Era otra Argentina, aquella de los años sesenta.
Tanto es así, que en el histórico gol del Chango Cárdenas relatado por
Bernardino Veiga para la radio, lo primero que dice tras la “o” extendida, es
la palabra “Argentina”, porque desde todas las hinchadas, más allá de la
tradicional rivalidad, el gol que le dio a Racing Club el primer título
intercontinental al fútbol albiceleste, se gritó en todo el país.
Todos lo
sintieron como propio. No había insultos, ni memes, ni alegrarse de la
desgracia ajena. En aquel momento, Racing representaba a la Argentina en el
fútbol, y con un equipo compacto, recio, terminó llevándose el título ante el
durísimo Celtic de Glasgow en la definición de Montevideo, en un tercer
partido, obligado por el triunfo escocés en la ida en Glasgow (1-0) y el de los
de Avellaneda en la vuelta (2-1).
Fue hace exactamente 50 años, medio siglo, y por lo
que ocurrió posteriormente con Racing, que sólo pudo agregar a este logro un
título internacional más (la Supercopa de 1988) y dos locales (2001 y 2014),
cobra todavía más fuerza.
El partido se emitió por Canal 13, pero las imágenes
que llegaban a la Argentina no eran para nada buenas. De hecho, recién comenzó
a verse en el segundo tiempo -se dijo que los Tupamaros habían saboteado la transmisión-, pero aún así, había demasiada interferencia. El
camarógrafo de uno de los canales de la competencia, el 11, (en
tiempos en los que sólo había cuatro y los cuatro eran en blanco y
negro), Héctor López, recuerda que fue enviado a Montevideo junto a otro
compañero por el responsable de la programación, Luis Clur.
“Me designó para
tomar las imágenes para luego entregar a Gran Bretaña y a mi compañero, para el
canal. Cuando terminaba el partido, yo tenía que enviar el material a Londres
por la vía aérea luego de editar los tres rollitos de tres minutos que nos
daban para que nos arregláramos para todas las imágenes en película muda”, nos
cuenta, para que podamos ir ambientándonos en un mundo tan diferente, artesanal
en comparación con el presente.
“Lo que yo tenía que tomar eran los goles, jugadas
de ataque y luego cortábamos en el laboratorio y compaginábamos, y nunca pensé
que Cárdenas iba a patear al arco desde ahí (casi 30 metros) en el gol, pero
por suerte, pude seguir la trayectoria de la pelota con mi cámara. Miré a mi
costado y si bien había 4 ó 5 cámaras. El único que pudo tomar esas imágenes,
fui yo”, cuenta con una mezcla de incredulidad y orgullo.
López remata la anécdota relatando que enterado de
que había sido el único que tomó el gol “se lo comenté tras el partido a Luis
Clur y me dijo que cambie y que primero le de el material al canal y recién
luego se le mandó a Inglaterra. Todo esto fue de noche y recién al día
siguiente regresé de Montevideo a Buenos Aires”.
Lo increíble de todo esto es que López, quien juega
muy bien al tenis y tras dejar de ser camarógrafo se dedicó a participar de
torneos de veteranos con mucho éxito, nunca más vio ese gol. “Con el tiempo me
di cuenta de que esas imágenes tomaron relevancia”, nos cuenta, con cierta
ingenuidad.
Pero lo mejor viene inmediatamente: “En una
oportunidad, viajaba en un barco para cubrir como camarógrafo una exposición de
vinos para lo cual tocábamos once puertos diferentes y en uno de ellos, en
Veracruz, México, asistimos a una recepción con personalidades del lugar y ahí
entre ellas estaba el Chango Cárdenas, que jugaba en el equipo de la ciudad y
estaba sentado justo frente a mí. En un
momento salíó el tema de su gol famoso y él alcanzó a decir ‘andá a saber dónde
estará el cameraman que tomó ese gol’. Cuando le dije “está enfrente suyo”. No
lo podía creer. Nos dimos un abrazo. Él estaba muy emocionado. Tanto fue así
que yo tenía que cubrir el viaje de Veracruz a México DF y de allí en coche
hasta Tampico y me llegó a decir “llevate mi auto, hacé lo que necesites y
después dejalo en una dirección que te voy a dar en una tarjeta, y así fue.
Guardo siempre conmigo esa cámara porque la quería mucho”.
López recuerda mucho lo que padeció en esa cobertura
periodística de la final intercontinental. “Se insultaban entre argentinos y
uruguayos todo el tiempo. En la cancha se mataron a patadas (hubo cinco
expulsados). Cuando terminó el partido, fui al estacionamiento, estaba lleno de
autos, y los uruguayos seguían tirando piedras y rompiendo coches con gente
adentro. A mí me llegaron a agarrar entre seis o siete y me preguntaron para
qué medio estaba y como conocía los números de los canales uruguayos atiné a
decir `para Canal 4, bo`, como dicen ellos, y eso me salvó. Tengo todo el
despelote filmado”.
López también recuerda que el partido entre Racing y
Celtic en Montevideo “lo cubrimos todos los cameraman en un techito de las
cabinas de radio en el estadio Centenario. Era muy peligroso y nosotros
estábamos todos, los que trabajábamos para los canales argentinos, sentados allí”.
López deja planteada una inquietud histórica, un
detalle no menor. ¿Hubo sabotaje televisivo durante la transmisión para
Argentina del Racing-Celtic? Lo cierto es que a los 58 años, un hincha de la
Academia, José Roberto Panetta, recuerda haber visto esa final intercontinental
con su padre. “Raramente yo justo tenía un cumpleaños al lado de mi casa y recuerdo
muy bien que la imagen venía entrecortada, que el satélite iba y venía.
Recuerdo también la transmisión de Aiello por Canal 13. En ese tiempo era muy
frecuente que la transmisión llegara mal porque tengo el recuerdo de mi papá,
italiano, quejándose mucho en las dos finales intercontinentales entre
Independiente e Inter en 1964 y 1965. Pero
también estaba muy orgulloso de que en la cuadra de mi casa, en la calle
Martínez Castro al 1100, en Flores Sur, la gente salió a festejar con una
extensa bandera de Racing de unos 50 metros, casera, de papel, y todo el mundo
gritó el gol del Chango Cárdenas”.
Alberto Joaquín Jones, prestigioso abogado, tenía
por entonces 22 años, y viajó con dos amigos a Montevideo (“los dos se llamaban
Jorge”, casualmente”). “Nos ubicamos con la hinchada de Racing pero no era como
ahora. Eran bravos pero no eran barras bravas. Vimos el partido parados en la
popular (hubo 25 mil hinchas académicos). Nosotros llegamos en el Vapor de la
Carrera, en el que era muy común viajar al Uruguay en ese tiempo, y nos
alojamos en un hotel cerca de la Plaza Cagancha", rememora.
"Recuerdo que fue una batalla
como las de las tres finales de la Copa Libertadores ante Nacional. También
había estado en Montevideo y había algunos que te pegaban hasta en los dientes,
como Julio Montero Castillo, pero los de Racing no se quedaban atrás, eran
guapos y te atendían, como Alfio “Coco” Basile y Roberto Perfumo. También
recuerdo que se armaron algunas trifulcas porque al terminar el partido, los
argentinos comenzamos a cargar a los uruguayos, que estaban con el Celtic”, finaliza Jones.
Distintas historias que aún sorprenden medio siglo
más tarde, como la del cameraman López, que se enteró por nosotros, recién
ahora, de que su imagen del gol de Cárdenas fue por tantos años publicidad de
una marca de afeitadoras, al punto tal que de tantas repeticiones, muchos
bromeaban con que un día, el remate iba a terminar con la pelota pegando en el
poste. Pero fue gol, y con gloriosas consecuencias.
Quedan muchas historias por el camino, que el lector seguramente ya conoce, como que Racing tenía como mascota a un niño de apenas cuatro años llamado Gustavo Costas, que más adelante sería símbolo del equipo como jugador y director técnico, o que uno de los primeros consejos que recibió Cárdenas cuando llegó a Racing, y nada menos que de parte de dos cracks de los años treinta como Enrique García y Carlos Peucelle, fue que aprendiera "a pegarle también de zurda" y no sólo con la derecha. Así es como llegó el gol más importante de la historia de Racing...
Quedan muchas historias por el camino, que el lector seguramente ya conoce, como que Racing tenía como mascota a un niño de apenas cuatro años llamado Gustavo Costas, que más adelante sería símbolo del equipo como jugador y director técnico, o que uno de los primeros consejos que recibió Cárdenas cuando llegó a Racing, y nada menos que de parte de dos cracks de los años treinta como Enrique García y Carlos Peucelle, fue que aprendiera "a pegarle también de zurda" y no sólo con la derecha. Así es como llegó el gol más importante de la historia de Racing...
1 comentario:
Sencillamente fantásticas las experiencias vividas por estos testigos de la gran hazaña argentina representada por Racing Club.. un aplauso y un saludo grande..
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