbol Para Todos, como el coordinador general Pablo Paladino y su segunda
línea, Jorge Dehlon (que se suicidó al saberse involucrado) de los que dijo que
sobornó con cuatro millones de dólares, pero eso fue casi lo único porque en la
Argentina ya existen causas por “defraudación al Estado” en pagos de
sobreprecios por los derechos de una cantidad de partidos.
Es decir que si bien es
muy grave la acusación que provino de la diputada electa Graciela Ocaña y de la
PROCELAC (Procuraduría contra la Criminalidad Económica y Lavado de Activos),
las causas existen, ya hay sentencia en muchos casos y hasta la propia Ocaña
acaba de pedir la inhibición de la cuenta bancaria de la sucesión de Grondona
que se encuentra en un banco de Avellaneda.
Tampoco puede decirse
que no se supiera que la mayoría de los dirigentes sudamericanos involucrados
en el FIFA Gate recibieron coimas enormes, porque algunos pocos periodistas
especializados ya lo habían referido en sus artículos. ¿Y entonces?
Lo que algunos hicieron
fue utilizar políticamente la información, como cuando un matutino tituló que
la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner estaba involucrada en el FIFA
Gate por mención de Burzaco en Nueva York cuando éste sólo comentó que como
jerga entre las partes, a los sobres de las coimas les escribían la palabra “Cristina”.
Si los medios
utilizaron para su lado la información recibida desde Nueva York
(vergonzosamente cubierta por un solo diario con su corresponsal y el resto
brilló por su ausencia o debió contentarse con los estupendos tweets de Ken
Bensinger, periodista estadounidense autor del gran libro “Tarjeta Roja” sobre
la FIFA-, en buena parte se lo deben a que Burzaco, que tan rápido como logró
escabullirse aquella vez en la redada de la Policía en Suiza en mayo de 2015,
cuando a los pocos segundos se escurrió para trasladarse a Italia y allí recién
negoció su entrega a la Justicia de EEUU, ahora se fue dando cuenta de que el
fiscal de la causa, Sam Nitze, “no caza un fulbo” y entonces acabó por contar
el cuentito de lo que algunos saben y ya dijeron y muchos otros ya conocían
pero callaron.
Lo concreto es que
Burzaco calla cosas tan importantes (o acaso más) de las que contó hasta ahora,
quizá escondiendo más cartas debajo de su manga para jugarlas en el momento clave,
o nunca. Suena extraño, por ejemplo, que el Grupo Clarín aparezca exculpado de
todo cuando Burzado y Torneos fueron socios por tantos años en TRISA (Tele Red
Imagen SA) y en TSC (Televisión Satelital Codificada). O también que Aníbal
Fernández no aparezca nunca, o casi.
La gran pregunta es si
es posible que todo lo que ya sabemos siga sin que nadie intervenga (ahora, en
tiempos de Mauricio Macri en la presidencia argentina), si no habrá autocrítica
de los medios involucrados, si la AFA por fin tomará la medida de deshacerse de
los medios y productoras corruptos, y si la gente seguirá creyendo pese a todo
en los protagonistas de un deporte hermoso, pero que cada vez es más
bastardeado.
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